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Boletín de Estética

versión On-line ISSN 2408-4417

Bol. estét.  no.53 Buenos Aires dic. 2020

 

Comentarios bibliográficos

Ivana Costa. Había una vez algo real: ensayo sobre filosofía, hechos y ficciones. Buenos Aires: Mardulce, 2019, 234 páginas

María Jimena Vignati1 

1 UMSA/UADE

Había una vez algo real: ensayo sobre filosofía, hechos y ficciones de Ivana Costa, doctora en filosofía e integrante del comité ejecutivo de la Sociedad Internacional de Platonistas, estudia las nociones de ficción y realidad teniendo como horizonte los hechos reales y, lo que es fundamental, la manera en que históricamente se han ido conformando las narrativas dedicadas a ellos. Su perspectiva, opuesta a la de la teoría literaria, en sus variantes semiótica y narratológica clásicas, incluye la semántica filosófica, la pragmática filosófica y la narratología actual. La pregunta desplegada en sus seis capítulos es doble: por qué nuestros relatos de sucesos reales están llenos de ficción y por qué, en nuestra época, en un mundo saturado de ficciones, hay de todos modos un anhelo de verdad.

El primer capítulo, que presenta el origen de la noción de ficción en el mundo griego, expone cómo las palabras que hablan de nuestra imaginación ficcional comenzaron hablando del modelado en barro (plásso) y derivadamente la familia lexical se fue aproximando al significado de una cierta manipulación de otro tipo de materiales: los contenidos mentales. Los escritos platónicos son la fuente más clara de este derrotero en el que se pasa de la noble tarea del orfebre hasta la falsificación con las que está investido, desde sus orígenes, el concepto de ficción. En cuanto a Aristóteles, resulta llamativo, nos dice la autora, que cuando emplea este vocabulario del campo de la ficción no se refiere nunca a la literatura sino a la calificación de los argumentos, las hipótesis o las teorías científicas de otros filósofos.

El capítulo siguiente da cuenta del segundo sentido por el cual se dice que algo es ficticio: la falsificación de lo real. Tanto la familia lexical del griego plásso/plásmacomo la del latín fingo/fictioadoptan este segundo matiz cuando de un simple “formar” o “plasmar” pasan a significar “formar cambiando o disfrazando”. La pregunta que se desprende de lo anterior es qué es eso “real” a lo que lo ficticio parece presuponer. Costa nos recuerda que la primera y más duradera noción de lo real, la concepción platónica, puede com-prenderse en diálogo con el eleatismo y con la sofística. Asimismo, sostiene que la demolición de lo real llevada a cabo por Gorgias es relevante por sus consecuencias a nivel cognoscitivo y comunicativo, que algunos retoman en nuestro tiempo.

La autora se detiene en el cambio de la perspectiva de Platón en cuanto a la relación entre realidad y transmisión de la verdad. Dice que en los diálogos tardíos las ficciones son reivindicadas por su utilidad para la comprensión. Aquí recupera algo tradicionalmente soslayado y recién puesto de relieve en las últimas décadas: el valor de las reflexiones de Platón sobre la literatura y el arte en la Poética de Aristóteles. De esta manera, la visión positiva de la mimesis que recorre casi toda la obra platónica de vejez es el punto de partida para el desarrollo aristotélico. Concluye este capítulo con la concepción positiva del estagirita respecto a la imitación como una habilidad humana fundamental y con la paradoja de que la Poética, el estudio más notable que nos legó la Antigüedad sobre literatura, tuviera su centro en obras que supuestamente se ocupaban de personas y sucesos no ficticios en tanto la tragedia se consideraba entonces un relato que estaba basado en personas y hechos reales.

El tema del tercer capítulo es la idea de realidad y sus variados sentidos. Desde la historia conceptual, siguiendo a Hans Blumemberg, se exponen cuatro figuras históricas o típicas de la noción de realidad: la realidad de la evidencia inmediata, la realidad que precisa garantía, la realidad como contexto y la realidad como resistencia. La presentación que hace la autora de esta última es por demás relevante. La remite a la noción de voluntad de Schopenhauer y a su influencia en la filosofía de Nietzsche, con quien parece dar un salto conceptual: la realidad parece ser la ficción. La precisa lectura de transitadas expresiones del autor del Nacimiento de la tragedia le permiten a Costa refutar la interpretación escéptica radicalizada de éste que niega toda realidad factual en tanto negar “hechos en sí” no implica negar todo lo real ya que los fenómenos persisten. Asimismo, da cuenta de cómo Nietzsche anticipa otros motivos que serán decisivos en la reflexión contemporánea sobre realidad y ficción: la retórica no como una mera técnica para persuadir sino como lo propio de todo lenguaje. Al final del capítulo, la autora propone el análisis preliminar de una quinta noción de realidad, la realidad en la infoesfera (neologismo que se refiere al entorno informático) en la que lo real puede ser informatizable, reducido a información, y tiende a relegar lo que no lo es. En este contexto el protagonista es el big data con el que se urde una trama compleja que incentiva el escepticismo radical frente a lo insondable y cierta irresponsabilidad ligada a la sensación de omnipotencia propiciada por la tecnología.

El cuarto capítulo destaca algunos hitos que impulsaron el desarrollo de los diversos géneros dedicados a los sucesos reales, analizando en qué medida ellos comportan o no la reivindicación de los hechos y los datos empíricos por encima de la especulación filosófica o la imaginación. Aquí la obra de Heródoto es central. Luego, en el abordaje de las primeras clasificaciones elaboradas por los gramáticos helenísticos, emerge la figura de Sexto Empírico (siglo II d.C.), cuya versión escéptica sobre la ficción y nuestra imposibilidad de acceder con alguna certidumbre a los sucesos reales impactará en la Modernidad. En este punto el texto se detiene en la obra de La Mothe Le Vayer, tutor de Luis XIV, autor de varios escritos sobre la disciplina histórica e impulsor del pirronismo histórico, en cuya perspectiva Costa encuentra muchas similitudes con la concepción en torno a la historia de Hayden White.

El quinto capítulo está dedicado a los antecedentes de las narrativas periodísticas: los acta senatus y los acta diurna, el noticiarismo manuscrito a fines de la Edad Media y luego de la invención de la imprenta, las gacetas, los almanaques, las cartas y los diarios. Nos cuenta Costa que ya a fines del siglo XV el auge de la diplomacia renacentista multiplicó los tipos de textos en circulación e impulsó la proliferación de narrativas de sucesos reales que se verifica en la historiografía. Finaliza la indagación con los usos de la ficción en las crónicas del Nuevo Mundo y la disputa por la verdad de los hechos entre los testigos y los narradores.

El último capítulo tiene por tema la irrupción de los diarios que, con el invento de las rotativas hacia 1846, crecen de forma fabulosa, y las diferentes reacciones, entre las que destaca algunas de las de la filosofía europea, y discusiones en torno a ellos. La autora se detiene en las notables transformaciones en las narra-tivas de sucesos reales que se dan tanto desde el punto de vista de su producción como de su recepción con la aparición de las TIC. Frente al escepticismo que las rodea, indaga en otras áreas donde también se lidia con datos, información y hechos reales, y no reina el descrédito: las ciencias físicas o naturales. En éstas, nos dice, la metodología es primordial para la construcción de la objetividad, por lo que podría replicarse esto en aquellas.

Había una vez algo real: ensayo sobre filosofía, hechos y ficciones transita la historia de la filosofía persiguiendo de forma clara y concisa temas tan fundamentales, y tan proclives a hacer perder el rumbo, como lo son las nociones de ficción y realidad. Ivana Costa no sólo eligió muy bien a sus guías en tamaña empresa sino que pudo leerlos y proponernos una lectura precisa y fructífera que resulta un verdadero diálogo que trasciende los contextos epocales.

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