SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 número2La salida de metales preciosos por el complejo portuario rioplatense durante las últimas décadas del siglo XVIIITucumán en llamas: El cierre de los ingenios y la lucha obrera contra la dictadura (1966-1973) índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.19 no.2 San Miguel de Tucumán dic. 2017

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

Detrás de las noticias: vínculos entre diplomáticos y prensa europea durante la guerra del Paraguay

 

María Lucrecia Johansson*

* Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES, UNT-CONICET). Argentina. lukresia8@gmail.com

RECIBIDO: Marzo de 2017
APROBADO: Noviembre de 2017

 


RESUMEN

Con el propósito de identificar cuáles fueron las prácticas que rigieron la difusión de información en Europa sobre la guerra del Paraguay (1864-1870), en este trabajo analizamos los contactos que los gobiernos beligerantes entablaron con periódicos, revistas y agencias de noticias europeas. Con el propósito de develar el entramado de intereses políticos y económicos que vinculó a los agentes diplomáticos sudamericanos de ambos bandos con diferentes redactores o periódicos, en este artículo analizamos las negociaciones que se desarrollaban “detrás de las noticias”, estudiando cuáles fueron las prácticas seguidas por los diplomáticos para ganar espacio en los medios de difusión de la época y conseguir plumas dispuestas a avalar la causa de sus respectivos gobiernos.

Palabras clave: Guerra del Paraguay; Prensa; Redes; Transnacional.

ABSTRACT

In order to identify what were the information gathering and dissemination practices in Europe about the Paraguayan War (1864-1870), we analyze the contacts that the belligerent governments established with newspapers, magazines and European news agencies. In order to understand the framework of political and economic interests that linked the South American diplomatic agents of both sides with the various editors and newspapers from Europe, in this article we analyze the negotiations that took place “behind the news”. With this purpose, we study what were the practices followed by diplomats to obtain presence in the press and to convince reporters to endorse their respective cause.

Keywords: Paraguayan War; Press; Networks; Transnational.


 

Introducción

Entre 1864 y 1870, Paraguay y los tres países coligados en lo que se denominó Triple Alianza (Argentina, Brasil y Uruguay) protagonizaron el mayor conflicto bélico de la historia sudamericana, la guerra del Paraguay o guerra de la Triple Alianza, que se constituiría en una verdadera línea divisoria en la historia de los países implicados (Doratioto, 2008:15). Durante la primera fase de la contienda (1865-1866), el enfrentamiento se desenvolvió en parte fuera de las fronteras de Paraguay. En la provincia argentina de Corrientes la lucha se extendió hasta que la victoria de los ejércitos aliados hizo replegar a las tropas paraguayas a su territorio. En la segunda fase de la contienda (1866-1868), el conflicto se convirtió en una guerra de desgaste, solo alterada por grandes batallas con miles de muertos que no lograban modificar las líneas de combate. En la última fase de la guerra (1868-1870), los ejércitos aliados lograron sus objetivos: se apoderaron de la fortaleza de Humaitá y de la capital de Paraguay, instalaron un gobierno títere en Asunción y coronaron su victoria con la muerte del presidente paraguayo, el mariscal Francisco Solano López. Después de cinco años de guerra Paraguay quedó destruido: no solo perdió el 40% de su territorio, sino que dos tercios de su población, de los cuales el 80% correspondía a la población masculina mayor a los diez años de edad, pereció durante el conflicto.
Este conflicto se desarrolló en un contexto en el que, de acuerdo con Sebastian Conrad y Dominic Sachsenmaier, los desafíos políticos y culturales de los diferentes gobiernos alrededor del mundo habían asumido una dimensión global, lo que llevó a la creación de estructuras de comunicación que facilitaran el flujo de información entre las diferentes regiones. Se formaron entonces redes de intelectuales que operaron internacionalmente construyendo un ámbito de negociación de diferentes visiones de mundo (Conrad y Sachsenmaier, 2007: 12). Desde ahí, concluyen los autores, los paralelos entre las diferentes sociedades fueron el resultado de ese aumento de contactos y transferencias generados por esos flujos de información.
Es llamativo que dentro de los estudios sobre esos flujos de información el análisis de la circulación de la prensa haya recibido poca atención, sobre todo si consideramos que a lo largo de la segunda mitad el siglo XIX fue ampliamente utilizada como canal de comunicación por parte de los gobiernos. En esa época, en el espacio Atlántico, la prensa se constituyó como un espacio político clave, con una lógica propia, en el que se desenvolvieron e interactuaron políticos, redactores, intelectuales, etcétera. Dentro de este amplio ámbito de vínculos e interconexiones, en esta investigación indagamos sobre el papel que desempeñó la prensa como creadora de un espacio político transnacional, entendido como un espacio de interacción y de circulación de determinada información sobre el conflicto, que involucró a una amplia variedad de actores ubicados a ambos lados del Atlántico.
Partiendo de la consideración de que los espacios políticos transnacionales se forman a través de los discursos y prácticas de actores identificables (Albert y otros, 2009), esta investigación se ocupa de cómo los gobiernos beligerantes participaron activamente en ese espacio mediante la construcción de redes que vinculaban a sus funcionarios con periódicos y redactores. El análisis parte de dos premisas: por un lado, que todo poder político necesita para mantenerse de una comunicación mediática que lo sostenga y, por otro, que la prensa es un entramado de intereses socioeconómicos. Estas premisas nos obligan a ir más allá del estudio de los discursos periodísticos para preguntarnos sobre las relaciones establecidas entre los gobiernos de turno y los diferentes grupos de poder con los periódicos y redactores, es decir, nos lleva a estudiar quiénes y por qué publicaban determinados discursos sobre la guerra de la Triple Alianza en Europa.
Además de prepararse en el plano militar, los gobiernos beligerantes dedicaron importantes esfuerzos a conservar y ampliar la red de periódicos que defendían su causa. Fuera del ámbito sudamericano, la prensa europea se convirtió en un frente más de batalla, en el que se luchaba por ganar el apoyo de los periódicos más importantes. Todo esto fue planeado por los respectivos Ministerios de Relaciones Exteriores e instrumentado por el cuerpo diplomático de cada país. Se inició entonces una dura competencia entre los diplomáticos de ambos bandos, quienes comenzaron a disponer de un presupuesto mayor para esos fines. Cabe preguntarse entonces: ¿cómo fue la circulación de la información sobre el conflicto entre ambos continentes?, y ¿cuáles fueron los procedimientos empleados por los agentes diplomáticos sudamericanos en Europa para captar redactores y periódicos? Buscando responder a estas preguntas, en este trabajo veremos cómo la publicación y circulación de información sobre la guerra en la prensa europea tuvo como principales impulsores a los agentes diplomáticos de Paraguay, Argentina y Brasil.

Agentes diplomáticos y redes de propaganda

A mediados del siglo XIX, la prensa era el único medio capaz de transmitir los discursos de los gobiernos. Por ello, preocupados por tener una presencia constante en el ámbito público, estos se dedicaron a crear o subvencionar, dentro de sus territorios, periódicos que respondieran directamente a sus disposiciones. Sin embargo, como consecuencia del incremento de las tensiones políticas en el Río de la Plata, se interesaron por incorporar dentro de su ámbito de influencia a periódicos que se editaban más allá de sus fronteras, concretamente en lugares que eran considerados clave para sus intereses. De esta manera, con anterioridad al inicio del conflicto, los agentes diplomáticos que representaban a los países que combatirían en la guerra de la Triple Alianza recibieron, por parte de sus respectivos Ministerios de Relaciones Exteriores, la orden de diseñar e instrumentar campañas de propaganda en la prensa extranjera.
Para poder cumplir con esos propósitos, los agentes diplomáticos tuvieron que tejer redes que vincularan a los varios agentes localizados en diferentes partes del mundo con redactores, dueños de periódicos e intelectuales, dispersos también por diversos países. Esas redes, integradas por actores estatales y no estatales, debían abarcar todo el ámbito Atlántico, ya que su objetivo principal era lograr una amplia difusión de la información que interesaba a los respectivos gobiernos. Creadas con ese propósito, las redes organizadas por los agentes de Paraguay, Argentina y Brasil se caracterizaron por ser formales, es decir, por otorgar roles claros y específicos a cada uno de sus miembros.
Los intercambios que se produjeron dentro de esos extensos entramados fueron muy intensos y generaron diferentes tipos de textos. Entre ellos destacan por su uso permanente las correspondencias privadas que conectaban de forma horizontal a los individuos que formaban parte de las redes. Los sujetos interactuantes tenían la obligación de brindar información a sus pares, comúnmente a través de misivas o telegramas que contenían datos que servían de base para la redacción de artículos periodísticos que, a su vez, eran remitidos a los demás miembros. De esta manera se posibilitó la circulación horizontal de información de forma recíproca y frecuente entre ambos lados del Atlántico.
Esa transferencia de información entre los miembros de cada una de las redes se hacía con la finalidad de proveer de temas y orientación a los autores de los artículos periodísticos y folletos que debían atravesar el entramado interno para alcanzar el ámbito público. De esta manera, la prensa posibilitó que las redes interactuasen, generando discursos intertextualizados a través de las transcripciones diversas y de los comentarios, correcciones o refutaciones que recibían los diferentes artículos periodísticos que se movían en el espacio político Atlántico. Fue mediante esas interrelaciones como las instituciones y los sujetos actuantes en las redes terminaron convirtiendo a la prensa en un espacio político transnacional de intercambio y debate sobre la conflagración. En ese espacio político transnacional estaban integrados también otros sujetos –como el público lector de los diferentes países–, e instituciones –como, por ejemplo, las de los gobiernos neutrales–, por cuyo apoyo competían firmemente los responsables de las redes.
Al convertir a la prensa en un espacio político transnacional de intercambio y debate, las redes no podían desatender las normas que reglaban su funcionamiento, como la regla de oro de la imparcialidad. De allí que intentaran ocultar sus vínculos y mantener en el anonimato a sus miembros, es decir, que procuraran camuflarse con el fin de que sus producciones periodísticas fueran percibidas como imparciales. Aunque solo dejaban trascender al espacio político transnacional los argumentos, con o sin firma, expuestos en los textos periodísticos, ocultando cuidadosamente las relaciones y negociaciones entre autores y agentes diplomáticos, estos cuidados se veían frustrados cuando, en su afán por descalificar, los miembros de las redes rivales los denunciaban a la opinión pública. Con esos procedimientos, los dueños de los periódicos buscaban eludir las acusaciones de venalidad; por su parte, los agentes diplomáticos intentaban desprenderse de prácticas mal vistas, como la de sobornar periódicos o redactores, adjudicándoselas en exclusividad a las redes rivales.
Si bien los agentes diplomáticos solían ocuparse de publicar artículos en la prensa antes de la guerra, el clima bélico impulsó la expansión de las redes, lo que daría a esa práctica sistematicidad e intensidad. Con respecto al caso paraguayo podemos señalar que los primeros agentes diplomáticos en Europa fueron designados por el presidente Carlos Antonio López (1844-1862) con el propósito de establecer relaciones comerciales y lograr el reconocimiento de la independencia paraguaya. Asimismo, en 1853 fueron recibidos en Asunción los enviados extraordinarios de Inglaterra, Francia, Cerdeña y Estados Unidos, quienes reconocieron oficialmente la independencia paraguaya. Con los tres primeros países se firmaron, el 4 de marzo de 1863, tratados de Amistad, Comercio y Navegación, que fueron ratificados meses después durante la visita a Europa del hijo del presidente López, Francisco Solano.
Luego de décadas de aislamiento, Paraguay era poco conocido en el Viejo Continente, donde recibía el calificativo de la “China de América del Sur”. Los agentes paraguayos en el exterior tuvieron que dedicarse a subsanar ese desconocimiento principalmente a través de artículos periodísticos que describían favorablemente los productos y las ventajas económicas que ofrecía el país. Al asumir la presidencia Francisco Solano López (1862-1870) estas prácticas se afianzaron, al mismo tiempo que se amplió el número de representantes diplomáticos.
Como veremos a continuación, en los meses previos al inicio de la guerra de la Triple Alianza, esa intervención en la prensa comenzó a ganar un mayor espacio en la agenda de los agentes diplomáticos. Los artículos que apoyaban a los diferentes gobiernos en la prensa europea, en algunos casos, se mandaban a publicar por orden de los agentes diplomáticos con un propósito determinado; en otros, como respuesta a artículos considerados contrarios a los intereses de los mismos. Estas prácticas requerían un seguimiento continuo de las publicaciones extranjeras, labor que desempeñaban tanto los agentes diplomáticos en las Legaciones, como los encargados de Negocios y los agentes confidenciales. Agentes diplomáticos y propaganda en la prensa de Europa central y BélgicaAlfred Marbais du Graty, nombrado por Paraguay en 1863 como encargado de Negocios en Bélgica y Prusia, puede ser citado como uno de esos agentes que incluía en periódicos europeos textos salidos de su pluma. Hombre de una rica experiencia, el nuevo encargado de Negocios fue un aristocrático militar de origen belga, que en 1849 había desembarcado en Río de Janeiro, donde tuvo una corta y malhadada experiencia como agregado militar del consulado belga en esa ciudad. A finales de febrero de 1850 se trasladó a territorio argentino, donde permaneció más de una década, época durante la cual llegó a tener una intensa actividad política, militar, científica y literaria.1 Su incorporación como sargento mayor en el ejército de Entre Ríos en 1850 sirvió no solo para abrirle las puertas de la carrera militar y de la política, sino también para que obtuviera la ciudadanía mediante un decreto de 1856.2
Gozar de la confianza de Justo José de Urquiza, presidente de la Confederación Argentina, quien llegó a nombrarlo su edecán, le permitió acceder a otros cargos como el de director del Museo Nacional de Paraná –la nueva capital provisional de la Confederación– o el de redactor principal del periódico oficial El Nacional Argentino (1852-1860). Du Graty logró conciliar ambos cargos de una manera novedosa: utilizó al periódico para difundir los conocimientos que adquiría mientras organizaba el Museo. Sus descripciones científicas sobre los recursos mineros existentes en las diferentes provincias argentinas transcendieron las páginas de El Nacional Argentino y las fronteras de la Confederación y llegaron a publicarse en Europa, concretamente en el periódico L'lndépendance BeIge, con el propósito de instalar en el Viejo Continente la idea de que el territorio argentino era rico y abundante. Legitimándose en su cargo de director del Museo Nacional y utilizando un lenguaje científico, Du Graty terminó por convertirse en un reconocido difusor o propagandista con estilo propio, que él mismo definía como “imparcial” (Podgorny, 1997: 17-38).
Esta imagen se consolidaría con la publicación en París de La Confederación Argentina (1858). Al mostrar los “tesoros” y las “riquezas naturales” del territorio “a los hombres de todos los países de la tierra”, la obra exponía claramente su propósito de despertar el interés de Europa por esta región y de atraer inversores e inmigrantes (Du Graty, 2008: 37-38). Este libro le permitió a Du Graty alcanzar cierta notoriedad internacional. Tanto fue así que al abandonar Argentina, Carlos Antonio López lo contrató para redactar una obra similar sobre Paraguay y puso a su disposición vapores, caballos y escolta para que recorriera el país. Du Graty viajó durante cinco o seis meses recabando la información que terminó recopilando bajo el título La República del Paraguay (1862). Dedicado a López, este libro se publicó en París, en francés, e inmediatamente fue traducido al español por Carlos Calvo, por entonces encargado de Negocios de Paraguay en Francia.
Durante el ejercicio de su nuevo cargo, Du Graty se dedicó a la redacción de artículos para la prensa de Europa Central con el objetivo de captar mercados para la yerba, el algodón, el té y el tabaco paraguayos. Complementaba esa labor con artículos que escribía para El Semanario de Asunción. Uno de esos artículos, por ejemplo, se refería al tabaco; en él incluía consejos destinados a que los agricultores paraguayos pudieran elaborar un producto más adecuado a los gustos del mercado europeo.
En cartas a las autoridades paraguayas, Du Graty afirmaba que ponía especial cuidado en sus escritos periodísticos a fin de que guardasen armonía con los que se publicaban en Paraguay. Cabe destacar que ejemplares de El Semanario, periódico que cumplía la función de boletín oficial, eran enviados regularmente a los agentes en el exterior para que se encargasen de la reproducción de su contenido en la prensa extranjera. Este procedimiento resultaba de suma utilidad para esos agentes, no solo porque recibían información de actualidad del país, e la que se ocupaban en sus artículos, sino también porque podían adecuar mejor su lenguaje y sus argumentos a los gustos del gobierno. Al usar el estilo de redacción característico de la prensa paraguaya como guía de los escritos que preparaban para la prensa europea, los agentes generaban una difusión pautada de o que se escribía en el Paraguay. Cuando no se seguía esa orientación, los agentes debían justificar la adopción de un estilo diferente. Du Graty, por ejemplo, –con clara intención de agradar al gobierno y de no salirse de las instrucciones recibidas– sintió la necesidad de explicar el tono usado en un texto publicado en Bélgica aclarando que “hubiera podido decir mucho más a favor del Paraguay”, pero que como el artículo iba a publicarse como un «editorial» había hecho “reserva de los elogios aun los más merecidos”, con el fin de que “produzcan mayor efecto”.3
Cuando los agentes no disponían del talento o del tiempo para promocionar al país a través de su propia pluma recurrían a la contratación de redactores. Este procedimiento comenzó a ser ampliamente utilizado a partir del inicio de la guerra entre Paraguay y Brasil, en diciembre de 1864, momento en el que los agentes paraguayos debieron ampliar su presencia en la prensa europea con el objetivo de ganar apoyo por parte de los gobiernos y convencer a los inversores de prestar fondos para financiar la guerra. De hecho, este no fue el caso de Du Graty, quien a través de sus propios escritos buscó que el conflicto tuviera presencia en la prensa de Europa Central y Bélgica.
A medida que aumentaba la probabilidad de un enfrentamiento armado con Brasil, los agentes paraguayos comenzaron a dejar de lado las labores tendientes a ganar mercados para concentrarse en los acontecimientos bélicos. Luego de la declaración de guerra a Argentina, en marzo de 1865, comenzaron a dedicarse de forma exclusiva al conflicto. Ante el bloqueo impuesto al Paraguay y frente a las dificultades de comunicación que acarreaba, los diplomáticos no tuvieron otra alternativa que la de entregarse de lleno a la composición y difusión de artículos periodísticos referidos a la conflagración. Por ello, a diferencia de los agentes de Argentina y Brasil que tenían intereses y objetivos más diversificados, la diplomacia paraguaya convirtió a la lucha contra la Triple Alianza en el tema excluyente.
A partir de la segunda mitad de 1864, el gobierno de Paraguay incrementó el presupuesto destinado a los gastos de prensa en el exterior. En septiembre de 1864, José Berges, ministro de Relaciones Exteriores de Paraguay, señalaba que debido a las “extraordinarias circunstancias” creadas desde que López había manifestado su voluntad de contener las miras agresivas del Brasil sobre Uruguay, se hacía necesario que Du Graty “trabaje con mucha eficacia por medio de la prensa europea en sostén de la política de su gobierno”.4 Por esa razón, había dispuesto añadir quinientos pesos fuertes a los mil anuales que ya le había asignado para gastos de publicaciones –monto que equivalía, de acuerdo a datos sobre la conversión de moneda brindados por este agente, a 7.875 francos–. Se autorizaba también a Du Graty a publicar en cualquier periódico que considerase oportuno.
El aumento de presupuesto le permitió a Du Graty cerrar un acuerdo con L’Indépendance Belge, en el que se fijaba un pago anual de 6.000 francos por la publicación de 2.400 líneas, distribuidas en dos correspondencias mensuales de cien líneas cada una. Atenta al cambio de objetivos de los escritos que el agente paraguayo pretendía publicar, la dirección de L’Indépendance Belge no dudó en subir el precio de sus servicios. En 1863, Du Graty había pagado 1.800 francos por doce artículos anuales de cien líneas cada uno. Un año después, el costo de contratación había aumentado un 67% a causa de las tensiones políticas en la Cuenca del Plata. En efecto, la dirección del periódico, tras explicarle a Du Graty que “las inserciones ordinarias de interés mercantil en el cuerpo del diario es de tres francos la línea y que para las inserciones de interés político se pagaba siempre mucho más y no por línea, sino según la importancia del asunto”, le fijó en 2,5 francos la línea.5 Ese precio, que fue considerado de “favor”, quizás se debía a que la relación de Du Graty con el periódico se remontaba, como dijimos, a la década de 1850 o a la amistad que decía mantener con el redactor en jefe de la publicación. Además del precio, en el acuerdo se establecía que los escritos de Du Graty se editarían con el formato de correspondencias emanadas de un corresponsal del periódico. La dirección se comprometía también a destacar esa correspondencia incluyendo algunos renglones introductorios, y a darle toda la importancia posible a través de comentarios que insertaría en la sección Revista Política. Du Graty justificó los términos del acuerdo ante Berges argumentando que la publicación de un diario no era otra cosa que “un negocio mercantil que es necesario explotar de la mejor manera posible”.6 Para cumplir con las órdenes del gobierno paraguayo sacando, al mismo tiempo, el mayor provecho posible de la prensa, Du Graty había organizado un sistema de trabajo que constaba de tres pasos y que se activaba con la llegada bimensual a Europa del correo marítimo proveniente de Sudamérica. En un primer paso, los colegas de París o Lisboa le remitían a Du Graty por telégrafo la información más importante contenida en el paquete del correo enviado por el Ministerio o por los agentes paraguayos que operaban en la Cuenca del Plata. Este los traducía al francés y al alemán, de un modo conveniente para el gobierno paraguayo, y los enviaba a la redacción de los periódicos en forma de despachos telegráficos. Con este procedimiento se obtenían dos ventajas: se reducían los gastos –los periódicos no cobraban por insertar despachos telegráficos– y se daba un mayor efecto a la noticia, ya que, según Du Graty, al anticiparse a las publicaciones de los agentes brasileños se conseguía dejar en los lectores una primera impresión favorable a Paraguay.
Posteriormente, y antes de que transcurrieran veinticuatro horas de la llegada del correo, redactaba velozmente artículos más extensos para que se publicaran antes –en el mejor de los casos– o simultáneamente con los de sus pares del Brasil. De esa manera, afirmaba Du Graty, se conseguía que “la opinión pública se forme favorablemente en cuanto a lo que concierne a la política del gobierno” paraguayo.7
En tercer lugar, con más detenimiento, redactaba artículos sobre cuestiones puntuales que creía necesario resaltar o preparaba las refutaciones a las publicaciones de los enemigos. Esta última tarea era la más difícil y la que más tiempo le demandaba debido a la gran cantidad de artículos que los numerosos agentes de Brasil hacían circular en Europa, donde cada una de las Legaciones brasileñas contaba con articulistas a sueldo.
La rapidez en la elaboración de los artículos era para este agente el factor central a la hora de competir en el campo periodístico. Anticiparse a las publicaciones de los enemigos posibilitaba, según Du Graty, una mayor difusión de los escritos proparaguayos, ya que los periódicos que querían publicar información sobre la guerra, pero que no recibían artículos en su redacción, se dedicaban a copiar las primicias de los demás periódicos, especialmente, de los más importantes. Debido justamente a esa extendida práctica, los agentes de ambos bandos compitieron duramente por el acceso a los periódicos y revistas que se publicaban en Europa.
A comienzos de 1865, gracias al aumento de presupuesto y a la autorización para hacer más publicaciones, Du Graty emprendió una ambiciosa campaña de propaganda que tenía el propósito de defender los intereses paraguayos en los periódicos más importantes de Europa Central. En febrero de 1865, meses después de su convenio con L’Indépendance Belge, Du Graty negoció con el periódico francfortés L’Europe –diario que se editaba en francés– la publicación de correspondencias y de editoriales durante un año, con la posibilidad de renovación del acuerdo.8 Lamentablemente no se conoce el costo de los servicios de L’Europe –diario al que según Du Graty habían intentado infructuosamente contratar los agentes de Brasil– ya que en una carta a Berges solo afirmó que las condiciones eran similares a las de L’Indépendance Belge. Para este agente, el elevado monto que demandaba la contratación de ambos periódicos se compensaba con los beneficios obtenidos en razón de que eran “los dos diarios publicados en francés que tienen mayor número de suscriptores en el extranjero, porque son leídos por la mayor parte de los hombres de Estado y los diplomáticos”.9En una carta a sus colegas en París, Du Graty les advertía que los editoriales acordados con L’Europe estaban destinados a “contestar (…) los artículos brasileños que aparezcan en la prensa inglesa o francesa”.10 El afán por refutar a los enemigos de Paraguay llevó a Du Graty a excederse, en mil pesos, del presupuesto asignado para gastos de prensa, por lo que se vio obligado a dar explicaciones. En enero de 1865, Berges le ordenó ajustarse al presupuesto asignado. Esto arrojó por tierra el proyecto de Du Graty de comprar espacios en periódicos de Italia y Suiza, y se vio obligado a concentrar sus envíos en L’Indépendance Belge (Bruselas), L’Europe (Fráncfort), L’Escaut (Amberes), Koelnische Zeitung (Colonia), Die Presse (Viena) y Norddentsche Allegemeine Zeitung (Berlín).
Defendiendo los logros que consideraba haber alcanzado, Du Graty le manifestaba a las autoridades paraguayas que sus numerosas publicaciones tenían el mérito de haber conseguido que la prensa de Europa Central se interesara por los sucesos de la Cuenca del Plata. Argumentaba, además, que no era el dinero el único factor que intervenía a la hora de negociar espacio en un periódico sino que, por el contrario, se trataba de un juego en el que se ponían en funcionamiento relaciones e influencias, que exigía a los participantes “saber hacer nacer simpatías en favor de la causa que se quiere defender y no economizar trabajos”, y en ese juego se consideraba un estratega.11 Así, destacaba que bajo las “inspiraciones” de Otto von Bismarck había logrado contactos con L’Europe y conseguido el apoyo de varios periódicos respetables, aun en las duras condiciones en las que había competido con Brasil.
Después de años de subvencionar periódicos en Europa, la monarquía brasileña se había forjado la fama de ser “muy rica y muy poderosa”. Estaba avalada, además, por sus considerables relaciones comerciales, diplomáticas –contaba con cónsules en casi todos los países europeos– y, especialmente, familiares, con el Viejo Continente. En esa coyuntura se habían sumado dos factores que potenciaban la capacidad de Brasil para atraer las simpatías de Europa; por un lado, el escaso apoyo hacia las luchas intestinas de Uruguay por las cuales Paraguay había tomado las armas y, por otro, el apoyo que la prensa argentina daba al Imperio brasileño mientras que atacaba continuamente al gobierno de López. Era por esas razones que Du Graty consideraba que los agentes diplomáticos paraguayos competían en inferioridad de condiciones con sus pares brasileños. Paraguay no solo era un país “poco conocido, o mejor dicho, mal conocido”, con un gobierno que venía siendo calumniado desde hacía años, sino que prácticamente no tenía relaciones comerciales con el mercado europeo. Ante todo eso y con el exiguo monto asignado a gastos de prensa era muy poco lo que podía hacerse, de acuerdo a Du Graty, para despertar en Europa grandes intereses por la causa paraguaya.12
Los factores señalados, sumados al crítico momento que atravesaba Paraguay, imponían, de acuerdo a Du Graty, la urgencia de responder a los articulistas brasileños. Sostenía, además, una firme convicción sobre el provecho que se podía sacar de la prensa, único medio que permitía mostrar a los políticos europeos que la guerra que Paraguay enfrentaba en soledad afectaba también los intereses de sus países. Ese había sido el objetivo, por ejemplo, de los editoriales que publicó en L’Europe, en abril de 1865, bajo los sugestivos títulos de “Los intereses europeos en el Plata” o “Las pretensiones anexionistas del Brasil”.
Con el objetivo de conseguir medidas que beneficiaran a Paraguay, los artículos periodísticos de Du Graty, publicados entre finales de 1864 y 1865, impelían a los gobiernos europeos a hacer efectiva su neutralidad mediante la toma de las siguientes disposiciones: prohibir el transporte de insumos de guerra en los navíos bajo sus banderas neutrales desde cualquier puerto hacia los países beligerantes, vedar el reclutamiento de enganchados en Europa por parte de los agentes de Brasil y Argentina, pronunciarse contra el bloqueo establecido por los aliados contra el Paraguay y, por último, impedir la remisión desde los puertos europeos del armamento bélico adquirido por los países de la Triple Alianza. Esta última medida era la única, de acuerdo a Du Graty, que permitiría contrarrestar la ventajosa situación geográfica de los países aliados frente a Paraguay, el que estaba imposibilitado de recibir materiales bélicos a causa del bloqueo impuesto por sus oponentes. Durante los primeros meses del conflicto con la Triple Alianza, a pesar de la constante prédica a través de la prensa y del envío de cartas a diversos círculos políticos y gubernamentales, los esfuerzos conjuntos realizados por Du Graty y sus colegas no lograron obtener los resultados esperados. De los puntos arriba mencionados solo consiguieron que Prusia y Noruega bloquearan el envío de armas y que el Reino de Italia prohibiese, por un lado, que sus embarcaciones transportaran pertrechos bélicos hacia los países beligerantes y, por otro, la captación de enganchados en su territorio –reclutamiento que continuó de manera ilegal–. Du Graty se lamentaba de que, a pesar de haber puesto en juego todos los medios a su alcance, Bélgica no prohibiese la salida de los materiales de guerra que Brasil mandaba a fabricar en Lieja. La posición que asumía Bélgica, afirmaba este agente, estaba determinada por los vínculos de la familia real. La neutralidad en la que se escudaban y que beneficiaba al Brasil se explicaba por el casamiento, en octubre de 1864, de Gaston d’Orléans, conde d’Eu, sobrino nieto del rey Leopoldo I de Bélgica, con Isabel de Bragança, hija de Pedro II y princesa heredera de Brasil.
Tampoco fueron fructíferos los intentos de los agentes paraguayos de “preparar la opinión pública” de Europa a fin de que se generase una corriente favorable a las gestiones tendientes a obtener un préstamo de cuatro millones de pesos fuertes. En relación a este propósito la prensa brindaba, según Du Graty, la posibilidad de ejercer una “acción útil” frente a los intentos de los agentes aliados de “hacer más difícil y onerosa la realización del empréstito”.13 A pesar de esos esfuerzos, su colega Cándido Bareiro, encargado de Negocios en Francia y Reino Unido desde marzo de 1864 a octubre de 1867, no logró conseguir en estos países el préstamo solicitado. Habiendo inicialmente fracasado en el Reino Unido, Bareiro le informaba al presidente López que concentraría sus esfuerzos en Francia porque “el mercado de Londres […] está cerrado para nosotros por las circunstancias en que se encuentra la República, y creerse aun en Europa […] que solo necesita moverse el Brasil para aplastarnos”.14
Eran esas “creencias” las que los agentes paraguayos buscaban neutralizar en Europa. Por ello, la importancia de escribir en la prensa a favor de Paraguay no fue puesta nunca en duda. Por el contrario, a medida que avanzaba la guerra, los agentes fueron ampliando el abanico de las temáticas concomitantes al conflicto y fueron cambiando sus estrategias, incluyendo la difusión de rumores o noticias falsas sobre los enemigos. Entre estas se puede destacar una publicación de L’Indépendance Belge, de septiembre de 1866, en la que se sostenía que el gobierno argentino estaba dispuesto a iniciar tratativas de paz con López.15 Dicha publicación obligó al embajador argentino en Francia, Mariano Balcarce, a tomar una actitud más activa, que consistió en comprometer a los diferentes Consulados de su país en Europa a orquestar una actuación conjunta frente a la propaganda enemiga. Para Balcarce era urgente refutar ese artículo, no solo porque se lo vinculaba directamente con las supuestas tratativas de paz, sino porque había que frenar los intentos de “inspirar desconfianza sobre nuestra lealtad a nuestro aliado el Imperio del Brasil”. Al mismo tiempo, se hacía necesario refutar las pretensiones de los agentes enemigos de “hacer creer que las Repúblicas del Plata están fatigadas de la guerra y dispuestas a tratar con el dictador paraguayo” para lograr una intervención a su favor por parte de las potencias europeas.16 Tensiones de este tipo fueron las que llevaron a los diplomáticos de los países enfrentados a establecer una fuerte competencia para garantizar la inclusión de sus artículos en los periódicos del Viejo Continente. La competencia por los periódicos parisinosEl aumento de la tensión política en la Cuenca del Plata repercutió en la Legación de Paraguay en Francia, produciendo una serie de transformaciones. En lo que atañe al representante, el argentino Carlos Calvo fue apartado de la jefatura. De acuerdo a Gregorio Benites, secretario de la Legación, en momentos en que el país se encontraba bajo la amenaza de un conflicto armado con sus vecinos, “llegó a ser incompatible con los intereses primordiales del Paraguay la presencia de un ciudadano argentino al frente de su representación diplomática en Europa” (Benites, 1906: 74). La remoción de Calvo se debió también a la existencia de diferencias con el gobierno con respecto al presupuesto y a las actividades desarrolladas por la Legación. Ricardo Scavone Yegros señala que, en enero de 1864, Calvo le manifestó a Benites su descontento por un artículo que este último había mandado publicar. Calvo no quería que le adjudicasen ni la autoría ni la inspiración de un escrito en el que se acusaba al presidente argentino Bartolomé Mitre de apoyar de forma encubierta la intervención armada de Venancio Flores en Uruguay. Después de que Benites relatara el incidente a sus superiores, Calvo fue removido de su puesto y reemplazado por Bareiro (Scavone Yegros, 2011: 24-25). Este hecho nos brinda indicios sobre el perfil que debían tener los representantes de Paraguay. Con su conducta, Calvo se había mostrado incapaz de desempeñar una tarea que interesaba especialmente al gobierno y que era exigida a todos los representantes diplomáticos del país. Ante el malestar político imperante, la defensa de Paraguay en la prensa extranjera ya no requería solamente hablar positivamente del país y su gobierno sino, también, asumir una actitud de crítica y denuncia constante del accionar de sus enemigos. La felicitación de Berges a Du Graty por su actividad periodística es expresión elocuente de cuánto importaba esa actitud de compromiso en los agentes:

Uno de los motivos que ha impulsado a nuestro gobierno a establecer Legaciones en Europa ha sido poner en esas cortes elementos con que combatir los ataques dirigidos por la calumnia o la malicia contra la dignidad y los intereses de la República. Al obrar V.E. así, cumple con puntualidad sus instrucciones.17

En relación a las actividades a desplegar, desde la llegada de Bareiro, en mayo de 1864, y después de que fuera sustituido, en octubre de 1867, por su antiguo secretario Gregorio Benites –quien permaneció como jefe de la representación diplomática en París hasta noviembre de 1871–, la Legación emprendió el ambicioso proyecto de dar difusión a la postura de su país a través de la prensa de Francia y Gran Bretaña.
Un análisis de las órdenes dadas por Berges a los agentes diplomáticos muestra cómo los objetivos que debían perseguir las publicaciones en la prensa extranjera fueron variando en relación a los sucesos políticos. Si en los primeros meses de 1864 fue determinante el interés en difundir escritos sobre el progreso material de Paraguay, a partir de la segunda mitad del año comenzó a imponerse la necesidad de difundir textos comprometidos en la defensa de la política exterior del gobierno paraguayo en la Cuenca del Plata. En noviembre de 1864, Berges envió órdenes más explícitas, vía Legación de París, a los agentes diplomáticos en Europa:

[…] es necesario que V.E. ponga en acción todo su celo y empeño trabajando eficazmente a favor de los intereses que le fueron confiados, por la prensa y todos los medios a su alcance […] Haga las más vivas diligencias, para que la prensa europea al ocuparse de la guerra que estalla entre el Brasil y el Paraguay muestre simpatía por los principios de equilibrio que sostenemos en la presente lucha.18

Siguiendo esas instrucciones, los agentes intensificaron sus actividades propagandísticas, al punto de terminar convirtiendo al Viejo Continente en uno de los principales centros de debate sobre el conflicto. Atentos a las acciones de los agentes paraguayos en territorio europeo, los diplomáticos de los países de la Triple Alianza actuaron en consecuencia. El informe del embajador Balcarce al ministro de Relaciones Exteriores, Rufino de Elizalde, en el que detalla las medidas desplegadas desde la Embajada de Argentina en París, da cuenta de esas actividades:

Los agentes paraguayos redoblan su actividad de propaganda, con el resultado de siempre, y he tenido que ordenar a nuestros agentes consulares en Bruselas y Madrid, desmientan las falsas noticias que hacen publicar a la llegada de cada vapor, mientras yo acabo de hacer insertar en el ‘Mémorial Diplomatique’ de esta misma fecha, el artículo que tengo el honor de acompañar a V.E., rectificando los falsos asertos que persisten en hacer circular aquellos para extraviar la opinión pública.19

La orden impartida por Balcarce a los cónsules argentinos de refutar a Du Graty y a otros redactores que defendían a Paraguay, nos da una idea de la dimensión alcanzada por la campaña de propaganda paraguaya en territorio europeo. Pero fue en París donde se concentraron los esfuerzos propagandísticos de Paraguay; tanto así fue que Gregorio Benites se manifestó orgulloso de la “gran máquina de publicidad” que la Legación había desplegado desde la capital de Francia.20 Esa máquina, constituida gracias a las redes montadas por los agentes diplomáticos, extendió sus ramificaciones a varios redactores y periódicos parisinos y llegó a producir numerosos escritos en diversos formatos, que no se circunscribieron al ámbito exclusivamente europeo.
Desde la llegada de Bareiro a París la Legación comenzó a trabajar con el fin de incrementar el número de periódicos a la red de contactos ya establecidos. De esa manera, a El Correo de Ultramar21 se sumaron L’Opinion Nationale,22 Gazette de France,23 Le Siècle,24 L’Étendard25 y la Revue des Deux Mondes.26 A pesar de la afirmación de Mauro César Silveira de que los periódicos franceses no recibieron dádivas por parte del gobierno paraguayo (Silveira, 2009: 144), la Legación de ese país en París destinó 63.932 francos para cubrir los gastos de las publicaciones (periodísticas y de folletos) realizadas en Francia, entre 1864 y 1867.
Suscribir convenios con la prensa implicaba una competencia constante entre los diplomáticos de ambos bandos, por ello, cada nuevo periódico que se sumaba a la causa representaba un triunfo frente a los enemigos. Esa situación era aprovechada por los redactores y los propietarios de los diferentes periódicos, quienes negociaban el valor del espacio en función de la coyuntura política. En abril de 1865, Bareiro le informaba a López que, gracias a sus contactos, había conseguido que L’Opinion Nationale publicara a favor del Paraguay. El trato era doblemente importante porque, por un lado, el periódico era “americano por excelencia” y, por otro, equivalía a una victoria frente a los agentes brasileños que habían participado en la puja.27 Más tarde, los diplomáticos del Imperio tomaron revancha desplazando a los paraguayos de las páginas de la Revue des Deux Mondes.
Entre 1865 y 1868, el geógrafo y militante anarquista, Jacques Elisée Reclus, publicó en la Revue des Deux Mondes cuatro extensos artículos sobre los conflictos armados en la Cuenca del Plata. En referencia a la guerra de la Triple Alianza, Reclus acusó a Brasil de constituir un peligro para sus vecinos, porque con su acción política impedía la unión de las repúblicas hispanoamericanas en una federación de pueblos libres. La línea editorial de la Revue des Deux Mondescomenzó a mostrarse a favor del bando aliado luego del alejamiento de Reclus. El cambio en la revista se explica por el sistemático trabajo de los agentes brasileños. La victoria de los aliados en la guerra fue acompañada por el triunfo de la diplomacia brasileña en la disputa por esta publicación. El artículo “Don Lopez et la Guerre du Paraguay” (1870) de Xavier Raymond marcó esa victoria. En su texto, Raymond exhibía una postura abiertamente probrasileña, y responsabilizaba exclusivamente a López del inicio de la guerra.28
El ejemplo de lo sucedido con la Revue des Deux Mondes pone en evidencia cómo a través de plumas remuneradas los agentes de la Legación de Brasil, al igual que sus pares argentinos y sus oponentes paraguayos, buscaron crear una imagen positiva de su país en la prensa europea. Pero, a diferencia de los otros diplomáticos sudamericanos, los agentes de Brasil pudieron también atraer a los redactores y a los propietarios de los periódicos con el otorgamiento de condecoraciones imperiales como retribución a la dedicación y compromiso con la causa de este país. Rastreando a los honrados con esas distinciones, Celeste Zenha (2003: 423-438) pudo elaborar una lista de 33 personas, vinculadas con 19 periódicos, que colaboraron con la Legación brasileña en la tarea propagandística entre 1860 y 1870. En esa lista encontramos al redactor Xavier Raymond y al administrador de la Revue des Deux Mondes, Charles Berloz (hijo), quienes fueron condecorados con la Comenda da Imperial Ordem da Rosa.
Careciendo de ese tipo de incentivo, la llegada a la prensa de los agentes paraguayos dependía de su red de contactos con redactores, intelectuales o políticos. De esa manera, por ejemplo, fue gracias a la influencia de Charles Expilly que los agentes paraguayos consiguieron el apoyo de L’Étendard y Le Siècle. De acuerdo a Benites, a fines de 1865, Expilly había ofrecido “espontánea y generosamente” a la Legación sus servicios como redactor. Lo único que pedía a cambio era “tener una fuente competente de donde pueda tomar los materiales necesarios” para redactar sus notas sobre Paraguay y la guerra de la Triple Alianza.29 Si bien en una carta de julio de 1866, Benites afirmaba que no existía un trato monetario con Expilly, en enero de 1867, la Legación desembolsó 2.000 francos en razón de “gratificación aceptada por Mr. Expilly por servicios en conexión con la prensa”.30
La red de contactos que facilitaba el acceso a los directores de los periódicos y que posibilitaba el nacimiento de simpatías por la causa del Paraguay, como expresara Du Graty, se pone en evidencia en las cartas de Benites sobre el establecimiento de vínculos con el director de L’Étendard, Auguste Vitu. Sobre este periódico Benites le informaba a su amigo, el jurista argentino Juan Bautista Alberdi: “tengo probabilidades de que el nuevo diario nos prestará su concurso activo”.31 Lo que se consiguió gracias a la intermediación del recientemente designado redactor en jefe de L’Étendard, Charles Expilly, cuya amistad Benites valoraba, al punto de congratularse por haber cuidado “una relación que tan grandes ventajas ofrece a los intereses fundamentales que hoy se hallan bajo la agresión de los aliados”.32 De acuerdo a Benites, Expilly y Vitu le habían manifestado un fuerte aprecio por Alberdi, y lo invitaban a participar con publicaciones e ideas en el nuevo periódico. Respondiendo a ese pedido, Alberdi envió referencias bibliográficas para que Expilly pudiera elaborar una serie de artículos que vincularían la cuestión hispano-chilena con la guerra que sufría Paraguay.33
Los diplomáticos de los países aliados también tuvieron que mantenerse siempre atentos a las publicaciones de la prensa europea con respecto a la situación en la Cuenca del Plata. La correspondencia del embajador Balcarce al ministro Elizalde evidencia la minuciosidad y sistematicidad de ese seguimiento, que era comunicado a las autoridades argentinas a través de la remisión de recortes de periódicos. Informando a sus superiores que los principales oponentes en el campo periodístico parisino, L’Opinion Nationale y L’Étendard, eran “subvencionados por la Legación paraguaya”, Balcarce señalaba que se ocupaba de que las “aserciones inexactas” difundidas por esos periódicos no circularan sin una oportuna refutación.34
Cuando un periódico publicaba alguna información considerada inexacta u ofensiva para el país que representaban, los diplomáticos se dirigían al editor o al director del periódico en cuestión para pedir una rectificación o la publicación de un texto refutatorio. Aunque estos procedimientos pocas veces tenían el resultado esperado, servían para tantear la firmeza en las tendencias del periódico. En relación a los artículos de Expilly, arriba mencionados, luego de que la redacción de L’Étendard se negara a corregir sus opiniones, Balcarce no dudó en calificar a ese autor como un “enemigo acérrimo del Brasil” y en mandar a insertar una carta dirigida a Vitu, director de L’Étendard, en el Mémorial Diplomatique, periódico subvencionado por Brasil, en el que la Embajada de Argentina usualmente publicaba artículos. En esa carta, Balcarce defendía la popularidad de la alianza en la Cuenca del Plata, incluyendo, además, “algunas líneas muy fuertes contra López”.35
Interesa señalar que el embajador argentino no actuó solo en toda esta operación. En su visita a Vitu, Balcarce estuvo acompañado por miembros de la Legación brasileña y por el cónsul general de Uruguay, circunstancia que pone en evidencia que en lo referente a la propaganda en la prensa europea, los diplomáticos de Argentina, Brasil y Uruguay actuaron también como aliados, coordinando su trabajo y compartiendo contactos para combatir la propaganda enemiga. Los trabajos de refutación se convirtieron también en una cuestión transnacional. Desde Río de Janeiro, por ejemplo, la revista oficialista Semana Illustrada se unía a la tarea de los agentes diplomáticos en Europa para denunciar a L’Étendard, Opinion Nationale y Gazette de France de vender sus páginas a López (Figura 1).36


Figura 1
: “A maneira pela qual Lopez obteve facilmente dos três campões da imprensa francesa a graça de escreverem a favor do Paraguay e contra o Brazil”.

Fuente: Semana Illustrada, 26.08.1866, p. 5.

La negativa de Vitu a discutir o censurar las opiniones de su redactor en jefe sobre las cuestiones exteriores era un pequeño triunfo para la Legación del Paraguay, no solo porque L’Étendard había defendido de una manera decidida la causa paraguaya, sino porque los escritos de Expilly habían tenido el resultado esperado de provocar a los aliados. Sin embargo, esta batalla no terminó ahí, por el contrario, luego de la publicación de Balcarce en el Mémorial Diplomatique, Benites comenzó a trabajar para rebatir “la pretensión de imponer silencio a los periódicos franceses” manifestada por el embajador argentino.37 Para ello, le solicitó a Alberdi su “autorizada opinión”, la que no tardó en llegar.38 El contraataque se lanzó por dos frentes: con una carta que respondía a la de Balcarce publicada en L’Opinion Nationale y en la Gazette de France, y con un largo y duro artículo sobre las causas de la guerra en L’Étendard. Cabe destacar que la competencia de ambos bandos por el L’Étendard dio un giro luego de que Charles Expilly abandonara en 1867 la redacción del periódico y de que, en 1868, Vitu dejara la dirección en manos de Jules Pic. La salida de ambos significó el fin de los vínculos de los agentes paraguayos con el periódico. A partir de la segunda mitad de 1868 y hasta su cierre en 1869, L’Étendard puso sus páginas al servicio del bando aliado, mientras su nuevo director prestigiaba su pecho con una condecoración imperial (Zenha, 2003: 436).
Los hechos arriba referidos constituyen solo uno de los varios episodios que podríamos citar para ilustrar las modalidades de interacción de los diplomáticos de ambos bandos con los periódicos europeos en procura de llevar a cabo una campaña de propaganda que tuviera una presencia constante en la prensa. El éxito de la campaña no se medía solamente por la cantidad de periódicos dispuestos a defender la causa, sino también por la capacidad de estos para contraatacar a los periódicos de los oponentes. De esa manera, ganar presencia en la prensa equivalía a neutralizar a los enemigos.
Asimismo, este ejemplo pone en evidencia el lugar central que ocupaban los funcionarios de las Legaciones en lo referente a la coordinación entre los diferentes miembros de las redes y a la circulación de la información dentro de las mismas. Los procedimientos utilizados por las Legaciones para gestionar su campaña de propaganda consistían, en primer lugar, en incentivar a sus miembros a intercambiar información sobre lo que se publicaba en ambos lados del Atlántico –tanto artículos como folletos provenientes de ambos bandos– sobre la guerra. Las Legaciones organizaban la información que recibían y decidían qué artículos debían refutarse. Para ello, en segundo lugar, se pedía opinión a los miembros más prestigiosos de la red sobre el modo adecuado de rebatirlos o se les pedía que redactasen una réplica. En tercer lugar, las Legaciones organizaban todos los apuntes que les llegaban y determinaban qué información distribuir entre los redactores. Por último, los artículos refutatorios, antes de llegar a la prensa, pasaban por el filtro de las Legaciones, donde se determinaba, además, el periódico al que debían enviarse. Las labores de propaganda no terminaban ahí; otro de los aspectos que las Legaciones tuvieron que gestionar fue la llegada a las agencias de noticias.La propaganda a través de la agencia HavasSi la capital francesa se convirtió en uno de los centros más importantes del debate europeo sobre la guerra de la Triple Alianza no fue solamente porque allí hubieran convergido los diplomáticos de los cuatro países que combatieron en ese conflicto, sino también porque París era uno de los centros informativos más importantes de Europa debido a la Agencia Havas.
Durante la segunda mitad del siglo XIX, las agencias de noticias fueron convirtiéndose en la vía más rápida y accesible de obtener información. Cuando la incorporación de nuevas maquinarias de impresión posibilitó el aumento de la tirada de los periódicos, el mismo proceso llevó a un incremento de la demanda de información. Fue entonces que, en 1835, Louis Charles Havas creó en París la primera agencia de noticias, usando su apellido para bautizarla. Le siguió, en 1849, la Agencia Wolff, fundada en Alemania por un antiguo empleado de Havas. Posteriormente, en 1851, fue establecida en Londres la Agencia Reuters, por Paul Julius von Reuter, quien también había trabajado para Havas.
Esta última agencia, de acuerdo con Herken Krauer y Giménez de Herken, permitió acelerar la llegada de la información sobre la guerra de la Triple Alianza a los periódicos londinenses. En el análisis que estos autores realizaron sobre las fuentes de información utilizadas por The Times, se señala que las noticias de la guerra tardaban en ser publicadas en Londres aproximadamente dos meses. Ese lapso se redujo gracias a los servicios telegráficos de la Agencia Reuters, que transmitía desde Lisboa casi en simultáneo al arribo del correo marítimo de Sudamérica. Sin embargo, este servicio adolecía de la limitación de recibir en Portugal noticias provenientes exclusivamente del Brasil (Herken Krauer y Giménez de Herken, 1982: 83-84).
Mauro César Silveira, en su libroAdesão Fatal. A participação portuguesa na guerra do Paraguai, estudia las relaciones luso-brasileñas entre 1864 y 1870, identificando las áreas de discrepancia y convergencia entre ambos países y dimensionando el papel de Portugal en la política externa del Imperio del Brasil, basándose simultáneamente en el trabajo de los representantes diplomáticos portugueses y en la producción periodística lusitana. Según Silveira, la prensa portuguesa era el principal portavoz en Europa de su excolonia, y la información que esta publicaba procedía de los diplomáticos portugueses de América del Sur y de los periódicos de la corte brasileña que arribaban por correo marítimo a la capital portuguesa. De esta manera, desde Lisboa, la prensa brasileña tenía dos vías de difusión en Europa: una era, como dijimos, la prensa portuguesa y la otra, la agencia de noticias Reuters que se comunicaba por telégrafo eléctrico con las demás capitales europeas (Silveira, 2003: 13).
La ventaja que tuvo Lisboa en la transmisión de las primicias de la guerra a través de la Agencia Reuters y de la Agencia Havas, junto con la mayor prontitud en el arribo de la correspondencia que salía de Brasil, ocasionó que los diplomáticos paraguayos en París tuvieran un constante trabajo de respuesta a los artículos que emanaban de sus enemigos. Los agentes paraguayos muchas veces se enteraban a través de esa fuente de las noticias de la guerra.
La desconfianza de los diplomáticos paraguayos en la información contenida en los telegramas transmitidos desde Lisboa persistió durante todo el transcurso de la guerra; en julio de 1866, Benites se lamentaba: “Hay poco entusiasmo por parte del individuo que hace la transmisión de Lisboa, ¡sobre todo, si las noticias son desfavorables a los aliados!”.39 Ante esa situación, los agentes paraguayos tuvieron una fuerte dependencia de los datos que les suministraban los miembros de su red más cercanos a la zona del conflicto, especialmente los agentes de Buenos Aires y Montevideo.
Con los datos llegados a través de cartas particulares, los agentes podían contrastar la información enviada desde Lisboa y mandar a los periódicos otra versión de los hechos. Por su parte, los diplomáticos de los países aliados actuaban de la misma manera, es decir, dando otras interpretaciones a la información que emanaba de fuentes paraguayas. Como resultado, los fuertes contrastes en la información que circulaba sobre la guerra generaban una sensación de desinformación en la prensa europea, tal como lo ilustra la siguiente cita de L’Indépendance Belge:

Cuando dos armadas se enfrentan en batalla en los márgenes de la Plata, saber en un primer momento cuál de las dos ha obtenido la victoria es cosa igual de difícil que si el combate hubiese tenido lugar en Europa, allá como aquí cada uno de los dos empieza a atribuirse la victoria. Así, en un primer despacho se había anunciado una gran derrota infligida por los paraguayos a las fuerzas combinadas del Brasil, de la República Argentina y de la República Oriental. Después han llegado otras noticias que han desmentido el hecho y proclamado el triunfo de los aliados. Nosotros nos hemos hecho eco en principio del primer rumor, después de la rectificación. Pero después el Moniteur Universel publica una correspondencia desde Montevideo en data 14 de agosto, según la cual la victoria de los paraguayos sería un hecho muy real. Nosotros nos limitamos a reproducir más adelante esta correspondencia, dejando al periódico oficial francés la responsabilidad de su versión.40

Los documentos diplomáticos de Brasil y Paraguay permiten inferir cuán movilizante fue el interés de esos agentes por conseguir tratos preferenciales por parte de la Agencia Havas. Cabe destacar que Havas, Reuters y Wolff no fueron rivales, por el contrario, estas agencias estuvieron vinculadas a través de acuerdos de cooperación. En la década de 1850, los propietarios de las tres agencias homónimas acordaron evitar la competencia entre sí, negándose a enviar o vender información a organizaciones rivales. En el texto del acuerdo, firmado en 1859, se incluyó también la asistencia mutua para la extensión y desarrollo de los servicios telegráficos, con el fin de prevenir la competencia de terceros y mejorar los servicios prestados al público y a la prensa.41 A través de otro acuerdo, firmado diez años más tarde, dividieron el mercado en zonas de influencia; cada una de estas agencias mantuvo el monopolio de la explotación del servicio telegráfico en su país de origen y en otros territorios que consideraban afines.
La creación de la primera agencia de noticias tuvo un fuerte impacto sobre la actividad periodística europea. Tan solo cinco años después de que Charles Havas transformara su negocio de traducciones de periódicos extranjeros en una empresa proveedora de información, su agencia logró concentrar el negocio informativo en Francia gracias al continuo apoyo del gobierno y a la instalación de máquinas telegráficas eléctricas en sus oficinas, que le permitieron brindar un servicio más rápido. La elaboración de los boletines de la Agencia Havas se organizaba en tres etapas: primero se reunía toda la información fresca en París, actividad posibilitada por el telégrafo y el ferrocarril que transportaba las publicaciones extranjeras a la sede central de la agencia; en un segundo momento se procedía a la selección de la información y a la redacción discrecional de los boletines; la etapa final consistía en la distribución de dicho material entre los suscriptores.
Los agentes diplomáticos de los países de la Cuenca del Plata compitieron por influir en la elaboración de los boletines de la Agencia. Debido a su posición de control y dominio de la información, durante la guerra de la Triple Alianza la Agencia Havas fue transformada por las Legaciones de los gobiernos beligerantes en un pequeño campo de batalla. Esta agencia presentaba ciertas ventajas para los planes propagandísticos de los diplomáticos, no solo porque podía posibilitarles la llegada a la prensa de Francia, sino también porque entre los suscriptores de sus boletines se encontraban periódicos franceses y extranjeros, gobiernos, políticos, financistas y comerciantes. Avalada en su poder, Havas pudo transformar el afán de los agentes diplomáticos en lucrativas ganancias.
Durante los años de la guerra, la Legación de Paraguay en París le pagó a la Agencia Havas 5.000 francos en concepto de suscripción. Entre 1864 y 1866, esa suscripción fue discontinua, pero a partir del 15 de junio de 1866 y hasta el 15 de enero de 1868, no sufrió interrupciones. Pero, además de las noticias de los boletines, los diplomáticos buscaban conocer toda la información referente a la guerra que arribaba a la sede central de la Agencia Havas. Para ello tuvieron que conseguir vínculos internos que pudieran asegurarles acceso a las novedades que se excluían de los boletines. El contacto de los diplomáticos paraguayos dentro de Havas era el Mr. Libessart, quien realizaba diferentes labores para la Legación, entre las que estaban incluidas traducciones, publicaciones y filtraciones de información, como la de la Protesta del Perú del 9 de julio de 1866, que Libessart dio a conocer a la Legación.
La Agencia Havas brindó a los diplomáticos la posibilidad de incorporar información en sus boletines. La Legación paraguaya abonó 5.600 francos por publicaciones ordinarias, es decir, por dos correspondencias mensuales insertadas en los boletines durante el período comprendido entre mayo de 1864 y julio de 1865. Pero, como lo que más interesaba era que Libessart tuviera una “redacción favorable de las correspondencias arregladas en la Agencia Havas”, sus servicios, que ascendían a 1.200 francos, se pagaban aparte.42
Los diplomáticos de Argentina y Brasil no desconocían esas prácticas. De hecho, Balcarce le comunicó a Elizalde que por el correo del Pacífico había llegado a Francia la Protesta del Perú, y agregaba: “Los agentes paraguayos la hicieron circular por la Agencia Havas, sin que ningún periódico, que yo haya leído, a excepción de L’Opinion Nationale, le diera ninguna importancia”.43 Las palabras de Balcarce ponen en evidencia que la introducción de información en los boletines de Havas no significaba necesariamente su inclusión en los periódicos franceses, que decidían de manera independiente que agregar en el espacio dedicado a los temas de política exterior. En definitiva, la agencia no garantizaba la llegada a un público amplio. Quizás por eso, con posterioridad a 1866, Bareiro no registró gastos por publicaciones ni ordinarias ni sueltas en la Agencia Havas, limitándose solamente a la suscripción de los boletines.
Las relaciones descriptas entre la Agencia Havas y la Legación del Paraguay en París no significaron ningún trato especial de la primera con respecto a la segunda. Idéntico tratamiento tuvo la agencia con los agentes brasileños. En febrero de 1867, Sérgio Texeira de Macedo, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Imperio del Brasil en Francia, describió en un oficio una delicada conversación mantenida con el agente Mr. Picot. Este se había presentado en su despacho para informarle que en la Agencia Havas entendían que no debían servirles de forma gratuita dado el conocido interés del gobierno brasileño en la publicación de informaciones favorables a su posición en la guerra. Por ello solicitaban a la Legación imperial el pago de una “assinatura”, es decir, del derecho para la publicación. Mr. Picot agregaba que, de no concretarse el pago, la agencia sacaría de sus boletines todo aquello que fuese favorable al Brasil, como de hecho ya estaban haciendo con los telegramas de los últimos paquetes.
El origen de esa “mala voluntad” por parte de la Agencia Havas, según la calificación dada a ese hecho por Texeira de Macedo, radicaba en la suspensión de un abono que había mantenido la Legación brasileña con dicha agencia. Este representante, según informaba en el oficio enviado a Río de Janeiro, había decidido acceder al pedido de Havas basándose en la consideración de que “sacrificar 200 francos al mes” era un mal menor, ya que sin la difusión de esa agencia iban a resultar inútiles todos los demás sacrificios realizados por la Legación en pro de divulgar la información que interesaba al gobierno.44 A partir de 1867, la Legación brasileña comenzó a afianzar sus relaciones con la agencia de manera tal que a mediados de 1868, de acuerdo a Benites, Havas no disimulaba su tendencia a favorecer a los aliados en sus despachos.
Si bien los agentes diplomáticos de ambos bandos utilizaban los servicios de la Agencia Havas, no concentraban su campaña propagandística exclusivamente en ella. Por el contrario, como ya mencionamos, los diplomáticos compitieron también por alcanzar acuerdos con redactores o propietarios de periódicos. Más allá de ser una cuestión de costos, esto se explica por los dos tipos de limitaciones del servicio que Havas ofrecía; por un lado, no garantizaba la publicación en los periódicos de la información contenida en sus despachos y, por otro, solo permitía la inclusión escueta de información centrada exclusivamente en hechos recientes. Ese tipo de información que brindaba la agencia de noticias no les permitía a los diplomáticos difundir sus opiniones de los sucesos de la guerra a través de artículos de estilo proselitista y doctrinario. De ahí la importancia que tuvo el contratar en los periódicos espacios que posibilitaban la inclusión de textos extensos en forma de correspondencias o editoriales. Por esta vía, el beneficio para los periódicos no era solo económico, sino que también representaba una oportunidad de romper con el monopolio de la Agencia Havas sobre las noticias internacionales y de ofrecer, al mismo tiempo, otro tipo de información a sus lectores.
Con respecto a los costos de ambos procedimientos, la información disponible nos permite afirmar que las erogaciones realizadas a la Agencia Havas por parte de la Legación del Paraguay en París representaron el 22% del total destinado a gastos de prensa en Francia, en el período comprendido entre 1864 y fines de 1867.45 A medida que la guerra avanzaba, los diplomáticos paraguayos fueron perdiendo capacidad de negociación con los periódicos europeos y existen indicios de que a partir de 1868 los gastos de propaganda de la Legación paraguaya en París se redujeron considerablemente. Al asumir la jefatura de la Legación del Paraguay en Francia, a principio de 1867, Benites afirmaba haber tenido que desembolsar parte de sus ahorros personales para solventar las publicaciones en la prensa (Benites, 1906: 65-66). Sin embargo, no todos los que prestaron su pluma para la defensa de Paraguay durante la guerra lo hicieron para obtener ganancias monetarias ni tampoco, como ya señalamos, los agentes concentraron su propaganda exclusivamente en la prensa, sino que también apelaron a otras formas de difusión, como la impresión de folletos.
La campaña de propaganda no dependía exclusivamente del factor monetario, sino que necesitaba también del suministro constante de datos, es decir, dependía del buen funcionamiento de la red de informantes que le servía de sustento. Por eso, un segundo factor que dificultó la labor propagandística fue la aparición de recelos en relación a algunos de sus miembros. En ese sentido, la salida de Bareiro de la jefatura de la Legación y la posterior desobediencia a las órdenes recibidas de parte de su gobierno –retornar a Paraguay sin tocar suelo enemigo– repercutieron de forma negativa en la red, provocando resquebrajamientos. Luego de que en agosto de 1868, Bareiro se hiciera ver por las calles de Buenos Aires, Benites comenzó a desconfiar de los miembros que habían entrado en la red por la mediación del primero y a sospechar que otros miembros podían estar abrigando resquemores en relación a su persona.
Un tercer factor que dificultó la labor propagandística de los diplomáticos paraguayos fue la falta de una comunicación fluida con su país por el bloqueo y por la persecución sufrida por los agentes paraguayos en la Cuenca del Plata. Esta situación de incomunicación se agravó a medida que los aliados se adentraban en el territorio paraguayo. En septiembre de 1869, ante la falta absoluta de noticias de sus corresponsales sudamericanos, Benites se quejaba, diciendo: “estoy con los brazos cruzados, sin poder articular una sílaba, en oposición a las nuevas brasileñas”.46 Al no tener datos que ofrecer, Benites concluía: “los brasileños están solos en el terreno de las noticias”.47 Ante el resultado que iba tomando la contienda, la red de la Legación paraguaya empezó a mostrar signos de agotamiento. Sin embargo, años después de finalizada la guerra, la red de contactos que Benites había establecido con diarios y redactores de Francia continuó, al igual que su amistad con Alberdi, a quien le ofreció restablecer “la gran máquina de publicidad montada durante la guerra del Paraguay”, aprovechando que sus “principales operarios han permanecido fieles a mi amistad”, para promover en Europa las candidaturas para las elecciones presidenciales argentinas de 1880.48

Conclusiones

Durante la segunda mitad del siglo XIX, las fuerzas políticas de los países de la Cuenca del Plata buscaron establecer complejos y mutables sistemas de alianzas más allá de sus fronteras nacionales. En este hacer involucraron a la prensa y la convirtieron en un actor político clave, a través del cual pretendían intervenir en los debates públicos y generar discusiones que movilizaran a otras publicaciones periodísticas. Como resultado, las páginas de los periódicos se convirtieron en un espacio en el que los intereses regionales se entrecruzaron con los internacionales, ofreciendo interpretaciones que dependían de la conveniencia de los diferentes grupos políticos. Los gobiernos consiguieron extender su influencia desde los periódicos más próximos hasta los editados en otros países gracias al trabajo de sus agentes diplomáticos y a las prácticas venales de algunos periódicos y redactores. La acción de estos actores, tanto estatales como no estatales, terminó convirtiendo a la prensa en un espacio político transnacional en el que se vincularon los gobiernos de la Cuenca del Plata mediante debates e intercambios.
A través de plumas remuneradas, los agentes diplomáticos sudamericanos buscaron crear una imagen positiva de su país en la prensa europea, dedicando para ello un ingente presupuesto, que les posibilitó la contratación de importantes periódicos en las principales capitales europeas y de reconocidos periodistas, que apoyaron a uno u otro bando, mayoritariamente, por razones venales. Hubo quienes, sin embargo, actuaron en ejercicio de sus convicciones como Alberdi, conocido por la intelectualidad europea de la época, que puso sus ideas y su pluma al servicio de la causa paraguaya.
Cumpliendo lo planificado por sus respectivos gobiernos y de manera sistemática, los agentes diplomáticos se ocuparon de captar redactores europeos porque consideraban que sus producciones tenían “más autoridad que todo escrito oficial”, y su repercusión en los lectores resultaba más efectiva. La recomendación de Alberdi al traductor de sus escritos sobre la importancia de afrancesarlos ilustra acabadamente su idea de que “París dará más fe a lo que parezca emanar de su propia prensa”.49 La autoridad de los artículos europeos también contaba cuando lo que se buscaba era convencer al público de los países combatientes –que accedían a ellos a través de la prensa local que los reproducía– de que la neutral e ilustrada Europa avalaba el accionar bélico del gobierno que los difundía.
El afán de las redes por captar plumas ilustres que defendieran la causa nacional sería definido por el pacifista inglés Arthur Ponsonby (1871-1946), en su obra publicada 60 años después de la guerra de la Triple Alianza, como uno de los elementos característicos de la propaganda bélica: mostrar que las autorizadas voces de los intelectuales apoyan nuestra causa (Ponsonby, 1928). Fue por eso que las maquinarias de propaganda –como las denominaba Benites– incentivaron especialmente la participación de redactores y periódicos extranjeros, cuyas escritos eran altamente valorados porque suponían un aval imparcial con el que se procuraba conquistar tanto al público internacional como al nacional.

BIBLIOGRAFIA

Albert, Mathias; Bluhm, Gesa; Helmig, Jan; Leutzsch, Andreas; Walter, Jochen(Eds.) (2009): Transnational Political Spaces. Agents - Structures - Encounters, Frankfurt / New York, Campus.         [ Links ]

Benites, Gregorio (1906): Anales diplomático y militar de la Guerra del Paraguay, T. I, Asunción, Establecimiento tipográfico de Muñoz hermanos.         [ Links ]

Capdevila, Luc (2010): Una guerra total: Paraguay, 1864-1870. Ensayo de historia del tiempo presente, Buenos Aires, CEADUC.         [ Links ]

Conrad, Sebastian y Sachsenmaier, Dominic (2007): Competing Visions of World Order: Global Moments and Movements, 1880s–1930s, New York, Palgrave.

Doratioto, Francisco (2008): Maldita guerra. Nueva historia de la guerra del Paraguay, Buenos Aires, Emecé         [ Links ].

Du Graty, Alfred M. (2008): La Confederación Argentina, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia - Union Académique Internationale.         [ Links ]

Herken Krauer, Juan Carlos y Giménez de Herken, Isabel (1982): Gran Bretaña y la Guerra de la Triple Alianza, Asunción, Arte Nuevo.         [ Links ]

Lois, Élida y Pagliai, Lucila (Eds.) (2006): Juan Bautista Alberdi - Gregorio Benites. Epistolario inédito (1864-1883), T. I-III, San Martín/Asunción, UNSAM-APH.         [ Links ]

Podgorny, Irina (1997): “Alfred Marbais du Graty en la Confederación Argentina: el museo soy yo”, Ciencia Hoy, 17: pp.17-38.

Ponsonby, Arthur (1928): Falsehood in Wartime. Propaganda Lies of the First World War, London, Ed. Allen and Unwin.         [ Links ]

Scavone Yegros, Ricardo (2011): Gregorio Benites. Un diplomático del viejo Paraguay, Asunción, El Lector.         [ Links ]

Silberstein-Loeb, Jonathan (2014): The International Distribution of News: The Associated Press, Press Association, and Reuters, 1848-1947, New York, Cambridge University Press.         [ Links ]

Silveira, Mauro César (2003): Adesão fatal. A participação portuguesa na guerra do Paraguai, Porto Alegre, EDIPUCRS.         [ Links ]

Silveira, Mauro César (2009): A batalha de papel. A charge como arma na guerra contra o Paraguai, Florianópolis, UFSC.         [ Links ]

Whigham, Thomas (2010-13): La guerra de la Triple Alianza, Vols. I-III, Asunción, Taurus.         [ Links ]

Zenha, Celeste (2003): “Imagens do Brasil civilizado na imprensa internacional: estratégias do Estado Imperial”, Cadernos do Centro de História e Documentação Diplomática, 2, pp. 423-438.

NOTAS

1 En la sección destinada a comunicar las novedades sobre las salidas y llegadas de embarcaciones al puerto de Río de Janeiro, el Diario do Rio de Janeiro informó que Alfred du Graty partió de la capital del Imperio del Brasil con destino a Buenos Aires el 28 de febrero de 1850, a bordo del Clintonia Wright. “Movimiento do porto”, Diario do Rio de Janeiro, 01.03.1850, p. 4.

2 AA.VV., Congreso Nacional. Cámara de Senadores. Actas de las sesiones de Paraná. Correspondientes al año de 1856 (Buenos Aires, Imprenta de La Nación, 1883), pp. 246-249.

3 Carta de Alfred du Graty a José Berges (Bruselas, 07.02.1864), Archivo Nacional de Asunción - Colección Río Branco (en adelante: ANA-CRB) I-29-32-4, Cat. 2523.

4 Carta de Berges a Du Graty (Asunción, 21.09.1864), ANA-CRB I-22-12-1.

5 Carta de Du Graty a Berges (Bruselas, 23.07.1864), ANA-CRB I-30-3-76. Cat. 2869.

6 Carta de Du Graty a Berges (Bruselas, 23.07.1864), ANA-CRB I-30-3-76. Cat. 2869.

7 Carta de Du Graty a Berges (Berlín, 22.02.1865), ANA-CRB I-30-4-35. Cat. 3605.

8 A finales de 1862, el Journal de Francfort, que se editaba en Fráncfort desde 1794 –con cuatro años de interrupción entre 1810 y 1814–, cambió de nombre a L’Europe. Con ese nuevo nombre, el periódico se editó hasta 1866.

9 Carta de Du Graty a Berges (Berlín, 05.03.1865), ANA-CRB I-30-6-35. Cat. 3654.

10 Carta de Du Graty a Cándido Bareiro (Berlín, 26.02.1865), ANA-CRB I-30-6-35. Cat. 3654.

11 Carta de Du Graty a Berges (Berlín, 16.04.1865), Arquivo Histórico do Itamaraty - Missão Diplomática Brasileira - Buenos Aires (en adelante: AHÍ-MDB-Buenos Aires), Oficios, 1865, E. 205, P. 3, Nº Vol. 09.

12 Carta de Du Graty a Berges (Berlín, 21.04.1865), AHÍ-MDB-Buenos Aires, Oficios, 1865, E. 205, P.3, Nº Vol.09.

13 Carta de Du Graty a Francisco Solano López (Berlín, 06.05.1865), AHÍ-MDB-Buenos Aires, Oficios, 1865, E. 205, P. 3, Nº Vol. 09.

14Carta de Du Graty a López (Berlín, 06.05.1865), AHÍ-MDB-Buenos Aires, Oficios, 1865, E. 205, P. 3, Nº Vol. 09.

15 “Revue politique”, L’Indépendance Belge, 21.09.1866, p. 1.

16 Carta de Mariano Balcarce a Rufino de Elizalde (París, 24.09.1866), Archivo Histórico de la Cancillería Argentina (en adelante: AHCA), Correspondencia oficial, L. 2, c. 91.

17 Carta de Berges a Du Graty (Asunción, 21.07.1864), ANA-CRB I-22-12-1. Nº 384, pp. 289-290.

18 Carta de Berges a Bareiro (Asunción, 29.11.1864), ANA-CRB I-22-12-1. Nº 467, pp. 371-372.

19 Carta de Balcarce a Elizalde (París, 06.10.1866), AHCA. Correspondencia oficial, L. 2, c. 100.

20 Carta de Gregorio Benites a Juan Bautista Alberdi (San Martin, 07.11.1879), en Juan Bautista Alberdi - Gregorio Benites. Epistolario inédito (1864-1883), T. I-III, edición crítica de Élida Lois y Lucila Pagliai (San Martín / Asunción, UNSAM-APH, 2006), p. 424.

21 Cabe señalar que Correo de Ultramar, que se publicó en París entre 1842 y 1886, se presentó como una revista que buscaba convertirse en un órgano de comunicación entre España, Francia y Latinoamérica.

22 El periódico L'Opinion nationale: journal politique quotidien se publicó por primera vez en París en 1859, fundado por Adolphe Georges Guéroult, y su último número salió a luz en 1914. Se caracterizó por una línea editorial republicana, anticlerical y progresista.

23 Gazette fue un periódico que tuvo una larga existencia, ya que se editó entre mayo de 1631 y septiembre de 1915. Considerado como el primer diario oficial publicado en Francia, en 1762 cambió su nombre a Gazette de France.

24 Le Siècle, journal politique, littéraire et d'économie sociale se publicó entre 1836 y 1932. En 1839 contaba con 30.000 abonados, que aumentaron a 35.000 en 1870. Convertido en uno de los periódicos más influyentes de la época, alcanzó gran difusión entre un público burgués y liberal.

25 L’Étendard fue un periódico conservador que circuló en París entre 1867 y 1869. Hasta agosto de 1868 el periódico estuvo bajo la dirección de Auguste Vitu, a partir de esa fecha Jules Pic asumió el cargo de director. En 1869, el descubrimiento de maniobras delictivas en la recaudación de fondos para el periódico desembocaron en su cierre, y en el encarcelamiento de Pic.

26 La Revue des Deux Mondes se fundó en 1829. Se publicaba bimestralmente en París. Tuvo como colaboradores a Alexandre Dumas, Alfred de Vigny, Honoré de Balzac, Prosper Mérimée, Sainte-Beuve, Charles Baudelaire, entre otros. La literatura fue quedando en un espacio secundario durante el Segundo Imperio (1852-1870), cuando la revista adquirió un tono más político. Actualmente continúa editándose.

27 Carta de Bareiro a Francisco Solano López (París, 07.04.1865), AHI-MDB-Buenos Aires, Oficios, 1865, E. 205, P. 3, Nº Vol. 09.

28 Xavier Raymond, “Don Lopez et la Guerre du Paraguay”, Revue des Deux Mondes, 15.12.1870.

29 Carta de Benites a Alberdi (París, 16.07.1866), en Juan Bautista Alberdi, T. I, pp. 135-136.

30 Memorándum de los gastos hechos por la prensa desde mayo de 1864 hasta fines de 1867. AHCA, Guerra del Paraguay, c. 4, L. 3.

31 Carta de Benites a Alberdi (París, 29.06.1866), en Juan Bautista Alberdi, T. I, pp. 126-127.

32 Carta de Benites a Alberdi (París, 16.07.1866), en Juan Bautista Alberdi, T. I, pp. 135-136.

33 La guerra Hispano Sudamericana (1865-1866), recibe en Chile y Perú el nombre de guerra contra España y en España el de guerra del Pacífico. El enfrentamiento se originó en un conflicto diplomático entre Perú y España, que terminó desembocando en la ocupación de las peruanas islas Chincha por parte de la escuadra española, en abril de 1864. Chile intervino negándose a abastecer a los buques españoles y declarando la guerra a España el 25 de septiembre de 1865. El 14 de enero del siguiente año, Perú y Chile firmaron un Tratado de Alianza ofensiva y defensiva contra la monarquía española. El documento invitaba, además, a otras repúblicas sudamericanas a unirse a la lucha. Respondiendo al llamado, Ecuador resolvió declarar la guerra a España el 30 de enero de 1866, siguiéndole Bolivia el 22 de marzo de ese año.

34 Carta de Balcarce a Elizalde (París, 23.07.1866), AHCA. Correspondencia oficial, L. 2, c. 80.

35 Carta de Balcarce a Elizalde (París, 07.08.1866), AHCA, Correspondencia oficial, L. 2, c. 84.

36 Semana Illustrada fue una revista ilustrada con litografías que se publicaba los domingos en Río de Janeiro. Circuló entre diciembre de 1860 y abril de 1876. Fue fundada por Henrique Fleiuss, artista plástico y gráfico de origen alemán. Colaboraron como caricaturistas H. Aranha, Aristides Seelinger, Ernesto Augusto de Sousa e Silva (que usaba el pseudónimo Flumen Junior), Pinheiro Guimarães, Aurélio de Figueiredo y, durante un tiempo, el italiano Angelo Agostini, quien luego, desde A Vida Fluminense, se convirtió en su principal antagonista. Sus ejemplares están compuestos, en general, de ocho páginas: cuatro dedicadas a textos y cuatro a caricaturas. Salía bajo el lema “Ridendo Castigat Mores” (creado por el poeta Jean de Santeuil en el siglo XVII), expresión latina que significa “enmendar costumbres riendo”, para definir su intención de realizar crítica apelando a lo absurdo y a lo cómico.

37 Carta de Benites a Alberdi (París, 28.07.1866), en Juan Bautista Alberdi, T. I, p. 138.

38 Carta de Benites a Alberdi (París, 30.07.1866), en Juan Bautista Alberdi, T. I, p. 139.

39 Carta de Benites a Alberdi (París, 30.07.1866), en Juan Bautista Alberdi, T. I, p. 139.

40 “Review politique”, L’Indépendance Belge, 23.09.1866, p. 1.

41 Agreement, July 18, 1859, Jones papers, series I, box 72, Reuters Agency, en Jonathan Silberstein-Loeb, The International Distribution of News: The Associated Press, Press Association, and Reuters, 1848-1947 (New York, Cambridge University Press, 2014), p. 198.

42 Memorándum de los gastos, AHCA, Guerra del Paraguay, c. 4, L. 3.

43 Carta de Balcarce a Elizalde (París, 03.10.1866), AHCA, Correspondencia oficial. L. 2, c. 101.

44 Oficio do Sérgio Texeira de Macedo (Paris, 07.02.1867), AHI-Legação brasileira na Francia, c. 1867.

45 Memorándum de gasto, AHCA, Guerra del Paraguay, c. 4, L. 3.

46 Carta de Alberdi a Benites (París, 26 de septiembre de 1869, AGN/MHN. 3935), en Juan Bautista Alberdi, T. I, p. 364.

47 Carta de Alberdi a Benites (París, 24.09.1869, AGN/MHN. 3935), en Juan Bautista Alberdi, T. I, pp. 341-342.

48 Carta de Benites a Alberdi (San Martin, 07.11.1879), en Juan Bautista Alberdi, T. III, p. 424.

49 Carta de Alberdi a Benites (s/l, [¿Saint André?], 20.10.1868), en Juan Bautista Alberdi, T. I, p. 262.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons