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Delito y sociedad

versión impresa ISSN 0328-0101versión On-line ISSN 2468-9963

Delito soc. vol.24 no.40 Santa Fé dic. 2015

 

COMENTARIOS DE LIBROS

Comentario a Mercedes Calzado: inseguros. El rol de los medios y la respuesta política frente a la violencia, de Blumberg a hoy

 

Por Lucia Pisciottano

Aguilar, Buenos Aires, 2015

 

 

Inseguros, de reciente publicación, es un libro que se inmiscuye en las complejidades de la problemática de la inseguridad en la sociedad argentina actual, con un recorte específico que toma el caso Blumberg como inicio de un período y, a la vez, como confluencia de un modo de construcción y abordaje de lo que ya se venía gestando desde hacía una década. Sortear los recovecos de las mutaciones que el problema de la seguridad va sufriendo a lo largo del período kirchnerista, es el desafío que recorre todo el libro.
Como fruto de una ardua investigación, Inseguros se presenta como una elaboración muy completa y articulada de distintos campos de trabajo que involucran la constante presencia de lo securitario como emergente y urgente de solucionar, e instalado como problema social relevante. A su vez, estructura de un nuevo modo trabajos anteriores de la autora y nos permite ordenar con mayor profundidad y sistematización los mismos.
"La sociedad se asemeja a un caleidoscopio, asegura con mirada sociológica Marcel Proust. Lejos de la inmovilidad, el mundo gira y las verdades visuales se disgregan, se derriten y se recomponen en nuevas figuras. La investigación no escapa a estos trazos inestables. Aun si difícilmente pueda volver inmutables las respuestas a los enigmas cotidianos, funciona como un artefacto imprescindible para azuzar la mirada. (...) Este libro simula uno de estos remolinos visuales donde se alcanzan rasgos de la fugacidad de lo que significa vivir inseguros"1. De este modo se anuncia el libro y el enfoque particular que promete analizar las distintas caras del fenómeno.
La manera que elige Calzado para introducirnos en cada capítulo es el constante pivoteo entre la ficción y el análisis crítico. A través de un registro ficcional que refracta y parodia las construcciones discursivas de los distintos actores, pero que también nos corre de la lectura académica y nos obliga a toparnos de lleno con la cotidianeidad de nuestras investigaciones, a darle identidad al sufrimiento y cuerpo a los discursos.
A lo largo del libro se retoman diversas aristas del problema, múltiples discursos que se cruzan, chocan, se amalgaman y conforman pliegues y subjetividades individuales y colectivas. El discurso de la seguridad, lejos de ser único, se conforma desde distintos sectores de la sociedad que implican a víctimas (ciudadanos-víctima), a victimarios (sujeto delincuente), a los encargados de proveer seguridad (el Estado y la legislación estatal) y a los medios de comunicación que agencian como intermediarios entre los mismos y se posicionan como uno de los escenarios de disputa centrales.
En la arena mediática combaten distintos saberes, distintas posturas, distintos discursos. En ellos subyace un trasfondo de lucha por instalarse como el verdadero. Con la posibilidad misma de existencia y enunciación se pone en juego la disputa de poder que los discursos acarrean, en ello radica el peligro. En el movimiento constante de visibilidad e invisibilidad se construyen identidades y se conforma la exclusión2. La norma, como discurso de prohibición, establece al ciudadano "de pie" como ciudadano-víctima (nosotros) y al delincuente como abyecto.
Sólo construyéndose como verdades los discursos tienen peso; son legítimos. Es por eso que en los momentos en que se anuncian las crisis securitarias, se refuerza la necesidad de endurecer las instituciones: el lenguaje penal se filtra a través de los tamices y se escapa a esferas que no le pertenecen. Tanto las víctimas como los medios de comunicación diagnostican y opinan, participan de un debate que consideran necesario porque no encuentran la respuesta que buscan en el Estado. El Leviatán no cumple su promesa de protección, se rompe el pacto y peligra el caos y el desorden. Por eso se hace necesario reforzar la ley, restablecer la institucionalidad, gestionar la monstruosidad y reubicarla para reencontrar la ansiada civilidad.
Este cruce permanente en que el diálogo conflictivo produce tensiones, es el telón que abre la escena en que se arriesga el lugar de los diferentes actores. Los medios de comunicación enuncian discursos que se arman como montaje; se recorta, selecciona, ensambla y muestra una construcción narrativa que se pretende imparcial a la vez que toma posición. A través de programas televisivos y distintos medios, tiene efectos en sus espectadores. Se movilizan emociones que interpelan e identifican en algunos casos y generan reacciones en otros. En esta construcción estratégica se apela a la protección de los ciudadanos-víctima a través de relatos que narran modos del sufrimiento, de la muerte, del miedo.
A lo largo de Inseguros se analiza minuciosamente el rol de esos múltiples actores que toman parte y se describen las tensiones y presiones que van rotando y ensamblándose en diversos modos durante el período que recorre. Desde el crimen de Axel Blumberg en adelante, se retoman los casos más mediatizados para analizarlos en conjunción con los momentos políticos y las campañas electorales, siempre dejando en claro que hay elecciones estratégicas para tener un más amplio espectro de llegada, en lo que a esta triangulación de discursos concierne. Se vivencia una nueva experiencia cultural del delito en la que se gobierna a través del miedo, se mediatiza el dolor, se desplaza la atención desde los delincuentes hacia las víctimas3.
En este proceso se va gestando un clima de época que nutre el imaginario social imperante. Se delinean contornos de modos de pensar, percibir y actuar en el marco del constante riesgo. Toma cuerpo el lenguaje de las víctimas como "lenguaje social del miedo" dentro de una sociedad del espectáculo. En ella, se difuminan los límites de lo ético, de lo correcto, de lo permitido, de lo deseado. Se reimprimen los límites de la otredad y la tolerancia. Se resignifica el valor de la vida desde un escenario bélico. El eje que articula todos los debates es el castigo.
Debatir el castigo implica definir los modos de aplicarlo, sus tiempos y formas. Involucra la demanda de las movilizaciones sociales y la propuesta electoral de los políticos. Presiona a los legisladores del ámbito penal así como a los expertos que deberían ser responsables de su eficacia. A su vez, se atraviesa un debate criminológico irresuelto del para qué del castigo. Todo esto acontece a través y por detrás de la cotidianeidad de las sociedades de seguridad, en que el pragmatismo quita lugar a la experticia. Se enmarca en un escenario de riesgo, de guerra, de crisis, de urgencia; que se hace evidente por la irrupción de las voces de las víctimas.
Estas víctimas que reclaman por la defensa de la vida del nosotros, se forman por medio de la identificación con el dolor y vivencias conjuntas de la herida y de la pérdida de familiares queridos. Se juntan, se asocian, participan, imponen su voz. Existe una constitución del ser-víctima que se estructura en el modo de mostrarse en los medios. Es por ellos y en ellos que se colectivizan los dolores individuales. El movimiento que se produce es el de un espectador que se convierte en protagonista y el de la víctima hacia vocero. Estos voceros son los encargados de presionar en el espacio público: "La condición de víctima permite el reconocimiento como actor político. La voz pública del dolor privado se percibe como la articulación de sufrimientos o de sentimientos de miedos colectivos"4.
Pero si bien se va consolidando una noción de que cualquiera es una potencial víctima, la autora sostiene que no todas las víctimas son televisables sino que hay una selectividad de las víctimas que opera en los medios de comunicación. Esto se vincula a la biografía misma de la víctima, a qué aparece y qué interpela. En la escisión de un ellos y un nosotros debe ser claro que la víctima es parte de aquellos que merecen ser protegidos.
En el período retomado, esta relación se va transformando a partir de la introducción de las redes sociales y las nuevas tecnologías como vías de acceso de información. Se abre con ello la posibilidad de conocer la intimidad de estas víctimas, de encontrar su privacidad y, por ende, de juzgarlas.
Este libro es un análisis muy rico del período que nos precede, que nos permite hacer una lectura crítica del modo en que la seguridad atraviesa varias esferas de las sociedades contemporáneas. Además de ser un eje fundamental en la legislación penal y en la construcción discursiva que moldea esta época, es indispensable para pensar las nuevas formas de tecnología que son parte de los modos en que se expande el control social a la sociedad toda. Así, las prácticas de control que se legitiman en nombre de la seguridad, se expanden a toda la población de un modo continuo e ininterrumpido5. Este trabajo deja abierto el juego y propone el desafío de seguir analizando los problemas que atañen a la seguridad y al control social en épocas venideras.

Notas

1 Calzado, M.: Inseguros. El rol de los medios y la respuesta política frente a la violencia. De Blumberg a hoy. Aguilar, Buenos Aires, 2015, 11-12        [ Links ]

2 Foucault, F.: El Orden del Discurso, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2008        [ Links ]

3 Calzado, M.: "Violencia, víctimas y mediatización. Un acercamiento empírico a la conformación de subjetividades en las sociedades de seguridad", Delito y Sociedad. Revista de Ciencias Sociales, 2014, año 23 n° 37, 41-59        [ Links ]

4 Calzado, M.: Inseguros. El rol de los medios y la respuesta política frente a la violencia. De Blumberg a hoy. Aguilar, Buenos Aires, 2015, 239        [ Links ]

5 Deleuze, G.: "Control y Devenir", en Conversaciones, Editora Nacional, Madrid, 2002, 187-194        [ Links ]

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