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Relaciones internacionales

versión On-line ISSN 2314-2766

Relac. int. vol.26 no.53 La Plata dic. 2017

 

LECTURAS

ISIS: A history

Fawas Gerges

Princeton University Press: Princeton and Oxford. 2016

El trabajo de Fawaz Gerges sobre el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) permite echar luz sobre las condiciones de posibilidad de emergencia de los movimientos que conforman la matriz salafista-jihadista, así como sobre las características de los mismos y la naturaleza de los lazos que establecen entre ellos. ISIS: A history es el fruto de una inves- tigación en colaboración con doctorandos de la London School of Economics, basada en relatos de primera mano de periodistas árabes y occidentales, activistas y observadores de la escena iraquí y siria, así como en reportes producidos por el Syrian Observatory for Human Rights, el International Crisis Group, Amnesty International y Human Rights Watch. El principal argumento de Gerges es que, entre los factores que permiten el desarrollo de ISIS, se destaca la fragilidad del sistema estatal árabe cuya consecuencia es la pro- fundización de los clivajes ideológicos, comunales y étnicos en el Medio Oriente. De este modo, la amenaza que representa ISIS descansa menos en su propia fuerza que en la fragi- lidad del sistema de Estados en el mundo árabe. Los Estados árabes han fracasado en la instalación de mecanismos de representación de los intereses de sus ciudadanos y de construcción de cohesión social a través de una identidad nacional integradora. Por el contrario, han tendido a inclinarse hacia la corrupción, la coerción y la tiranía, destruyendo las relaciones entre el Estado y la sociedad. ISIS propone un espacio alternativo al Estado nacional y concreta esta representación mediante la conquista territorial, dando forma a un proto-estado con un territorio tan extenso como el del Reino Unido, habitado por entre seis y nueve millones de personas. ISIS irrumpe en la configuración del mapa político me- so-oriental, negando las fronteras establecidas y la propia lógica del Estado nación. La utopía de construcción del califato supone el borramiento de estas fronteras y la negación de la existencia de los Estados establecidos. ISIS ha ocupado territorio correspondiente a Irak y Siria y, en su narrativa, anuncia su extensión más allá de estos países. A diferencia del resto de los movimientos salafistas-jihadistas, ISIS ha concretado la ocupación de terri- torio y establecido un sistema de organización de la población y explotación y comerciali- zación de los recursos naturales, lo que le permite gozar de fuentes de financiamiento como impuestos, multas, petróleo, gas y bienes agrícolas, así como secuestros, tráfico de drogas y, en menor medida, donaciones desde el exterior. A la vez, ha establecido un sis- tema de control y vigilancia de la población así como de administración, estableciendo una burocracia y ocupándose de servicios básicos como suministro de agua y electricidad, administración de escuelas, policía, recolección de basura, sistema de justicia, hospitales, etc. En este sentido, constituye un fenómeno novedoso.
El califato, tal la denominación que ISIS da al territorio bajo su soberanía, es, por un lado, una realidad material expresada en su población, sus recursos y las necesidades de administración que conlleva. Por otro lado, es una condensación de significados que remi- ten a una matriz mesiánica desde la cual se anuncia la revitalización del mundo islámico. Remite a mesianismos que le han antecedido, al menos en la disponibilidad de condiciones políticas de realización, como el panarabismo. Mesianismos que se nutrieron de la memo- ria histórica de la colonización, donde los acuerdos Sykes-Picot vendrían a expresar una empresa colonial de desmembramiento del mundo árabe. ISIS expresa esta utopía de integración territorial en un lenguaje religioso y étnico. Más que la integración de los mu- sulmanes, es la identidad pansunita la que ISIS proclama. Al centrarse en la regeneración de los sunitas, el discurso de ISIS se ancla en la reproducción y afianzamiento de categorías étnicas que funcionan como criterios de diferenciación de la Umma, en especial la dico- tomía sunita-shiíta.
Aquí llegamos a uno de los puntos fundamentales del trabajo de Gerges, relativo a cómo la construcción de la visión del mundo de los activistas de ISIS actualiza los marcos étnicos desde los cuales se definen las categorías de sunita y shiíta. Esta categorización le permite a ISIS diferenciar entre el "enemigo cercano" y el "enemigo lejano". El primero es fundamentalmente el shiísmo, junto a los gobiernos árabes tanto sunitas como shiítas. El segundo corresponde a los Estados Unidos, Europa y los judíos-Israel. Aquí observamos una de las principales distinciones entre ISIS y al-Qaeda. Mientras el segundo colocaba el foco sobre el enemigo lejano, ISIS considera que la construcción del Estado islámico es un objetivo anterior a la yihad contra el enemigo lejano y una condición del triunfo sobre este. No obstante, Gerges sostiene que la distinción entre los dos enemigos parece haber- se relativizado en los últimos tiempos. En efecto, en la medida en que ISIS ha sufrido un retroceso en su proyecto de consolidación del califato, sus prácticas se han volcado hacia la producción de terror en Occidente. Esto se relaciona con las estrategias de proyección de una imagen de sí por parte del movimiento. ISIS construye su legitimidad a través de una demostración de fuerza, retratándose como movimiento invencible. Esta imagen de sí requiere de su actualización y corroboración a través de nuevas victorias en el terreno militar, mientras que las derrotas conllevan una potencial puesta en cuestión de la misma. Así, ante la pérdida de territorio, ISIS se inclina hacia las prácticas de terror sobre el ene- migo lejano, se modo tal de mantener la imagen de sí proyectada. El terror, como teatrali- zación del poder, se constituye en una de las principales prácticas de construcción de una imagen de sí y de legitimidad ante los ojos de sus activistas actuales y potenciales.
En relación a la reafirmación de los marcos étnicos, Gerges da cuenta de cómo la in- vasión estadounidense a Irak en 2003 reforzó, mediante la destrucción de las instituciones del Estado baathista, las divisiones étnicas y religiosas en la población. A esto debe agre- garse la incapacidad del Estado iraquí posterior a la invasión estadounidense de articular una identidad nacional integradora y superadora de las divisiones étnicas. En este sentido, la división entre sunitas y shiítas no es un dato previo que permite explicar las dinámicas identitarias y políticas del Medio Oriente. Más bien, se trata de indagar en cuáles son los factores que reactualizan la disponibilidad de marcos étnicos en la construcción de las visiones el mundo que alimentan, a su vez, a movimientos de las características de ISIS. Aquí, son las políticas del Estado, entendido como un espacio dotado de la capacidad de imponer clasificaciones, las que adquieren relevancia en la comprensión del fenómeno. El Estado iraquí, al llevar a cabo una estrategia de des-baathización, produjo las condiciones de posibilidad, entre la población sunita, de la construcción de una representación de sí como sector marginado, discriminado y debilitado frente al mundo shiíta. El marco étnico, a la vez, es actualizado a través de las prácticas de actores estatales inmersos en luchas de poder dentro del Medio Oriente. Así, los conflictos entre Arabia Saudita e Irán son enmar- cados de acuerdo a clasificaciones étnicas (Arabia Saudita sunita versus Irán shiíta), lo que permite a ISIS obtener capital social y material del mundo sunita al enmarcar sus prácticas dentro de las mismas categorías. La ocupación de Irak por parte de los Estados Unidos fue percibida, por parte de sectores de la población sunita, como un modo de construcción del predominio iraní -es decir, shiíta- sobre Irak. ISIS reprodujo un discurso montado sobre esta representación, lo que le permitió reclutar activistas entre la población sunita. ISIS, a la vez, se nutrió con la incorporación de ex oficiales del ejército baathista, que habían perdido su posición social tras la des-baathización del Estado iraquí. No se trata, afirma Gerges, de sustentar la hipótesis del control baathista de ISIS, sino de observar cómo la disponibilidad de estos recursos humanos permitieron la consolidación de ISIS en el terre- no militar.
Las protestas en Siria, enmarcadas en el movimiento más amplio de la Primavera árabe, fueron respondidas de manera violenta por el Estado, lo que generó un corrimiento de la protesta pacífica hacia la protesta expresada en las armas y el lenguaje del islamismo radical. Al igual que en Irak, se generó un terreno propicio al surgimiento de grupos arma- dos que se definieron a sí mismos como defensores de los sunitas perseguidos por régi- men alawita de Assad, reactivando así los marcos étnicos de definición de la situación. Entre ellos, el movimiento al-Nusra surgió como extensión de al-Qaeda en Irak, logrando considerables avances en territorio sirio. La divulgación, por parte del líder de ISIS, Abu Bakr al-Baghdadi, de las conexiones entre al-Nusra y el Estado Islámico de Irak, así como la proclamación, por parte de Baghdadi, de la disolución de ambos movimientos y su unifica- ción en el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), condujo al estallido de un conflicto entre al- Nusra e ISIS que se saldó con la ocupación, por parte de este último, de territorios sirios, situación que permitió a la organización dotarse de importantes recursos. A la vez, el con- flicto entre ISIS y al-Nusra le permite a Gerges profundizar en la compleja trama de rela- ciones que se establecen entre los diversos grupos islámicos.
La relación con al-Qaeda constituye otro de los puntos centrales del libro. Gerges describe las lógicas de relacionamiento de los diferentes grupos que conforman el univer- so salafista-jihadista, basada en lazos construidos sobre juramentos de lealtad de unos líderes hacia otros, lazos que se presentan frágiles en la medida en que estos juramentos pueden ser violados de acuerdo a las cambiantes relaciones de poder entre dichos líderes y los movimientos que lideran. La guerra desatada por los Estados Unidos contra los ta- libán en Afganistán debilitó a al-Qaeda Central, lo que permitió a Abu Musab al-Zarkawi, líder del antecesor de ISIS, al-Qaeda en Irak, llevar a cabo su propia agenda más allá de los reparos de los líderes de al-Qaeda Central. En este sentido, no es la muerte de Bin Laden, seguida del débil liderazgo de Zawahiri, la que conlleva el eclipse de al-Qaeda Central y las condiciones de posibilidad de un mayor grado de independencia de al-Qaeda en Irak, sino que la crisis del monopolio de la primera sobre el movimiento salafista-jihadista puede ser observada ya en vida de Bin Laden.
En este contexto es que se forma un movimiento que representa una nueva oleada dentro del salafismo-jihadista. Gerges distingue esta nueva oleada de la anterior en fun- ción de la posición en el espacio social ocupada por su liderazgo y su base. Las oleadas anteriores estaban compuestas por liderazgos de la elite social con una base de clase me- dia universitaria, mientras que grupos como ISIS poseen un liderazgo de clase media y clase media baja con una base rural que carece de formación teológica. Esto lleva a supo- ner que la base de cohesión de ISIS no radica necesariamente en una ideología comparti- da. La base social de ISIS no está compuesta de islamistas ideológicamente convencidos, sino de sectores que se ubican en las zonas más vulnerables del espacio social y que podr- ían renegar de ISIS en caso de que el movimiento no pudiera mantener sus conquistas militares. Una forma de explicar la capacidad de reclutamiento de ISIS radica en dar cuenta de la posición social vulnerable de sus adeptos y de la retórica de defensa de los pobres que enmarca las estrategias de legitimación del movimiento. No obstante, esta variable se aplica a los adeptos en el Medio Oriente, pero no permite explicar la adhesión de europe- os y norteamericanos que se han unido a ISIS.
El escaso bagaje teológico de los líderes de ISIS y las relaciones de poder dentro del salafismo-jihadismo ofrecen una oportunidad de indagar en las tensiones que se estable- cen entre diferentes modos de legitimación. Ante las críticas recibidas por parte de impor- tantes figuras del saber teológico enmarcados en el salafismo-jihadismo, ISIS ha proyecta- do un discurso de deslegitimación de estos, instalando como criterio de legitimación la participación "activa" en la yihad. Acusando a los teólogos de "hacer la yihad por internet", ISIS proyecta criterios de legitimación religiosa basados menos en la formación erudita y sustentados más en las prácticas guerreras y en los cuerpos que estas producen.

Damián Setton CEIL-CONICET

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