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Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas. Mario J. Buschiazzo

versión On-line ISSN 2362-2024

An. Inst. Arte Am. Investig. Estét. Mario J. Buschiazzo vol.51 no.1 Buenos Aires jun. 2021

 

RECENSIONES BIBLIOGRÁFICAS

Figuras de lo ignoto

Terrae incognitae. Modos de pensar y mapear geografías desconocidas.
Lois, Carla. Buenos Aires, Argentina: Eudeba, 2018, 283 páginas.

¿Qué son las tierras incógnitas? ¿Cuántos tipos de terrae incognite han aparecido en nuestros mapas modernos? ¿Qué ha significado indicarlas en un mapa? Estas son algunas de las preguntas con las que Carla Lois empieza su libro Terrae incognitae. Modos de pensar y mapear geografías desconocidas. La pertinencia del tema se incrementa en este contexto incierto que refuerza la importancia de lo desconocido, pues ¿cómo conocer lo incógnito? ¿Cómo aprehenderlo, cómo enunciarlo, cómo mapearlo?

El libro se organiza en tres partes que enfocan diversos modos de lo desconocido en la cartografía de la modernidad occidental. En primer lugar, “Lo verosímil: la Quinta pars o el continente austral que nunca existió” presenta en la cartografía del siglo XVI un continente austral que pasaba de mapa en mapa y que, aunque nunca existió, era verosímil y por lo tanto mapeable para el saber geográfico renacentista. En la segunda parte de la obra lo desconocido se convierte en lo no explorado (lo no visto por los sentidos). Las fuentes utilizadas en esta parte son los mapas que representan el territorio patagónico. En efecto, en esta sección -denominada “Lo poco explorado: la Patagonia decimonónica”- la autora se concentra en demostrar cómo el saber geográfico del siglo XIX borró de las representaciones cartográficas a las criaturas mágicas y maravillosas para dejar en blanco aquello que no se vio, no se midió y no se observó directamente. Este “borramiento” de la geografía fantástica pone al blanco como terreno de reescritura de una nueva geografía. La tercera y última parte está dedicada a los mapeos de territorios que no son accesibles a la vista, ya sea por la escala del objeto o por su naturaleza misma. En esta sección, denominada “Lo no visible: el paisaje del abismo de los fondos oceánicos”, se demuestran los modos en que las imágenes construyen al objeto en tanto dispositivos que muestran lo que no se puede ver. Así se construye la cartografía que mapea paisajes imposibles del fondo del mar.

Planteado según un ángulo sugerente, muy poco frecuente y en base a una profusión de materiales de archivo, el libro muestra cómo una historia de la representación -que generalmente naturalizamos- es en sí misma una historia cultural. En este sentido, Lois construye lo desconocido como objeto de estudio, a la vez que recorre las formas en que existe y deja de existir en el plano ontológico. Lo desconocido no es la geografía en sí misma –asegura Lois-, lo desconocido es la imposibilidad de dar cuenta de ello. En este sentido Lois no piensa al mapa desde la precisión geométrica, sino que analiza las prácticas de representación espacial en su contexto cultural. Es por esto que los topónimos, las isobaras o los blancos se vuelven plausibles de ser estudiados desde nuevas perspectivas en diálogo.

Desde el campo de la geografía y los estudios cartográficos, propone un problema que se revela transversal a otros campos del pensamiento, que señala con agudeza los puntos ciegos y los preconceptos acerca de lo que significa conocer desde una perspectiva histórica, recorriendo objetos y tiempos diversos de la larga modernidad occidental. El libro, resultado de muchos años de elaboración, hace emerger la potencia intelectual de aquello que está solo en tanto posibilidad, lo incógnito que se piensa destinado a ser cognito, y que se inscribe en los mapas según los marcos de posibilidad epistemológica que resultan definidos justamente a partir de lo conocido. En última instancia, Lois propone una historia para pensar la posibilidad del conocimiento, los modos de inscripción visual de su falta y las muy diversas maneras de hacer que esté lo que tal vez no está. Uno de los grandes aportes del libro, además de la inmensa cantidad de archivos recorridos por su autora o las fuentes revisadas para argumentar su hipótesis, radica en la contribución a pensar en objetos de estudio impensados, que están en los márgenes, que aparentemente se escurrieron de la ciencia o del saber.

Mediante las tres figuras mencionadas -lo verosímil o no conocido pero posible, lo no explorado y lo no visible- a las que pone en contrapunto con otras formas como lo vacío o lo blanco,  la autora explora distintas formas de inscripción cartográfica de lo desconocido geográfico que no sólo señalaron en su momento aquello ignorado, sino que marcaron también agendas de búsqueda, una “positividad de la negatividad” que destaca los senderos que se abren a partir de aquello que puede ser, que no se conoce todavía o que no se puede ver. Los problemas que presenta Lois, y los modos en que los recorre, interpela no sólo a los interesados en el saber geográfico y sus vínculos con otros dominios intelectuales y artísticos, sino más ampliamente a las disciplinas que de diversas maneras se interrogan y dirigen hacia eso que no está pero puede estar, hacia esa tensión epistemológica que, entre otras, conecta lo intelectual, lo imaginario y lo proyectual.

Graciela Favelukes y Malena Mazzitelli Mastricchio

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