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Relaciones internacionales

versión On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.25 no.51 La Plata dic. 2016

 

LECTURAS

Carlos Escudé. Neomodernismo. Filosofía de las jerarquías. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Lumiere, 2016

Leandro Sanchez (CeRPI, IRI, UNLP)

Como marca la contratapa de Neomodernismo. Filosofía de las jerarquías, antagonista de toda convención de corrección política, el autor no intenta seducir a sus lectores mediante frases amables, sino interpelar su posición de sujeto situado en este mundo. Este libro resume su trayectoria.
El ensayo está estructurado en tres secciones. La primera aborda la jerarquía entre las culturas humanas, a partir de lo que el autor encierra en una matriz que denomina neomodernista. La segunda, tiene como unidad de análisis los Estados a los cuales extrapola lo elaborado en la primera sección y que, según Escudé, son producto del realismo periférico que él mismo viene trabajando desde 1989. Finalmente, alcanza un nivel de abstracción mayor tratando la jerarquía entre Dios y su creatura. El autor parte de considerar que el conflicto global actual se asemeja mucho a lo que Samuel Huntington profetizó ya en 1993, pero que no se trata, sin embargo, de un auténtico choque de civilizaciones, sino de un conflicto entre concepciones opuestas acerca de lo que debe ser la relación entre el individuo, el Estado, y el ámbito de lo cultural y lo religioso. Un choque de cosmovisiones que se produce en dos dimensiones interrelacionadas: en el interior de Occidente, por una parte, y entre el Occidente liberal-secular y el extremismo islámico, por la otra.
Ello lo lleva a formalizar una díada de proposiciones contrapuestas respecto a la dimensión intraoccidental: "Si todos los seres humanos poseen un mismo conjunto de derechos emanados de su condición de individuos, entonces todas las culturas no son moralmente equivalentes, porque hay culturas que no reconocen, ni siquiera en principio, la vigencia de tales derechos" (que denomina Proposición A)."Si por el contrario, todas las culturas son moralmente equivalentes, entonces todos los individuos no están dotados de los mismos derechos humanos, porque hay culturas que adjudican a algunos hombres más derechos que a otros hombres y mujeres (que denomina Proposición B)." Estas sintetizan una cosmovisión y su conflicto con una concepción opuesta, una tensión lógica entre dos grandes axiomas, ambos de origen occidental, acerca de cuál es el sujeto de derecho que debe prevalecer como razón-de-ser del orden político: el individuo o las macro-culturas. El primer enunciado es universalista, individualista y liberal, propio de la modernidad. Mientras que el segundo se basa en el "relativismo cultural" y representa el espíritu postmoderno del multiculturalismo. Según Escudé existen alternativas lógicas a estas dos posturas (no suman más de siete) y todas están potencialmente en conflicto entre sí.
El universalismo puede ser individualista y liberal, como en el caso de la Proposición A, o colectivista e historicista. Esta díada de conflicto entre dos universalismos opuestos fue la fuente de la Guerra Fría. El punto, es que complementariamente a estas concepciones universalistas, pero opuestas entre sí, existe un conjunto de cuatro concepciones jerárquicas y particularistas y que todas las doctrinas derivadas de postulados particularistas son absolutistas. El planteo del autor es que es posible dar por válida la primera afirmación (Proposición A) o la segunda (Proposición B), pero ambas no pueden ser válidas. Por lo que no sería posible demostrar que representen la "verdad", pero sí que ambas no pueden ser válidas. Y esta conclusión está más allá del relativismo y la construcción social afirma Escudé. La guerra actual, plantea, es contra las fracciones terroristas y fundamentalistas fanáticas de aquellas culturas y subculturas que niegan la Proposición A y anhelan aniquilar a quienes la defienden. Para Escudé, si dicha guerra escalara hasta abarcar la totalidad de los enemigos de ésta, incluyendo a los relativistas de la Proposición B como también a los fundamentalistas religiosos fanáticos que niegan los derechos fundamentales del hombre, comprometería al planeta entero. Esta guerra apoca sería simultáneamente civil y global.
La premisa con que el autor elabora el argumento que da sentido a su trabajo tiene nombre y apellido realismo filosófico y su instrumento es la lógica. Ahora, dos cosas son decibles de la forma elegida por el autor. Por un lado, que la razón naturalista o realista sirve siempre y cuando su objeto de conocimiento sea cosa; por ejemplo, el movimiento de los astros. Pero si se pretende abordar el tema de la vida humana con esos mismos cálculos (los del naturalismo físicomatemático), se está imaginando una continuidad entre dos objetos de conocimiento, como si al tratar de la vida humana se estuviera investigando una naturaleza. Por otro lado, la Lógica de Aristóteles fue considerada como el "instrumento" de todas las ciencias. Sólo Bacon, en el ámbito de las ciencias experimentales, trató de sustituir tal instrumento por otro (el novumorganum, es decir, la inducción).
Pues bien, para Descartes la lógica aristotélica presenta una insuficiencia radical: con ella jamás se podrá llegar a descubrir nuevas verdades; en efecto, un silogismo sólo es correcto cuando la conclusión no va más allá de lo que dicen las premisas, es decir, cuando la conclusión se limita a explicitar lo que de modo implícito se halla contenido en las premisas. Estos últimos comentarios cobran sentido porque sobre las premisas lógicas que propone el autor construyen el argumento de que hay y debe haber superior e inferior, que ciertas civilizaciones (cultura occidental) valen más que otras, que hay Estados que mandan legítimamente sobre otros, estableciendo las reglas del juego del orden mundial (porque tienen el poder de destruir el mundo), y por sobre todos los órdenes está Dios, que manda sobre sus creaturas. Neomodernismo. Filosofía de las jerarquías es un libro que incomoda e invita a ser transitado con la mayor amplitud analítica y moral posible. El autor no pretende agradar pero sí despertar el mayor grado de lectura crítica posible.

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