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Travesía (San Miguel de Tucumán)

versión On-line ISSN 2314-2707

Travesía (San Miguel de Tucumán) vol.20 no.2 San Miguel de Tucumán dic. 2018

 

RESEÑAS

Lichtmajer, Leandro (2016): Derrota y reconstrucción. El radicalismo tucumano frente al peronismo 1943-1955, Sáenz Peña (Buenos Aires), Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, 272 páginas.

 

En los últimos años aparecieron numerosas publicaciones que, desde las más diversas perspectivas y abordajes, se dedicaron a desentrañar los orígenes y la organización de los partidos políticos en Argentina. En esa trama historiográfica sobresalen los estudios dedicados al Partido Peronista y, en menor medida, los dedicados a analizar la trayectoria de los partidos opositores entre 1943 y 1955. En este contexto de preocupaciones, Leandro Lichtmajer se propuso subsanar este vacío, y para ello, reconstruyó la historia del radicalismo en un espacio específico como la provincia de Tucumán.
El libro –una versión corregida de su tesis doctoral defendida en 2012 en la Universidad Nacional de Tucumán– se divide en cinco capítulos. En el primero, titulado “Fragmentación y desalojo del poder 1939-1943”, el autor repasa la trayectoria del radicalismo tucumano desde mediados de la década de 1930 hasta el golpe de Estado de 1943. La dirigencia provincial de la Unión Cívica Radical –que había conducido los destinos de la provincia desde 1917– desafió a la cúpula nacional al no acatar la abstención electoral, decisión que conllevó su temprana incorporación al sistema electoral en diciembre de 1934. Esta postura arraigaba en la impronta antipersonalista de la UCR tucumana y fue gestada en la arena de conflictos en torno a la actividad azucarera, el corazón económico de la provincia. Así, el autor advierte cómo la fracción “Concurrencista” tuvo gran arraigo en el electorado en estos años y fue beneficiada por una estructura partidaria densamente arraigada a nivel departamental y local. Por otro lado, el capítulo destaca el rol de propietarios, directores y administradores de los ingenios azucareros, actores vitales en la construcción política de la UCR, y analiza cómo entre fines de la década de 1930 y principios de la siguiente este liderazgo industrial fue cuestionado y provocó el surgimiento de sectores disidentes (UCR Frente Popular, UCR Casa Radical y UCR Tradicionalista). En la coyuntura de las elecciones ejecutivas de 1942, los cambios en el mapa político nacional, sumados a la fragmentación del radicalismo provincial, posibilitaron la victoria del Partido Demócrata Nacional. De esta forma, las elecciones y la posterior intervención federal a la provinia generaron un ciclo de desplazamiento del poder del radicalismo tucumano, previo al golpe de Estado de 1943.
En el segundo capítulo, “Conflictividad interna y retracción 1944- 1946”, se describe el complejo clima político y social derivado del golpe del ‘43, frente al cual los radicales adoptaron una posición expectante. Asimismo, se analizan las repercusiones del mismo en las diferentes fracciones radicales, posturas vinculadas al lugar que ocupaban en la estructura de poder partidario. La llegada del interventor Alberto Baldrich a Tucumán tiñó la escena provincial de un clima de regeneración política y moral donde los partidos –especialmente el radicalismo– fueron acusados de diversos hechos de corrupción destinados
a deslegitimarlos y desprestigiarlos. Pese a la utilización de mecanismos informales de expresión, en un contexto de prohibición de los partidos, la situación del radicalismo provincial se mantuvo en un clima de indefinición que persistió hasta noviembre de 1945. En un clima político signado por la oposición al gobierno nacional, Lichtmajer explora la renovación de los cuadros dirigentes y analiza cómo las tareas de reinscripción, la participación en las elecciones internas y la constitución de centros, comités y subcomités no pudo revertir la sensible retracción de afiliados. En Tucumán, como en otros espacios, esta situación fue inescindible del proceso de transformación social y económica derivado de las políticas impulsadas por el gobierno de facto, capitalizadas por la figura de Juan D. Perón, mismas que generaron profundas adhesiones en el sector obrero y cuyo ejemplo más visible fue la creación de la Federación Obrera Tucumana de la Industria del Azúcar (FOTIA). En el capítulo se estudian las dificultades del radicalismo para asimilar las implicancias de ese novel movimiento, situación que se sumó a las divisiones partidarias internas e incidió en la dura derrota electoral frente al emergente peronismo.
En el tercer capítulo, “La desarticulación del partido, 1946-1948”, el autor indaga en el período inaugurado con el acceso de Perón a la presidencia y el amplio triunfo que alcanzó en Tucumán la fórmula peronista. De esta forma, la derrota sufrida por los radicales redujo su poder, profundizó la crisis partidaria y conllevó a una etapa de cierta parálisis e introspección que prevaleció hasta 1948. En este marco, los cuadros juveniles introdujeron cierto dinamismo a la estructura partidaria –destacándose, entre ellos, la figura de Celestino Gelsi–, reformulación que se conjugó con el repliegue de los industriales azucareros y el afianzamiento de la tendencia intransigente en el radicalismo tucumano. Por otro lado, el capítulo estudia la relación moderada y de colaboración con el oficialismo por la cual optaron los radicales. Las elecciones de renovación legislativa y de autoridades municipales celebradas en marzo de 1948 significaron un nuevo revés para el radicalismo tucumano, al mermar nuevamente el porcentaje de votos obtenidos. Este esquema de retracción del entramado organizativo, de precariedad material, escasez de recursos financieros y de transformación de las tendencias y liderazgos internos, llevó a las fuerzas radicales a redefinir estrategias y discursos en la búsqueda de su supervivencia como partido.
En el capítulo cuatro, “Recuperar la iniciativa 1949-1952”, se describe el clima de conflictividad entre el gobierno y la oposición. En este contexto de preocupaciones, se analiza la gravitación de la restricción de espacios institucionales de poder para los partidos, las modificaciones al Estatuto de Partidos Políticos, la reforma constitucional y los cambios en la ley electoral. En esta particular coyuntura, el radicalismo intentó capitalizar en su favor la crisis económica que afectó a la industria azucarera tucumana y las huelgas obreras que tensaron las relaciones de la FOTIA con el gobierno. Asimismo, el autor explora cómo en las elecciones a gobernador de 1950 los radicales tucumanos pudieron recuperar algo del terreno perdido y consolidarse como el principal partido de oposición. En ello tuvo que ver la utilización de un discurso más desafiante y la apelación a los actores sociales descontentos con el gobierno. Los cambios que atravesó el partido en la etapa previa –el mayor control de los candidatos, el robustecimiento del plantel legislativo, la aplicación de dispositivos para obtener recursos, la depuración de los Comités Departamentales, rebautizados como Juntas Departamentales, el endurecimiento de la disciplina partidaria– impactaron en su situación material y financiera y, progresivamente, se empezó a revertir la acuciante situación previa. Como lo señala Lichtmajer, los nuevos planteles dirigentes carecían de trayectorias de peso anteriores a 1943 y si bien a nivel barrial hubo expresiones de incremento de la actividad partidaria, no se llegó a doblegar al peronismo en las urnas.
En el quinto y último capítulo, “Respuestas frente al declive del peronismo 1953-1955”, se estudia la actuación del radicalismo tucumano durante la última etapa del gobierno peronista. Tras conseguir su reelección, el presidente reforzó el control de la disidencia política, por lo que el dilema que se les presentó a los partidos opositores –como el radicalismo– fue subsistir en los reducidos espacios institucionales o bien alentar acciones conspirativas. Para entonces, el radicalismo intransigente se veía surcado por divisiones regionales: el balbinismo-frondizismo y los sabattinistas, observándose en Tucumán un alineamiento con los primeros. Este capítulo explora cómo entre 1953 y 1955 en las elecciones internas, el radicalismo tucumano mantuvo la impronta intransigente y, favorecido por la constatación de que era la principal expresión opositora, mostró un incremento en el número de afiliados. En la virulenta contienda entre el gobierno y la Iglesia Católica desatada desde fines de 1954, el radicalismo tucumano ensayó algunas apelaciones a los sectores católicos, rechazando la ley del divorcio o la separación de la Iglesia y Estado. Sin embargo, el autor advierte que en la provincia no se iniciaron acciones conjuntas entre miembros de la jerarquía eclesiástica y los laicos y los dirigentes del radicalismo. Si bien los radicales apoyaron el golpe de Estado contra el gobierno de Perón, la participación de afiliados en actividades conspirativas no fue significativa, limitándose al núcleo de dirigentes de filiación sabattinista-unionista, que participó activamente ocupando cargos en el nuevo gobierno, mientras que la cúpula se identificó con un antiperonismo algo más tolerante. Las divergencias internas no tardaron en conformar visiones contrapuestas sobre el rumbo posterior, lo que ya dejaba entrever nuevas fracturas en el radicalismo.
En síntesis, consideramos que Derrota y reconstrucción… es un libro necesario para el lector interesado en la historia política argentina por varias razones. En primer lugar, reconstruye de forma minuciosa la trayectoria del radicalismo tucumano en uno de los periodos más complejos de su historia, abonando así a un campo de estudios que aún precisa de nuevas contribuciones. En segundo lugar, destacamos el excelente análisis de fuentes del período –documentos del partido, prensa provincial, testimonios orales, entre otras–. Este esfuerzo empírico y analítico permite conocer más acerca de los posicionamientos, conflictos, redefiniciones en el discurso, cambios en la organización interna, surgimiento de nuevos liderazgos y diversas formas en que el radicalismo expresó su oposición al peronismo, pero también permite aprehender el funcionamiento general de la política y las transformaciones que atravesó la sociedad tucumana en esos años. Para finalizar, subrayamos cómo el autor trabaja de manera articulada las escalas de análisis provincial y local que, lejos de atisbos “localistas”, dialoga permanentemente con la dimensión nacional, aportando una visión integradora de la historia de los partidos políticos en general y de la UCR en particular.

Mayra Maggio
Universidad Nacional del Nordeste

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