SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.20 número2Un pensamiento propio: Feminismo desde y para América Latina en la década de 1980Los derechos políticos en Argentina y los vaivenes internacionales y nacionales índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.20 no.2 San Miguel de Tucumán dic. 2018

 

ARTÍCULOS ORIGINALES

¡Abajo las armas!  Contrapuntos antimilitaristas en las voces femeninas del anarquismo

 

Gisela Manzoni*

* Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CinIG). Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS). Universidad Nacional La Plata - CONICET. La Plata, Argentina. giyitan@yahoo.com.ar

RECIBIDO: 25/04/2018
APROBADO: 12/10/2018

 


RESUMEN

Una de las principales características del anarquismo es su internacionalismo, su oposición a las distintas formas estatales y a las acciones militaristas que los caracterizan. En este trabajo, indagaremos sobre las maneras particulares en que las anarquistas se posicionaron contra el militarismo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. El antimilitarismo anarquista construyó desde las mujeres y para las mujeres, a quienes buscaba interpelar, distintas posibilidades de acción. Algunas de estos llamamientos cuestionaron los roles tradicionalmente asignados a las mujeres. En otros casos, como en el antimilitarismo, los planteos fueron más conservadores. Tomaremos para ello dos recorridos, la labor de Emma Goldman en Estados Unidos y el de las anarquistas de la Voz de la Mujer en Argentina. El cruzamiento entre ambas experiencias intenta abonar el camino de pensar al anarquismo por fuera de límites nacionales.

Palabras clave: Internacionalismo; Mujeres; Antimilitarismo; Anarquismo.

ABSTRACT

One of the main characteristics of anarchism is its internationalism, its opposition to different state forms and militaristic actions that characterize them. In this paper, we will investigate the particular ways in which anarchists positioned themselves against the militarism of the late nineteenth and early twentieth century. The anarchist antimilitarism constructed (from the women and for the women, whom it sought to interpellate) different possibilities of action. Some of these appeals questioned the roles traditionally assigned to women. In other cases, as in anti-militarist appeal, the proposals were more conservative. We will take two paths to study this subject: first, Emma Goldman’s work in the phase she lived in the United States; and, second, papers published in anarchists journal the Voice of Women, printed in Argentina. The crossing between both experiences tries to pay the ground where bloom the anarchist thinking outside of national limits.

Keywords: Internationalism; Women; Antimilitarism; Anarchism.


 

El internacionalismo, el feminismo y la guerra

El anarquismo, como corriente ideológica, comienza a tomar forma y dar sus primeras definiciones en Europa hacia mediados del siglo XIX. Como otras corrientes político-ideológicas que surgieron contemporáneamente, el marxismo entre ellas, se moldea al calor de la crítica de su propio mundo. Ello explica por qué el internacionalismo será pilar de estos movimientos. Ante la consolidación de los Estados nacionales, las perspectivas internacionalistas postularán un mundo sin fronteras nacionales y considerarán que la división es entre explotados y explotadores.
Paralelamente y con la misma lógica de existencia, la crítica a su propia época, se va moldeando el movimiento feminista. En dialogo y disputa con las restantes corrientes políticas e ideológicas y con un gran sentido internacionalista. El insoslayable trabajo de Karen Offen (2015) sobre los feminismos europeos, reconstruye como parte del derrotero feminista su origen internacionalista, la relación de éste con los nacionalismos, la manera en que impactaron sobre él las guerras y su preocupación, desde el origen, por la paz. En esta misma línea, el trabajo de Nadia Ledesma Prietto (2017) compara esta interacción entre feminismo y anarquismo en diferentes empresas propagandísticas de la Argentina.
Dora Barrancos (2016) destaca el impacto que tuvo la Gran Guerra a escala internacional y nacional y, en particular, dentro del feminismo. Como advierte la autora, la historiografía se ha preocupado por el impacto de la Gran Guerra en los movimientos obreristas y socialistas en general, pero la manera en que la guerra dividió a las feministas y retrasó muchas de sus demandas aun sigue siendo un terreno poco explorado, especialmente en las escalas nacionales. Lamentablemente, este trabajo no incluye las posturas de las anarquistas.
Las guerras imperialistas que caracterizaron este período de la historia y que culminaron con la Gran Guerra (1914-1918), un período conocido como “paz armada”, estuvieron sustentadas en discursos nacionalistas, políticas expansionistas e intentos de de los Estados por imponerse sobre otros más allá de sus fronteras. O la “defensa”, la “legítima defensa”, argumento una y mil veces esgrimido por los Estados para armarse, prepararse o embarcarse en la guerra.
Quienes militaban en el anarquismo, como internacionalistas, se opusieron a estas guerras y a las políticas militaristas que las hacían posibles. En este punto, el antibelicismo es parte del antimilitarismo ácrata, aunque no se agota en él. En estas páginas analizamos la manera  en que las mujeres anarquistas se manifestaron ante la guerra y el militarismo. Los posicionamientos y tareas particulares que se dieron en base a su género. Y como los postulados que enunciaron en torno a esta problemática discurrieron o no, con la línea de pensamiento acción que impulsaban como mujeres anarquistas. Intentaremos visibilizar las estrategias vinculadas con la feminidad, aunque para ello, muchas veces, debemos ver los lugares asignados a otros: varones, niños y niñas, obreros y obreras, intelectuales, etc. El lugar que el anarquismo les asignó a las mujeres en la lucha antimilitarista, la esfera que las mujeres supieron conquistar en esta batalla contra el militarismo o los espacios que les fue posible ocupar en ella, serán el objetivo de nuestro trabajo. Para ello, construiremos una suerte de genealogía donde a la militancia y la experiencia de las anarquistas argentinas se suma la de una de las pocas mujeres que han logrado ocupar un lugar en el panteón del anarquismo, Emma Goldman. El accionar de esta aguerrida militante lituana no solo nos interesa por haber sido y ser una referente del movimiento ácrata en Europa y los Estados Unidos. Una parte muy importante de su trayectoria, la menos conocida, es su accionar en el antimilitarismo.
Para reflexionar sobre esta dimensión de los movimientos políticos e ideológicos surgidos en el siglo XIX, exploraremos el trabajo de Perry Anderson (2002), quien realiza un breviario del concepto internacionalismo. En principio, es interesante comenzar con una premisa básica, aclarando que no siempre, y como el sentido común lo indicaría, el internacionalismo se definió por oposición al nacionalismo. El autor describe una compleja trama, en la cual toma especial relevancia la manera en que ambos conceptos van cambiando de significado, connotando nuevos sentidos a través del tiempo y muchas veces trocando valores.
Anderson define el final del siglo XIX y el principio del siglo XX como la etapa del ocaso del nacionalismo romántico. Un nacionalismo donde la nación es más un proyecto cultural que uno político, donde la lengua se convirtió en el símbolo de la nación. Este nacionalismo convivió con un internacionalismo encarnado en la Primera Internacional Obrera, formada por un alto porcentaje de artesanos letrados artífices de  una extensa tradición de lucha. Se trata de un momento donde los impulsos nacionales e internacionales coexistirán sin tensiones, dirá Anderson (2002: 11).Esta etapa fue seguida de un nacionalismo de nuevo cuño donde las clases acaudaladas completaron la revolución burguesa, recurriendo a la reglamentación militar y al control político; en ello se basó la unificación nacional en occidente. Especialmente en los Estados industriales, se trataba de un nacionalismo basado en la concentración de capital, que exigía monopolización del mercado interno y anexiones coloniales. Un nacionalismo chauvinista, que buscaba argumentos en el darwinismo social, con un lenguaje positivista y cuya definición de nación era étnica. Un nacionalismo étnico que trataba de imponerse sobre otras etnias y naciones, utilizando como argumento la superioridad.
Anderson remarca que éste fue el nacionalismo de las grandes potencias y que tal impronta tuvo varios reflejos fuera del epicentro europeo, como fueron los casos del porfiriato en México y el gobierno de Julio Roca en la Argentina. Un nacionalismo que desplazaba las rivalidades de clase a las rivalidades nacionales, y minimizaba de esta manera los riesgos que la extensión del sufragio podría haberle ocasionado a la clase dirigente. Recordemos que durante este período, en muchos países se produjo una ampliación de los derechos políticos. En la Argentina, esta ampliación ocurrió en 1912 con la Ley Sáenz Peña.
A este tipo de nacionalismo le corresponde, según el autor, un internacionalismo también de nuevo cuño que, a diferencia del predominante en el período anterior, no es compatible con el nacionalismo. Un internacionalismo encarnado en la Segunda Internacional de los partidos socialistas (1889), con un proletariado fabril y minero, numéricamente muy superior a su antecesor, geográficamente disperso, sin medios de producción y sin las tradiciones de lucha que caracterizaban al artesanado que protagonizó la epata anterior. Para Anderson, estas características explican la pasividad y el entusiasmo con el que fue recibido el estallido de la Primera Guerra Mundial y la actitud pro bélica tomada por la mayoría de los partidos socialistas, en los diferentes países. En este punto, dice Anderson (2002: 13), la responsabilidad política no recae exclusivamente en la actitud de los dirigentes sino en la estructura social que los sustentaba. Recordemos que una de las máximas de la Segunda Internacional fue la oposición a la guerra entre Estados, y que el rumbo tomado por los diferentes partidos socialistas en 1914 ante la guerra, llevo a su ruptura y desaparición.1
Argentina, no escapa a la tendencia general donde los legisladores del Partido Socialista (PS) abandonan la postura contra la guerra, para exigirle al gobierno argentino la ruptura de relaciones con los imperios centrales, especialmente con Alemania. Primeramente el trabajo de Julio Godoy (1988) y luego con mayor tenacidad los trabajos de Daniel Campione (2001, 2005) han indagado cómo a partir de la Ley Sáenz Peña, el PS logra ganar representación legislativa, un senador y varios diputados. La tarea de estos legisladores en torno a la Primera Guerra Mundial será lo que en 1917 genere un conflicto interno, que culminó en enero 1918 con la fractura del mismo y la formación del Partido Socialista Internacional, que posteriormente derivaría en la formación del Partido Comunista en la Argentina. Profundizando esta línea, Magali Chiocchetti (2007) ha demostrado que desde las páginas de La Vanguardia el PS alimentó una imagen de la Primera Guerra Mundial que buscaba generar adeptos al partido a la vez que reforzaba su propia identidad política.
En cuanto al anarquismo, Anderson destaca que su internacionalismo fue más radical que el de la Segunda Internacional, aunque lamentablemente lo descarta de su análisis por considerarlo “sociológicamente más débil” (Anderson, 2002: 12), sin dar más explicaciones sobre su decisión metodológica. De todas maneras, y siendo ese internacionalismo, el ácrata, sobre el que nos interesa indagar, tomaremos de Anderson la caracterización del internacionalismo y el nacionalismo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX para analizar el antimilitarismo de las mujeres anarquistas.

Guerra a la guerra

Si bien existieron algunas fracturas en el internacionalismo anarquista en torno a la Gran Guerra, el movimiento ácrata en su mayoría siguió oponiéndose a la guerra entre Estados, y postulaba que la única guerra que valía la pena para cualquier persona explotada era la guerra social, contra el Estado y contra el capitalismo. Esta unanimidad se vio resquebrajada por el propio Pedro Kropotkin (1841-1921), referente teórico ácrata. Desde 1914, Kropotkin publicó una serie de cartas y artículos que suscitaron gran polémica. En ellos el autor argumentaba que la de Francia era una guerra defensiva, una guerra a la que se veía obligada y llamaba a los anarquistas a defender esta causa.2
Estas intervenciones, como las respuestas que suscitaron, fueron a título personal, especialmente por el carácter inorgánico del anarquismo. Sin embargo, en 1915 un grupo de anarquistas, autodenominados internacionalistas,3 se manifestaron de manera grupal contra los argumentos que postulaban la intervención anarquista en el conflicto armado. El manifiesto fue realizado por el grupo Internacionalista de Londres, cuya sede se establece en aquella ciudad por decisión del Congreso Internacional Anarquista de Ámsterdam, celebrado en 1907. De los treinta y seis firmantes del documento destaca la figura de Emma Goldman (1869-1940). Si bien el anarquismo tuvo desde sus orígenes una enérgica militancia femenina, no son muchas las figuras de este género que se encuentran entre los grandes referentes del movimiento libertario.
Un año más tarde, en 1916, Kropotkin junto a otros catorce anarquistas lanzan el Manifiesto de los Dieciséis, la primera manifestación conjunta a favor de la intervención en la guerra.4 Esta polémica tuvo sus repercusiones en el seno del anarquismo local. El trabajo de Diego Gabriel Echezarreta y Alejandro Martín Yaverovski (2014) postula que la misma dividió al anarquismo argentino y que podría contarse entre las causas que explican el agotamiento del anarquismo como tendencia política en nuestro país. Estas interpretaciones, un tanto apresuradas, creemos que son producto de escindir este debate puntual de un tema mucho más amplio, como es el antimilitarismo anarquista.
Nuestro propio trabajo sobre el tema postula una idea diferente (Manzoni, 2018). Si bien existieron estas voces locales en pro de la intervención en la guerra, las mismas fueron manifestaciones aisladas, muy lejos de representar una tendencia. Estas voces estuvieron encarnadas en la figura del médico Juan Emiliano Carulla (1888-1968), quien desde las páginas de la revista anarquista Ideas y Figuras pregonaba por la defensa de Francia y la cultura latina. Carulla se embanderó con esta causa y no solo fue su voz en el anarquismo local sino que se alistó como médico y viajó a prestar servicios en el frente aliado. A su regreso a la Argentina (1918), hizo sus últimos esfuerzos por defender la participación de los revolucionarios en la contienda mundial. Publicó un pequeño libro recopilando la voz de anarquistas y otros revolucionarios de esta tendencia. Esta publicación, un proyecto de carácter individual, fue de sus últimas acciones en las filas anarquistas y revolucionarias, de donde terminó alejándose para ingresar en el bando ideológico opuesto, el nacionalismo (Carulla, 1918).
Este aguerrido debate en torno a la defensa de Francia y la participación en la guerra cobra sentido si lo dimensionamos en otra de las características del anarquismo, el antimilitarismo. Como internacionalistas, los y las anarquistas eran antimilitaristas, un antimilitarismo que reforzaba y se sustentaba en el antipatriotismo. Los trabajos de Rafael Nuñez Florencio (1990) han logrado conceptualizar las características del antimilitarismo anarquista. Sobre la base de ellos entendemos como forma de militancia antimilitarista anarquista a aquella que está en contra de las lógicas y las acciones militaristas de los Estados. Se distingue de otras posturas como el pacifismo porque su accionar no refuta la violencia en general; el antimilitarismo anarquista puede reivindicar la violencia como forma de lucha y del antibelicismo; su preocupación excede los escenarios bélicos (Nuñez Florencio, 1990).
Según los anarquistas, las prácticas militaristas, lejos de depender solamente del ejército y de la guerra, se ejecutan y perpetuán en la sociedad en connivencia con el Estado y su clase dominante, la burguesía. Para los ácratas, el servicio militar obligatorio, el culto a la patria en escuelas y otras instituciones son, entre otras prácticas, las principales causales de que los Estados puedan tener una tropa para enfrentar con otra muchedumbre de desposeídos en una guerra. Justificar los extraordinarios gastos de la máquina militar. Gastos que representan enormes ganancias para la burguesía que se enriquece con la fabricación y la venta de armas.
Un antimilitarismo que construyó distintos lugares y estrategias de acción para sus militantes. Es difícil historiar al anarquismo pues su propia lógica de funcionamiento hace difícil generar un criterio común. Podemos, más bien, hablar de anarquismos, de grupos que durante algún periodo siguieron cierta línea o de militantes que, en el devenir de sus días y su obra dejaron una impronta en el ideario ácrata. Este último sería el caso tanto de Emma Goldman como de Virginia Bolten. Ambas estuvieron a la cabeza de empresas propagandísticas, principal reservorio documental sobre el anarquismo en general y sobre las mujeres ácratas en particular: Mother Earth y La Voz de la Mujer, respectivamente. Estas empresas no son contemporáneas, sin embargo, y a pesar de sus diferencias, encontramos entre ellas una intertextualidad que nos permitirá pensar el lugar que ocuparon las mujeres anarquistas en la lucha antimilitarista internacionalista. En este sentido, creemos que es menester construir una lógica de  estudio que nos permita comprender las particularidades del anarquismo, rompiendo las imposiciones nacionales que poco aportan para entender un movimiento que se caracterizo por su internacionalismo.
Recordadas por su prédica incendiaria, aun ante sus propios compañeros de ideas, estas dos mujeres fueron referentes del anarquismo en ambos extremos del continente americano. Emma también lo fue en Europa, aunque aquí solo nos concentraremos en el periodo que militó en los Estados Unidos. Sus nombres, sus imágenes y sus potentes frases son en la actualidad símbolo, consigna y lema del anarquismo y, en muchos casos, también del feminismo que recoge en el anarquismo parte de su historia.

Emma Goldman y el antimilitarismo en los países beligerantes

La construcción del derrotero antimilitarista anarquista no sería posible sin referenciar  el accionar de Emma Goldman, sus escritos y participación directa en los grandes debates del movimiento la hacen una militante particular. Para reconstruir su militancia antimilitarista analizaremos sus escritos en Mother Earth, la publicación que ella misma dirigía en los Estados Unidos, publicada desde 1906 hasta 1917. Posteriormente aparecieron algunos ejemplares Mother Earth Bulletin y su autobiografía (Viviendo mi vida) publicada por primera vez en 1931, ocho años antes de su muerte, donde cuenta de manera minuciosa su vida desde adolescente hasta 1927.
De esta extensa obra nos interesa especialmente su vida y militancia en Estados Unidos, ya que en ella narra el accionar antimilitarista del anarquismo norteamericano y reflexiona sobre los males que la guerra acarreara para las mujeres en particular. En este sentido, su autobiografía tiene una utilidad extra, visibiliza el accionar de las mujeres dentro del movimiento ácrata. El texto está repleto de menciones sobre otras mujeres que con nombre y apellido aparecen en la escena pública como protagonistas de los hechos. Mujeres de las que no hay rastros en la historiografía anarquista y que son referencias que permiten ver la presencia femenina más allá de las grandes protagonistas, como Goldman. Tomaremos además algunas de las muchas biografías que inspiró esta fervorosa militante, útiles para reconstruir sus aportes a la causa antimilitarista ácrata. 
La primera biografía de Emma Goldman se publicó en Estados Unidos, 1961, rápidamente, en 1965, fue traducida y publicada en Buenos Aires (Drinnon, 1965).  Esta última fue la primera versión en castellano. La rapidez con que esta obra fue traducida y publicada nos habla de un gran interés por el legado de Emma. Cada anarquista de la década de 1960 sentía, también en esta parte del mundo, la necesidad de construir su historia y repensar su identidad. Será varias décadas después, al calor de la renovación histórica, que lleguen los primeros trabajos sobre las mujeres anarquistas locales.
Los numerosos trabajos sobre la mujer más peligrosa de América, como la apodaron sus contemporáneos, no han logrado desentrañar toda su obra, especialmente su arista antimilitarista. Muchas veces ella y su militancia son sometidas a la imposición de categorías o anacronismos que ignoran, desconocen o disocian los orígenes ácratas de su pensamiento.
Un buen ejemplo de este forzamiento conceptual es su caracterización como feminista o contrariamente, como contra feminista. Conceptualizaciones que olvidan el contexto donde vivió, pensó y escribió Emma Goldman. Como libertaria jamás se iba a embarcar en la causa sufragista por la que peleaban la mayoría de las feministas que le fueron contemporáneas, ya que ella como anarquista descreía del sistema electoral. Sin embargo, gran parte de su pensamiento, especialmente el referente a las libertades individuales en torno a la sexualidad, representan al feminismo. Esta cuestión evidencia un debate ideológico en torno a la manera, las elecciones y decisiones que se toman a la hora de construir las genealogías del feminismo, donde se suelen priorizar las luchas y las trayectorias en pos de la obtención de los derechos políticos.
Un ejemplo de ello lo presenta el trabajo de Esperanza Bosch Fiol y Victoria Aurora Ferrer Pérez (2013), quienes recaen en este traspié. La trayectoria de Emma es caracterizada por las autoras como pacifista, aunque su propio agenciamiento sobre la cuestión era antimilitarista, hay grandes diferencias entre ambas posturas. Por otra parte, el trabajo Bosch Fiol y Ferrer Pérez  es presentado con un título referente al escenario bélico, aunque luego no ahonda sobre la manera en que el anarquismo en general y Emma en particular se posicionaron ante la guerra. Finalmente el trabajo intenta insertar el accionar de Emma en un compilado de mujeres que bregaban por sus derechos. Derechos reclamados al Estado, nada más alejado de la ideología anarquista que profesaba Goldman.
El estudio de Hilda Beatriz Garrido (2007) revisita parte de la obra de Emma para descubrir la vigencia que aun preservan las denuncias que la libertaria planteara hace ya un siglo. Garrido intenta con ello rescatar los aportes que coadyuvaron a la construcción de una historia feminista del género. 
Parte de estos deslices podrían inferirse a partir de algunos planteos que dispara Cecilia Azevedo (2007) en investigación sobre la militante en cuestión. Hacia el final del artículo, cuando la autora logra escapar de la apretada repetición biografía, Azevedo dedica unos párrafos a analizar la manera en que Emma Goldman fue retomada por el movimiento pacifista y feminista de los años sesenta en los Estados Unidos (Azevedo, 2007). Recordemos que su primera biografía es de esos años. La manera en que la militancia feminista, pacifista, anarquista y antimilitarista leyó la figura y la obra de Emma Goldman en los distintos momentos históricos debería ser considerada por quienes deseamos analizar estos fenómenos. Estos usos sin duda condicionan nuestro acercamiento a las fuentes y a la interpretación de un pasado, que continúa en disputa.
A pesar de la fuerza que tenía en los Estados Unidos el ideario ácrata, no abundan trabajos que muestren la relación, o los motivos de diálogos o su ausencia, con el anarquismo rioplatense. La mayoría de los trabajos que establecen relaciones, influencias o comparaciones con el anarquismo local toman como contrapunto o referencia al anarquismo europeo, descuidando este otro gran centro de militancia y acción de las ideas libertarias. La importancia del devenir ácrata en los Estados Unidos queda plasmada en el primero de mayo, fecha celebre para el anarquismo en todas partes del mundo. Recordemos que esta fecha aparece en la agenda de lucha a partir del asesinato de los Mártires de Chicago, militantes anarquistas, en 1886. 
La militancia antimilitarista de Emma comienza a finales del siglo XIX con motivo de la independencia de Cuba, cuando Estados Unidos ingresa al conflicto independentista contra España, 1898, como parte de su política expansionista por América Latina. La movilización de tropas, el reclutamiento de soldados y el gasto estatal para tales fines fueron denunciados por los anarquistas norteamericanos y en especial por Emma Goldman, quien escribió panfletos, dio conferencias y protagonizó mítines por todo el país. Para el anarquismo, el discurso humanitario y anticolonialista del gobierno estadounidense  solo escondía el negocio azucarero, verdadero interés en el asunto.
En su autobiografía Emma da cuenta de los ataques de la policía hacia la propaganda y propagandistas antimilitarista, aunque destaca los ataques de grupos patrióticos que embestían contra quienes se manifestaban en contra de la guerra y el nacionalismo Norteamericano. Irrupciones en los discursos, ataques en la prensa comercial y zonas liberadas por la policía para el funcionamiento de los grupos patrióticos muestran como los ataques policiales y parapoliciales se complementaban en contra de la propaganda antimilitarista. Atacada en numerosas ocasiones por este accionar, para finales de siglo XIX y principios de siglo XX lo que más problemas le ocasionaron a Emma con el gobierno, la prensa y con algunos sectores del propio anarquismo, fueron sus ideas y discursos sobre la sexualidad y el control de la natalidad. Así recuerda Emma sus anhelos de dar una conferencia en Los Ángeles:

No conocía allí a nadie que pudiera organizar mis conferencias. Los pocos anarquistas alemanes con los que había mantenido correspondencia en esa ciudad me aconsejaron que o fuera. Me dijeron que algunas de mis conferencias, especialmente la que trataba sobre la cuestión sexual, perjudicarían su trabajo (Goldman, 1995: 260).

Al año siguiente, Emma viaja a Europa con varias intenciones: estudiar medicina, dar conferencias y confraternizar con los compañeros y referentes del movimiento anarquista. En Inglaterra realiza varias intervenciones en contra de la guerra de Los Bóeres, la última etapa de estos conflictos se desarrolló entre 1899 y 1902. Discursos que, según el propio relato de Emma, resultaron muy exitosas, aunque para realizarse debieron sortear no solo los obstáculos de la represión, sino también la de sus propios compañeros que veían la tarea como riesgosa pues los ánimos nacionalistas se encontraban muy exaltados:

La locura de la guerra era tan grande en Inglaterra, me informaron algunos compañeros, que sería imposible dar las conferencias, como se había planeado. Harry Kelly era de la misma opinión. “¿Por qué no organizamos mítines antibélicos?”, sugerí. Les conté las reuniones tan espléndidas que hubo en América durante la guerra contra España. De vez en cuando se hicieron intentos de interferir y algunas conferencias tuvieron que ser suspendidas, pero en general, pudimos llevar a cabo la campaña (Goldman, 1995: 286).

Según su propia crónica, esta efervescencia fue superada con estrategias discursivas que apelaban a la cultura inglesa y al renombre de ésta a nivel mundial, logrando un éxito avasallador entre los concurrentes. Una modalidad empática no convencional en la prédica del anarquismo, que no ataca a la audiencia acusándola de nacionalista, si no que rescata valores de la cultura y de la imagen que los ingleses creían tener en el resto del mundo, contraponiendo cultura y la barbarie que provoca la guerra. 
Durante su estadía por Inglaterra, Emma se entrevista con las grandes figuras del anarquismo, pero especialmente con Kropotkin, por quien ella sentía una especial admiración, aunque esto no le evitó disentir con él en algunos puntos. Así narra Emma Goldman el final de un debate que tuvieron en la casa del propio Pedro:

“Está bien, compañero, cuando haya alcanzado tu edad puede que la cuestión sexual ya no tenga ninguna importancia para mí. Pero lo es ahora y es un factor tremendo en la vida de miles millones incluso, de jóvenes.” Pedro se paró en seco, con una sonrisa divertida iluminando su rostro amable. “Créeme, no había pensado en eso” respondió. “Quizás tengas razón, después de todo.” Me miró sonriendo afectuosamente y con un brillo pícaro en los ojos.

Esta primera discrepancia en torno a la importancia de la sexualidad en la propaganda ácrata, fue seguida de la discrepancia por la guerra. Sin embargo, ninguna de ellas evitó que Emma siguiera siendo una seguidora de la obra Kropotkin y que tanto ella como su compañero, Alexandro Berkman (1870-1936), lo ayudaran en sus últimos días, durante la Rusia comunista.
Llegada la Primera Guerra Mundial el antimilitarismo se convertirá en la principal línea de acción de Emma y su grupo. Mother Earth  fue tribuna del antimilitarismo y en sus páginas, además de la propaganda antimilitarista local, se publicaron los repudios a las declaraciones anarquistas a favor de intervenir en la guerra.
Durante los primeros años de la guerra, y mientras Estados Unidos no participó de manera activa en el conflicto, los atentados oficiales contra la causa antimilitarista fueron moderados. El escenario cambió radicalmente cuando en 1917 Estados Unidos ingresa a la guerra. Poco a poco el nivel de censura y los ánimos patrióticos fueron en ascenso, los mítines anarquistas contra la guerra se llenaron de policías, soldados y patrioteros que con abucheos e insultos intentaban acallar a quienes disertaban. La policía aconsejó a los dueños de salones y teatros que no alquilaran sus instalaciones para estos fines o a cualquier otra actividad asociada a los nombres de los antimilitaristas ácratas.
Paralelamente también aumento el público que se interesaba por la arenga antibélica, especialmente varones jóvenes, pero también mujeres, novias y madres, que se veían consternadas por los reclutamientos masivos. Algunas de ellas fueron presentadas como oradoras en los mítines que el grupo editor de Mother Earth organizaba:

Todos los oradores tuvieron que pasar por el mismo calvario. Incluso las madres de los futuros soldados, quienes expresaron su angustia y su ira. Fueron abucheadas por los salvajes vestidos con el uniforme del Tío Sam (Goldman, 1995: 113).

Estas mujeres se encontraron por primera vez en el mitin celebrado el 18 de mayo de 1917, con una asistencia de 8.000 personas, de donde surge la idea de su visibilización como protagonistas y víctimas del conflicto. Para el 14 de junio, fecha del  próximo mitin, ya habían hecho su debut. Para muchas de estas mujeres-madres esta fue su primera experiencia política, hablándole al público desde su lugar de madres.5
La prédica de Emma Goldman tuvo, en torno al género, varias aristas. En sus discursos no solo aparecieron como interlocutoras válidas las mujeres, sino que también se hizo llamamiento a la verdadera masculinidad:

La policía hacía horas extras acechando a los que evadían el reclutamiento. Arrestaron a miles, pero muchos más se negaron a alistarse. La prensa no informaba del verdadero estado de los acontecimientos: no convenía que se supiera que grandes cantidades de americanos tenían la hombría suficiente para desafiar al gobierno (Goldman, 1995: 115).

La propaganda estatal apelaba a la masculinidad como atributo del ciudadano, que construía y reforzaba su hombría con el paso por el ejército, un ritual, la entrada al mundo de los hombres adultos. Fórmula tomada e invertida en valores por la prédica anarquista, para quien un verdadero hombre era el que desafiaba al Estado.
Numerosos trabajos se ocupan de analizar la relación entre masculinidad y ejército. Otros han notado cómo los sectores que buscaban combatir al nacionalismo han apelado a los mismos patrones de masculinidad, pues se invierten los valores por los cuales se debe ser hombre, pero no la hombría. En esa ecuación ser un “verdadero hombre” soldado o militante, fuerte y heterosexual, es el horizonte a lograr. Por ende, la debilidad y la duda son leídas como rasgos afeminados u homosexuales (Cockburn, 2003; Cockburn y Zarkov, 2002; Azia, 2011).
La declaración de guerra de los Estado Unidos al imperio alemán, en abril, fue seguida por una ley de reclutamiento forzado, en mayo. La Ley del Servicio Selectivo(Selective Service) ordenaba que todos los varones residentes comprendidos entre los 21 y 31 años se presentaran a registrarse para ser alistados en el ejército. En esta primera versión de la ley quedaban exentos quienes ya hubieran prestado servicio, los minusválidos, obreros de astilleros y otras industrias vinculadas a lo bélico y los extranjeros. Esta última excepción no es menor debido a la importante cantidad de inmigrantes que residían en  los Estados Unidos a principios del siglo XX. En junio la ley es modificada y  la nacionalidad deja de ser excepción para el reclutamiento, además se previó una multa de dos años de prisión para quien se negara al llamado del Servicio. En septiembre de 1918 la ley volvió a ampliarse y se llamo a enrolarse a todos los hombres residentes en Estados Unidos, comprendidos entre los 18 y 21 años de edad, y los de 31 a 45. En dos años ingresaron al servicio  militar obligatorio 2.810.296 hombres de los cuales 2.000.000 fueron llevados a Francia y 1.300.000 a la línea de fuego (Morison, Steele Commager y Leuchtenburg, 1993).
Ante este panorama, las prédicas libertarias contra el militarismo comenzaron a ser requeridas y escuchadas de manera multitudinaria, así lo recuerda Emma en su autobiografía. Como parte de esta campaña, crearon, con la finalidad de  concentrar los esfuerzos, La Liga Contra la Conscripción (No Conscription League) en ella se unían esfuerzos contra la conscripción obligatoria, se aconsejaba a quienes intentaban huir de ella y se ayudaba económicamente a quienes escapaban de sus domicilios o estaban encarcelados por tal motivo:

Venían a cientos, escribían o telefoneaban. Todo el día estaba el teléfono sonando; nuestras oficinas estaban llenas de gente y montones de cartas llegaban de todos los rincones del país pidiendo información sobre la No Conscripción, ofreciendo su apoyo o instándonos a seguir con la tarea. En medio de todo este alboroto tuvimos que preparar el número corriente de Mother Earth y de Btost, escribir el manifiesto y enviar circulares anunciando el próximo mitin Por la noche, mientras intentábamos dormir un poco, nos sacaban de la cama los periodistas que llamaban por teléfono para saber cuál sería el siguiente paso (Goldman, 1995: 109).

Según el recuerdo de la propia Emma, particular fue el mitin del 14 de junio de 1917. La policía lo convirtió en una trampa, finalizado el acto solicitó a los concurrentes sus papeles y libretas de conscripción realizando numerosas detenciones. La prensa liberal acusaba a Goldman de estar financiada por el Kaiser, pasando su imagen de traidora de la nación a colaboradora del enemigo. Luego de ese mitin se decidió suspender los actos y solo seguir con la propaganda escrita, debido a que la concurrencia estaba resultando demasiado peligrosa para los oradores y los asistentes.
En el Nº4 de Mother Earth, aparece unanota titulada The No-Conscription League que tiene el carácter de manifiesto. En ella se enumeran y describen las razones por la cuales se ha creado dicha liga: alentar a los objetores de conciencia, ser la voz de la protesta contra la guerra y contra la coerción hacia los objetores de conciencia. “Nosotros nos oponeos a la conscripción porque somos internacionalistas, antimilitaristas y opositores a todas la guerras libradas por los gobiernos capitalistas”.6 Aclarando que lo único que traerá a América la guerra son las miserias que ya padece Europa, manifestando que resistirán la conscripción por cualquier medio que esté a su alcance y que se solidarizan con cualquiera que por razones similares rechace la conscripción.
Desde las páginas Mother Earth, se le reprocha al gobierno estadounidense su participación en la guerra, pero especialmente se lo ataca por atentar contra la democracia, pues el reclutamiento masivo y obligatorio negaba la libertad de las personas. En esta misma nota Emma compara, como contrapunto, el tratamiento que le dio el gobierno británico a los objetores de conciencia, quienes finalmente lograron ser reconocidos. Según los datos de la propia prensa libertaria mas 10.000 hombres se negaron a la conscripción: “¿Nos ayudarías en esta grandiosa empresa? Nos habilitarías a continuar esta lucha? Envía tu contribución de una vez a calle a 20 E, 125th St., New York. Enviar para los manifiestos” (Glassgold, 2005: 98)
Las posibilidades de accionar contra el fenómeno bélico se vieron fuertemente cercenadas con los nuevos embates del legislativo norteamericano. En 1917, se sanciona la Ley de Espionaje, que fijaba una multa de 10.000 dólares y veinte años de prisión a cualquiera que se opusiera al reclutamiento o fomentara el incumplimiento patriótico. Y a principios de 1918, se sanciona la Ley de Sedición que extendía castigos a cualquiera que incitara a la insubordinación, obstaculizara el reclutamiento, o alentara ataques contra la fabricación de material o insumos bélicos.7 En este sentido, las dos principales estrategias de lucha del anarquismo –la propaganda y el sabotaje– se vieron fuertemente penalizadas. De hecho, la última estadía en la prisión de Emma y de su compañero, Alexander Berkman, fue por el incumplimiento de estas leyes y les ameritó no solo el calabozo sino su deportación en  diciembre de 1919.
Este recrudecimiento del aparato represivo fue, al igual que sucedió en Europa, fue seguido por la retirada de muchas voces que anteriormente bregaban por la paz y en contra de la guerra: “El temeroso silencio de las organizaciones pacifistas y antimilitaristas que siguió a la aprobación de la ley de reclutamiento hacía doblemente imperativo que continuáramos el trabajo” (Goldman, 1995: 115). Hubo grupos que no solo dejaron de hacer propaganda sino que además mantuvieron silencio ante la censura y los encarcelamientos de quienes seguían con la tarea.
Anteriormente, tal como sucedió en Europa, muchos intelectuales progresistas, liberales y distintas facciones del socialismo, se habían plegado al entusiasmo bélico. El clima político de los Estados Unidos era realmente tenso, durante 1916 el presidente Wilson (demócrata) utilizó la neutralidad como estrategia para su campaña de reelección y muchos grupos políticos lo apoyaron con ese argumento, ya que su opositor Hughes (republicano) era abierto partidario de la intervención. El lema de la campaña de Wilson “Él nos mantuvo fuera de la guerra dio por tierra cuando unos meses después de su reelección la población norteamericana sufría todas la vicisitudes de la guerra y de un gobierno que fue fuertemente represivo (Morison, Steele Commager y Leuchtenburg, 1993). Aunque, paradójicamente, fue premiado en 1919 con el premio Nobel de La Paz.
En cuanto  a las explicaciones de cuáles son las causas que hacen posible la guerra, la prédica de Emma coincide con la de los grandes referentes del anarquismo, incluido el propio Kropotkin. El nacionalismo, el culto a la patria, la industria bélica: aunque sea en tiempos de paz, la ambición de los capitalistas que lucran con la venta de insumos para las guerras, son el resultado insoslayable del capitalismo y de los Estados nación. Lo mismo acontece con las maneras de enfrentar la guerra, para ella al igual que para los referentes del anarquismo, Bakunin, Kropotkin, Malatesta, entre otros, la solución es la guerra de clases, es la preparación para la destrucción de la burguesía, el capitalismo y el Estado.
La particularidad de Emma, entre estos grandes referentes, está en incluir a las mujeres en la lucha antimilitarista. Aunque a diferencia de la estrategia de las ácratas en la Argentina, no se dirigió exclusivamente a las mujeres, su predica fue general. Su argumento contra el militarismo no construyo para las mujeres un lugar central, ni alejado de los lugares que tradicionalmente se le ha asignado a las mujeres. De esta manera imagina Emma la labor de las mujeres en la causa antimilitarista:

Esto de por sí permitirá a la mujer ser la madre verdadera de la especie, que dará al mundo hombres creativos y no soldados que destruyan. Esto de por sí conduce  a la libertad económica y social, y acaba con todas las guerras, con todos los crímenes, y con toda la injusticia.8

La causa antimilitarista propuso a las mujeres como víctimas de las políticas belicistas del Estado, en tanto que madres sufrientes por el arrebato de sus hijos. Y potencio este rol materno como manera de generar empatía en otras mujeres, que aunque no fueran madres tenían la potencialidad de serlo, especialmente las novias de los reclutas, y/o la sensibilidad, como mujeres, para entender este sufrimiento. Este posicionamiento, que apela al rol tradicionalmente asignado a las mujeres, se tensiona con la otra gran causa que llevó adelante Emma: la de las libertades sexuales para las mujeres, entre las que destaca la maternidad elegida.

Antimilitaristas rioplatenses

Analizaremos en este apartado el discurso antimilitarista de las anarquistas de La Voz de la Mujer, con la intención de visibilizar esta arista de su militancia, que al igual que acontece con la de Emma Goldman, ha sido más bien descuidada por la historiografía. El paralelismo entre ambas militancias tiene la intención de mostrar los cruces existentes entre ambas experiencias, evidenciando que para quienes se consideraban ácratas, el internacionalismo no fue solo una causa contra los nacionalismos de su época sino también una manera de pensarse.
Analizaremos aquí las notas y separatas sobre la guerra aparecidas en La Voz de la Mujer, periódico anarco-comunista que circuló entre 1896-1897. Editado en Buenos Aires y realizado por mujeres, aunque no exclusivamente dedicado a ellas, cuenta con un total de nueve ejemplares y fue una de las primeras publicaciones de su tipo. La empresa propagandística fue impulsada y tutelada por Virginia Bolten (1876-1969) reconocida militante anarquista de Argentina y Uruguay.9 En 1901, en Rosario, y en 1902, en Montevideo, aparecieron ejemplares homónimos, vinculados a Virginia Bolten, pero no está claro si se trataba del mismo periódico (Vasallo, 2008).
Esta publicación ha concitado el interés de varias estudiosas, especialmente analizando sus discursos sobre sexualidad e intervención política y social. Si bien Mirta Lobato sostiene que la prensa proletaria anarquista de mujeres fue espasmódica (Lobato, 2005), La Voz de la Mujer no escapa a las lógicas de corta duración que caracterizaron a la mayor parte de las empresas propagandísticas ácratas de fines del siglo XIX y principios de siglo XX. La efímera duración de estos emprendimientos obedece a muchos factores, entre los que se destacan las dificultades económicas y la persecución sufrida por quienes la redactaban, que muchas veces militaban y vivían en la clandestinidad. Muy pocas empresas propagandísticas consiguieron escapar a estas vicisitudes, La Protesta Humana, posteriormente La Protesta, es uno de los aislados ejemplos.
Los cuantiosos trabajos sobre la Voz de la Mujer han instalado una idea contestataria respecto de los discursos de sus hacedoras en función de los roles sexo-genéricos. Un discurso de mujeres anarquistas de gran ímpetu, que desafía especialmente los patrones hegemónicos instaurados para las mujeres, y que ha tendido a generalizarse para todas las aristas de sus intervenciones. Entre los más destacados se cuentan Maxine Molyneux (1997), Mabel Bellucci (1994), Marcela Nari y María del Carmen Feijo (1994) y Laura Fernández Cordero (2007).
Esa imagen, contestataria, aguerrida y radicalizada, ha tendido a instalarse como homogénea para todas las intervenciones de las anarquistas a lo largo del tiempo. Nuestra propuesta intenta señalar las tensiones que se introdujeron en ese discurso, a partir de la interpelación antimilitarista. Los tonos menos álgidos que aparecieron en torno a los roles maternales que las mujeres debían, finalmente, asumir para  la tarea antimilitarista.
Desde los inicios de la publicación, encontramos en La Voz de la Mujer una serie de artículos y sueltos que, abordando el tema desde distintos lugares, la patria, la guerra, educación, evocan el sufrimiento materno al ver a sus hijos empuñar las armas contra otros desposeídos o entregar la vida por una causa patriota. Muchas de estas intervenciones hacen referencia a acontecimientos o situaciones ocurridas en otras partes del mundo, aunque su tono propedéutico rápidamente nos permite trasladar el ejemplo a cualquier otra situación.
La nota de actualidad con la que comienza el N° 4 de La Voz de la Mujer, firmada por la redacción, nos habla de las situaciones bélicas vividas en Europa, para luego introducirse en Cuba donde los soldados españoles pierden sus vidas para defender los intereses de sus verdugos y evitar una revolución. Posteriormente, nos habla del oriente, donde cristianos y musulmanes se enfrentan en la región de Armenia por un dios que ante el derramamiento de sangre no da señales de vida. Finalmente, y siguiendo con la vuelta al globo, nos hablan de lo acontecido en África,  especialmente de los miles de italianos que mueren producto de los caprichos y la soberbia de un soberano que preferiría abdicar antes que abandonar su campaña colonial. En todas estas situaciones las madres aparecen como seres sufrientes que ven partir a sus hijos hacia los mataderos. Sin ser éste el centro de la nota, las mujeres también aparecen como las que sufren el hambre, las enfermedades y las violaciones cuando pasan los soldados o la muchedumbre.
La mayor interpelación a ellas llega en la mitad de la nota. Luego de haber descripto los diferentes escenarios bélicos las redactoras interpelan directamente a la lectora “Vosotras madres de familia no podéis comprender todos los horrores que es una guerra… porque siempre habéis sido esclavas… de esos verdaderos focos de corrupción llamados malamente santuarios de devoción”.10 Era la falta de educación y la ceguera que ocasiona la religión lo que en palabras de las redactoras no les permite a las madres impedir que el fruto de su vientre, esos que podrían quedarse para ayudar y ser útiles en la vida de trabajo, les fueran arrebatados por el servicio militar.
Esta estrategia discursiva, que apela en un doble juego a culpabilizar a las madres por no impedir este accionar del Estado, también les brinda la posibilidad de emprender la reparación “¡Compañeras! Estudiemos sin descanso, y una vez conocedoras del Comunismo Anárquico, luchemos fuertemente para conseguir implantarlo, pues el acabara para siempre con estos «Cuadros Lúgubres», haciéndonos iguales, o sea libres”.11
Para el movimiento anarquista, lo lamentable de que un hijo del pueblo vista un uniforme no radicaba solo en que este pierda su vida en el campo de batalla, sino que pueda ser el asesino de sus hermanos de explotación: “Para conservar los privilegios que sus verdugos ven amenazados por el populacho ¡Cuantos hay que en revueltas populares mataron a aquellos que tanto amaban…”.12
Consideramos que, lejos de continuar con la radicalidad que tuvieron para otros tópicos, en la cuestión antimilitarista las anarquistas apelaron a un discurso radical en cuanto a su enfrentamiento con el Estado, la patria, la burguesía y la iglesia pero moderado o tradicionalista en el rol que las mujeres deberían ocupar en esta contienda antimilitarista, y posteriormente antifascista. (Manzoni, 2014) Las anarquistas construyeron una estrategia de interpelación  hacia otras mujeres que imprimió un tono maternalista exacerbado en sus discursos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Un alegato de feminidad, posiblemente utilizado para ganar huestes a la causa antimilitarista que se pone en tensión con los cuestionamientos de género que ellas mismas presentaron en otros tópicos.
Consciente o inconscientemente las intervenciones antimilitaristas de La Voz de la Mujer recurrieron a lugares tradicionales para interpelar a las mujeres y aunque  desde sus páginas buscaron visibilizar la explotación que sufrían las mujeres de todas las clases, entre ellas hicieron clara distinción de los pesares sufridos por las explotadas:

La madre burguesa vive tranquila porque sabe que su hijo tiene un brillante porvenir y no lo mataran en la guerra. La trabajadora, en cambio, puede estar satisfecha  porque después de muchos trabajos y privaciones para criar a su hijo, este será un defensor de la patria…o vivirá como ha vivido ella: en la miseria.13

Si bien la preocupación de las mujeres anarquistas en tanto madres fue por toda su prole, en la cuestión antimilitarista se destaca la preocupación por los hijos varones, ya que será sobre su condición de género masculino que recaían las normativas de reclutamiento obligatorio.
El Estado argentino, antes de la Ley N°4031, de 1901, que establece el Servicio Militar Obligatorio (SMO), contaba con el Ejército de Línea y la Guardia Nacional, existente desde 1852. El 22 de octubre de 1895, a pedido del presidente José Evaristo Uriburu (1895-1898) se produjo un cambio significativo en la manera en que se realizaba el reclutamiento para estos cuerpos. Se anularon las anteriores formas de reclutamiento para la Guardia Nacional y se generó la Ley N°3318. Entre las características que deben destacarse de esta normativa está la manera en que los jóvenes serían reclutados: todos aquellos que hubieran cumplido 20 años en 1894 debían asistir a la instrucción por un período de entre sesenta y setenta días, quienes se resistieran a esta convocatoria serían penados con dos años de servicio continuado en el ejército permanente.
En mayo de 1988, durante la presidencia de Miguel Juárez Celman (1886-1890), la normativa se volvió a modificar con la Ley N° 3.686, que extendía la duración de la conscripción hasta doce meses y establecía un sistema de sorteo. (Quinterno, 2014) Una de sus características fue que cualquier ciudadano que hubiera salido sorteado podía ser reemplazado por otro, “el personero”. La figura del personero y otros mecanismos, individuales o colectivos, para evitar el SMO u otras formas anteriores de reclutamiento no han merecido la debida atención historiográfica como práctica de resistencia ante el avance estatal contra las libertades individuales. Estas normativas constituyen antecedentes directos del reclutamiento masivo y obligatorio por franja etaria.
En la Argentina, como posteriormente en los Estados Unidos, los anarquistas organizaron propaganda contra el reclutamiento y alentaron las fugas de conscriptos y soldados, también hicieron campañas de solidaridad para apoyarlos económicamente ya que los mismo debían mantenerse en la ilegalidad (Manzoni, 2018).
Si bien esta era la situación en Argentina, las anarquistas de La Voz de la Mujer en su doble condición de internacionalistas y de inmigrantes, como gran parte de los anarquistas de fines del siglo XIX, no limitaron sus preocupaciones al escenario local. Denunciaron el militarismo, el reclutamiento forzado y dolor de las madres en otras latitudes, especialmente en Europa. Recordemos que el período que va de finales del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial (1914) es conocido en Europa como “la paz armada”, etapa en la que muchos Estados aumentan su arsenal y engrosan las filas de sus ejércitos mediante el reclutamiento masivo.
En el N° 2 de su primer año de circulación, las anarquistas reproducen parte de una correspondencia aparecida en el periódico comercial La Prensa:

Detrás de los batallones en marcha corrían sin cansancio, sin reparar en obstáculos, venciendo todo impedimento muchas pobres mujeres…Eran madres que corrían hasta el muelle para dar el último beso a sus hijos, y aunque alguien quiso detenerlas, nadie se atrevió a rechazarlas.14

Terminada la reproducción de la cita, reflexionan “¡Oh! ¡Madres, criad hijos que la patria se encargara de ellos!”.15
Muchas de las hacedoras de La Voz de la Mujer habían nacido en Europa y mantenían con aquellas tierras profundos vínculos. Aunque estas preocupaciones no radicaban en el patriotismo, sino en la propia impronta del anarquismo. Los trabajos sobre anarquismo en Argentina y en el Río de La Plata coinciden en que este ideario se desarrolló aquí por intermedio y gracia de los migrantes como parte del bagaje, no deseado por el gobierno argentino, que trajeron consigo. Esto fue así al punto de que en las publicaciones anarquistas de fines del siglo XIX y principios del siglo XX fue común encontrar notas en otros idiomas, especialmente en italiano.
Esta estrategia de apelación a la maternidad está en sintonía con lo que Marcela Nari denominó maternalismo político. Según esta autora, las anarquistas, las socialistas y otros grupos de mujeres de izquierda compartieron con sectores políticos conservadores la potencialidad política que albergaba la maternidad y generaron en este espacio, tradicionalmente femenino, una barricada desde donde dar sus luchas contra otros grupos de mujeres que también lo pretendían. El maternalismo político de Nari nos permite ver cómo, quienes eran disruptivas en muchos aspectos de la política local, en otros, marchaban al son de su época (Nari, 2005).
Por otra parte y complejizando esta misma línea, los trabajos de Temma Kaplan (1982) sobre las mujeres barcelonesas en la década de 1910 evidencian y reflexionan sobre  las causas que han generado la movilización de las mujeres. La autora visibiliza cómo, muchas veces, son los ataques a los lugares que tradicionalmente se les ha asignado –su lugar de madres, por ejemplo— lo que ha impulsado las movilizaciones más aguerridas. Esta motivación es denominada por Kaplan “conciencia femenina” y engloba lo que la sociedad espera de las mujeres, y a su vez, crea en ellas un sentimiento de derechos y obligaciones que acepta el sistema de género y la división sexual del trabajo. Cuando estos derechos se ven amedrentados surge en ellas el impulso colectivo. Este fue el caso de las obreras de Barcelona, en 1917 y 1918, donde, producto de la guerra, aunque España fue un país no beligerante, la escasez exacerbó las dificultades normales de las mujeres para suministrar alimentos, combustible y cobijo a sus comunidades.
Como en el caso de Emma Goldman, muchas veces el accionar de estas anarquistas ha sido caracterizado como feminista, aunque ellas mismas renegaban de esta categoría, ya que aborrecían la militancia en pos de los derechos políticos de sus congéneres socialistas. Siguiendo el planteo Karen Offen en su esfuerzo por definir el feminismo y compartiendo con Scott la preocupación por el uso histórico de esta categoría, consideramos útil la diferenciación entre feminismo “relacional” e “individual” que propone la autora. Las categorías que la autora plantea para el estudio del feminismo europeo pueden considerarse para los casos aquí citados donde, muchas veces, el accionar de individualidades o grupos de mujeres son analizados desde un feminismo que poco tiene que ver con sus tradiciones y aspiraciones políticas, desdibujando, juzgando e idealizando su accionar (Offen, 1991).
Para Offen el “feminismo relacional” es aquel donde la división de género es central pero igualitaria, donde prima una relación hombre mujer no jerárquica, “con énfasis en los derechos de las mujeres como mujeres (definidas principalmente por su capacidad de engendrar y/o criar) respecto de los hombres. Insistía en la distinta cualidad, en virtud de sus funciones, de la contribución de las mujeres al resto de la sociedad y reclama los derechos que le confería dicha contribución”. Y un “feminismo individual”, representante del individuo independiente del sexo y el género que rechaza los roles definidos socialmente “y minimiza la discusión de las cualidades o contribuciones relacionales con el sexo, incluidas las responsabilidades de engendrar y sus concomitantes” (Offen, 1991: 118).
Siguiendo con estos estudios, el trabajo de Eleonora Ardanaz (2007) indaga sobre la manera en que las mujeres anarquistas se reposicionaron frente a la Guerra Civil Española y evidencia cómo el posicionamiento “pacifista” (terminología usada por la autora) es abandonado, adoptando una actitud pro intervención. Un conflicto donde ellas, como mujeres anarquistas debían entregar todo contra el fascismo, también sus propios hijos. Esta ruptura en la actitud frente a la guerra contiene una continuidad en el maternalismo, como estrategia que le otorga valor a su palabra como mujeres.
Para comprender estas experiencias nos resulta de gran utilidad el concepto de género operativizado por Joan Scott. Especialmente la dimensión simbólica del mismo, o sea, aquellos símbolos que culturalmente están disponibles y que se evocan para construir un ideal de mujer, en este caso, el de la mujer madre (Scott, 1990).

Notas finales

El imaginario popular mantiene, gracias a la historiografía liberal, una imagen del anarquismo anclado en la violencia, la destrucción y la oposición indiscriminada. Esta misma historiografía utiliza a nivel nacional el concepto anárquico de manera descontextualizada para referirse indiscriminadamente a períodos de caos y desorden, adosando una carga negativa a la idea de anarquismo.
Los primeros esfuerzos por recuperar la historia del anarquismo a nivel local vinieron de sus propios militantes. Trabajos no profesionales carentes de metodología y debate historiográfico, que son para quienes hacemos historia en la actualidad un importante reservorio de fuentes sobre el mismo movimiento. En un principio, las personas que se dedican profesionalmente a la historia visibilizaron al anarquismo desde el mundo del trabajo. Miradas obreristas que limitan el estudio de este amplio movimiento a esta faceta del anarquismo. Posteriormente, el anarquismo logró ser historiado como movimiento político, social y cultural, multiplicando las miradas, acudiendo a nuevas fuentes y extendiendo el periodo de su influencia y por ende el periodo de estudio. Estos últimos logran desglosar al sujeto anarquista y aparecen allí las mujeres como protagonistas de las luchas y resistencias ácratas.
Los cuantiosos trabajos que hablan sobre ellas han logrado evidenciar su aguerrida trayectoria en temáticas de vanguardia para su contexto, especialmente aquellas cuestiones vinculadas a la sexualidad y al lugar de las propias mujeres reclamaron para si dentro de las huestes anarquistas. Consideramos, sin embargo, que esta caracterización no se ajusta a todas las líneas sobre las que las anarquistas lograron intervenir y que faltan aun trabajos comparativos, regionales y transnacionales que nos hagan acudir a una nueva renovación de los estudios del anarquismo.  
Hemos recuperado en estas páginas dos experiencias antimilitaristas con similitudes no azarosas. Tanto los discursos de Emma Goldman como los de sus camaradas rioplatenses encuentran en su prédica sobre la guerra y el militarismo limitaciones a su radicalidad en torno a la manera de concebir y pensar la participación femenina. En ambos ejemplos la maternidad es el estandarte. La madre sufriente por la vida del hijo que es reclutado por el gobierno, Estado que como anarquistas detestan. O la maternidad como posibilidad de evitar ese mismo flagelo, madres que eduquen hijos que se resistan a este llamado del Estado. No solo para evitar la muerte de su descendencia y el dolor materno que esto ocasiona, sino para evitar que un explotado se convierta en represor de otro y artífice del opresor.
El mandato social para las mujeres de fines del siglo XIX y principios del siglo XX fue la pertenencia y la permanencia en el ámbito privado, el interior de sus hogares. A pesar de ello fueron muchas las que voluntaria o involuntariamente rompieron este mandato. Desafiando de esta manera no solo al Estado y al orden patriarcal, si no muchas veces a sus  compañeros de ideas. En este sentido la interpelación antimilitarista del anarquismo para con las mujeres ciñe su intervención en la esfera pública a la maternidad, y otros roles asociados de ella.
Nuestra hipótesis a lo largo de estas páginas es que la postura de las anarquistas en torno a la guerra, el reclutamiento de soldados y el militarismo en general han sido más bien tradicionales en torno a las posibilidades de su género. Esta moderación queda especialmente en evidencia si la contraponemos a otros tópicos sobre los que se pronunciaron como mujeres anarquistas, resaltando especialmente el de las libertades sexuales. Experiencias tan distantes como las de Emma Goldman en los Estados Unidos y las ácratas del Rio de La Plata comparten estos posicionamientos.
Desconocemos si unas supieron de la existencia de las otras, si fue así, no lo plasmaron en la letra. Para 1896-1897, momento en que La Voz de la Mujer se publica, Emma Goldman no era aún la famosa militante que fuera años después. Y aunque quizás Emma escuchó alguna vez hablar de Virginia Bolten y sus camaradas, lo que probablemente operó entre ellas fue una intertextualidad implícita. Es común escuchar, como parte del enamoramiento que produce el anarquismo y estas figuras en particular, la pregunta ¿las anarquistas locales citaban o se referenciaban con Emma? Apelando a la lógica temporal deberíamos esperar lo contrario, aunque independientemente de ello, este ejercicio nos sirva para pensar cuan internalizada tenemos la idea de que, en estas orillas, los y las anarquistas reprodujeron  lógicas e ideas traídas de otras latitudes. Revisitar estas experiencias, cruzarlas y contraponerlas puede ser un buen ejercicio para repensar también la circulación de las ideas. 
Si bien estas dos experiencias, plasmadas en publicaciones militantes, no agotan las posibilidades en que el antimilitarismo interpeló a las mujeres anarquistas o las maneras en que ellas se dieron a esta causa, consideramos que tanto Emma como Virginia son representantes elocuentes del movimiento al que representaban. Por otra parte, las posibilidades que tenemos como profesionales de la historia de recuperar el ideario ácrata encuentran limitaciones que en muchos casos solo pueden ser saldadas mediante sus propias publicaciones, especialmente cuando nuestra preocupación circunda mas allá de del patrón masculino de la historia. Luciana Anapios (2016) ha analizado las estrategias editoriales y el lugar de la prensa anarquista en el periodo de entreguerras, evidenciando el nivel y la importancia que tuvo esta estrategia comunicacional para los movimientos ácratas  locales. Caracterización, que con los matices pertinentes, puede reproducirse por lo menos para todos las zonas que recibieron fuertes flujos migratorios de origen europeo entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, incluidos los Estados Unidos.
Las reflexiones metodológicas de Susana Bandieri (2017) y Sandra Fernández (2017) sobre lo local y lo regional nos ayudan a pensar en estas nuevas necesidades de la historia del anarquismo, en este caso, la transnacionalidad. Las autoras postulan la necesidad de pensar una escala que permita seleccionar una cantidad y un tipo de información que haga posible presentar el problema a abordar. Una escala que nos permita trabajar las fuentes de manera exhaustiva, pero sin olvidar lo particular, lo contextual; y encontrando entre unos y otras relaciones que nos permitan construir un derrotero común para nuestro objeto de estudio.
Esta lógica, donde aparece la dimensión local y regional han sido gran aporte para recuperar experiencias particulares dentro de las dinámicas nacionales de la Historia. Recuperarlas se vuelve aun más interesante cuando vemos como ellas tienen a su vez dialogo internacional
Desde el análisis del discurso, como teoría y método, se postula que esta intertextualidad del discurso debe ser situado en el contexto de quien acciona y de quien recibe la acción, teniendo como finalidad analizar cómo se manifiestan a través del lenguaje las relaciones de poder (Fairclough, 1992). Como construcción, el discurso está condicionado y determinado por la existencia de textos previos y debe ser interpretado teniéndolos en cuenta (Kristeva, 1978: 190) Muchas veces estos discursos prexistentes aparecen de manera explícitas, pero otras veces y este es nuestro caso, será quien analiza quien deba descubrir estas marcas. Si la intertextualidad no es manifiesta habrá que descubrir en la coherencia del texto las referencias a otras voces con las que está dialogando (Fairclough, 1992).
Bolten, Goldman y el resto de las anarquistas contemporáneas compartieron un contexto en el que las mujeres estaban relegadas de la escena pública/política y una gran preocupación por desmontar esta situación. Como militantes anarquistas se nutrieron y se formaron en el desprecio a la explotación capitalista, a las religiones, al militarismo y cualquier forma de autoritarismo, incluida la estatal. Por ende no debe sorprendernos que hayan pensado y ejecutado formas de accionar tan similares.
Por otra parte, estas experiencias puntuales hacen posible no solo matizar el radicalismo de género que se construyó en torno a las mujeres anarquistas sino también cómo se dio el flujo de tendencias e ideas dentro del mismo movimiento ácrata. La Voz de la Mujer fue una experiencia pionera en el mundo libertario y el movimiento de mujeres. A diferencia de Mother Earth, fue realizada exclusivamente por mujeres, posición que les costó duras críticas a sus hacedoras. Ellas creyeron que la única manera de hacer oír su voz era separándose de sus compañeros de ideas (aunque, en la actualidad, algunas autoras están comenzando a analizar la posibilidad de que ciertos seudónimos en la La Voz de la Mujer escondan, en realidad, identidades masculinas). 
Dilucidar los motivos que expliquen dicho posicionamiento frente al militarismo es aún una tarea pendiente. Por ahora podemos solo hipotetizar ante ellas y cavilar ante nuestros propios interrogantes. Este maternalismo desde la que se posicionaron las mujeres anarquistas ¿fue su propia postura ante la cuestión? ¿Fue la maternidad el lugar que como mujeres encontraron para hacer oír sus proclamas sobre una temática, el militarismo y la guerra, que siempre ha sido de varones? ¿Fue una postura que consideraron conveniente y estratégica a la hora de sensibilizar y movilizar a otras anarquistas y las mujeres en general?

NOTAS

1 En septiembre de 1915, en Zimmerwald, Suiza, se reunieron los socialistas disconformes con la actitud que muchos de sus camaradas de ideas habían tomado en los diferentes países. Entre ellos estaban Trotsky y Lenin, había además representantes de los demás países beligerantes, un total de 42. Los congresales se separaban en este acto de sus partidos y de sus antiguos camaradas a los que denominaron peyorativamente social-patriotas, y por ende traidores al internacionalismo y a la Segunda Internacional.

2 Kropotkin, Piotr, “Carta a Steffen”, octubre de 1914, publicada en el periódico anarquista Freedom. Gustav Steffen era un profesor sueco que había indagado a Kropotkin sobre su posicionamiento ante la guerra; “Carta a Elías Jiménez Rojas y los compañeros de Costa Rica”, 30.10.1914. Rojas era un militante y colaborador de la prensa anarquista de Costa Rica que también pregunta a Kropotkin por su posición ante la guerra (tomado de Kropotkin, 2015: 28).

3 “Manifiesto de la Internacional Anarquista sobre la guerra”, Mother Earth, Estados Unidos, 3.05.1915.Tomado de Ante la Guerra, el movimiento anarquista y la matanza mundial 1914-1918 (2015), España, Diaclasa. Los treinta y seis firmas al pie del documento fueron Léonard D. Abbott, Alexander Berckmann, L. Bertoni, L. Bersani, G. Bernard, A. Bernardo, G. Barrett, E. Boudot, A. Gazitta, Joseph J. Cohen, Henrry Combes, Nestor Ciele van Diepen, F. W. Dunn, Ch. Frigerio, Emma Goldman, V. García, Hippolyte Havel, T. H. Keell, Harry Kelly, J. Lemarie, E. Malatesta, H. Marques, F. Domela Nieuwenhuis, Noel Panavich, E. Recchioni, G. Rijuders, I. Rochtchine, A. Savioli, A. Schapiro, William Shatoff, V. J. C. Schermerhorn, C. Trombetti, P. Vallina, G. Vignati, Lillian G. Wolf, S. Yanosky.

4 Manifiesto de los Dieciséis, 28.02.1916 (tomado de Kropotkin, 2015: 101).

5 En muchas oportunidades las mujeres han sacado a relucir su papel de madres, esposas o novias, o sea los lugares tradicionalmente otorgados por la sociedad patriarcal como estrategia política, ya que este lugar las posiciona como figuras relevantes en un contexto en el que, como sujetas políticas, carecían de relevancia. Un trabajo pionero en esta materia y que utilizaremos en adelante cuando veamos el caso argentino es el de Nari (2005).

6 Mother Earth, Nueva York, junio 1917. Ésta y muchas de las notas de Mother Earth fueron compiladas por Glassgold (2005).

7 Sobre la leyes de Reclutamiento, Sedición y Espionaje ver: Enciso y Saúl (2010), Morison et al. (1993), Flynn (1998) y Keith (2001).

8 Mother Earth, Nueva York, diciembre de 1915. También fue publicado posteriormente como folleto, práctica común de la prensa anarquista. Traducción al castellano publicada en Ante la Guerra…, op. cit., compilación de documentos sin autor.

9 Sobre Virginia Bolten, ver Prieto et al. (2013-14).

10 La Voz de la Mujer, Buenos Aires, 27.03.1986.

11 La Voz de la Mujer, Buenos Aires, 27.03.1986.

12 La Voz de la Mujer, Buenos Aires, 27.03.1986.

13 La Voz de la Mujer, Buenos Aires, 14.11.1986.

14 La Voz de la Mujer, Buenos Aires, 31.01.1986.

15 La Voz de la Mujer, Buenos Aires, 31.01.1986.

BIBLIOGRAFIA

Anapios, Luciana (2016): “Prensa y estrategias editoriales del movimiento anarquista en la Argentina de entreguerras”, Anuario del Instituto de Historia Argentina, La Plata, 16, 2, pp. 1-20.

Anderson, Perry (2002): “Internacionalismo: un breviario”, New Left Review, 14, pp. 5-24.

Ardanaz, Eleonora (2007): “Madres de rojo y negro: cambios en las representaciones acerca de la maternidad en el discurso anarquista argentino”. Ponencia presentada en las II Jornadas Hum.H.A., Bahía Blanca. Disponible en [http://repositoriodigital.uns.edu.ar/bitstream/123456789/3513/1/Ardanaz%2c%20Eleonora.%20Madres%20de.pdf].

Azevedo, Cecilia (2007): “Amando de olhos abertos: Emma Goldman e o dissenso político nos EUA”, Varia Historia, Belo Horizonte, 23, 38, pp. 350-367.

Azia, Claudio (2011): “El paradigma del soldado”. Ponencia presentada en el IV Coloquio Internacional sobre Estudios de los Varones y Masculinidades, Montevideo.

Bandieri, Susana (2017): “La perspectiva regional y local. Un camino posible para una historia argentina renovada. Quinto Sol”, Quinto Sol, La Pampa, 22, 3, pp. 1-12.

Fernández, Sandra (2017): “La historia regional y local, y las escalas de investigación. Un contrapunto para pensar sobre desafíos historiográficos”, Quinto Sol, La Pampa, 22, 3, pp. 13-20.

Barrancos, Dora (2016): “Feminismos entre la paz y la guerra”, La Aljaba, La Pampa, XX, pp. 19-33.

Bellucci, Mabel (1994): “De la pluma a la imprenta”. En Fletcher, L. (Comp.), Mujer y cultura en la argentina del siglo XIX, Buenos Aires, Feminaria editora, pp. 252-262.

Bosch Fiol, Esperanza y Ferrer Pérez, Victoria (2013): “Mujeres en escenarios bélicos: el caso de Emma Goldman”, La ventana, Guadalajara, 4, 37, pp. 210-230.

Campione, Daniel (2005): ¿Partido revolucionario o partido de gobierno? La fundación del Partido Socialista Internacional. En H. Camarero y C. Herrera (Eds.), Partido Socialista en la Argentina. Sociedad, política e ideas a través de un siglo (pp. 145-158), Buenos Aires, Prometeo.         [ Links ]

Campione, Daniel (2001): “La formación del Partido Socialista Internacional. Hacia la ruptura”, Razón y Revolución, Buenos Aires, 7, pp. 1-27. Disponible en [http://razonyrevolucion.org/textos/revryr/luchadeclases/ryr7Campione.pdf].

Carulla, Juan Emilio (1918): La Paz Futura. Opiniones de algunos grandes pensadores revolucionarios, Buenos Aires, B. Fueyo.         [ Links ]

Cockburn, Cynthia (2003): “Militarismos, Fundamentalismos y Nacionalismos”. Contribución al Panel de Apertura del Encuentro Internacional de Mujeres contra la Guerra, Bogotá. Disponible en Recuperado de [http://www.rutapacifica.org.co/nuevo_sitio/ponencia_cynthia.htm].

Cockburn, Cynthia y Zarkov, Dubravka [Eds.] (2002): The Postwar Moment: Militaries, Masculinities and International Peacekeeping, London, Lawrence and Wishart.         [ Links ]

Chiocchetti, Magalí (2007): “La Vanguardia y La Primera Guerra Mundial. Una construcción y confrontación de identidades políticas”, Cuadernos de H ideas, La Plata, 1, 1, pp. 54-69. Disponible en  [https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/cps/article/view/1363/1820].

Drinnon, Richard (1965): Rebelde en el paraíso Yanqui, Buenos Aires, Proyección.         [ Links ]

Echezarreta, Diego y Yaverovski, Alejandro (2014): “El anarquismo argentino y la Gran Guerra”, Política y cultura, Buenos Aires, 42, pp. 125-153.

Enciso, Alanis y Saúl, Fernando (2010): “«Vámonos pa’ México». La comunidad mexicana en Estados Unidos y la conscripción militar durante la primera guerra mundial, 1917-1918”, Historia Mexicana, México DF, LX, 2, pp. 897-960.

Fairclough, Norman (1992): Discourse and Social Change, Cambridge, Polity Press.         [ Links ]

Fernández Cordero, Laura (2007): “Amor y sexualidad en las publicaciones anarquistas (Argentina 1890-1930)”, Entrepasados. Revista de Historia, Buenos Aires, 32, pp. 59-75.

Flynn, George Q. (1998): “Conscription and Equity in Western Democracies, 1940-75”, Journal of Contemporary History, London, 33, 1, pp. 5-20.

Keith, Jeanette (2001): “The Politics of Southern Draft Resistance, 1917-1918: Class, Race, and Conscription in the Rural South”, The Journal of American History, Oxford, 87, 4, pp. 1335-1361.

Garrido, Beatriz (2007): “Revisitando a Emma Goldman: notas sobre su contribución a la construcción de una historia feminista del género”, Temas de Mujeres, Tucumán, 3, pp. 67-86.

Glassgold, Peter (2005): Anarchy! An Anthology of Emma Goldman’s Mother Earth, Counterpoint, California.

Godio, Julio (1988): El Movimiento Obrero Argentino (1910-1930). Socialismo, sindicalismo y comunismo, Buenos Aires, Legasa.         [ Links ]

Goldman, Emma (1995): Viviendo mi vida, Vol. I, España, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo.         [ Links ]

Kristeva, Julia (1978) Semiótica, Vol. 1, Madrid. Fundamentos.         [ Links ]

Kropotkin, Piotr (2015): Ante la Guerra, el movimiento anarquista y la matanza mundial 1914-1918, Madrid, Diaclasa.         [ Links ]

Ledesma Prietto, Nadia (2017): “Anarquismo(s) y feminismo(s). Reflexiones a partir de las intervenciones de las mujeres anarquistas, Buenos Aires (1896-1947)”, Revista Izquierdas, Santiago de Chile, 34, pp. 105-124.

Lobato, Mirta (2005): Palabras proletarias, utopías, derechos y ciudadanía en la prensa gremial del Río de la Plata (1890-1955), Buenos Aires, Flacso.         [ Links ]

Manzoni, Gisela (2018): “Contra los arrastra sables… Militarismo y antimilitarismo en los comienzos de la Argentina moderna”, Avances del Cesor, Rosario, 15, 19, pp. 77-100.

Manzoni, Gisela (2014): “Antimilitarismo y antifascismo: particularidades de la intervención pública de las anarquistas argentinas”, Cuadernos del Sur - Historia, Bahía Blanca, 41, pp. 189-213.

Molyneux, Maxine (1997): “Ni Dios, Ni Patrón, Ni Marido. Feminismo Anarquista en la Argentina del siglo XIX”. En La Voz de la Mujer, periódico Comunista-Anárquico, 1896-1897, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes.

Morison, Samuel E.; Steele Commager, Henry y Leuchtenburg, William (1993): Breve historia de los Estados Unidos, México, Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

Nari, Marcela y Feijoo, María del Carmen (1994): “Imaginando las/los lectores de La Voz de la Mujer”. En Fletcher, L. (Comp.), Cultura y Mujeres en el siglo XIX, Buenos Aires, Feminaria, pp. 276-284.

Nari, Marcela (2005): Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires (1890-1940), Buenos Aires, Biblos.         [ Links ]

Núñez Florencio, Rafael (1990): Militarismo y Antimilitarismo en España (1888-1906), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.         [ Links ]

Offen, Karen (2015): Feminismo europeos, 1700-1950. Una Historia Política, Madrid, Akal.         [ Links ]

Offen, Karen (1991): “Definir el feminismo: Un análisis histórico comparativo”, Historia Social, Valencia, 9, pp. 103-135.

Prieto, Agustina; Fernández Cordero, Laura y Muñoz, Pascual (2013-14): “Tras los pasos de Virginia Bolten”, Políticas de la Memoria, Buenos Aires, 14, pp. 209-219.

Scott, Joan (1990): “El género: una categoría útil para el análisis histórico”. En Amelang, J. y Nash, M. (Eds.), Historia y género: las mujeres en la Europa moderna y contemporánea, Valencia, Alfons el Magnanim, pp. 23-56.

Vasallo, Alejandra (2008): “Políticas de género en la revolución social de fines del siglo XIX”. En Bravo, M. C.; Gil Lozano, F. y Pita, V. (Comps.), Historias de luchas, resistencias y representaciones. Mujeres en la Argentina, siglos XIX y XX, Tucumán, EDUNT.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons