SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.49 issue2Levels of life: Biographic dimensionsAntes escondida, ahora visible author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

On-line version ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.49 no.2 Buenos Aires Dec. 2019

 

RECENSIONES BIBLIOGRÁFICAS

Eminentes victorianos

Robert Willis and the Foundation of the Architectural History.
Buchanan, Alexandrina. Nueva York, Estados Unidos: The Boydell Press; Cambridge University Press, 2013, 452 páginas.

¿Robert Willis? Sin duda no se trata de los historiadores de la arquitectura mejor conocidos o más famosos en nuestro medio. Sin embargo, algunas de sus breves apariciones en el escenario de la historiografía británica fueron, cuando menos, estelares. Nikolaus Pevsner lo describió como un “hacedor de época” debido a su “estándar de perspicacia y exactitud meticulosa” (Some Architectural Writers of the Nineteenth Century, 1972). Años después, David Watkin aseguró, nada menos, que fue probablemente el mejor historiador de arquitectura que Inglaterra haya producido (The Rise of Architectural History, 1980).  Willis era un erudito  victoriano, sabio y deslumbrante. Como si esto fuera poco, Alexandrina Buchanan, codirectora del Liverpool University Centre for Archive Studies, agregó que no fue un coloso que dominó el pensamiento mundial del siglo XIX. No fue Ruskin, Marx o Darwin, pero fue reverenciado por los tres. Al parecer, su capacidad de comunicación se extendía en un rango notable, que iba desde una clase magistral en Cambridge con el príncipe Alberto en el público, hasta agotar las entradas de una conferencia para artesanos.
Todo esto en los primeros renglones del prefacio escrito para el libro basado en la tesis doctoral de la autora, quien afirma que The Architectural History of Canterbury Cathedral, escrita por Willis en 1845, fue el primer texto en inglés donde se usó el concepto de “historia de la arquitectura”. Buchanan nos muestra a un hombre curioso, casi extraño. Un profesional polifacético, especie de personaje renacentista, categoría cada vez más difusa para resumir la capacidad polivalente. En Willis, la historia de la arquitectura fue tan sólo uno más de sus intereses. Debido a ello, el libro tuvo que dedicar algunas páginas a una detallada justificación, con el fin de rescatar y priorizar aquel aspecto de la vida de un reconocido profesor de mecánica de la Universidad de Cambridge.
Efectivamente, antes de su texto sobre la catedral de Canterbury, Willis había publicado un trabajo sobre los sonidos en los tubos de órganos (1830), e incluso realizó una investigación sobre la laringe humana (1833). En 1835 escribió un estudio sobre los engranajes, y años más tarde un curso experimental y un tratado sobre principios de mecánica (1839 y 1841, respectivamente). Tal vez el trabajo que realizó sobre la construcción de las bóvedas góticas en 1842 constituyó un nexo conceptual de su obra, entre sus investigaciones técnicas y la historia de las construcciones medievales inglesas. A ese mismo año pertenece su artículo publicado en The Civil Engineer and Architect’s Journal, donde describe el “Cymagraph”, una especie de pantógrafo mecánico que había inventado para copiar el perfil de las molduras de las catedrales, en los procesos de restauración.
El texto escrito por Buchanan, de cuidada edición, y con un pormenorizado trabajo de archivo por detrás, busca dar cuenta de este perfil, con su labor como historiador de la arquitectura como centro. Lo organizó en ocho capítulos. El primero es básicamente biográfico, sobre sus primeros años en Londres, donde se ordenó como sacerdote. El segundo está dedicado a sus trabajos científicos. Los capítulos tercero, cuarto y quinto desarrollan el esquema conceptual de Willis sobre la Edad Media, sus primeros trabajos arquitectónicos y su especialización en la arqueología de las catedrales inglesas, respectivamente. En el capítulo sexto, Buchanan regresa al universo biográfico de Willis, a través de los registros de su vida familiar y de su actividad académica. El séptimo consigna la influencia como diseñador y el último refiere específicamente a sus textos sobre Canterbury, ya mencionado, y a la historia de la Universidad de Cambridge, donde incluyó a la arquitectura como parte de una historia social.
El libro recupera la figura de Willis como árbitro e influyente polemista de su tiempo. Mantuvo un áspero debate con James Fergusson sobre la arquitectura de los Santos Lugares de Jerusalén. Finalmente, su obra se convirtió de lectura obligada. Cuando el siglo XIX estaba por concluir, la primera edición de The History of Architecture on the Comparative Method de los Banister Fletcher (padre e hijo) en 1896, lo incluyó dentro de su universo de referentes intelectuales.
Lytton Strachey no consideró a Willis entre sus Eminent Victorians ([1918]1986, p. 9, editorial Penguin), de quién hemos tomado el título de este comentario. Strachey asumía que parte del oficio de escribir sobre el pasado era simplificar demasiado las cosas. Acaso, su famosa frase, “la historia de la era victoriana nunca se escribirá; sabemos demasiado sobre ella”, resulte ahora un poco menos cierta.

Horacio Caride Bartrons.

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License