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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

On-line version ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.48 no.2 Buenos Aires Dec. 2018

 

ARTICULO

La sombra como hogar: dinámicas del espacio doméstico en el Chaco Central

The shadow as hearth: dynamics of domestic space in the central Chaco

Joaquín Trillo *

* Arquitecto y maestrando en Antropología Social por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Titular de XhARA. Se desempeña como investigador independiente en temáticas relacionadas con el hábitat rural.

XhARA - Arquitectura y tecnologías apropiadas. Av. Álvarez Prado s/n - 4622 - Maimara, Argentina. Email: joacotrillo@gmail.com

El presente artículo fue realizado gracias a una Beca Bicentenario a la Creación del Fondo Nacional de las Artes, cuyo incentivo permitió reunir experiencias y reflexiones realizadas a lo largo de cuatro años de trabajo junto a distintas organizaciones sociales del Gran Chaco.

RECIBIDO: 20 de noviembre de 2017.
ACEPTADO: 12 de abril de 2018.


RESUMEN

El trabajo propone abordar el espacio doméstico chaqueño como una construcción social dinámica en constantes procesos de reinterpretación, desde donde sus arquitecturas se resignifican para enfrentar los mecanismos de la modernidad. Desestimadas por los sistemas de medición y diagnóstico con los cuales actúa el desarrollo, las prácticas locales de la construcción trascienden su materialidad hacia un escenario de saberes cargados de significados. A través de ellos, las economías de subsistencia basadas en la movilidad desafían a las economías del capital que persiguen su sedentarización. En este contexto, ciertas soluciones técnicas se destacan entre una gran variedad de recursos apropiados, al lograr mantener su vigencia y continuidad gracias a su capacidad de responder a un universo simbólico funcional con sentidos y necesidades propias.

Palabras clave: arquitectura; territorio; movilidad; resistencia; postdesarrollo.

ABSTRACT

This paper proposes to address Chaco's domestic space as a dynamic social construction in constant processes of reinterpretation, where its architecture resignify itself to face the mechanisms of modernity. Dismissed by the measurement and diagnosis systems with which development operates, local practices of construction transcend their materiality towards a scenario of knowledges loaded with meanings. Through them, subsistence economies based on mobility challenges capital economies that pursue their sedentarization. In this context, certain technical solutions stands out among a great variety of appropriate resources, maintaining their validation and continuity because of its ability to respond to a functional symbolic universe with its own senses and needs.

Keywords: architecture; territory; mobility; resistance; post-development.


INTRODUCCIÓN

En torno a la movilidad sobre un territorio controlado, los pueblos chaqueños lograron dimensionar un habitar basado en la práctica de circuitos estacionales recorridos cíclicamente a lo largo de diversos puntos de permanencia. Con este fin, diseñaron tecnologías vegetales para la construcción de refugios y sistemas de aldeas temporarias que se adaptaban dinámicamente a las condiciones de cada lugar. De materialidad efímera, su abandono permitía continuar con el desplazamiento de grupos familiares que desarrollaban una economía de subsistencia móvil, basada en el aprovechamiento del monte. Con la conquista y colonización del Chaco, los ámbitos organizadores de sus circulaciones fueron restringidos y confinados a zonas más acotadas que modificaron el acceso a estos recursos. La incorporación de estructuras de madera arraigadas al suelo, supuso una transición hacia un ámbito domésticomásestático. No obstante, muchas de las soluciones espaciales y materiales de los refugios resisten en la forma del rancho, gracias a la cual se pudo asociar su habitar hacia experiencias en las cuales la movilidad se mantiene como eje de las dinámicas sociales y económicas.
El trabajo se concentra en experiencias de campo realizadas en el oeste de la Provincia argentina de Formosa, perteneciente a la región del Chaco Central. A partir del enfoque del postdesarrollo, se intentará manifestar la confrontación generada entre los proyectos para el desarrollo y el rol que juegan las comunidades locales en la apropiación y resignificación de estos modelos, promocionados a través de los Planes de Vivienda Social. Por medio del abordaje etnográfico y la investigación de fuentes documentales, se buscará contextualizar una forma de habitar dinámica en constantes procesos de actualización, en la cual "no solo el poder legalmente constituido o reconocido activa y promociona símbolos y significados, también su oposición, incluso con mayor fuerza cuanta menor capacidad en el terreno formal político se le concede" (García López, 2008, p. 7). Así se podrá exponercómo, en el ámbitode la vivienda de interés social, gran parte de los proyectos habitacionales encuentran la reacción de sus beneficiarios. De este modo, las unidades propuestas por los planes son apropiadas y reconfiguradas mediante adiciones y sustracciones que resignifican material y tipológicamente los planteos iniciales. Modificaciones que llegan a refuncionalizar sus usos, como desafío hacia los discursos para los cuales fueron diseñadas. Acciones que surgen como formas de resistencia, por medio de la traducción de los modelos del desarrollo a un lenguaje local.

DINÁMICAS DEL TERRITORIO

Ubicada en la zona central del Gran Chaco Americano, la región de estudio presenta un clima semiárido, con estación seca en invierno y temperaturas que llegan a superar los 40ºC en verano. La precipitación anual varía entre 500-600 mm, concentrada un 80% en los meses de primavera y verano. A pesar de la horizontalidad dominante de la región, posee un suave declive desde el noroeste hacia el sudoeste, por donde descienden desde la cordillera andina dos cursos de agua principales que se establecen como ordenadores del territorio: los ríos Pilcomayo y Bermejo. Ambos transportan grandes cantidades de sedimento en las temporadas estivales y, favorecidos por la escasa pendiente, sus cauces presentan una tendencia a la divagación, la creación de meandros y el atascamiento por el propio material acarreado. Semejante complejidad hidrológica lleva a los cursos hacia la colmatación, con extensos valles de inundación en los que cambian con frecuencia de lecho. Dichas dinámicas conforman paisajes aluviales, en donde los albardones formados por la sedimentación constituyen un escenario de alturas y depresiones contenedoras de bañados, esteros, aguadas, madrejones y cañadas. Estos accidentes se constituían en ordenadores de un sistema de aldeas de permanencia más o menos prolongada. Allí, conjuntos de familias extendidas realizaban grandes circuitos estacionales en busca de los recursos de la pesca, la caza, el meleo y la recolección de frutos, además de encuentros de sociabilidad con otros grupos y prácticas agrícolas estacionales (Figura 1).

Figura 1: A: Ubicación aproximada de la región de estudio. Fuente: Elaboración propia. B: Poblaciones de estudio del presente artículo. Fuente: Elaboración propia.

Favorecida por las campañas militares de fines del siglo XIX, la expansión del capitalismo agrario encontró el camino allanado para una "política de Estado explícitamente orientada a forzar a los indígenas a convertirse en asalariados" (Arenas, 2003, p. 86). Estas comunidades fueron obligadas a relegarse hacia zonas desventajosas en términos de recursos y a vender su fuerza de trabajo. Sin embargo, sus patrones de movilidad resistieron a la colonización del espacio a partir del usufructo del monte, su identidad y toponimia, saberes, cosmovisión, migraciones laborales estacionales y otras estrategias de reproducción social y económica. Tales estrategias dan cuenta de prácticas que se resignifican dinámicamente dentro de un territorio en disputa por sus formas de ocupación y utilización de los recursos.

LA MOVILIDAD Y LOS RECURSOS: LOS REFUGIOS DE SOMBRA

A partir de la movilidad sobre un territorio habitado como una casa grande, los pueblos chaqueños han sabido conjugar diversas prácticas para la apropiación estratégica y simbólica de su ámbito geográfico. En el contexto de los circuitos mencionados, practicaron la construcción de refugios que, más allá de ciertas variaciones en sus técnicas constructivas y morfológicas, poseían en común la forma cupular de planta circular u oval. Sobre una estructura de ramas curvadas y atadas con fibras vegetales, se colocaban paneles fabricados con cañas tacuara y pasturas de aive o paja brava (Bennett, 1949; Nordenskjöld, 1919; Braunstein, 1981). A su vez, no siempre la totalidad de la estructura era cubierta, sino que los casos variaban según el grado de permanencia y uso del lugar, la incidencia de vientos y lluvias, el grado de asoleamiento, etc. Estos paneles vegetales representan un sistema prefabricado, que podría facilitar su ejecución a partir de la división de tareas y su transporte desde los sitios de extracción y montaje. Muchas veces las estructuras se limitaban a oficiar como parantes de vientos, y en el caso de permanencias menos prologadas su construcción no era necesaria. El asiento se organizaba en forma radial en torno a un espacio central ocupado por el fuego, y su área de uso se marcaba con la limpieza del terreno. El sector despejado identificaba los límites de un sistema dinámico de apropiación doméstica del paisaje cuyas soluciones se adaptaban a los ciclos ecológicos del monte.
Los primeros trabajos que abordan la movilidad de grupos indígenas en el Chaco se remontan a principios del siglo XX (Boggiani, 1900; Karsten, 1932; Palavecino, 1936; entre otros). Pero hubo que esperar a que etnografías más recientes amplíen el estudio de los circuitos desde la perspectiva de la toponimia. Este enfoque permitió vincular los lugares mencionados con distintos criterios de clasificación, significación y apropiación de los ámbitos del monte, cuyos alcances forman parte de los sentidos de pertenencia de cada grupo con su ámbito de circulación (Miller, 1979; Wright, 1991; Censabella, 2009; Salamanca, 2011; Braunstein, 2012; Tola y Medrano, 2014; entre otros). El monte y el agua poseen un alcance capaz de considerarse no solo como ordenadores de los sistemas de movilidad, sino también como significadores que estructuran aspectos cosmológicos, esquemas de orientación cardinal, parámetros de ubicación espacial y otros criterios que mantienen vigencia en la ocupación y el uso del medio.
Si bien hasta aquí se presentó a las prácticas de la movilidad y a sus tecnologías desde una perspectiva general, es importante mencionar que esta aparente homogeneidad difiere considerablemente en los significados y la importancia que cada pueblo atribuye a las cosas:

Debe quedar claro entonces que cuando nos referimos a pueblos indígenas del Chaco no hablamos de tobas, wichís y mocovíes, sino de aquellas unidades territoriales, lingüísticas e históricas que en tiempos anteriores a la desarticulación social que resultó de la ocupación efectiva del territorio por el Estado Nacional poseían una organización única y distinta de todas las otras (Braunstein, 2005, p. 129).

De esta manera, se toma como referencia a los trabajos realizados en el ámbito de unidades sociales específicas. Braunstein describe cómo, entre los wichis de la cuenca media del río Bermejo, la distribución de las aldeas temporarias caracterizaba la organización social del grupo familiar. Mientras la pareja nuclear dormía en el centro como encargada de mantener las llamas del fuego, los parientes se disponían en círculo algo más alejados. Cuando era necesario construir refugios, se respetaba una organización radial de las estructuras en torno a la familia principal (Figura 2). La disposición de las unidades no cumplía solo con aspectos funcionales, sino que también se asociaban a significados simbólicos. En ellos, el cuerpo como soporte del alma recorre un ciclo que "se expresa en el espacio como centro ordenador y generador de sentido con respecto a una serie de elementos que se ubican en la periferia" (Braunstein, 2000, p. 28).

Figura 2: A: Esquema de una aldea temporaria wichi. Fuente: Elaboración propia. B: Fotografía de una aldea maká tomada por Jehand Vellard en 1932. Fuente: (Capdevila, 2013).

RESIGNIFICACIONES DE LA MOVILIDAD: EL ESPACIO DOMÉSTICO ACTUAL

Si bien sus refugios eran eficientes piezas de complejidad tecnológica vinculadas a las lógicas de la movilidad, debieron resignificarse ante las condiciones impuestas por un modelo colonizador cuyo objetivo principal fue la ocupación del suelo para la consecuente imposición de mecanismos de producción sedentarios. Los autores que relevaron estas estructuras en la primera mitad del siglo XX, dan cuenta en sus descripciones de la incorporación de soportes de madera como una posible transición hacia una nueva condición estática de la unidad, en la cual el rancho criollo ejerció una influencia sustancial. Ante la dificultad para desplazarse en la búsqueda de recursos estacionales diferenciados, crearon soluciones para contrarrestar las adversidades climáticas mediante sistemas pasivos de confort térmico basados en la generación de reparos y ventilaciones cruzadas. De esta manera, el espacio doméstico chaqueño no es ajeno a la funcionalidad de los refugios seminómadas, y puede describirse como un semicubierto para la generación de reparo y circulación del aire, en donde solo ciertas áreas se cierran en relación con las dinámicas del grupo familiar. El rancho criollo es finalmente apropiado y resignificado, para ser habitado a la manera de los refugios de sombra (Figura 3).

Figura 3: A: Esquema de una unidad doméstica actual. Fuente: Elaboración propia. B: Fotografía que ilustra las distintas unidades familiares que conforman una unidad doméstica wichi (Fwichuk Lhase, Formosa). Fuente: Fotografía del autor.

Una vez garantizado el confort indispensable de la sombra, se procede a cerrar ciertos sectores para la configuración de los distintos ambientes. Prevalecen dos usos principales: el espacio contenido para dormir y el espacio semicubierto donde transcurre la mayor parte de la vida cotidiana. Los ambientes se reconocen como densidades o cobijos materializados por la cubierta (sombra), el reparo del viento (protección) y la limpieza del terreno (límites). Bajo un mismo techo, los ámbitos de uso común suelen ser abiertos y se delimitan con cerramientos móviles vinculados a la incidencia de los vientos (lonas, textiles, cortinas, etc.), o con entramados destinados a la contención de animales (varas, tablas de madera, palos a pique, etc.). El lugar de la cocina puede formar parte de este espacio continuo o, como en la mayoría de los casos, conformar un semicubierto independiente donde el fogón cumple un rol protagónico. Ya sean ámbitosbajo un mismo techo o bajo techos independientes para usos complementarios, la presencia de este plano de contención solar marca el soporte de la casa y su punto de partida. Puede decirse que el espacio doméstico chaqueño se materializa al pensarlo de arriba hacia abajo: primero se colocan los horcones (columnas), varas (vigas) y largueros (cabreadas), la fajina o enramada (encatrado) y la terminación final de la cubierta con tierra. Concluido el techo, los cerramientos verticales (paredes, ventanas, puertas) y los pisos se construyen por etapas según las posibilidades de cada familia.
Como se mencionó anteriormente, las disposiciones de los refugios en los campamentos también se asociaban a criterios simbólicos y dinámicas de organización social. De esta manera, la unidad doméstica se constituye a partir de una serie de unidades incluidas entre sí, las cuales conforman una suerte de repetición fractal que se reproduce desde la escala familiar hacia la escala comunitaria. La misma distribución de las aldeas temporarias se observa en las aldeas sedentarias, en donde el espacio central que corresponde a la pareja nuclear y el fuego es apropiado simbólicamente en muchos casos por edificios religiosos. Organizados en familias extendidas que comprenden a abuelos, padres, hijos y nietos, cada generación construirá su propia unidad manteniéndose un sistema de linaje como asiento (Figura 5). Semejante complejidad amplía las dimensiones del abordaje espacial de la unidad doméstica, ya que hablar de un hogar puede suponer varias escalas:

1) Espacio doméstico: distintas construcciones que conforman la unidad familiar.
2) Unidad familiar: conjunto de construcciones y entorno de un grupo familiar.
3) Unidad doméstica: conjunto de unidades familiares que conforman una familia extensa.
4) Comunidad: Conjunto de unidades domésticas.

Figura 4: A: Imagen de una unidad familiar mínima. Fuente: (Braña, Leveratto, Schechtel y Trillo, 2015). B: Unidades familiares que ilustran los espacios abiertos y cerrados bajo un mismo techo. Fuente: Fotografías del autor.

Figura 5: A: Organizaciones de la unidad doméstica wichi en la actualidad. Fuente: (Aguilar, Braunstein, Gondar y Seghesso, 2000). Reinterpretación del autor. B: Esquemas de los refugios temporarios y la unidad doméstica actual. Fuente: (Braña, Leveratto, Schechtel y Trillo, 2015). Redibujo del autor.

Así como la vida en el monte se organizaba en torno a un ciclo anual de movilidad sobre un territorio controlado, la unidad doméstica se organiza en torno a un ciclo social (Figura 6). Es necesario abordar este ciclo brevemente para comprender la dinámica residencial:

La familia extensa [..], cumplía un ciclo característico que era el reflejo del otro ciclo que realizaban las personas que constituían su núcleo. Al principio de la formación de una pareja, el hombre regularmente se afincaba en la vivienda [en la] que residía la mujer; es decir, en la de su suegro. En la medida de los requerimientos de la pareja y su importancia, la nueva pareja podía o no construir una choza propia, es decir, establecer un fuego nuevo junto al de su suegro. Esta dinámica de progresivo alejamiento y discreción se veía facilitada por la movilidad que imponía que las viviendas se produjeran con un ritmo de escasas semanas de intervalo (Braunstein, 2000, p. 27).

Figura 6: A: Esquematización de la organización espacial de una comunidad. Fuente: Elaboración propia. B: Relevamiento de la comunidad qom de El Churcal. Nótese resaltada la ubicación de una iglesia apropiándose del espacio simbólico central. Fuente: Elaboración propia.

De esta forma, se podría decir que la unidad doméstica se construye, se vive y se abandona al seguir el derrotero de la familia nuclear que la constituye. Su condición dinámica, apropiada tanto a los ciclos sociales como a la movilidad, perdura en la memoria y en las prácticas de la economía actual. En este sentido, los materiales naturales que componen su tecnología constructiva cumplen un rol protagónico gracias a sus características biodegradables. Como se verá más adelante, la casa acompaña los ciclos de vida de la familia y sus integrantes: se origina y se concluye al seguir el mismo camino.

LAS ARQUITECTURAS DE TIERRA EN EL CHACO CENTRAL

Entre las distintas soluciones constructivas y materiales que caracterizan a la unidad domestica rural chaqueña, se destacan aquellas que responden a los criterios del techo como sombra y contenedor de espacios con distintas densidades de cierre, capaces de adaptarse a las dinámicas de la familia y su movilidad en el monte. Dentro de este último aspecto, la condición efímera de los materiales naturales permite resolver un objetivo similar al de los refugios: se pueden abandonar libremente. No solo ante las fragmentaciones familiares presentadas, sino ante los ciclos de la vida y la muerte. Este es el ejemplo de las "casas que caminan" wichis, en donde el hogar se actualiza a partir de la multiplicación de ambientes funcionales. De esta manera, se comienza con la construcción de un techo sobre el cual pueden adicionarse o sustraerse dormitorios que "caminan", desplazándose en el espacio. En ciertos casos, sucesos significativos como la muerte de un familiar determinan el abandono de su habitación. La misma se deja degradar por la acción de las lluvias y vuelve a la tierra gracias a su descomposición como sistema constructivo natural. Nuevamente, la unidad doméstica forma parte de valores simbólicos y rituales que la estructuran.
Al igual que los refugios, los entramados se utilizan tanto en paramentos verticales (muros), como en los paramentos horizontales (techos). Ambos pueden combinarse con morteros de tierra en el caso de pretenderse espacios cerrados, generalmente destinados al sueño. En estos casos se observan lastécnicas de la quincha y el palo a pique. Posteriormente se incorporaría el uso del adobe, el cual permite superar la disponibilidad de agua en el terreno al fabricarse en las orillas de aguadas lejanas para su posterior traslado a la obra. Aunque es un material con capacidad portante, su difusión no ha desplazado al uso de las estructuras independientes de madera. Estas continúan utilizándose como estructura portante, y liberan a los paramentos de toda carga para permitirles oficiar como un cerramiento flexible y permeable. Para los ambientes destinados a la vida social (comer, estar, cocinar, etc.), los entramados suelen utilizarse sin revocar y se combinan con elementos móviles que se despliegan solo ante la necesidad de controlar los vientos (textiles, lonas, chapas, etc.). Sobre una estructura independiente de horcones (columnas), varas (vigas) y largueros (cabriadas), se coloca a modo de encofrado perdido un encastrado de fibras vegetales sobre las que se aplica una torta de barro y paja aplicada en distintas capas. Los sistemas mejorados incorporan una barrera de vapor (planchas de cartón) y aislación hidrófuga de polietileno (nylon) ubicados por debajo de la terminación final de tierra. Sus componentes estructurales elementales serían:

1- Horcón: columnas con troncos de Palo Santo, Algarrobo o Quebracho Colorado.
2- Varas: viga o tirante con maderas de Quebracho Blanco, Mora o Sacha pera.
3- Largueros: cabriadas con madera de Quebracho Blanco, Palo Amarillo o Palo Bobo (Aliso).
4- Fajina: encastrado con ramadas de Simbol, Suncho o Yahapé.
5- Torta de barro con aive o paja brava.

Los materiales utilizados se obtienen en el monte, hecho que implica el dominio de conocimientos botánicos sobre especies arbóreas, tipos de maderas, técnicas para su corte y tratamiento. El uso de estrategias pasivas de ventilación cruzada permitió la creación de una arquitectura de espacios continuos bajo sombra, apropiada a las características del clima y los recursos de la región en la que se inscribe. Las terminaciones arquitectónicas de las unidades presentan distintas calidades constructivas en función del grado de asentamiento de cada familia. Así, podría afirmarse que, para su comprensión, la unidad doméstica debe ser abordada como un universo propio de su conjunto social. Las arquitecturas del Gran Chaco y sus formas de habitar no deben ser medidas por mecanismos generalizadores y sistemas estadísticos de medición. Estos modelos solo contribuyen a la estigmatización de una complejidad social que trasciende la lectura material de sus habitaciones.

CONFIGURACIONES DEL DESARROLLO EN EL CHACO CENTRAL

La configuración del paisaje social chaqueño se encuentra históricamente signada por las tensiones generadas entre las economías domésticas de subsistencia y las formas de ocupación y expansión del capital agrario. De esta manera, los usos del suelo se modifican por medio de "una historia de despojos y apropiaciones que no es otra que la sucesión de las formas de valorización y transferencia de valor que el capital y el estado realizan en el proceso expansivo de la territorialidad" (Belli, Slavutsky, 2004, p. 23). Basadas en una reproducción social fuertemente ligada a los recursos del monte, las prácticas locales de movilidad se ven obligadas a resignificarse para resistir en territorios cada vez más acotados.
Hábitos globalizados y discursos de instrumentación estadística caracterizan un amplio abanico de proyectos para el desarrollo, en donde las prácticas locales son desestimadas. La forma y función de las unidades domésticas rurales chaqueñas no suelen coincidir con los indicadores de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), promovidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Como se puede apreciar en la siguiente tabla, la mayoría no cumple con los primeros tres requisitos de las variables censales (Tabla 1). Ellos son: calidad material de la vivienda (aquellas que combinan piso y muro de tierra no son consideradas), hacinamiento (los ambientes son continuos y en muchos casos no presentan divisiones entre dormitorios) y, finalmente, la exigencia de acceso a servicios sanitarios que no contemplan tratamientos alternativos al uso del agua. Las riquezas y complejidades de la ruralidad son ignoradas y apartadas de toda consideración por un sistema de medición concebido desde una perspectiva urbana. Esta estigmatización de las materialidades y los usos del espacio doméstico lleva al Gran Chaco a posicionarse como la región más deficitaria del país. Como resultado, el territorio se ha constituido en el receptor de una serie de planes para el desarrollo que impactan en la continuidad de sus saberes constructivos, tecnológicos y formas de vida en general.

Tabla 1: Cuadro indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), promovido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Fuente: (Feres, Mancero, 2001, p. 67). Redibujo del autor.

Necesidades Básicas

Dimensiones

Variables censales

Acceso a la vivienda

a) Calidad de la vivienda

Materiales de construcción utilizados en pisos, paredes y techos

b) Hacinamiento

I) Número de personas en el hogar
II) Número de cuartos en la vivienda

Acceso a servicios sanitarios

a) Disponibilidad de agua potable

Fuente de abastecimiento de agua en la vivienda

b) Tipo de sistema de eliminación de excretas

I) Disponibilidad del servicio sanitario
II) Sistema de eliminación de excretas

Acceso a la educación

Inserción de los niños en edad escolar al sistema educativo

I) Edad de los miembros del hogar
II) Asistencia a un establecimiento educativo

Capacidad económica

Probabilidad de insuficiencia de ingresos en el hogar

I) Edad de los miembros del hogar
II) Último nivel educativo aprobado
III) Número de personas en el hogar
IV) Condición de actividad

Entre las propuestas del desarrollo que basan sus criterios de acción en torno a una valoración negativa de la construcción con tierra, se destaca el Programa Nacional de Erradicación de Ranchos, Casas de Adobe y Barro y Paja. Algunas de sus suposiciones plantean:

[..] revisar la actual política de vivienda y enfatizar la necesidad de un Programa Nacional de Erradicación de Ranchos, Casas de Adobe y Barro y Paja, ya que dichas construcciones son de rápida agrietación, poniendo en riesgo la vida de sus habitantes, y facilitando asimismo la creación de hendiduras y escondrijos para la anidación y proliferación de la vinchuca, agente transmisor del parásito Trypanosoma Cruzi causante del denominado Mal de Chagas - Mazza (Proyecto de Ley Nº 1162-D-2014, 2014).

Numerosas investigaciones y estudios científicos han contrarrestado estas apreciaciones gracias a la precisión de los factores de riesgo para la anidación de vectores. Sin embargo, los principios del programa se han difundido en diversas regiones del territorio argentino. En el caso de la chaqueña Provincia de Santiago del Estero, para aplicar a la adjudicación de una unidad dentro del Plan de Viviendas Sociales del Gobierno de la Provincia, los beneficiarios deben firmar un Acta de Compromiso. Uno de los requisitos exigidos consiste en "desarmar o permitir el desarme de la vivienda-rancho en la que actualmente vive, como así todas las dependencias de estas características que estén dentro del predio en que se construirá la vivienda nueva [..]" (Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero, 2014). Contradictorias ceremonias de apertura se presentan el día de la inauguración y entrega de las viviendas, en donde las familias proceden a derribar sus hogares a fuerza de picos y palas, asistidos por vecinos o en algunos casos facilitados por la ayuda de topadoras. La abundancia y diversidad de información que podrían resultar de un estudio responsable del hábitat rural santiagueño, se encuentra lejos de suponer un insumo para el mejoramiento y revalorización de las unidades existentes o el diseño de viviendas apropiadas al ámbito local.
Por el contrario, en otras provincias los Planes de Viviendas Sociales no llegan al extremo de exigir la demolición del patrimonio doméstico regional. Gracias a esto, la unidad podrá ser apropiada mediante una serie de acciones que traducen el discurso de los planes a un lenguaje local con razonamientos propios. Entre ellas se presentan tres casos significativos. En el primero, correspondiente a una unidad familiar relevada en la comunidad wichi María Cristina (Formosa), el Plan de Vivienda es asimilado e incorporado al tejido como parte de la dinámica social de la familia extensa. La figura 7 ilustra cómo las unidades se ordenan en torno a un espacio central, ocupado por un semicubierto de uso común cuya función principal es el fuego. En el segundo caso, relevado en la comunidad qom de El Churcal (Formosa), el Plan de Vivienda es modificado a partir de adiciones con las cuales sus habitantes logran resignificarlo material y tipológicamente. Estas modificaciones llegan a refuncionalizar sus usos, y desafían los discursos para los cuales fueron diseñadas. La figura 8 expone cómo el Plan de Vivienda es utilizado como depósito, mientras una gran expansión autoconstruida es habitada acorde a criterios locales. Resuelto como una gran galería, este espacio continuo es contenido por entramados con un sistema de lonas perimetrales que se despliegan en caso de vientos y polvo. Esta solución tecnológica forma parte de un repertorio de conocimientos empíricos que facilitan la ventilación y el confort térmico pasivo.

Figura 7: Unidad doméstica wichi en la comunidad de María Cristina. Fuente: Elaboración propia y fotografías de autor.

Figura 8: Unidad familiar qom en la comunidad de El Churcal. Se observa cómo el Plan de Vivienda es ampliado y refuncionalizado para responder a las necesidades de la familia. Fuente: Elaboración propia y fotografías del autor.

Finalmente, la misma conformación de las comunidades se actualiza continuamente en torno a las movilidades presentadas. En el escenario de esta complejidad, las diferencias entre los miembros de una familia extensa se acuerdan mediante la separación de sus integrantes. Como consecuencia de estas fragmentaciones pactadas, el grupo desprendido se desplaza monte adentro en busca de un nuevo hogar. De esta manera, en el proceso de conformación de un nuevo asiento, sus unidades domésticas presentan cualidades constructivas que deben ser concebidas como transicionales y en proceso de conformación de sus propios ciclos.
Sin embargo, los planes del desarrollo no suelen contemplar estas complejidades, que de alguna manera mantienen una continuidad con las lógicas de los refugios y las aldeas temporarias. De este modo, los Planes de Viviendas Sociales son desarmados para transportar todo aquello que pueda ser cargado: techos, puertas, ventanas y artefactos. A este desarme selectivo se lo conoce en el hablar local con el nombre de "pedaceo". Las estructuras murarias de mamposterías y sus cimientos de hormigón pasan a formar parte del paisaje y quedarán abandonadas como un testimonio, que será nombrado en la memoria de los topónimos del territorio de la comunidad. Un sitio más en el lenguaje de un circuito que se renueva continuamente.

CONSIDERACIONES FINALES

El trabajo propone abordar el espacio doméstico rural chaqueño como un sistema dinámico en constante proceso de resignificación. A partir de él, sus habitantes resisten la imposición de un patrón estático como parte de un modelo de colonización de la vida, que abarca sus formas de reproducción social y económica. Vinculada a un universo de ciclos y movilidades en el ámbito del monte, la unidad doméstica debe ser comprendida en el contexto de un escenario simbólico y funcional propio para cada conjunto social. Como consecuencia, las arquitecturas del Gran Chaco y sus formas de habitar no deben ser medidas por mecanismos generalizadores y sistemas estadísticos de evaluación. Estos modelos de valoración de la vivienda solo contribuyen a la estigmatización de una complejidad social que trasciende la lectura material de sus habitaciones.
Como parte de estas expresiones, se presentaron una serie de acciones a partir de las cuales muchas comunidades aborígenes del oeste formoseño desafían a los proyectos de desarrollo a partir de la apropiación y modificación de los Planes de Viviendas Sociales, según las necesidades y sentidos propios del lugar. Lejos de cualquier generalización, estas estrategias representan un ejemplo de resistencia y manifiestan una forma de cuestionamiento hacia las lógicas desarrollistas. Elevan a sus actores de la categoría de simples receptores de programas a la de gestores de sus propias determinaciones, con capacidad para opinar acerca de las intervenciones con las cuales la modernidad es implementada dentro de sus ámbitos.
Al presentar estas acciones bajo la perspectiva del postdesarrollo, los saberes locales evidencian su enfrentamiento con los mecanismos de estandarización impulsados por los organismos de promoción del desarrollo. Así, el trabajo pretende aportar un debate crítico que permita ampliar el horizonte de estas políticas. Explorar perspectivas alternativas y cuestionadoras de los supuestos sobre los cuales operan en la actualidad. Manifestar las riquezas y complejidades que caracterizan el hábitat construido por los pueblos del Gran Chaco y cuestionar los principios con los cuales la modernidad desestima estos saberes. La dimensión inmaterial surge entonces como una de las principales características de la arquitectura chaqueña. Debatiéndose entre las políticas del desarrollo, el patrimonio doméstico chaqueño se resignifica dinámicamente en un territorio en conflicto por los modelos de ocupación y el uso de sus recursos.

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