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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

On-line version ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.50 no.1 Buenos Aires June 2020

 

RECENSIONES BIBLIOGRÁFICAS

El saqueo a la historia: cien años de Fletchers

Sir Banister Fletcher: pillar to post-colonial readings.
McKean, John. The Journal of Architecture, 11(2), Londres, Gran Bretaña: Routledge, the Royal Institute of British Architects, 2006, pp. 187-201. Idioma: inglés.

Con veinte ediciones y más de una decena de reimpresiones, pocos libros de historia de la arquitectura tuvieron tal expectativa de vida. En 1896, Banister Fletcher (junior y no sir aún) publicó junto a su padre A history of Architecture, on the Comparative Method. Sin embargo, aquella edición era muy diferente a la que conocimos varias generaciones de estudiantes de arquitectura en toda América Latina. Tenía pocas imágenes y el “método comparado” era más discursivo que gráfico. No obstante, la estructura básica se mantuvo durante el medio siglo siguiente. En la cuarta edición (1901), se formalizó la hipótesis principal: la historia de la arquitectura podía dividirse en conjuntos de estilos “históricos” y “no históricos”. En el primero, desde Grecia o acaso Egipto, hasta el Renacimiento, se podía comprobar una “evolución”, ejemplificada en la huella genética que un estilo iba dejando en el siguiente. Por fuera de este linaje estaban los estilos “no históricos”, que no pudieron reproducirse y dar al mundo descendencia. Básicamente eran las obras de la India con las demás arquitecturas orientales y las culturas precolombinas.
Sobre esta base se estructura la crítica de John McKean. El autor, que dirige un proyecto de “reconstrucción” para un nuevo Fletcher, comunicó sus intenciones, que acaso se puedan resumir en dos preguntas. La primera, corresponde a los posibles lectores originales ¿Para quién era el Fletcher de 1896? Según el autor, el subtítulo -que jamás cambió- Estudiante, Artesano y Amateur, definió claramente la constitución dual del libro. Así, el primer propósito fue ayudar a los diseñadores a “saquear (vocablo que usa con frecuencia) el almacén de la historia”. Para los aficionados ofreció un canon básico de estilos históricos. En cuanto a los primeros, y citando a David Watkin, declaró que generaciones de estudiantes de arquitectura evidentemente lo habían encontrado muy útil (damos fé). En cuanto a los no especialistas cultos, podemos verificar cierta continuidad en tiempo y espacio. El ejemplar de la decimosexta edición que revisamos para esta recensión, perteneció a la biblioteca personal del escritor argentino Leonidas Barletta (también damos fé).
La segunda pregunta atañe a su propio trabajo “¿Cuál es la posibilidad de una ‘historia mundial de la arquitectura’?”. La respuesta tiene como el telón de fondo los “saqueos este-oeste en la historia de la arquitectura”, en los que contextualiza la imagen dual dibujada por Fletcher. Así, también plantea dos objetivos. El primero es construir un relato con énfasis en los puntos de intersección cultural y articulación de la hibridez. Se trata de los hechos "constitutivos", en oposición a los "transitorios" de la historia de la arquitectura. El segundo, crear un archivo ilustrado de lugares, en tanto construcción social, rescatando el rol del espectador / lector en la [re]construcción. Las imágenes están ahí para ser “saqueadas” (otra vez) y leídas, destinadas siempre a caer en manos de diseñadores creativos.
En la decimosexta edición, la última que corrigió en su vida, Fletcher sostuvo que la arquitectura era una verdadera “crónica en piedra”, a la que no se le había asignado un digno lugar en la educación general de las humanidades, “debido quizás a la errónea idea de que el público es incapaz de comprender los principios constructivos que rigen las formas arquitectónicas”. Insistía en que la historia de la arquitectura proporcionaba la clave para comprender los hábitos, los pensamientos y hasta las aspiraciones de los pueblos. Sin un conocimiento de este arte -remataba- la historia de cualquier periodo carecía de interés. 
Con la imagen de una historia de la arquitectura “operativa y utilitaria” para el diseño, estuvo siempre la posibilidad de una historia de la arquitectura que, con su propio horizonte de sentido, era una buena entrada para entender las culturas del pasado. Esta sea quizás la idea principal que, finalmente, conecta el pensamiento de Fletcher con la actualidad y lo mantiene vigente. En términos históricos no habría, por lo tanto, un borde nítido entre el acto de diseñar y el acto de comprender.
McKean encuentra ambas lógicas en el territorio gris que caracterizaba a los lectores de Fletcher, para el que ve “un futuro”, como verdadera categoría de análisis. Concluye que “un nuevo diseño nace de la recombinación de las ideas precedentes, reunidas en una manera sin precedentes. Tal expolio es intelectualmente un ejercicio respetable. Así es como crecen las ideas y es lo que ayudará a aumentar la diversidad hibridada en los productos creativos de un mundo aparentemente cada vez más homogeneizado”. Acaso para Banister Fletcher, hace más de un siglo, era todo lo que importaba.

Horacio Caride Bartrons

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