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Boletín de Estética

versión On-line ISSN 2408-4417

Bol. estét.  no.52 Buenos Aires set. 2020

 

COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS

Arnaud François & Camille Riquier (eds.). Annales bergsoniennes VIII: Bergson, la morale, les emotions. Paris: PUF, 2017, 364 páginas

Clara Zimmermann1 

1UBA

El octavo volumen de los Annales bergsoniennes, publicado en 2017 yeditado por A. François y C. Riquier,ha sido parte de un coloquio que tuvo lugar en la Facultad de Teología de la Universidad de Génova en el año 2011, bajo el título “Bergson, sensibilité et émotion”.Como resultado del coloquio se ha producido el dossier dedicado al problema de la afectividad en Bergson, acompañado de varia, y de un listado de trabajos realizados por los miembros de la Société des amis de Bergson (quienes se encuentran a cargo de la publicación regular de los Annales). Debido a la cantidad de artículos que conforman el dossier, nos es imposible remitirnos a todos ellos; por consiguiente, nos centraremos sobre todo en aquellos artículos que conciernen a la estética filosófica (condensados sobre todo en la segunda parte del libro).

Además, M. Costa Carvalho presenta dos cartas inéditas del filósofo portugués Delfim Santos (1907-1066) dirigidas a Bergson. Las cartas de Delfim Santos, discípulo de Leonardo Coimbra (1883-1936), no sólo dan testimonio del vínculo entre Santos y Bergson, sino también de la recepción de la filosofía bergsoniana en Portugal a principios del siglo XX. Las cartas de Santos culminaron en un encuentro entre ambos filósofos, posiblemente por el interés de Bergson en disipar ciertas lecturas “inapropiadas” de su filosofía, particularmente en relación con el concepto de “intuición.”

Puesto que en el siglo XX las críticas al bergsonismo se fundaban sobre todo en el aspecto irracional que éste presentaba, había que probar que la intuición era incluso digna de un método e instaurarla como un aspecto diferente, aunque propio de nuestra racionalidad. A. Feneuil y G. Waterlot establecen que es por este motivo que los primeros discípulos de Bergson -entre los que se encuentran Jankélévitch, Chevalier y Deleuze- se han abocado al concepto de “intuición”, dejando de lado el lugar que ocupa la emoción en su filosofía y que atraviesa además toda su obra. Con todo, ya no se trata de pensar a Bergson como un filósofo emocional, sino como un filósofo de la emoción.

Si bien es cierto que Bergson -aunque no sin dudarlo- ha dedicado su última obra a la moral y a la religión, y no a la estética, se explora en este volumen en qué medida la teoría bergsoniana da lugar a problemáticas sociales y políticas, pero sobre todo a problemas concernientes a la disciplina artística, que contribuyen a trazar una teoría estética en Bergson.

En primer lugar, el libro incluye un compte rendu de Bergson sobre la obra de Camille Bos, Psychologie de la croyance(1902). En la introducción al mismo, G. Meyer-Bisch enfatiza el interés de parte de Bergson por la cuestión religiosa, no solamente en su dimensión social sino también -y sobre todo- en relación con su aspecto psicológico. No obstante, hacia el final del dossier, F. Caeymaex analiza la teoría de la emoción no ya únicamente desde una perspectiva psicológica, sino también desde una perspectiva social e histórica, señalando el lugar que ocupa la afectividad en la creación de las instituciones sociales. Asimismo, en la última sección (“Émotion et religion”), A. Bouaniche, G. Waterlot, A. Feneuil, E. Falque y C. Riquier teorizan acerca del misticismo de Bergson, a partir de diversos temas, como la relación entre el misticismo contemplativo y el misticismo de la acción (el que defiende Bergson), como también la relación entre la “intuición mística”, la teología y el lenguaje.

En segundo lugar, en la primera parte del dossier (“Figures croisées de l’émotion”) François se centra en la relación entre la concepción bergsoniana de la emoción y las “teorías del sentimiento moral”, encabezadas principalmente por Hume. Tanto Hume como Bergson insisten en la incompetencia de la razón por sobre la voluntad y -ciertamente con diferencias-fundamentan la actitud moral en la sensibilidad humana. Por otra parte, J. L. Vieillard Baron analiza el rol de ciertos autores alemanes (como Hölderlin, Novalis, y Schelling) en la interpretación bergsoniana de la emoción, y señala además la recepción de Bergson en autores como Scheler y Simmel, y B. Sitbon plantea una posible fenomenología de la emoción, a partir de un análisis comparativo entre la teoría de Bergson y la de Sartre.

Finalmente, en la última parte de esta primera sección, I. Podoroga analiza tanto la recepción y la adopción de la teoría bergsoniana de la emoción en T. S. Eliot como la relación entre la filosofía del arte y la crítica literaria. Eliot, alumno de Bergson en el prestigioso Collège de France en los años 1910 y 1911, ha permanecido bajo la influencia de la filosofía bergsoniana, sobre todo en su concepción de la creación poética. Podemos afirmar que para uno y otro el valor intelectual del poeta no radica tanto en la particularidad de su pensamiento como en su capacidad de crear y expresar una emoción lo suficientemente penetrante y auténtica. Al mismo tiempo, ésta solo puede ser fruto de un esfuerzo de concentración y condensación de diversos sentimientos, ideas y sensaciones del artista, pero que al mismo tiempo -sobre todo a partir de Les Deux Sources- excede su personalidad y encuentra su origen en una exigencia de creación.

Ya en su tesis doctoral, Essai sur les données immédiates de la conscience(1889),Bergson distingue las emociones “de superficie” de las emociones profundas. Esta últimas -cuyo paradigma es la “emoción estética”- poseen la particularidad de transformar la personalidad entera. En efecto, la intensidad de una emoción estética se mide por su capacidad de penetrar la totalidad de sensaciones, de sentimientos y de ideas hasta teñirlas de una “coloración” nueva. La emoción profunda implica un cambio cualitativo y temporal: aquellas emociones que más nos acaparan no necesariamente son las más intensas, sino que se caracterizan por su alto grado de complejidad o densidad.

En la segunda parte del dossier (“L’émotion: philosophie de l’art, morale et politique”) Schick analiza la relación entre los conceptos de “intuición” y “emoción” en Bergson, para evidenciar en qué medida la afectividad y la racionalidad están vinculadas entre sí. Lejos de la tradicional oposición entre “lo emocional” y “lo racional”, Schick plantea cierta racionalidad propia de las emociones. De hecho, en Les Deux Sources Bergson introduce la teoría de la emoción infra y supra intelectual: si la primera consiste en una representación más entre nuestras ideas y sentimientos, la segunda implica y estructura una acumulación de representaciones diferentes.

Consiguientemente, si bien la emoción infra-intelectual forma parte de nuestro repertorio de reacciones automáticas, y en esta medida, permanece subordinada la inteligencia, la emoción supra-intelectual (sugerida en las obras de arte) activa la reflexión al crear nuevas representaciones (o al trasladar las representaciones ya conocidas en un nuevo contexto). Con todo, Schick enfatiza que en ningún caso se trata de un “acto misterioso”, o místico, sino que el supra indica para Bergson que la inteligencia permanece afectada por la emoción. Por el contrario, el infra indica que la emoción se encuentra contenida ya en la representación, y por ende, subordinada a la inteligencia.

N. Yala Kisukidi plantea en qué medida la teoría de Les Deux Sources altera la filosofía bergsoniana del arte previa a 1932, a pesar de que en esta obra Bergson no le otorgue al arte más que unos breves pasajes, siendo el tema principal del libro la moral y la religión. Les Deux Sources introduce, según Yala Kisukidi, una estética de la producción artística (una poiética), que no cancela, sino que problematiza (al mismo tiempo que complementa) la estética de la recepción (o de la sugestión) presente en otras obras de Bergson. De forma similar, A. L. Ledoux establece la tensión que recorre la filosofía bergsoniana del arte: entre una teoría de la recepción y una teoría de la creación artística (o entre el arte como “intuición” y el arte como “creación.” Ledoux sostiene que la teoría de la emoción creadora podría soldar ambos aspectos de la estética bergsoniana: la objetividad de la experiencia estética, y la subjetividad de la creación artística. La emoción supra-intelectual puede ser sugerida -aunque no comunicada- a través de la obra de arte, causando a su vez una conversión y transformación en el espectador, que no es más que una “comunión con la duración.”

El arte no deja de ocupar un lugar paradojal en la obra bergsoniana: es el triunfo de la creación, y al mismo tiempo, indica la “suspensión” del impulso creador de la vida, que culminaría en la intuición y la acción mística. No obstante, como afirma Yala Kisukidi, la creación artística -en tanto conversión a la creación- no deja de ser el modelo sobre el cual se instaura todo el pensamiento del filósofo a lo largo de su obra.

En resumen, podemos considerar que el octavo volumen de los Annales se trata de una valiosa compilación de miradas sobre aspectos muy relevantes de la obra de Bergson, que no solo echa luz sobre los principales conceptos de su filosofía, como los de “intuición” y “emoción”, sino que también abre un campo no tan recorrido aún en relación al problema del arte y la estética en la obra bergsoniana.

REFERENCIAS

Arnaud François & Camille Riquier (eds.). Annales bergsoniennes VIII: Bergson, la morale, les emotions. Paris: PUF, 2017, 364 páginas [ Links ]

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