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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

versão On-line ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.49 no.1 Buenos Aires jun. 2019

 

CARTA AL EDITOR

La figura es la flecha que vuela. Según la tradición filosófica, fue Zenón de Elea quien elaboró aquella paradoja en la cual la flecha, obligada a ocupar sucesivamente cada punto de su recorrido, pues no puede ocupar simultáneamente dos o más puntos, cada vez que lo hace estaría en reposo en ese mismo punto. Llega así a la absurda conclusión de que su movimiento sería imposible, al estar compuesto por una cadena de inmovilidades.
Aunque, entre otros, Aristóteles ya había puesto en cuestión en su “Física” ese razonamiento, fue Henri Bergson quien sostuvo con el mayor énfasis que aquella paradoja de los eleáticos no terminaría de desaparecer del pensamiento mientras los métodos de representación del movimiento siguieran siendo cinematográficos, con el sentido de una sucesión, no importa cuán acelerada, de imágenes fijas. Este tipo de representación puede ser perceptivamente convincente para el espectador, pero en términos conceptuales impide reconocer la continua modificación e inestabilidad de la vida, que si fuera descripta como una yuxtaposición de estados inmóviles y completos en sí mismos no tendría explicación para el cambio ni la creación, pues no se podría encontrar en cada estado el germen del subsiguiente.
Las repercusiones que este problema adquiere en la historiografía en general y en la nuestra en particular, son evidentes. La obra de un arquitecto o diseñador se resolvería, desde ese modo cinematográfico, mediante una serie de momentos estáticos e independientes. Esto diluiría la trayectoria del autor tomada en su conjunto, como evidencia más inteligible de sus intenciones e impulsos, aún considerando el modo en que intervienen las complejas y variadas circunstancias de cada uno de sus proyectos.
La desarticulación entre una obra y la trayectoria del autor se torna historiográficamente aún más negativa cuando la primera es aislada e introducida en una serie que se atribuye a la acción de alguna entidad histórica de carácter abstracto, mencionando a los autores seleccionados solamente a propósito de alguna obra y a continuación regresándolos al mundo de la irrelevancia.
No cabe aquí dejar de lado otros aspectos historiográficos, entre ellos los tipos de trama narrativa con que sean tratadas las vidas y obras, sea la épica, la comedia, la tragedia o la sátira, dadas las respectivas vinculaciones que se establezcan entre el protagonista y su escenario de actuación. Sin embargo, aún con todas esas variantes, lo importante es destacar la mayor inteligibilidad de la trayectoria del autor por sobre las obras que la componen.
La flecha sería la trayectoria de cada arquitecto o diseñador y las obras serían las partes de esa trayectoria, que se entenderán más acabadamente no siendo interpretadas en sí mismas, sino como esos momentos y lugares por donde ha pasado la flecha, nunca detenida y siempre en movimiento.

Mario Sabugo
Director del IAA.

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