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Delito y sociedad

versión impresa ISSN 0328-0101versión On-line ISSN 2468-9963

Delito soc. vol.26 no.43 Santa Fé jun. 2017

 

COMENTARIOS DE LIBROS

Comentario a Mariana Galvani: Cómo se construye un policía. La Federal desde adentro

Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2016

 

Por Karina Mouzo y Alina Ríos

Mariana Galvani es pionera en los estudios sobre policías en nuestro país. En 2007 publicó “La marca de la gorra. Un análisis de la Policía Federal”, libro que presen- ta en un formato accesible para el público lego los resultados de la investigación que había conducido a la realización de su tesis de licenciatura en Comunicación Social de la uba. En aquel trabajo ponía su esfuerzo en recuperar una perspectiva de clase para responder una pregunta central: ¿Quiénes y por qué se hacen policías? Y detrás de este interrogante, otros: ¿Cómo se hacen policías? ¿Cómo puede un miembro de la clase obrera ser el vehículo de la represión contra otros miembros de la clase obre- ra? El debate estaba abierto. Y para desandar estos interrogantes es que la autora una y otra vez se pregunta cómo funciona la policía y qué tipo de subjetividad se produce dentro de estos espacios.

Al definir su objeto, Galvani se animó al estudio de la Policía Federal Argentina (pfa), la fuerza policial más relevante de nuestro país. Y sí, animarse. Porque hasta no hace poco el campo de los estudios policiales se presentaba como un campo árido. A pesar de los valiosos aportes de muchos investigadores (Sabina Fréderic, Máximo Sozzo, Marcelo Saín, Mariana Sirimarco, Sofía Tiscornia, entre otros), la policía en nuestro país seguía siendo un objeto despreciado. Aparecían reflexiones en términos jurídicos e institucionalistas, pero cualquier intento de comprensión respecto de cómo un sujeto se hace policía era visto como un gesto de indulgencia hacia una ¿profe- sión? que elegían necesariamente aquellos con muy “mala conciencia” o que guarda- ban inconfesables deseos. La policía, pero sobre todo los policías, aparecían como un sujeto/objeto maldito. Esta conflictiva relación académica con el objeto policía debe leerse en términos históricos y contextuales. En los primeros tiempos de la transición democrática son las fuerzas armadas las que demandan al campo académico una aten- ción “urgente”, las policías quedan relegadas en tanto que objeto de indagación para las ciencias sociales. Y cuando a principios de los años 90 comienza a formularse la pregunta acerca del rol de las fuerzas de seguridad en democracia, lo hace de la mano de la violencia policial como problema emergente, visibilizada sobre todo por las de- nuncias de los organismos de derechos humanos que objetivan las prácticas de “gati- llo fácil”.

El trabajo de Mariana Galvani (junto a otros trabajos fundadores del campo de es- tudios académicos sobre las fuerzas de seguridad en nuestro país), entiende que, jus- tamente, para dar sustento a las denuncias sobre violencia policial, es preciso recono- cer esas prácticas como sistemáticas y no esporádicas (en tanto “excesos” o “deslices” individuales). Y para ello es que se corre de definiciones apriorísticas sobre la insti- tución para tomar como objeto las prácticas concretas y los modos de justificación y legitimación de las múltiples intervenciones que hacen al trabajo policial. De allí que, sin pretensión de agotar las distintas aristas que el quehacer policial presenta, Galvani se detiene en ciertos puntos clave que nos acercan a un mayor nivel de comprensión de la subjetividad policial.

Atender a la construcción de la subjetividad de los policías no tendría que ver en- tonces con “exculpaciones” moralizantes, sino con tratar de comprender esta subje- tividad como producción estructural de una serie de prácticas que atraviesan la insti- tución policial y el orden social. Así la violencia policial no puede ser explicada por referencia a la conducta aislada de un policía “desviado”.

En “Cómo se construye un policía. La federal desde adentro” (2017) avanza res- pecto de sus trabajos anteriores en una línea muy interesante que nos interpela de ma- nera directa puesto que postula que pensar la policía es pensar la política, es pensar la estatalidad y es un modo de pensar(nos).

El marco teórico se nutre de la teoría de los campos de Pierre Bourdieu, la autora propone pensar la policía como un campo con sus dinámicas de luchas y conflictos, con capitales específicos en disputa y con la demanda de cierto habitus para poder ju- gar el juego que dentro de estos entramados de relaciones acontece. De este modo, la rigidez de la institución cede frente a una demarcación analítica que prioriza las ten- siones y conflictos así como también las posibles resistencias en un espacio que no es homogéneo. Para analizar las disputas de poder dentro de este campo, y en relación con otros campos, Galvani utiliza algunos conceptos de Michel Foucault.

El corpus con el que trabaja está bien delimitado y está orientado a relevar qué di- cen los policías sobre lo que hacen, sobre sus prácticas. Entrevistas e historias de vida nutren el frondoso trabajo de campo. Merece destacarse el análisis de los medios grá- ficos de la propia fuerza, recuperados por Galvani del archivo policial y que datan de principios del siglo xix. El armado de este corpus constituyen una pieza fundamental para recomponer el discurso que la policía se da a sí misma y busca transmitir a los demás y que continúa hasta nuestros días. Por otro lado, analiza la legislación que le da marco a las prácticas de estos funcionarios. Aquí la ley no es simplemente la letra escrita, sino que es un discurso más desde el que se constituyen y con el que justifican sus acciones, incluso aquellas que podrían ser consideradas ilegales. Como indica la autora los policías quieren hacer “bien” su trabajo de defender el orden social, y la ley se les aparece muchas veces como un obstáculo, sienten sus “manos atadas”, a la vez que es lo que guía sus acciones, entonces, la adaptan, la acomodan a sus necesidades, incluso si lo consideran necesario la transgreden. Y si eso ocurre es en función de un bien mayor, es decir, realizar lo que la ley demanda, y que por eso mismo no amerita mayores controversias o contradicciones. Dicho de otro modo, y con un giro de Ben- jamin, en nombre de la ley, se declara la excepción para de ese modo salvar la ley. De allí también la frase de Foucault que caracteriza el accionar policial como un “golpe de Estado permanente”.

El modo en que realiza el abordaje a lo largo del libro da con una serie de hallazgos relevantes para entender la subjetividad policial: la vocación, el respeto, la muerte y las otredades son los núcleos que problematiza para avanzar en una caracterización del sujeto policía que le devuelve su especificidad y lo vincula al marco de su institución sin deslindarlo de los lazos más amplios que lo vinculan al conjunto del orden social.

Ser policía ¿es una vocación?, ¿se nace con esa vocación? A contrapelo de estas preguntas propias del sentido común, el trabajo de Galvani muestra que la vocación es un triunfo de la institución sobre el sujeto que ingresa en ella. El exhaustivo trabajo de campo que realiza muestra que son muy pocos los policías que dicen haber ingresado a la fuerza por vocación (y sólo lo hacen aquellos que provienen de una familia poli- cial). Ingresan fundamentalmente por las condiciones económicas que el trabajo ofre- ce (es un trabajo estable, en el Estado, en blanco, se paga desde el período de forma- ción, etc.). No obstante la institución demanda vocación en sus ingresantes, de hecho es la condición sine qua non, el principal criterio de selectividad para permanecer en la fuerza. Entonces, si la vocación no está en el momento de ingresar, ir construyén- dola se transforma progresivamente en la línea de corte de aquellos que logran o no las cualidades necesarias para mantenerse en la institución. De hecho la fuerza es muy selectiva respecto de los miembros que efectivamente formarán parte de sus filas. Para sostener esta afirmación, y a modo de ejemplo, Galvani muestra que para el año 2006 se inscribieron 10402 cadetes, fueron incorporados 2104 y egresaron 1740.

Luego de años dentro de la institución el relato de sus miembros se construye de modo tal que si bien no sabían al ingreso que tenían vocación, la tenían, cuestión que se les revela en el tránsito por la formación y por el quehacer policial propiamente dicho. Se trata de algo que tenían y que no sabían que tenían, pero que los constitu- ye como personas, porque “ser de la federal” no es un trabajo, “es un modo de vida”.

El respeto y la muerte, son otros dos tópicos constitutivos de la subjetividad poli- cial. La autora reconoce la recurrencia con que la “pérdida del respeto” es enunciada en el discurso de sus entrevistados. Haciendo alusión a un pasado idílico, los policías sienten que todo pasado fue mejor y que ahora su trabajo no es reconocido como en otros tiempos. El análisis del material de divulgación de la institución muestra que la búsqueda del respeto es histórica. La Revista de Policía de fines del 1800 ya se expe- día en esa línea. Entonces ¿qué significa la búsqueda del respeto? ¿Por qué le hacen este reclamo a la sociedad? Galvani sostiene que esto es así porque los policías sienten que lo dan todo, incluso la vida y no se sienten socialmente reconocidos, no son pres- tigiosos, no poseen el capital simbólico que creen que merecen. Más aún, siguiendo a Michel Foucault, entiende que el no reconocimiento de la función policial se vincula con la negatividad propia de su tarea. Dividir, obturar, demarcar, clasificar, reprimir, matar y morir son elementos constitutivos y distintivos de la función de los policías, de allí la negatividad de su función.

Precisamente, una singularidad del trabajo policial es que es en la muerte donde finalmente el reconocimiento puede emerger. Aquellos que dan la vida por la defensa de la sociedad pueden, llegado el caso, ser reconocidos como héroes, trascender la ins- titución a partir de un acto de arrojo de esa magnitud. O bien pueden ser los mártires que entregaron su vida en defensa de la propiedad privada y la vida de los ciudadanos pero que no son reconocidos, es decir, sus actos no trascienden el marco institucional. En dicho caso si el reconocimiento de la muerte no llega a ser social es al menos insti- tucional. La muerte “en y por cumplimiento del deber “supone un ascenso en la escala jerárquica post mortem. Se premia la muerte, y el ritual que acompaña dicho recono- cimiento es la ceremonia más importante de la institución.

Finalmente, ¿de quiénes defienden al conjunto social? La construcción del otro pe- ligroso es característico de todo estado capitalista como nos dice la autora ampliando la definición de Graciarena que vincula dicha construcción sólo con los estados “auto- ritarios modernizantes”. La construcción de un “otro” nos interpela siempre, en cada momento de nuestra historia. Es por ello que entiende que hacer un breve recorrido en clave histórica de aquellos sobre los cuales los policías pueden y deben apuntar nos muestra los distintos momentos que fue atravesando el Estado Nación argentino. Una cuestión a destacar es que en el modo de abordaje que ella hace del Estado, éste no es cosificado como un aparato monolítico sino que presenta distintas aristas que se super- ponen y que pueden incluso ser contradictorias.

Asimismo, a la ya clásica diferenciación de Foucault entre ilegalismos y delin- cuencia, la autora la hace pasar por el tamiz de la especificidad de los sujetos que se- rán señalados socialmente como los delincuentes por excelencia, en cada época selec- cionada.

Así, en la constitución del estado nación argentino, el vago en la segunda mitad del siglo xix, aparece como una alteridad radical en los escritos de la Policía de Buenos Aires y hacia fines de siglo el delincuente. En el primer tercio del siglo xx los lunfar-dos y los militantes anarquistas concentrarán las alarmas sociales en un Estado-Na- ción que se consolida. Ya en el siglo xx los jóvenes delincuentes serán sindicados como uno de los blancos predilectos de las alarmas sociales y en los años ’70 de ese siglo los terroristas condensarán gran parte de los temores sociales. Galvani aclara que en esta construcción de los sujetos peligrosos a lo largo de los siglos xix y xx no es exhaustiva, pero que sin embargo alcanza para dar cuenta de cómo se construyen socialmente los “otros” y cómo los ve la policía, quien en última instancia actúa so- bre ellos y tiene a capacidad de hacer morir en nombre del Estado. Y aquí otro de los aportes importantes del trabajo que comentamos, los enemigos sociales sobre los que actúa la policía no son creaciones intrainstitucionales, o imposiciones por parte de un poder estatal verticalista y omnímodo. Son el efecto de lo construido por una diver- sidad de prácticas sociales que cristaliza en aquello que se indica como “peligroso”, “eliminable”, “prescindible”. Más aún, en la clave foucaultena de comprender la rela- ción saber-poder, la ciencia, de la mano del positivismo criminológico, fue un discurso decisivo en el modo de abordar las otredades a lo largo del tiempo, fundamentalmente las encarnadas en los lunfardos y los militantes anarquistas. En efecto, el positivis- mo criminológico presumía de, luego de capturarlos, curar (en caso de ser posible) a los delincuentes en tanto enfermos y así extirpar, incluso antes de su manifestación, los tumores sociales encarnados en los militantes anarquistas. Y aunque esa impron- ta perdió centralidad a lo largo del siglo xx, sus marcas pueden ser rastreadas incluso hasta nuestros días.

En esta revisión del modo en que se fueron construyendo los enemigos de la socie- dad, Galvani avanza en caracterizar la forma en que la acción sobre éstos fue asumi- da como un conflicto de tipo bélico. La impronta militar de la institución, consolida- da bajo la jefatura de Coronel Ramón Flacón a comienzos del siglo xx, es clave para comprender cómo a lo largo del tiempo la institución policial piensa el conflicto social como una guerra, con la obvia consecuencia de que, de ese modo, los conflictos no se resuelven, se ganan o se pierden a sangre y fuego.

En esta línea, Galvani trabaja cómo la policía se fue convirtiendo progresivamen- te en el elemento clave de la persecución política bajo las sucesivas dictaduras mili- tares. Saberes, poderes y tecnologías específicas, como el invento de la picana por el Comisario Inspector Leopoldo Lugones (h), convergieron en la lucha contra el ene- migo interno.

Luego, en la transición democrática, al quedar en un segundo plano en relación con la responsabilidad de las fuerzas armadas, la Policía Federal Argentina conservó su estructura, su ley orgánica y los pilares de su funcionamiento ya bajo gobiernos de- mocráticos. Incluso conservó el modo en que caracteriza sus enemigos, como lo de- muestra la autora al analizar el modo en que los jóvenes delincuentes son caracteriza- dos actualmente.

Finalmente, el análisis de este libro, indispensable para cualquiera que quiera aden- trarse en estas aguas, nos revela que lo más visceral del planteo propuesto es su pre- sencia como espejo: si bien el objetivo es analizar la subjetividad policial, en ese mis- mo gesto se develan posicionamientos, formas de ver el mundo, juicios consolidados respecto de lo que los policías se suponen son, y que a la vez es inescindible de un discurso social sobre un “nosotros” (de los que no somos policías) que los excluye e incluye al mismo tiempo. Más delicada incluso es la posición del investigador en tor- no a este objeto de estudio. Resuenan las palabras de la autora cuando señala que “… debíamos ponernos en cuestión a nosotros mismos, objetivarnos como sujetos obje- tivantes- al decir de Bourdieu- productores de una investigación, y también objetivar las categorías desde las cuales sosteníamos nuestra propia mirada doxófoba”. Como señala Mariana Galvani no somos conciencias libres, somos parte de este juego de fuerzas. Tener conciencia de las limitaciones propias en este tipo de investigaciones e inscribirse dentro del juego de fuerzas no solo forma parte del proceso de vigilan- cia epistemológica, sino que es una actitud política honesta y comprometida. Actitud a la que Galvani nos tiene acostumbrados y por eso celebramos aquí su nuevo libro.

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