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Revista psicodebate: psicología, cultura y sociedad.

versión On-line ISSN 2451-6600

Rev. psicodebate: psicol. cult. soc. vol.21 no.2 Ciudad de Buenos Aires dic. 2021  Epub 01-Dic-2021

http://dx.doi.org/10.18682/pd.v21i2.4007 

Artículos

Predicción de la violencia en la pareja perpetrada desde la personalidad oscura, doble moral y celos en mujeres adultas de CABA y GBA

Prediction of intimate partner violence perpetrated from the dark personality, double standards and jealousy in adult women from CABA and GBA

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

2Universidad Argentina de la Empresa

RESUMEN

La violencia es un tema de gran preocupación en la Argentina. Muy pocos estudios han evaluado la violencia perpetrada por parte de las mujeres adultas en pareja. De este modo, el presente estudio buscó predecir la violencia ejercida por mujeres a partir de la personalidad oscura, la doble moral y los celos. Para responder a los objetivos de esta investigación, se constituyó una muestra intencional de 214 mujeres de CABA y GBA ( Medad = 26.30; DE = 7.40). El 78% manifestó estar de novia o comenzando una relación; el 18%, estar casada; el 6%, estar divorciada, pero en otra relación. Contestaron un cuestionario de violencia perpetrada hacia la pareja, uno de personalidad oscura, uno de doble moral, uno de los celos y preguntas demográficas. Los resultados indicaron que los puntajes más altos de violencia perpetrada fueron la psicológica y la económica. Regresiones en bloques predijeron una varianza del 34% y 30% para la violencia psicológica y económica, con la psicopatía y los celos conductuales como los predictores significativos. Un modelo estructural para predecir la violencia mostró un ajuste adecuado lo que sugiere que, nuevamente, la personalidad oscura y los celos son predictores significativos. Por otra parte, emergieron diferencias en los perfiles psicosociales de mujeres con alta y baja perpetración de la violencia. En la Discusión, se analizan las implicancias de estos hallazgos y se brindan sugerencias para futuros estudios.

Palabras clave: violencia; género; personalidad oscura; moral; celos; mujeres

ABSTRACT

Violence is a matter of great concern in Argentina. Very few studies have evaluated violence perpetrated by adult women in a relationship. In this way, the present study sought to predict violence exerted by women based on dark personality, double standards and jealousy. Responding to the objectives of this study, an intentional sample of 214 women from CABA and GBA (mean age = 26.30 years; SD = 7.40) was constituted. 78% said that they were dating or starting a relationship, 18% were married and 6% were divorced, but in another relationship. They answered a questionnaire on violence perpetrated against the partner, one with a dark personality, one with double standards, one with jealousy, and demographic questions. The results indicated that the highest scores for violence perpetrated were psychological and economic. Block regressions predicted 34% and 30% variance for psychological and economic violence, with psychopathy and behavioral jealousy being the significant predictors. On the ones hand, a structural model for predicting violence showed an adequate fit suggesting that, again, dark personality and jealousy were the significant predictors. On the other hand, differences emerged in the psychosocial profiles of women with high and low perpetration of violence. In the Discussion, the implications of these findings are analyzed and suggestions for future studies are provided.

Keywords: violence; gender; dark personality; moral; jealousy; women

La violencia en la pareja o Intimate Partner Violence (IPV) es una problemática social y de salud pública, con graves consecuencias a corto y largo plazo, tanto para la salud física como para la salud mental (Karakurt et al., 2016; Miller & McCaw, 2019; Smith et al., 2018). Hay tres tipos de violencia que constituyen la violencia en la pareja: (i) abuso psicológico/emocional, (ii) físico y (iii) sexual. El abuso psicológico/emocional refiere a los casos en que el perpetrador actúa de manera ofensiva o degradante hacia su pareja, la mayoría de las veces de manera verbal, incluyendo amenazas, burlas y/o restricciones (Capaldi & Langhinrichsen-Rohling, 2012; Capaldi, Tiberio, Shortt, Low, & Owen, 2020). La violencia física apunta al contacto físico forzado que ocurre entre parejas. Esto puede incluir empujones y bofetadas ligeras, así como actos más serios como golpes y violencia letal. Ambos tipos de violencia pueden causar grandes problemas para la víctima en varias esferas de su vida (Miller & McCaw, 2019). La violencia sexual se entiende a toda acción que obliga a una persona a mantener interacciones sexuales con el agresor o un tercero mediante el uso de la fuerza física, chantaje, soborno, manipulación o cualquier otra conducta (Bogante Rojas, 2008). Estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas (2020) señalan que el 35% de las mujeres ha experimentado violencia de pareja física y/o sexual en algún momento de su vida. Por otro lado, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos observa que las mujeres de entre 16 y 24 años tienen mayor riesgo de padecer violencia de pareja no fatal, mientras que las mujeres de entre 24 y 29 años tienen mayor riesgo de ser asesinadas por sus parejas (Amar & Gennaro, 2005). El género se conside un factor de riesgo importante en la violencia de pareja. La investigación sobre cómo el género impacta en el riesgo es, sin embargo, mixta (Daigle, Scherer, Fisher, & Azimi, 2016). Según estadísticas del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad (2020), se recibieron un total de 99156 denuncias sobre violencia de género en el 2020, siendo en el 83% de los casos una pareja amorosa o una expareja el agresor, mientras que el 63% de las denunciantes eran mujeres de entre 15 y 44 años.

Históricamente, cuando la violencia en la pareja se reconoció como un problema en los Estados Unidos en la década de 1970, se hizo por preocupación específicamente por las mujeres. Nacido del movimiento de derechos de las mujeres, se llamó la atención sobre la difícil situación de aquellas mujeres que estaban en relaciones abusivas en las que los hombres eran los únicos agresores. El hecho de que los hombres también podrían ser maltratados por sus parejas no fue reconocido. Con el desarrollo de encuestas de autoinforme, como la Conflict Tactics Scale (Straus, 2007), comenzó a surgir una imagen de violencia de pareja íntima que incluye tanto a hombres como a mujeres como víctimas y perpetradores. En la actualidad, el grado en el que los hombres y mujeres se involucran y experimentan la violencia en la pareja es objeto de acalorados debates (Daigle et al., 2016). La investigación ha destacado la elevada frecuencia de estas conductas y ha determinado una naturaleza bidireccional de las agresiones, lo que la convierte en una dimensión crítica de estudio debido a las controversias que incita (Capaldi & Langhinrichsen-Rohling, 2012; Desmarais, Reeves, Nicholls, Telford, & Fiebert, 2012a, 2012b).

En las últimas décadas, se ha publicado un número creciente de estudios que respaldan la afirmación de que las mujeres perpetran violencia a tasas similares que los hombres en cuanto a violencia física o psicológica, aunque generalmente, las mujeres recurren a la violencia en situaciones de defensa. A su vez, los hombres tienen tasas más altas de violencia sexual y control coercitivo que las mujeres (Swan et al., 2008). Por ejemplo, Straus y Ramírez (2007) realizaron un estudio en cuatro universidades y reportaron una ligera diferencia de género: el 35% de las mujeres y el 30% de hombres habían cometido violencia de pareja durante los últimos 12 meses. La perpetración también se ha comparado en hombres y mujeres de todo el mundo. En un estudio de 31 naciones (Asia y Medio Oriente, Australia y Nueva Zelanda, Europa, América Latina y América del Norte), Straus (2007) halló que las mujeres perpetraron violencia a tasas más altas en 21 de los 31 sitios. Los hallazgos son relativamente consistentes entre las citas, la convivencia y los matrimonios en muestras comunitarias. Sin embargo, algunos estudios sugieren que los participantes menores de 30 años evidencian tasas más altas de agresión particularmente por parte de las mujeres. Graña Gómez y Cuenca Montesino (2014) evaluaron el comportamiento agresivo en una muestra de 3578 parejas y los resultados reafirmaron la naturaleza bidireccional de la agresión psicológica y física.

La Tríada Oscura de la Personalidad comprende tres rasgos socialmente aversivos —maquiavelismo, narcisismo y psicopatía— que han sido estudiados como una constelación (Jones & Paulhus, 2014, 2017; Miller, Vize, Crowe, & Lynam, 2019), debido a su naturaleza socialmente indeseable y a los comportamientos fenotípicos que observa, como por ejemplo, la manipulación y sus similitudes conceptuales. Es factible identificar estos rasgos en las relaciones en las que los individuos pueden parecer encantadores al principio, pero que en las interacciones posteriores demuestran su "toxicidad", dado que tienden a emplear comportamientos en beneficio propio y de explotación interpersonal (Rauthmann, 2012).

El maquiavelismo se refiere a estrategias interpersonales que defienden el interés propio, el engaño y la manipulación (Jakobwitz & Egan, 2006), y enlaza la tendencia a mantener creencias cínicas, frías, pragmáticas e inmorales con un afecto desapegado hacia los otros (Rauthmann & Will, 2011). El trastorno narcisista de la personalidad ha sido definido por el DSM-III (American Psychiatric Association, 1980). Raskin y Hall (1981) perfilaron esta definición y elaboraron la versión subclínica del mismo mediante la construcción del Inventario Narcisista de la Personalidad (NPI). El modelo comprende que las conductas del trastorno narcisista de la personalidad son formas extremas que en individuos que no lo padecen se manifiestan en medidas normales. Las personas narcisistas son aquellas que tienen una tendencia hacia la grandiosidad, el exhibicionismo, tienden a defenderse ante las críticas, sus relaciones interpersonales se basan en la explotación del otro, en la falta de empatía y la pretensión. La psicopatía consta de dos elementos claves: el déficit de afecto (insensibilidad) y el déficit de autocontrol (impulsividad). Los psicópatas manifiestan su insensibilidad a corto plazo (Jones & Paulhus, 2011; Visser, Bay, Cook, & Myburgh, 2012). La Tríada Oscura se ha utilizado para investigar el comportamiento antisocial en poblaciones subclínicas y proporcionan un valor adicional en la predicción de resultados antisociales, como la desconexión moral que justifica el comportamiento poco ético, la violencia comunitaria y la proclividad al acoso sexual (Egan, Hughes, & Palmer, 2015; Pailing, Boon, & Egan, 2014; Zeigler-Hill, Besser, Morag, & Campbell, 2016). En el caso de la violencia de pareja, se ha encontrado que la psicopatía y el maquiavelismo son predictores de la violencia tanto física como psicológica, a la vez que predicen respuestas destructivas frente al conflicto y al control de la pareja (Carton & Egan, 2017; Brewer et al., 2018). Por otro lado, la psicopatía tiene un efecto en la violencia perpetrada, tanto para hombres como para las mujeres (Kiire, 2017).

Ha habido un considerable interés en el tema del Doble Estándar Sexual desde su concepción (Reiss, 1960) que, en un principio, les permitía a los hombres doble estándar en relaciones sexuales prematrimoniales, mientras que no sucedía lo mismo con las mujeres. Este estándar consiste en evaluar a hombres y mujeres de distinta manera en situaciones similares utilizando diferentes criterios para ambos grupos (Álvarez-Muelas, Gómez-Barrocal, & Sierra, 2020; Marks, Young, & Zaikman, 2018). Aquellos individuos que apoyan este estándar suponen una mayor libertad sexual para los hombres que para las mujeres en determinados contextos y en relación a determinados comportamientos sexuales como por ejemplo, sexo antes del matrimonio, mantener relaciones sexuales con múltiples parejas, relaciones sexuales a temprana edad, relaciones sexuales casuales o sin compromiso, o desempeñar un rol activo en el sexo. En contraparte, una menor adhesión al doble estándar supone una mayor aceptación de la igualdad entre ambos sexos (García-Cueto et al., 2015; Sierra, Rojas, Ortega, & Martín Ortiz, 2007). En los últimos años, las relaciones prematrimoniales y las relaciones sexuales fuera de una relación estable son más aceptables para ambos sexos, aún existen facetas de la sexualidad que siguen siendo valoradas de distinta forma en hombres y en las mujeres (Bordini & Sperb, 2013). La doble moral sexual tiene múltiples formas de manifestaciones y, a la vez, es una variable predictora de los comportamientos violentos (Moyano, Monje, & Sierra, 2017). Sin embargo, estudios recientes han demostrado que a pesar de que la doble moral sexual es más frecuente en hombres, las mujeres también presentan este tipo de actitudes (Farvid, Braun, & Rowney, 2017).

Los celos románticos son una emoción compleja que se activan ante una amenaza real o percibida dentro de una relación sentimental. Estas amenazas son generadas por la percepción de una atracción real o potencial entre la pareja y un rival. Los celos son un estado que, según el contexto, pueden despertar emociones como tristeza (pérdida), ira (traición), miedo o ansiedad (Hart & Legerstee, 2013; Martínez-León, Mathes, Avendaño, Peña, & Sierra, 2017). Las investigaciones han proporcionado información valiosa sobre las operaciones fundamentales de las relaciones románticas (Holden, Zeigler-Hill, Pham, & Shackelford, 2014). Se ha encontrado que los comportamientos de retención de pareja están asociados con la violencia hacia una pareja (Kaighobadi, Shackelford, & Goetz, 2009), la frecuencia de las relaciones sexuales (Kaighobadi & Shackelford, 2008) y los estímulos negativos intersexuales, es decir, la inducción de celos, la manipulación emocional y de compromiso, la derogación de posibles competidores y el castigo de la amenaza de infidelidad de un compañero (de Miguel & Buss, 2011; Shackelford, Goetz, Buss, Euler, & Hoier, 2005). Los hallazgos anteriores sugieren que estos rasgos pueden estar asociados con las dimensiones conductuales, cognitivas y emocionales de los celos románticos. Es importante destacar que los celos románticos se han relacionado positivamente con sentimientos de inseguridad, baja autoestima y autoconciencia (Khanchandani & Durham, 2009). Los celos desadaptativos pueden volverse problemáticos cuando se presentan en formas de inseguridad, violencia, manipulación, autoconciencia, ansiedad y otras formas desventajosas (Wade & Walsh, 2008). Los celos y las conductas controladoras son variables consideradas como facilitadoras de la violencia en la pareja ya que estas aumentan el riesgo de agredir (Fernández-Fuertes & Fuertes, 2010). En la Argentina, en el 41% de los casos de violencia doméstica grave en el período 2018-2020, los informantes señalaron que las situaciones de celos por parte del agresor eran el principal detonante (Oficina de Violencia Doméstica, 2020b).

En cuanto a diferencias de género, la hipótesis evolutiva establece que los hombres pueden experimentar más celos en casos de infidelidad sexual, y las mujeres tienden a experimentarlos en casos de infidelidad emocional (Bendixen, Kennair, & Buss 2015). Existe una fuerte asociación entre la violencia (física y verbal) y los celos (Kar & O'Leary, 2013). Estos últimos se identifican como dos de los mediadores más importantes para aumentar la presencia de celos mórbidos y delirantes (Echeburúa & Amor, 2016), y quienes padecen esta condición tienen un mayor número de intentos de asesinato contra su pareja (Easton & Shackelford, 2009).

Entre 2003-2012 la National Crime Victimization Survey (NCVS) indicó que 1.4 por 1000 hombres sufrió violencia física por parte de su pareja; los hombres representaron un 24% de víctimas de violencia en la pareja (Truman & Morgan, 2014). Sin embargo, la mayoría de las personas no consideran que la violencia perpetrada contra ellos sea criminal, particularmente si es por parte de una mujer. En la última década, la violencia de género ha adquirido una mayor notoriedad a partir de los movimientos activistas de organizaciones feministas y organizaciones civiles. A nivel internacional, en Naciones Unidas se ha propuesto como objetivo para el 2030 la erradicación de todas las formas de discriminación hacia las mujeres. El Estado argentino ha suscripto a tratados y convenciones para demostrar su compromiso ante esta problemática; desde el año 2012 se lleva un registro único de casos de violencia contra las mujeres a nivel nacional (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2019). Existen gran variedad de estudios sobre violencia en donde la mujer es víctima del hombre. Sin embargo, la violencia en la pareja no es un fenómeno unidireccional. Más de 200 estudios respaldan que la bidireccionalidad de la violencia en la pareja se da hasta en un 80% de las relaciones violentas (Langhinrichsen-Rohling, Misra, Selwyn, & Rohling, 2012; Straus, 2006). Actualmente en Argentina no existen programas para asistir a hombres que padecen violencia en la pareja. El único indicador hasta el momento se obtiene de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) creada en 2006 por la Corte Suprema de Justicia de la Nación: en el primer trimestre del 2020, el 50% de las denuncias realizadas fueron por violencia en la pareja, de las que el 14% son mujeres que fueron denunciadas por sus parejas (Oficina de Violencia Doméstica, 2020a).

Aunque el tema de la violencia de pareja está sumamente estudiado, pocas investigaciones se han llevado a cabo en las naciones de América Latina, como la Argentina, con poblaciones de mujeres que llevan a cabo dichas conductas. Por otra parte, la presente investigación empleó un modelo de ecuaciones estructurales para su predicción, en lugar de usar solamente regresiones lineales. El modelo elegido presenta la ventaja de permitir un análisis más complejo de las relaciones entre las variables, como la incorporación de constructos latentes en dicho análisis (Kline, 2015).

Objetivos

Por todo lo expuesto anteriormente, el presente trabajo tuvo como objetivos: (1) describir los niveles de violencia perpetrada, tanto psicológica como económica, la personalidad oscura, la doble moral y los celos en mujeres adultas en pareja de la Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, Argentina; (2) predecir la violencia perpetrada a partir de la personalidad oscura, la doble moral y los celos; (3) poner a prueba un modelo de ecuaciones estructurales para predecir la violencia perpetrada a partir de dichas variables; (4) analizar las diferencias de personalidad oscura, la doble moral y los celos entre perfiles de alta y baja perpetración de violencia.

MÉTODO

Participantes

Para responder a los objetivos del presente estudio, se constituyó una muestra intencional de 214 mujeres heterosexuales de entre 18 y 40 años, con una media de edad de 26.30 años (DE = 7.40), de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, Argentina. El 78% manifestó estar de novia; el 18%, estar casada; el 6%, estar divorciada, pero en otra relación. A su vez, el 41% de las participantes manifestó estar en una relación hace menos de 3 años; el 23%, desde hace entre 3 y 5 años; y el 36%, hace más de 5 años. Por último, el 46% manifestó vivir todavía con sus padres; el 42%, con su pareja; el 12% restante, vivir solo. Los criterios de inclusión fueron: ser heterosexual, ser mujer —o autopercibirse como tal—, tener entre 18 y 40 años, residir en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o en el Gran Buenos Aires, y estar en pareja actualmente.

Instrumentos

Cuestionario sociodemográfico. Se recabaron datos tales como edad, residencia, estado civil, años de estar en pareja, etc.

Cuestionario de Violencia en la Pareja (Cienfuegos-Martínez, 2014). Permite evaluar tanto la violencia recibida como la ejercida en la situación de vida en la pareja, ya sea matrimonio, convivencia o noviazgo. En el presente trabajo, se usaron las dimensiones sobre la violencia ejercida hacia la pareja. El rango de respuesta es de cinco puntos —1 (nunca) a 5 (siempre)—. La escala de violencia ejercida contra la pareja se compone de 11 ítems y posee tres dimensiones: violencia psicológica/física con siete ítems, violencia económica/social con tres ítems, y violencia sexual con un ítem. Ejemplos de estos son: "He llegado a insultar a mi pareja", "Me he enojado cuando mi pareja me contradice o no está de acuerdo conmigo" de la dimensión de violencia psicológica/física, "Me molesta que mi pareja gaste su propio dinero" de la escala de violencia económica, y "No tomo en cuenta las necesidades sexuales de mi pareja" para la dimensión de sexualidad. Ambas escalas muestran índices adecuados de validez y confiabilidad. La escala de violencia ejercida explica un 61.8% de la varianza con un Alfa de Cronbach de .84 (Cienfuegos-Martínez, 2014). El factor de violencia psicológica/física alude a gritos, insultos y negligencia a través de los cuales una persona busca dañar a su pareja psicológicamente, utilizando la violencia si fuera necesario para lograr que haga lo que él/ella quiere. La violencia económica contempla el control del perpetrador sobre su pareja al limitar el acceso al dinero. Se incluye un indicador de violencia sexual que hace referencia a la negligencia sexual. En el presente estudio, para la violencia ejercida (perpetrador) se reportaron α; de .82 y .54.

Escala Breve de Tríada Oscura de la Personalidad (SD3; Jones & Paulhus, 2014). El SD3 es una escala breve de autoinforme que cuenta con 27 ítems agrupados en tres subescalas. Estas últimas evalúan las tres dimensiones de la personalidad oscura de forma conjunta —narcisismo, maquiavelismo y psicopatía— de forma subclínica. Consta de nueve ítems para cada dimensión, por ejemplo: "No es bueno o prudente contar tus secretos", "Me gusta manipular o engañar a las personas para lograr lo que quiero", "La gente me ve como un líder nato", "Hay cosas que conviene ocultar y que los demás no necesitan saber". La opción de respuesta se encuentra en el formato de tipo likert con cinco opciones (desde 1 totalmente en desacuerdo a 5 totalmente de acuerdo). Para el presente estudio, se utilizó la versión de Nieto Ribes (2015), con buenas propiedades psicométricas en población española. A su vez, en el presente estudio los α; de Cronbach fueron de .69 para la dimensión maquiavelismo, .71 para psicopatía y .63 para narcisismo.

Double Standard Scale(DSS; Caron, Davis, Halteman, & Stickle, 1993). Es de las escalas de autoinforme más utilizadas para evaluar la Doble Moral Sexual. Con una estructura unidimensional, está formada por nueve ítems contestados en una escala tipo likert de cinco puntos (de 1 totalmente en desacuerdo a 5 totalmente de acuerdo) tales como: "Se espera que una mujer sea menos experimentada sexualmente que su pareja", "Es importante que un hombre tenga múltiples encuentros sexuales para ganar experiencia", "Es peor que una mujer sea promiscua, a que lo sea un hombre", "Es decisión del hombre comenzar el sexo". A mayores niveles de puntuación hay una mayor presencia de doble moral sexual. Caron et al. (1993) reportaron una adecuada fiabilidad en su consistencia interna, así como adecuados indicadores de validez. Para el presente estudio, se utilizó la versión adaptada al español der Sierra, Monge, Santos-Iglesias y Aparicio (2010) que presentó buenas propiedades psicométricas en población española. El α; de Cronbach para el presente estudio fue de .78.

Multidimensional Jealousy Scale(MJS; Pfeiffer & Wong, 1989). Está constituida por 24 ítems que representan tres dimensiones: celos cognitivos, compuesta por ocho ítems ("Sospecho que mi pareja está viendo en secreto a alguien del sexo opuesto", "Sospecho que mi pareja puede tener intimidad física con otro miembro del sexo opuesto detrás de mis espaldas"); celos conductuales con ocho ítems ("Reviso los cajones, bolsos o bolsillos de mi pareja", "Llamo a mi pareja inesperadamente, solo para ver si él /ella está allí"); los celos afectivos con ocho ítems ("Mi pareja me comenta lo bien que se ve un miembro del sexo opuesto en particular", "Me muestra mucho interés o emoción al hablar con alguien del sexo opuesto"). Posee una escala likert de siete puntos (de 1 nunca a 7 todo el tiempo). El MJS resulta útil para proporcionar una imagen clara de las relaciones entre los componentes de los celos y diversas variables psicológicas. La escala presenta una alta consistencia interna y una adecuada validez, con una varianza explicada del 62% y, en todos los casos, sus α; de Cronbach para cada dimensión resulta ser superior a .70 (Pfeiffer & Wong, 1989). Para esta investigación, se realizó una traducción a la inversa por expertos de esta escala, y se la comparó con la versión original para comprobar su equivalencia. Los α; de Cronbach fueron .90, .87 y .81 respectivamente para la presente muestra.

Procedimiento de recolección de datos

Todas las participantes fueron contactadas a través de la herramienta Google Forms y a través de las redes sociales Facebook, Instagram, Twitter y Whatsapp. Primero, se verificaba la situación en pareja de la participante antes de poder contestar la batería de instrumentos. El link incluía la explicación del estudio, el consentimiento informando —de lo contrario la batería no se podía completar— y los tests. A su vez, antes de comenzar, se les informaba sobre la confidencialidad, el anonimato y los fines académicos de la investigación.

Procedimientos de análisis de datos

Todos los análisis estadísticos tanto descriptivos (medias y desvíos) como inferenciales (regresión múltiple por bloques y comparaciones de medias) fueron realizados con el software SPSS 23. En el caso de la regresión múltiple por bloques, se colocaron los puntajes de personalidad oscura, mientras que los de doble moral y celos se colocaron en un segundo bloque. A su vez, para la realización de los modelos estructurales se utilizó el software AMOS 21, utilizando el método de máxima verosimilitud.

Los datos de las variables estudiadas tenían distribución normal: de -1.20 a 1.87 de asimetría, y -0.96 a 3.66 de curtosis en el caso de la personalidad oscura; de 1.20 a 2.39 de asimetría, y 0.60 a 4.38 de curtosis para la doble moral; -2.73 a 4.20 de asimetría, y de -0.78 a 18.75 de curtosis en el caso de los celos; de 0.53 a 6.21 de asimetría, y de 0.42 a 51.20 de curtosis en el caso de la perpetración de violencia. Valores de asimetría mayores de 3 y de curtosis de 8 a 20 son considerados extremos (Kline, 2015; Tabacknick & Fidell, 2014), por lo que se optó por utilizar el método de Máxima verosimilitud robusto para evaluar el ajuste del modelo propuesto. Los indicadores de ajuste que se tuvieron en cuenta fueron el CFI (Comparative fix index), el TLI (Tucker-Lewis Index) que deben ser por arriba de .90, y el RMSEA (Root mean square error of approximation) que debe estar debajo de .10 para ser aceptable (Bentler, 1992; Byrne, 2010) para medir el error del modelo, recomendado por Hooper, Coughlan y Mullen (2008).

Por último, se realizó un análisis de clustersbietápico con los puntajes en violencia económica y psicológica para determinar las diferencias entre grupos de alta y baja perpetración de violencia sobre la personalidad oscura, la doble moral y los celos cognitivos.

RESULTADOS

Con respecto al primer objetivo, la Tabla 1 muestra los puntajes medios y desvíos para violencia, donde el puntaje mayor entre las participantes fue el de violencia psicológica perpetrada.

Tabla 1 Medias y desvíos típicos de los puntajes violencia en mujeres adultas de CABA y GBA (n = 214). 

En el caso de la personalidad oscura y sus respectivas dimensiones, se encontró la psicopatía con el puntaje mayor como se puede observar en la Tabla 2. A su vez, en la Tabla 3 se encuentran los puntajes y desvíos para las variables de doble moral y celos con un puntaje medio de 12.30 (DE = 4.17) para la doble moral, y a los celos cognitivos con el mayor puntaje.

Tabla 2 Medias y desvíos típicos de los puntajes de personalidad oscura mujeres adultas de CABA y GBA (n = 214). 

Tabla 3 Medias y desvíos típicos de los puntajes de doble moral y celos mujeres adultas de CABA y GBA (n = 214). 

Tabla 4 Predicción de la violencia psicológica perpetrada por mujeres adultas de CABA y GBA. 

En el caso de la perpetración de violencia económica, como se puede observar en la Tabla 5, también se encontró un modelo estadísticamente significativo (p < .001), donde el primer bloque explicó un 7% de la varianza y un 30% cuando se sumaba el segundo bloque. Nuevamente, los mayores predictores fueron la psicopatía (t = 2.09, β = 0.16, p < .05) y los celos conductuales (t = 8.07, β = 0.53, p < .001).

Tabla 5 Predicción de la violencia económica perpetrada por mujeres adultas de CABA y GBA. 

Para analizar los efectos de la personalidad oscura, los celos y la doble moral sobre la perpetración de violencia, tanto psicológica como económica, se realizaron dos modelos de ecuaciones estructurales sin restricciones y con restricciones de los efectos indirectos. En la Figura 1, se puede observar el modelo sin restricciones propuesto, colocando la personalidad oscura, los celos y la doble moral como variables observables, y a la violencia perpetrada como variable endógena. Se encontró un ajuste aceptable (CFI = .93, TLI = .88, RMSEA = .08; 2(23) = 54.87, p < .001). A su vez, en la Tabla 6 se muestran los predictores para la violencia perpetrada, donde se encontró un efecto directo de la personalidad oscura sobre la doble moral, y de los celos sobre la violencia perpetrada.

Figura 1 Modelo híbrido de ajuste con personalidad oscura, celos y doble moral como variables observables y la violencia perpetrada como variable endógena. 

Tabla 6 Significatividad de los predictores del modelo híbrido de ajuste con personalidad oscura, celos y doble moral como variables observables y la violencia perpetrada como variable endógena. 

Por último, se llevó a cabo el análisis de cluster bietápico que permitió obtener dos grupos: uno de n = 180 y otro de n = 34. El primero se denominó bajos niveles de perpetración de violencia; el segundo, de niveles altos de violencia. Al comparar ambos grupos mediante la prueba tde Student, con la pertenencia los conglomerados como factor entre sujetos, el análisis arrojó diferencias en psicopatía y celos conductuales en favor del grupo con alta perpetración de violencia, como se muestra en la Tabla 7. Por otro lado, el grupo con baja perpetración de violencia mostró un puntaje mayor en celos cognitivos. A su vez, se encontró una diferencia marginal en la doble moral (t(212) = -1.81, p < .07), en favor del grupo de alta perpetración de violencia (M = 13.72, DE = 4.42) en comparación con el de baja perpetración (M= 12.12, DE = 4.11).

Tabla 7 Diferencias en puntaje de personalidad oscura, la doble moral y los celos en grupos con alta y baja perpetración de violencia en adultas de CABA y GBA. 

DISCUSIÓN

La violencia ejercida a la pareja es una conducta con importantes costos psicosociales y económicos. Sin embargo, en América Latina pocas investigaciones se han llevado a cabo sobre esta temática en mujeres adultas (Thomson, Kiehl, & Bjork, 2019) ya que la mayoría de los estudios en el tema se han enfocado en varones adultos. Para este fin, se constituyó una muestra de 214 mujeres heterosexuales en pareja de entre 18 y 40 años de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, Argentina. Las participantes completaron un Cuestionario sociodemográfico, el Cuestionario de Violencia en la Pareja (Cienfuegos-Martínez, 2014), la Escala breve de tríada oscura de la personalidad(SD3; Jones & Paulhus, 2014), la Double Standard Scale (DSS; Caron et al., 1993) y la Multidimensional Jealousy Scale (MJS; Pfeiffer & Wong, 1989).

Con respecto a los niveles de violencia, los resultados mostraron niveles más altos de violencia psicológica que económica. Esto no es sorprendente ya que la violencia psicológica es una de las formas más frecuente para las mujeres (Cienfuegos-Martínez, 2014) debido tanto a factores sociales como físicos, como por ejemplo, una menor masa corporal que los varones. Aunque pocos estudios han examinado la violencia psicológica o emocional en el mundo que ejercen las mujeres, las pocas investigaciones disponibles indican que las mujeres tienen la inclinación a perpetrar este tipo de violencia de forma individual o en combinación con otras formas (Williams, Ghandour, & Kub, 2008). En otras investigaciones con muestras españolas también se detectaron mayores niveles de violencia psicológica en las mujeres que de otro tipo, como la física (Sebastián, Verdugo,& Ortiz, 2014). Lamentablemente, el instrumento aquí usado solamente pregunta sobre dos tipos de violencia. Sin embargo, estos datos deben tomarse con cautela debido a la muestra de un tamaño no muy grande e intencional.

Si bien ha habido cambios positivos en cuanto al deseo sexual de las mujeres en la sociedad, el doble estándar sexual sigue instalado en el pensamiento femenino e incluso con mayor prejuicio que en el de los hombres. Esto se debe a que el concepto de sexualidad activa y deseosa es considerado positivamente entre los hombres, pero denigrada y regulada por un etiquetado negativo con las mujeres. Las investigaciones entre la doble moral sexual y la Tríada Oscura de la Personalidad son muy escasas. Algunas investigaciones sugieren que aquellas mujeres con niveles altos de personalidad oscura tienden a tener una mayor competencia sexual, lo que sugiere que tienen mayores herramientas para desenvolverse en el terreno sexual (Jonason, Webster, & Schmitt 2009, Jonason & Webster, 2010). Por lo tanto, es posible suponer que, a niveles más elevados de personalidad oscura, el doble estándar sexual será menor.

En lo relativo a la predicción de la violencia, se observó que la psicopatía y los celos conductuales eran los predictores significativos de la perpetración para la forma psicológica y económica. Se predecía un alto porcentaje de varianza con 34% y 30% respectivamente. Que la psicopatía sea un predictor significativo no es sorprendente ya que es uno de los predictores más estudiados al respecto (Thomson, Bozgunov, Psederska, & Vassileva, 2019). La literatura científica destaca que las personas con rasgos psicopáticos son insensibles, poco empáticas e impulsivas lo que explicaría sus conductas violentas, como la perpetración de la violencia física (Jones & Neria, 2015; Muris, Merckelbach, Otgaar, & Meijer, 2017; Paulhus, Curtis, & Jones, 2018). Lo interesante es que aquí la psicopatía está relacionada con la violencia emocional y económica. Esto se ha detectado también dentro del género femenino al igual que en el presente estudio (Thomson et al., 2019).

Sin embargo, en esta investigación se observó que la psicopatía no era el predictor más significativo, sino que sí lo eran los celos conductuales, tanto para la violencia emocional como para la económica. Algunos estudios señalan que altos niveles de celos pueden asociarse con conductas de agresividad y violencia (Fernández-Fuertes & Fuertes, 2010). Por otra parte, que sean los celos conductuales los predictores significativos —no los emocionales ni los cognitivos— pondría en evidencia que la dimensión física que conlleva este tipo de comportamiento (acercarse físicamente a la pareja o hacerle una visita secreta) explicaría su significativa asociación con la violencia dentro del contexto de la pareja. Los celos, de este modo, son un robusto predictor de la violencia, más, incluso, que la psicopatía, lo que coincide con muchas investigaciones que indican que son un fuerte disparador de la violencia dentro de la pareja (Pichon et al. 2020). Futuros estudios deberían examinar si el alto valor predictor de los celos se da solamente en las mujeres o en ambos géneros.

Que la doble moral no se asocie con ningún tipo de violencia puede deberse a que la doble moral y el test aquí usado preguntaba sobre comportamientos que se relacionan más con un rol femenino tradicional: no ser promiscua, no tener la iniciativa en el sexo, etc. los cuales -probablemente- se relacionan más con sufrir violencia de la pareja más que ejercerla. Aunque más investigación es necesario a este respecto.

Finalmente, el modelo estructural con un ajuste adecuado indicó nuevamente que la personalidad oscura y los celos son predictores significativos de la perpetración de la violencia, mientras que la doble moral no lo es.

Recientemente, se han encontrado asociaciones positivas entre la psicopatía y las dimensiones cognitivas y conductuales del MJS. Esto se debe a la propensión de los psicópatas a la impulsividad temeraria, a la búsqueda de emociones fuertes y, en especial, a la indiferencia cruel que sugiere que la psicopatía estaría más relacionada con los celos conductuales, seguidos de los celos cognitivos. Sin embargo, no hay una relación significativa con los celos emocionales debido a una falta inherente de apego emocional a los demás (Chin, Atkinson, Raheb, Harris, & Vernon, 2017). Las mujeres que poseen altos niveles de psicopatía apelan a la inducción de los celos románticos como un proceso de comportamiento estratégico para provocar una respuesta de celos reactiva de su pareja, para logar un objetivo que generalmente es la retención de esta (Jonason, Li & Buss, 2010; Mattingly, Whitson, & Mattingly, 2012). Las mujeres tienden a emplear los celos con mayor frecuencia que los hombres. En general, sus razones son para probar la relación y el deseo de poder o control sobre el otro. Asimismo, esta inducción de celos se asocia con la agresión y la necesidad de control sobre el otro. De este modo, al comparar los niveles de perpetración de mujeres con bajos niveles de violencia versus altos niveles de violencia, nuevamente las diferencias de puntajes más elevados se presentaron en psicopatía y en celos conductuales.

El presente trabajo tiene una serie de limitaciones que deben ser mencionadas. En primer lugar, la selección de la muestra intencional y de un tamaño pequeño. Además, es conocida la limitación inherente al uso de autoinformes; mucho más en variables tales como la violencia ejercida donde la falta de honestidad y/o la deseabilidad social pueden ejercer un rol distorsivo. Por otra parte, el test solamente evalúa violencia psicológica y económica, y deja de lado otras importantes como la sexual y la física, que también puede ser ejercida por las mujeres. Por otra parte, el cuestionario de Cienfuego Martínez (2014) tiene la limitación de no inquirir en un lapso de tiempo lo que genera que la frecuencia quede a criterio del participante a diferencia de otros tests como la CTS-2 (Straus Hamby, Boney-McCoy, & Sugarman, 1996). También, el haber evaluado todas las variables con el autoinforme aumentan artificialmente las correlaciones entre las variables por la varianza compartida por el método de recolección de datos. Por otra parte, el tipo de estudio transversal no permite inferir direcciones de causalidad entre las variables.

Futuros estudios deberían examinar esta importante problemática en muestras de mayor tamaño y seleccionadas al azar de distintas regiones de la Argentina para poder generalizar los resultados. Sería interesante también trabajar con una muestra de adolescentes, de varones y con sujetos de distinta orientación sexual para observar si los predictores de la violencia ejercida son similares o no para dichas poblaciones. También sería útil examinar la violencia en poblaciones no comunitarias, como las mujeres privadas de la libertad. Asimismo, se debería examinar la violencia con otras técnicas de recolección de datos para evitar las limitaciones del autoinforme, como, por ejemplo, que el otro miembro de la pareja informe sobre el participante. Por otra parte, futuras investigaciones longitudinales serían capaces de determinar la estabilidad temporal de la violencia, así como evaluar las interrelaciones entre las distintas variables. Finalmente, sería deseable llevar a cabo acciones para prevenir la violencia de pareja.

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Recibido: 21 de Agosto de 2020; Aprobado: 02 de Febrero de 2021

1

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Universidad Argentina de la Empresa, Argentina; pablo.cg.caino@hotmail.com; https://orcid.org/ 0000-0003-2387-5777

2

Universidad Argentina de la Empresa, Argentina; herreraleilat@gmail.com; https://orcid.org/0000-0001- 8683-3027

3

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Universidad Argentina de la Empresa, Argentina; santiago_resett@hotmail.com; https://orcid.org/0000-0001-7337-0617

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