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Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.20 no.1 San Miguel de Tucumán jun. 2018

 

RESEÑAS

Caruso, Laura (2016): Embarcados. Los trabajadores marítimos y la vida a bordo: sindicato, empresas y Estado en el puerto de Buenos Aires, 1889- 1921, Buenos Aires, Imago Mundi, 283 páginas.

 

La experiencia socio-laboral y política de los trabajadores embarcados del puerto de Buenos Aires, entre 1889 y 1921, constituye el vértice del libro de Laura Caruso. El sugerente abordaje del mundo obrero marítimo –su organización y derrotero gremial, sus acciones colectivas, sus posiciones políticas, así como su cotidianeidad a bordo y en el ámbito portuario– dialoga con dos actores clave de esa experiencia: el Estado y las empresas navieras. Esta perspectiva relacional, inscrita en un amplio arco temporal y sensible a diversas miradas historiográficas, promueve una interpretación histórica compleja e integral de los trabajadores marítimos.
La investigación despunta con la problematización del espacio portuario y el propio de las embarcaciones y un pormenorizado análisis de los obreros y sus condiciones de supervivencia. Así, el primer capítulo (“A bordo: el mundo del trabajo marítimo”) nos devuelve ese abigarrado, jerárquico, masculino y multiétnico universo laboral animado por la estacionalidad de los ciclos de la producción agropecuaria y condicionado por el tipo de embarcaciones, cuya materialidad –que oscilaba entre buques mercantes y pequeños remolcadores– generaba heterogéneas condiciones de trabajo. Los disímiles barcos que dinamizaban La Boca del Riachuelo se convierten en un puente para recuperar las implicancias del proceso laboral y el impacto de los cambios tecnológicos. Por ejemplo, Caruso analiza cómo el tránsito de la navegación a vela a la de vapor promovió nuevas formas y ritmos en la organización a bordo, alentó la aparición de categorías y tareas e implicó la desaparición de otras. En este sentido, las formas del trabajo marítimo se convierten en un artilugio conceptual y metodológico, una dimensión explicativa de la realidad histórica de la clase obrera.
Inherente a este esfuerzo, Caruso reconstruye la jerárquica y vertical organización laboral a través del análisis de las secciones y categorías, organigrama que reconocía en el capitán su máxima autoridad, entre cuyas funciones se destacó una que a lo largo del libro cobrará protagonismo: la confección y entrega del listado de trabajadores contratados a bordo a la Prefectura y la Aduana. En este contexto de preocupaciones, recupera cómo la lucha sindical, especialmente entre 1916 y 1921, sin desdibujar las jerarquías propias del universo marítimo logró superarlas y forjar solidaridades entre tripulantes y oficiales, unidad que permitió fortalecer sus demandas frente a las empresas navieras. Finalmente, la dimensión sindical, que ganará consistencia a lo largo de la investigación, es interpelada con sugerentes preocupaciones genéricas. Así, la autora recupera las nociones de lo masculino y lo femenino que jalonaron la construcción del imaginario sindical, campo de tensiones donde el rol maternal y afectivo atribuido a la Federación Obrera Marítima (FOM) convivía y se complementaba con la exaltación de la valentía, la bravura, la unidad y la disciplina de la masculinidad a bordo.
En su segundo capítulo, el libro hace foco en los empresarios (“En busca del armador perdido: las empresas marítimas argentinas”). El universo patronal cobra entidad a partir del estudio de su trama asociativa, su capacidad de presión y negociación frente al poder político y su posicionamiento frente a la clase trabajadora, problemas que Caruso recupera, en gran medida, centrándose en el protagonismo de la empresa Mihanovich, la mayor naviera del país. En función de la perspectiva relacional adoptada, el estudio de las prácticas desplegadas por esta empresa de origen sureslavo brinda un punto de mira privilegiado para comprender aristas clave de la experiencia laboral y de migración de miles de trabajadores embarcados. En efecto, la decisión empresarial de impulsar la Sociedad Austrohúngara de Socorros Mutuos (1878) revistió una estrategia plural que –al privilegiar la provisión de mano capacitada proveniente del Mar Adriático– promovió un sensible control sobre el mercado de trabajo y alentó la articulación de lazos identitarios étnicos-culturales en detrimento de los de clase. El estudio de estas prácticas y de los posicionamientos que los Mihanovich sostuvieron frente a la conflictividad laboral no sólo coadyuva a comprender la experiencia obrera, sino que recupera los puntos de tensión al interior de la patronal, especialmente con los sectores de menor envergadura con quienes sostuvieron una posición de más débil intransigencia. Asimismo, esta perspectiva permite mensurar el poder de presión empresarial frente a los gobiernos argentino, paraguayo y uruguayo y revela aspectos clave de su acción antisindical.
A continuación, la obra avanza en el nudo de su trama explicativa: el proceso de sindicalización y conflictividad de los trabajadores marítimos (“Sube la marea: organización sindical y protesta marítima, 1889-1910” y “La conquista de los barcos: el control sindical del trabajo a bordo”). En este contexto de preocupaciones, Caruso analiza las formas asociativas y de protesta que caracterizaron al conjunto de los trabajadores embarcados entre fines del siglo XIX y la primera década del XX. Recuperar las experiencias de agremiación y movilización previas a la creación de la FOM, supone explicar la escindida organización de marineros, foguistas, mozos y demás integrantes de la tripulación, experiencia que proyectó las jerarquías y categorías a bordo y reconoció en 1910 un parteaguas con la fundación del sindicato único marítimo.
El estudio del entramado asociacionista converge con el análisis de la abierta disputa ideológica que lo dinamizó y tensionó de forma constante. Minuciosamente, a lo largo del texto se desanda la puja entre anarquistas, socialistas, sindicalistas revolucionarios y comunistas para conquistar la dirección del movimiento obrero marítimo y, por ende, se escudriñan las divergentes estrategias de construcción gremial y política que atizaron la arena sindical. Así, el estudio de la conflictividad obrera y las inestables formas de agremiación conjunta, como la Sociedad de Resistencia de Marineros y Foguistas (1903), primer organismo que logró vincular gremialmente a ambos actores, o la fundación de la Liga Obrera Naval Argentina (1906), se imbrican con las tensiones derivadas de la difícil convivencia político-sindical, especialmente entre los grupos cercanos al anarquismo y aquellos afines al sindicalismo revolucionario. La investigación nos devuelve la vitalidad y dinámica pendular de un conjunto obrero que osciló entre la unidad y la fragmentación y fue tensionado por diversas corrientes ideológicas. Finalmente, como lo demuestra la autora, esta compleja trayectoria se definió en favor de una aglutinante construcción sindical que, superadora de las organizaciones devenidas y circunscritas a las categorías laborales, fue liderada por el sindicalismo revolucionario, opción que –entre otros postulados– aceptó y promovió la negociación con el Estado. Así nació la FOM, primer gremio por actividad de carácter nacional que abrevó en las experiencias de lucha y organización de los trabajadores marítimos durante la primera década del siglo XX.
Constituida la Federación, la investigación avanza en el estudio de sus acciones y prácticas colectivas, especialmente se analizan las implicancias de una conquista clave: el control sindical, es decir, el dominio efectivo de la contratación de los tripulantes, así como de las condiciones de trabajo y permanencia. El imperativo de que sólo los obreros sindicalizados pudieran trabajar a bordo, resultante de la huelga general marítima de 1916, se concretó, en gran medida, por la colaboración brindada por capitanes y oficiales, históricos responsables de la contratación y armado del listado de la tripulación. De esta forma, Caruso explica cómo el control sindical, tributario de la alianza con los gremios de tripulantes y centros de oficiales fue un elemento clave en la consolidación del poder fomista, mismo que expresó un sensible tópico del sindicalismo revolucionario. Como contrapunto, la defensa del trabajo libre fue el lema que la patronal procuró imponer para revertir el menoscabo de sus prerrogativas, debilitar el poder sindical y avanzar en condiciones de trabajo más rentables. En 1921, luego de otra huelga general marítima, esta experiencia constitutiva de los trabajadores fue clausurada y el retroceso del poder sindical a bordo implicó el avance de la libre contratación.
En lo referente a estos dos capítulos centrales del libro, merece destacarse una perspectiva de análisis que atraviesa y dinamiza los problemas de estudio: la dimensión espacial como un factor inherente y explicativo de lo social. La apropiación y uso que los trabajadores hicieron del espacio portuario en las coyunturas huelguísticas (la paralización del puerto, el recorrido de los trabajadores por las dársenas, diques y muelles en búsqueda de noticias y adhesiones, el uso de plazas y teatros para concretar las asambleas, el multifacético despliegue de la solidaridad barrial) constituye una sugerente arista que Caruso explora y que, sin duda, alienta nuevas investigaciones. Ahora bien, no es un aporte menor el señalar cómo esta dimensión local –asociada a la geografía de la protesta– es tensionada en clave de una historia interconectada. Así, por ejemplo, la solidaridad de los trabajadores de los puertos del litoral o de los gremios marítimos uruguayos y paraguayos, recuperados en distintos momentos del libro, alientan configuraciones regionales e internacionales que invitan a repensar el espacio y sus múltiples implicancias.
Finalmente, el último tramo del recorrido propuesto por la autora está dedicado a la relación del sindicalismo marítimo con las autoridades estatales (“¿Confluencias? La FOM y el Estado nacional”). Sin desconocer la importancia de las transformaciones del Estado y los intereses, especialmente, del gobierno radical en la construcción y comprensión de este vínculo, Caruso invierte el énfasis y reposiciona la subjetividad obrera como un sensible factor explicativo. La potencialidad de esta propuesta inscrita en un amplio arco temporal permite conocer no sólo las tempranas formas de mediación estatal ensayadas por los gobiernos conservadores, sino la predisposición de un importante segmento de los trabajadores marítimos a la negociación, postura que contrastó con la resistencia articulada por la patronal. Así, la actitud arbitral del gobierno –desde la huelga de 1889– y la apertura obrera al diálogo y la mediación, particularmente durante la primera década del siglo XX, constituyó una experiencia clave en la que abrevó la FOM.
A continuación, el capítulo analiza cómo los gobiernos radicales proyectaron y otorgaron sistematicidad a la política interventora liderada por la institución policial pero, a diferencia de la gestión conservadora, optaron por la no participación de la Marina y la Prefectura en favor de las empresas y acentuaron el papel mediador a través de la figura presidencial, como sucedió en las huelgas de 1916 y 1919. La anuencia estatal también fue un factor decisivo en la construcción y sostenimiento del control sindical, así como en la retracción que posibilitó el avance del trabajo libre. Así, la huelga de 1921 marcó un punto de inflexión en el derrotero gremial y en la relación con el Estado. El fortalecimiento de la patronal marítima, la militarización del puerto y el avance de la política represiva estatal, el quiebre de la alianza entre el sindicato y los centros de capitanes y oficiales y, como colofón, el aval del gobierno a la libre contratación pusieron fin a la exitosa construcción gremial a bordo. En palabras del líder sindical Sebastián Marotta ese año, fecha en que cierra el libro, significó “el principio del fin de una gran esperanza”.
En suma, Embarcados revela una aguda y sugerente toma de posición frente al estudio de la experiencia de los trabajadores marítimos del puerto de Buenos Aires. En efecto, afincado en la centralidad de las preguntas, categorías y propuestas de la historia social, el libro articula un fructífero diálogo con otras tradiciones y miradas historiográficas (como los estudios de género, la historia de las empresas y la historia política), apuesta que permite desandar de forma integral y reflexiva la historia de los trabajadores embarcados.

Florencia Gutiérrez
Instituto Superior de Estudios Sociales (UNT-CONICET)
Facultad de Filosofía y Letras (UNT)

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