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Delito y sociedad

Print version ISSN 0328-0101On-line version ISSN 2468-9963

Delito soc. vol.25 no.42 Santa Fé Dec. 2016

 

COMENTARIOS DE LIBROS

Comentario a Jock Young: La imaginación criminológica

 

Por Tania Alvarez Locatelli

Madrid, Marcial Pons, 2015

En 1959 C. Wright Mills publicó "La imaginación socialógica". Allí diagnosticó que, amenazada por el avance del Empirismo Abstracto y la Gran Teoría, la sociología estaba perdiendo la imaginación. Esto es, la capacidad de cambiar de perspectiva en el análisis sociológico, de usar la imaginación como un puente para ubicar al individuo en una estructura social y un período histórico determinado. Un individuo que se presentaría así, "situado", ni fuera de la estructura ni determinado por ella. La imaginación sociológica como trabajo de artesanía dentro de la investigación social permitía, para Mills, no solo abarcar los enfoques íntimos e impersonales presentes en cualquier problemática social, sino saltar de uno a otro, relacionándolos.
En "La Imaginación Criminológica", Jock Young aumenta la relevancia que tuviera el diagnóstico de Mills y vuelve a leer sus advertencias en el contexto actual de Modernidad Tardía. Young se propone examinar en qué han resultado las predicciones de Mills y hasta qué punto se han oído sus advertencias. Para ello cierra la trilogía argumental que inició en La Sociedad Excluyente (2003) y que continuó en El Vértigo de la Modernidad Tardía (2012): a partir del análisis de la sociedad de la modernidad tardía y sus mecanismos de exclusión se enfoca en los procesos de construcción del otro que disparan las vertiginosas inseguridades provocadas por las tribulaciones de la economía y el declive de las modernas instituciones sociales. Da cuenta que este proceso de creación del otro es paralelo al movimiento del positivismo dentro de las ciencias sociales; e importando estos binomios sociales al interior de esta disciplina, concluye que las advertencias de Mills sobre lo que estaba ocurriendo con la sociología no fueron oídas, y que en un contexto hostil para su desarrollo, el positivismo ha reflotado en una especie de "revancha".
Young discurrirá sobre el rumbo que han tomado las ciencias sociales haciendo foco especialmente en la criminología y buscando en esta disciplina pruebas de la persistencia de las amenazas sobre las que advirtió Mills. Es en criminología donde, a pesar de tener más a mano la perspectiva crítica (la mirada criminológica, sostiene, está más expuesta que ninguna otra ciencia social a los problemas del poder, la estigmatización, el pluralismo y la competición de valores), más lejos ha llegado el empirismo abstracto reforzando las tendencias a la preocupación obsesiva con el método científico natural y estadístico, a la alienación numérica, al alejamiento del problema y a compartimentar los asuntos del poder y la desigualdad.
A través de la crítica de sus métodos, cuantitativos y cualitativos, Young demostrará que el reflote positivista no sólo no es adecuado en el contexto de modernidad tardía sino que fracasa en su pretensión de cientificidad y objetividad.
Contraponiendo las actuales tendencias de las formulaciones de la conducta humana con las advertencias que hizo Mills a mediados del Siglo XX, Young defiende la existencia de un "empirismo abstracto sofisticado" que se manifiesta en la invasión de la investigación cuantitativa hacia el interior de las ciencias sociales.
Young pone de manifesto que la afinidad electiva entre la criminología positivista y las necesidades burocráticas del sistema de justicia criminal, va más allá de la necesidad de números y de funcionarios estadísticos que los proporcionarán; sino que tiene como base nociones compartidas de ontología y orden social. Ambas persiguen el deseo de colocar a la sociedad en categorías ordenadas y cuidadosamente delineadas.
El autor contempla un estado de marcado complejo y admiración unidireccional en el interior de las ciencias sociales hacia las ciencias naturales, lo cual las lleva necesariamente a abrazar un camino positivista que pretende aplicar los métodos de las ciencias naturales a la acción humana; presuponiendo la idea de que el comportamiento está causalmente determinado y que sobre ello podrá alcanzarse una objetividad incontestable (la pretendida cientificidad), preferiblemente a través del empleo de una medición cuantitativa precisa.
Sin embargo, continua, medir en ciencias naturales no es lo mismo que medir en ciencias sociales (las definiciones de los fenómenos sociales son construidas por individuos y necesariamente variarán según lo hagan las construcciones sociales de los actores involucrados) y este tipo de investigación que luego se constituirá como materia prima del debate político y la opinión publica presenta problemas en tres niveles: un problema técnico (y social si se añade la fluidez de la modernidad tardía como factor de cambio en la población potencial) de representatividad de aquellos que faciliten la información sobre el total de la población. Un problema sustancial sobre la verdad que puede captar el investigador considerando a la entrevista como una relación social y no una línea de comunicación inerte, asumiendo que los seres humanos son reflexivos, creativos e intérpretes. Y un tercer problema de la interpretación y el valor que a contrario de los dos anteriores no da por sentado que haya datos objetivos que se puedan tomar de la realidad sino que discute la realidad misma, reconociendo que las mismas secuencias de comportamiento pueden ser evaluadas de forma diferente y desde varias perspectivas en la estructura social.
¿Qué deja afuera este tipo de investigación? En primer lugar el investigador obvia la autorreflexión, esto es, considerar el carácter social que lleva consigo la entrevista. El proceso de recolección de datos necesariamente implica una relación social y simplificar ello además de debilitar académicamente tales estudios infiere que este tipo de sociología es reflejo de una sociedad que no quiere saber mucho sobre sí misma.
¿Perezosos? Young desafía las dos estrategias del positivismo para explicar la conducta humana y las vuelve a leer en clave del contexto de la modernidad tardía. Reconoce, por un lado, la generalización de narrativas que conectan factores previos (erigidos en variables independientes) con comportamientos actuales (reducidos a variables dependientes). Pero niega que en un mundo fragmentado e hiperplural haya tal variable independiente que predetermine su propia significación (el mismo factor material puede significar cosas diferentes para personas diferentes en tiempos y lugares diversos). Sostener la existencia de ese tipo de variables implica negar que los significados son dados y refutados de manera permanente en la interacción social.
Al intentar relacionar actitudes con comportamientos, el positivismo vuelve a fallar en la medición. Young presenta a las encuestas como test en los que los entrevistados solo pretenderán airear la "actitud adecuada" como aquella digna de ser presentada en público. El comportamiento, por otra parte, quedará reducido a la respuesta verbal y se asumirá a esta como "tendencia" de comportamiento. En ambas estrategias, el positivismo presume cierta consistencia lógica en la actividad humana, pero, recurriendo otra vez al contexto de modernidad tardía Young nos presenta un individuo contradictorio inmerso en un mundo aún más contradictorio. La situación de rápido cambio de actitudes, de un mundo saturado de medios, nos expone a una discusión amplia e intensa de "las actitudes correctas". Young llama al sociólogo a despegarse del rol del "lógico" y considerar que una misma persona bien puede apoyar actitudes contradictorias. Es relevante el interés criminológico en desarmar la creencia sobre la precisión de este tipo de análisis si se advierte que irremediablemente el comportamiento que constituye su objeto de estudio se presenta, por su propia naturaleza, oculto y subterráneo.
Fiel a la propuesta de Mills, Young sitúa este "retorno" del positivismo en una estructura social y un momento determinado, enfatizando en lo paradojal del forecimiento de esta ideología mecanicista en un contexto de modernidad tardía a todas luces hostil a este tipo de proyectos.
La modernidad tardía con su inevitable inestabilidad en las esferas sociales tradicionales (trabajo, familia, comunidad) e incertidumbre económica;presenta por un lado la alternativa aperturista de la propia construcción (el autodesarrollo y la autoinvención a partir de la deconstrucción de las barreras tradicionales, el abrazo la creatividad humana y la celebración de la diferencia) y la vuelta al esencialismo como alternativa diametralmente opuesta a ella. El camino esencialista como refugio ante la inseguridad ontológica de la posmodernidad, implica necesariamente la esencialización negativa del otro, dando lugar a los procesos de construcción del otro que Young desarrolla en "El Vértigo de la Modernidad Tardía".
Si se trasplanta tal proceso al interior de las ciencias sociales, la búsqueda de generación de esa falsa objetividad implicará necesariamente un salto entre el observador y el observado dando lugar a lo que Young llama un "proceso cuantitativo de creación del otro".
Los postulados que lleva consigo el camino esencialista dentro de las ciencias sociales (determinismo y negación de la creatividad humana, posición de superioridad neutral y necesidad de consenso, búsqueda de generalizaciones y detracción de las especificidades) si bien "atractivos" para una disciplina que busca conceptos y delimitaciones fijas; son puestos en cuestionamiento en un contexto de modernidad tardía donde "todo se vuelve problemático". Para salir de este reducto esterilizado, Young nos invita a acoger una posición teórica que pueda penetrar en el mundo de la felicidad, el miedo, las falsas certezas y las dudas de los individuos, que permita entender los proyectos subculturales de la gente en un mundo plagado de desigualdades en la riqueza y de incertidumbres sobre la identidad.
Si la vida diaria no es monótona ¿por qué la criminología pareciera serlo?: Young destaca la importancia de la criminología cultural –como "la melodía rescatada de la charla monótona"– porque ha logrado capturar la fenomenología del delito, tan presente en los relatos de la literatura popular, los medios, y la fascinación de los espectadores: la adrenalina, el placer, el pánico, el miedo, la ira y la humillación. Dado que los seres humanos son seres creadores de cultura y están dotados de libre albedrio, la creación del significado humano resulta necesaria en cualquier explicación de la actividad humana. Todo ello presenta a la criminología cultural como más "adecuada" a la fenomenología de la vida diaria en general de la época posmoderna dado que esa creatividad y reflexividad se vuelven más evidentes.
¿Nos alcanza con la "varita mágica" de la etnografía para alejarnos de los profundos problemas de la investigación cuantitativa?: El reconocimiento del contexto en el que se trabajará supone necesariamente asumir una metodología de la atención, donde el investigador deberá sumergirse en la cultura y aumentar su nivel de reflexividad. Los análisis cuantitativos de datos deben ser desplazados y reformulados como construcciones humanas imperfectas y cuidadosamente situados en tiempo y espacio. Young propone una doble toma de conciencia en el proceso de investigación: esto es una etnografía de la etnografía.
A pesar de la franqueza y la inmediatez que propone la etnografía de la antropología clásica, dando voz al que no la tiene, sumergiendo al investigador culturalmente, estableciendo una relación humana con aquello que investiga y constituyendo a las propias narrativas de los sujetos como su objeto de estudio; se presenta como insuficiente para resolver las dificultades metodológicas de la investigación cuantitativa. Los problemas que se hallaban allí se reproducen aquí: el problema de la representatividad, el problema del enmascaramiento como ocultación o simple engaño, y el problema de la interpretación o la traducción, no sólo interpretando de manera errónea las categorías sociales, sino por el distinto significado asignado a las palabras y a la acción humana. Sustituyendo así, la cosificación de los números por la cosificación de la representación.
La etnografía no resuelve la problemática siempre presente de la construcción del otro y las dificultades que ello planteará para la traducción. Ni siquiera la opción de la etnografía urbana logra superar esta dificultad, ya que las construcciones liberales del otro (otros deficitarios que serían iguales a nosotros de no ser por esas carencias) que exagera las diferencias e ignora las similitudes no se corresponden con los atributos del mundo moderno. Una etnografía crítica no se constituirá como mera descripción de otros (mundos, culturas, seres humanos) sino que irá necesariamente atada a lo que Young llama "desfamiliarización". La investigación de campo debe permitirle a uno desmontar el propio mundo, tomando conciencia de cómo las cosas que suponía sólidas e indiscutibles, son en realidad construcciones arraigadas en tiempo y lugar. La desfamiliarizacion es presentada por Young como el camino opuesto a la construcción del otro: no se definirán ya las certezas de uno mismo a través de las carencias de los otros sino que se destaparán las incertidumbres de uno mismo.
Tomando el camino opuesto al refugio positivista, la respuesta académica al cambio debería privilegiar una óptica que visualice el amplio espectro de la experiencia humana, que abarque un mundo de creatividad y se deleite con las emociones. Sugiriendo una dicotomía entre los métodos de investigación social entre aquellos que confirman la separación entre observador y observado, que fingen distancia social y formulan sus descripciones en el lenguaje de la construcción del otro y aquellos métodos "transformadores" que vinculan a observadores y observados, haciendo visible lo invisible; Young nos propone perseguir lo que David Sibley llama "el conocimiento peligroso" y no sólo acepta el desafío que formuló Mills a mediados del Siglo XX, sino que lo vuelve a impulsar: "Se un buen artesano, evita cualquier conjunto rígido de procedimientos. Sobre todo, haz por desarrollar y utilizar la imaginación sociológica. Evita el fetichismo del método y la técnica. Busca la rehabilitación del artesano intelectual no pretencioso, e intenta convertirte en un artesano así tú mismo. Que cada hombre sea su propio metodólogo: que cada hombre sea su propio teórico..."1

Notas

1 Mills, W. La imaginación sociológica, FCE, México, 2003: 225.         [ Links ]

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