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Delito y sociedad

versión impresa ISSN 0328-0101versión On-line ISSN 2468-9963

Delito soc. vol.29 no.49 Santa Fé jun. 2020

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.14409/dys.2020.49.e0012 

COMENTARIOS DE LIBROS

Comentario a Andrea Leverentz: The Ex-Prisoner's Dilemma: How Women Negotiate Competing Narratives of Reentry and Desistance

New Brunswick: Rutgers University Press, 2014

 

Guillermina Barukel

Universidad Nacional del Litoral/CONICET, Argentina. https://orcid.org/0000-0003-0549-7194. guillebarukel@hotmail.com

 

DOI: https://doi.org/10.14409/dys.2020.49.e0012

 

Recibido: 06/11/2019
Aceptado: 12/12/2019


El trabajo The Ex–Prisoner's Dilemma: How Women Negotiate Competing Narratives of Reentry and Desistance de Andrea Leverentz presenta interesantes reflexiones en torno a  una serie de problemáticas de la criminalidad femenina en general y del reingreso a la vida en libertad de quienes estuvieron presas, en particular. Señalando el interés por aportar al debate sobre los efectos del encarcelamiento y la criminalización de la adicción a las drogas en las personas afectadas, Leverentz desarrolla un minucioso análisis de narrativas de mujeres que tuvieron experiencias de privación de la libertad y luego vivieron en «Mercy Home», casa intermedia de la ciudad de Chicago. Estas Narrativas serán leídas, a lo largo de su trabajo, como fuente empírica para conocer y analizar temas tales como la redefinición de sus trayectorias de vitales a medida que reingresan a sus vidas en libertad, los intentos por desistir de las ofensas y del uso de drogas, la recreación de las identidades sociales, entre otros. Y al mismo tiempo, las narrativas serán punto de interés para problematizar y reflexionar sobre sus orígenes, y las relaciones e instituciones a partir de las cuales son construidas.

Por su parte, tratándose de uno de sus principales intereses, para abordar y dar cuenta de la desistencia como proceso complejo, la autora realizó cuatro entrevistas en el transcurso de un año a cada una de las 49 mujeres que formaban parte de su muestra. Lo que le permitió dar cuenta a lo largo de su trabajo de los cambios de vida y de perspectiva, las contingencias y la permanente negociación de mensajes contrapuestos de quiénes son, quiénes deben ser y cómo deben vivir estas mujeres. En el problema abordado, las dimensiones y complejidades varían y aparecen de maneras más claras con el paso del tiempo y la distancia respecto a su salida de la prisión. Utilizando las herramientas brindadas por el interaccionismo simbólico, la autora realiza un esfuerzo por presentar la manera en la cual tanto las posiciones sociales y estructurales como los diversos mensajes recibidos sobre sus roles en la vida tienen un rol activo en sus comportamientos y el problema que se les presenta cuando estos no coinciden con las experiencias estructuradas por condiciones sociales e históricas. Mensajes sobre cómo ser una «buena» ex delincuente, una «buena» ex consumidora de drogas, y un «buen» miembro productivo de la sociedad, aportan material para conocer tanto las experiencias de las mujeres como la manera en la cual la sociedad estadounidense construye el género, la criminalidad femenina y el reingreso de prisioneras.

El estudio organiza la presentación del análisis a partir de diversos relatos desplegados por las mujeres en torno a dimensiones tales como vínculos familiares, de pareja, educación, trabajo, barrio y vivienda. Realiza una descripción exhaustiva de las experiencias pasadas, presentes, sus deseos y proyecciones sobre estos temas, y da cuenta de en qué medida se redefinen o no sus vidas una vez que salen de prisión, las barreras con las que se encuentran, y la manera en la cual la vida diaria moldea su autoestima y repercute en recaídas, ofensas futuras, consumo o desistimiento.

En los primeros capítulos presenta un conjunto de características de las entrevistadas y, a través de estas, de las mujeres que son regularmente atrapadas por el sistema penal estadounidense. Estas particularidades son:  el origen y el regreso a barrios desfavorecidos, ser miembros de unidades familiares que presenta como «disfuncionales» por estar signadas por la violencia y el uso excesivo de drogas y alcohol y experiencias laborales y educativas limitadas, en su caso más que en el de los presos varones-. La criminalidad de las mujeres se basa en la supervivencia del abuso, la pobreza y el consumo de sustancias (Bloom, Owen y Covington, 2004; Chesney–Lind, 1997; Covingon, 2003; Owen, 1998; Richie, 2001).

Más adelante incorpora un análisis de las particularidades de cada caso, haciendo hincapié en el desarrollo de una amplia gama de experiencias de reingreso e intentos por desistir de las ofensas y el uso de drogas. Evidenciando de este modo que la regularidad se presenta en sus narrativas sobre comportamientos pasados y futuros más que en las experiencias concretas. En este sentido, sostendrá que las historias están en parte determinadas por las circunstancias reales de vida, familia, clase, género, cultura y el momento histórico en el que se desarrollan, pero también se hacen elecciones en general y elecciones narrativas en particular.

La autora presenta a través de los relatos la tensión entre las experiencias y las ideas construidas en torno a estas, centrando la atención en las aspiraciones de las mujeres, en cómo definen el éxito y en sus experiencias en relación a mensajes culturales más amplios sobre estos temas. Sostendrá Leverentz que las ex prisioneras han aprendido las mismas narrativas culturales de éxito que impregnan la cultura de los Estados Unidos en torno a que la educación y el trabajo duro conducen al éxito financiero. Muchas de las mujeres entrevistadas creían en estas estrategias para afrontar la vida en libertad, vivienda estable en un barrio tranquilo, educación y trabajo arduo, evitar a las personas, lugares y cosas relacionadas con su ofensa o uso de drogas. Sin embargo, a partir de diversas experiencias, comenzaron a ver las limitaciones de estas narrativas y a experimentar dudas y frustraciones renovadas.

A su vez, y en relación a su interés sobre como son construidas estas narrativas, es decir dónde y quienes brindaron y brindan las herramientas para producirlas, Leverentz estudia y entiende que la comprensión de sus vidas por parte de las mujeres estudiadas estuvo influenciada no solo por la prisión sino por sus experiencias en el Mercy Home. Esta institución, sumamente relevante en la vida de las mujeres, y por lo tanto en el abordaje del problema, se define a sí misma como encargada de proporcionar una transición entre la prisión y la vida en la comunidad. La autora se encargará de presentar como esta brindó apoyo a través de viviendas de transición, ofreció tratamientos por el consumo de drogas, proporcionó asistencia y conexiones con el empleo y la educación. Y como de todas maneras, a pesar de contar con estos «privilegios», las mujeres enfrentaron muchas barreras para lograr los objetivos de independencia económica, mayor educación y hogar propio.

Le resulta sumamente relevante la manera en la cual, la casa de transición, al igual que en la prisión, no solo se encarga de brindar apoyo y pensar de qué manera desafiar los problemas que se les presentan a las mujeres una vez que se encuentran nuevamente en libertad, sino que, a su vez, su personal se encarga de «enseñar», explícita e implícitamente, la forma «correcta» de abordar sus nuevas vidas. La casa de rehabilitación, su personal y sus residentes construyen una comprensión particular de encarcelamiento, reingreso y desistimiento. Leverentz nos describe de qué manera esta institución produce y reproduce una visión de lo que significa el reingreso, y cómo las ex prisioneras deben entender sus vidas y experiencias.  Proporcionando un marco narrativo en el cual las mujeres entienden sus reingresos, construyen su sentido del «yo» y recrean sus identidades sociales.

Por su parte, la autora se encarga de señalar puentes entre la manera en que Mercy Home se plantea «transformar a sus residentes de “delincuentes” o “prisioneros” en delincuentes anteriores o que desisten», y Alcohólicos Anónimos y otros programas de autoayuda fomentan un cambio de identidad de «bebedor» a «alcohólico en recuperación». Ambos se basan en enfoques que reconoce las dificultades propias de los contextos en que vivieron, pero, en última instancia, responsabilizan a las personas de sus acciones pasadas y de su futuro. A su vez, buscan revertir esta situación a partir de desarrollar la autoestima y un marco cognitivo que permite «un sentido de sí mismo redimido y pro-social». Si bien es cierto que la mayoría de las mujeres en este estudio tienen problemas con el consumo de drogas, Leverentz hace hincapié en el estudio del lenguaje de autoayuda como algo que va más allá de las especificidades de la adicción. El programa de 12 pasos utilizado en el Mercy Home se trató de una fuente prominente de sentidos en torno al reingreso y el desistimiento, identificables en las narrativas de las mujeres.

Según la autora, para muchas de las mujeres estudiadas, la narrativa de 12 pasos fue fundamental en cómo pensaron sus procesos en términos de «evolución», especialmente cuando estaban recién saliendo de prisión. Sin embargo, considera que detrás del fomento de la reconstrucción cognitiva y de sentido de autoeficacia, estas narrativas ignoran las realidades sociales y estructurales que atraviesan a las mujeres. Por tanto, entenderá que la confianza en estos programas y el fuerte énfasis en las patologías de las mujeres, desalienta el reconocimiento de las formas en que sus vidas y experiencias son influenciadas por su contexto social. Leverentz señalara que tanto la prisión, como la casa intermedia y el lenguaje de autoayuda —y los ideales culturales de individualismo y autosuficiencia de los Estados Unidos— alentaron a las mujeres a creer que con educación, trabajo duro y persistencia conseguirían el éxito —en tanto desistencia de ofensas y consumo de drogas— a pesar de las barreras estructurales que dificultan las posibilidades de alcance de dicho éxito para aquellas personas con antecedentes penales.

Las relaciones que establecieron y las instituciones con las cuales se vincularon estas mujeres dieron lugar a la construcción de narrativas de responsabilidad y culpabilidad. De esta manera cuando las mujeres flaquearon, interpretaron estas fallas a través de la lente de sus propias debilidades y patologías. Apoyada en la idea de Maruna (2001) señalará como esto demuestra que, en esencia, las ex presas deben creer que pueden desistir exitosamente, a pesar de toda la evidencia estructural de lo contrario, ya que creer no es suficiente para hacerlo así, pero proporciona estímulo y fomenta la persistencia ante las barreras estructurales.

Por último, es preciso señalar que Leverentz se preocupa y ocupa a lo largo del trabajo de identificar y señalar en qué medida la lectura de sus comportamientos, la redefinición de sus vidas también se encuentra condicionadas por las formas en las cuales los roles de género determinan las experiencias de las personas antes, durante y una vez que salen de la cárcel. Dejando en claro que independientemente de si consideramos el desistimiento como proceso que está impulsado por el cambio de identidad, los vínculos sociales o la interacción entre los dos, las experiencias de las mujeres y hombres son sorprendentemente diferentes. En los casos estudiados, identifica especialmente cómo las niñas y las mujeres al ser socializadas para verse a sí mismas como cuidadoras, a menudo, una vez en libertad, siguen siendo leales a sus padres y otros familiares, incluso cuando estos fueron abusivos o estuvieran involucrados en ofensas de las que pretendían alejarse.

Ahora bien, ¿Cuál es el dilema de las ex presas, al que hace referencia en su título? En pocas palabras se trata de las diversas fuentes de identidad y la multiplicidad de mensajes recibidos a la hora de salir de la prisión. Las diversas fuentes de identidad a veces entran en conflicto, entre sí y con las experiencias con las que se encuentran. Lo que lleva a la frustración, reincidencia, y a revisar nuevamente las identidades. Siguiendo a Leverentz, las mujeres que forman parte de este estudio se convirtieron en prisioneras no solo por su comportamiento, sino también por su contexto social. Sin embargo, gracias al enfoque en la patología individual que sostienen las instituciones atravesadas, se evita enfrentar las desigualdades sociales que se crean y exacerban con las políticas actuales de justicia penal, bienestar y drogas (Garland 2001; Wacquant 2010; Western 2006). Concluyendo que «mientras mantengamos la ilusión de regresar el control unilateral de los prisioneros sobre su propia reentrada, podemos continuar absolviéndonos de la responsabilidad».

Referencias

1. Bloom, B.; Owen, B. and Covington, S. (2004). “Women Offenders and the Gendered Effects of Public Policy.” Review of Policy Research 21(1): 31– 48.

2. Chesney-Lind, M. (1997). the Female Offender: Girls, Women, and Crime.thousand Oaks, CA: Sage Publications.         [ Links ]

3. Covington, S. (2003). “A Woman’s Journey Home: Challenges for Female ExOffenders.” In Prisoners Once Removed: the Impact of Incarceration and Reentry on Children, Families, and Communities, edited by Jeremy Travis and Michelle Waul, 67–104. Washington, DC: Urban Institute Press.

4. Garland, D. (2001). the Culture of Control: Crime and Social Order in Contemporary Society. Chicago: University of Chicago Press.         [ Links ]

5. Maruna, S. (2001). Making Good: How Ex–Convicts Reform and Rebuild their Lives. Washington, DC: American Psychological Association.

6. Owen, B. (1998). “In the Mix”: Struggle and Survival in a Women’s Prison. Albany: State University of New York Press.

7. Richie, B. (2001) “Challenges Incarcerated Women Face as they Return to tkeir Communities: Findings from Life History Interviews.” Crime and Delinquency 47(3): 368–389.

8. Wacquant, L. (2010). “Class, Race, and Hyperincarceration in Revanchist America.” Daedalus 139(3): 74–90.

9. Western, B. (2006). Punishment and Inequality in America. New York: Russell Sage Foundation.         [ Links ]

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