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Delito y sociedad

versão impressa ISSN 0328-0101versão On-line ISSN 2468-9963

Delito soc. vol.30 no.52 Santa Fé dez. 2021

http://dx.doi.org/https://doi.org/10.14409/dys.2021.52.e0040 

Artículos

Imaginarios y representaciones sociales sobre la violencia y la criminalidad organizada en Rio Branco (Acre, Brasil)

Imaginary and social representations of violence and organized crime in Rio Branco (Acre, Brazil)

Bruno Amaral Machado1  brunoamachado@hotmail.com

Luisa Amélia Lino2  luisaamelialino@outlook.com

1Líder del Grupo de Investigación Política Criminal, Profesor del Centro Universitario de Brasília (Ceub)

2Investigadora del Grupo de Investigación Política Criminal, Centro Universitario de Brasilia

Resumen

El objetivo de este artículo es analizar las representaciones sociales sobre el delito y la violencia en la ciudad de Rio Branco, Acre, Brasil. A partir de entrevistas y encuestas, y desde la perspectiva de la Teoría de las Representaciones Sociales, esta investigación indaga y intenta comprender las visiones de funcionarios estatales sobre la criminalidad organizada, además de las narrativas de los residentes de la ciudad respecto al delito y a la inseguridad en el contexto de la ocupación de la ciudad por facciones criminales. Nuestro análisis se ha centrado en a) mapear los datos sobre la aparición de facciones criminales en Rio Branco y las representaciones sociales ofrecidas por los expertos en el tema; b) analizar las representaciones sobre el delito y la inseguridad presentadas por los residentes del barrio Belo Jardim, descrito como el más violento, y el barrio Vilage Wilde Maciel, oficialmente menos violento, tomando en cuenta las muertes violentas intencionales y el dominio por facciones; c) investigar el sentimiento de miedo al delito y de inseguridad, y si corresponden a la realidad del barrio donde se vive; d) identificar lo que los participantes representan como posibles cambios en su vida desde la aparición de facciones criminales.

Palabras clave Criminalidad organizada; representaciones sociales; sentimiento de miedo e inseguridad; violencia

Abstract

This paper aims to analyze the social representations of crime and violence in the city of Rio Branco, Acre, Brazil. The research seeks to understand, through interviews and surveys, from the perspective of the Theory of Social Representations, the different views offered by civil servants on organized crime as well as residents' narratives on crime and insecurity, in the context of occupation of the city by criminal organizations. The analysis will focus on: a) mapping the data available on the emergence of criminal organizations in Rio Branco and the social representations of these organizations conveyed by experts; b) analyzing the representations of crime and insecurity of residents in the Belo Jardim neighborhood, described as the most violent, and the Vilage Wilde Maciel neighborhood, officially the least violent, taking into account the number of intentional violent deaths and the dominance of criminal groups; c) discussing whether citizens' feelings of fear of crime and insecurity correspond or change according to the reality of the neighborhood they live in; d) identifying what residents represent as possible changes in their life since the rise of such criminal organizations.

Keywords Organized crime; social representations; fear of crime and insecurity; violence

Introducción

Informes de organizaciones internacionales señalan que la violencia es uno de los obstáculos al desarrollo de los países (Naciones Unidas, 2015). El tema ha atraído la atención de gestores y de investigadores sociales: en América Latina, la violencia ha tomado de más en más la agenda de distintos ámbitos de la investigación social (Caldeira y Holston, 1999).

En Brasil, estudios muestran que las tasas de homicidio varían en las distintas regiones del país y afectan sobre todo los barrios más pobres y marcados por la desigualdad social (Waiselfisz, 2017). A pesar de las altas tasas de encarcelamiento, gran parte de las investigaciones policiales de los homicidios no son eficaces, lo que se atribuye a las inadecuadas condiciones del trabajo policial y del sistema de justicia criminal (Lima, Sinhoretto y Bueno, 2015).

Estudios recientes intentan relacionar el aumento de las muertes violentas a otro fenómeno que tendría que ver con el crecimiento de la violencia: las guerras entre facciones criminales. Las facciones criminales tienen como característica específica la unión de individuos en función de una causa (que implica actividades ilegales y antisociales), y eso suele causar oposición a grupos que tienen una actuación antagónica (Da Silva Junior, 2012). Brodeur (1996) añade a eso que existen asociaciones de criminales —o más bien las facciones— que organizan el crimen. Las empresas criminales en sí mismas no son rígidas y cambian constantemente a medida que entablan alianzas con otros grupos y diversifican sus actividades.

Seguramente es más fácil alistar las actividades ilícitas que practican las organizaciones criminales que definir exactamente lo que sea la criminalidad organizada, puesto que puede implicar cualquier actividad o producto rentable en el mercado ilícito, como el narcotráfico, el tráfico de personas, el terrorismo, la corrupción, el lavado de dinero (Albanese y Verma, 2003:7). En América Latina, las formas de asociación entre funcionarios y la estructura del Estado con las facciones de la criminalidad organizada evidencian la complejidad del tema y las peculiaridades locales (Miguez, Misse y Isla, 2014).1

Hay que tener en cuenta que el concepto de criminalidad organizada es en sí mismo complejo (Da Silva Junior, 2012). Investigaciones sobre las prácticas de la criminalidad organizada señalan las dificultades para la amplia comprensión de ese fenómeno, pues deben considerarse cuestiones económicas, sociopolíticas, culturales y variaciones regionales y geográficas. Además, los países muchas veces no tipifican la criminalidad organizada en sus leyes internas, y el tratamiento jurídico varía sustancialmente de país a país. Algunos sistemas jurídicos enfocan las actividades mientras otros, la estructura del grupo. Algunas organizaciones son jerarquizadas y con estructura burocrática mientras otras son marcadas por la informalidad, muchas veces descritas como gangs que buscan oportunidades ilícitas. Todo eso, por cierto, impacta las estrategias de control de la criminalidad organizada (Albanese, Das y Verma, 2003; Paoli, 2017).

Aunque una definición técnica y universal de la criminalidad organizada parezca imposible, una definición legal dentro de su contexto es relevante. En Brasil, la Ley 12850, de 2 de agosto de 2013 (Silva, 2015:24), así caracteriza una organización criminal en el artículo 1:

[…] la asociación de cuatro (4) o más personas ordenadas, caracterizada por la división de tareas, aunque informal, con el objetivo de obtener, directa o indirectamente, ventaja de cualquier naturaleza, mediante la práctica de delitos con penas máximas superiores a cuatro (4) años, o que sean de carácter transnacional (Ley 12850).

El crecimiento de muertes violentas intencionales2 ha convertido Rio Branco, la capital del estado de Acre (en la región Norte del país), en la capital más violenta de Brasil en el año de 2017. Con una tasa de 83,7 muertes por cada 100 mil habitantes en comparación a una tasa promedio de 34 muertes por cada 100 mil habitantes en las otras capitales brasileñas (Anuário Brasileiro de Segurança Pública, 2018:7). Pese a la reducción en el año de 2018 a 58,8 muertes por cada 100 mil habitantes, la tasa de homicidios sigue alta si consideramos la tasa promedio de las capitales brasileñas de 29,7 por cada 100 mil habitantes (Anuário Brasileiro de Segurança Pública, 2019:93). Recientemente, el Atlas de la Violencia (Cerqueira et al., 2020:17) divulgó la existencia de mensajes vía WhatsApp que anunciaban una tregua entre facciones criminales en el estado de Acre entre 2018 y agosto de 2019, lo que sugiere una relación directa entre la disminución de la cantidad de muertes en ese mismo período.

Por cierto, la violencia es un fenómeno complejo que exige investigar contextos locales, puesto que hay variables múltiples que deben ser consideradas pero que escapan al objetivo central de este artículo. Por eso, consideramos los informes oficiales del Estado que describen el escenario de los conflictos territoriales entre los grupos organizados en Rio Branco. Como hipótesis inicial de investigación, consideramos que el fenómeno de la violencia en Rio Branco estaría vinculado a las disputas entre bandas rivales. Sin embargo, esa visión, recurrente en informes de expertos locales, necesita todavía futuras investigaciones que permitan comprender cómo los conflictos impactan en las muertes violentas y en el sentimiento de inseguridad de la población. Los datos disponibles permiten avanzar nuestra hipótesis, pero no extraer relaciones causales y, menos aún, conclusiones definitivas.

En los últimos años en Brasil, han proliferado los estudios sobre la violencia, la seguridad ciudadana y las prácticas del sistema penal desde la perspectiva de las ciencias sociales (Adorno y Lima, 2019; Muniz, Caruso y Freitas, 2017; Azevedo y Sinhoretto, 2017; Lima, Sinhoretto y Bueno 2015; Costa, 2019). En los contextos de las regiones Sur, Sureste, Noreste y Central, disponemos de datos y estudios sobre la violencia, la brutalidad policial, las políticas de seguridad y, más recientemente, sobre el miedo al delito en los grandes centros urbanos (Adorno y Sallas, 2007; Costa y Durante, 2019; Lima, Ratton y Azevedo, 2014; Machado y Porto, 2019; Miguez, Misse y Isla, 2014; Silvestre, 2016).

Respecto a la región Norte, hay comparativamente menos estudios e informes sobre el tema de la violencia, pero existen sin embargo investigaciones importantes. El estudio coordinado por Chagas, Silva y Vieira (2018) nos presenta distintas investigaciones que relacionan las muertes violentas a los contextos de urbanización y la precariedad de los barrios más pobres en Belém y Macapá, respectivamente las capitales de los estados Pará y Amapá. La asociación entre narcotráfico y violencia es objeto de estudios recientes.

Corrêa y Lobo (2019), por ejemplo, señalan la relación entre los índices de desarrollo humano y el aumento de las muertes violentas (2000-2010). Desde un análisis estadístico, sugieren que el narcotráfico contribuye para el aumento de homicidios en Belém. Couto (2018) también investiga el crecimiento del narcotráfico en Belém, y evidencia el poder de esa forma de organización criminal sobre los barrios más pobres de la ciudad.3

Otra investigación sobre la seguridad en zona de frontera, coordinada por Neves et al. (2016) tomó como tema de estudio un área bastante amplia, desde la región Sur hasta la región Norte de Brasil. Para lo que interesa a este estudio, la investigación dedicada al Acre (coordinada por Marisol de Paula Reis Brandt) resalta la peculiaridad local de la seguridad en las ciudades de ese estado. La investigación destaca la percepción general de los funcionarios del sistema de justicia sobre el aumento del consumo de drogas y cómo se articula con la criminalidad violenta y patrimonial, y reconoce la necesidad de nuevos estudios para profundizar las conexiones entre las drogas y la criminalidad para un análisis más detallado de la actuación de la policía (Neves et al., 2016). Araújo y Silva (2019) también han analizado las muertes violentas en Rio Branco entre 2012-2016 y discuten posibles causas para el crecimiento de la tasa de homicidios. Al final señalan el avance de la criminalidad organizada y la relacionan al crecimiento de las muertes violentas y al sentimiento de inseguridad de la población local. Sin embargo, aún son escasos los estudios de las realidades del Acre, un campo amplio que requiere nuevas miradas e inversiones.

Por otro lado, es cierto que las estadísticas y los relatos oficiales no alcanzan todos los problemas relacionados a la seguridad ciudadana. Poco informan sobre las percepciones de la gente sobre la criminalidad. Aunque pueda haber correlaciones entre la criminalidad y el miedo al crimen, son fenómenos con dinámicas y efectos propios. Estudios indican que el miedo puede estar presente en regiones con bajas tasas oficiales de criminalidad (Hale, 1996; Dammert, 2012). El miedo trae efectos negativos concretos, tanto psicológicos, como la ansiedad y la insatisfacción con la vida urbana, como sociales, por la desconfianza en las instituciones y debilitamiento de los lazos sociales. También tiene consecuencias económicas, como los gastos con la seguridad privada y de dispositivos de protección de bienes públicos y de viviendas. Igualmente, son perceptibles los efectos políticos del miedo, especialmente los discursos «punitivistas» y de odio al diferente, que a su vez alimentan narrativas discriminatorias y racistas (Costa, 2020:189).

El miedo no se confunde con los conceptos de victimización y de percepción del riesgo del delito. Si la victimización está asociada a la experiencia de haber sido victimizado, la percepción del riesgo pude definirse como juicio individual sobre el riesgo potencial de ser víctima. El miedo, por otro lado, es socialmente construido y corresponde a una categoría psicológica que relaciona la percepción individual, no disociada de la percepción de desorden, y los sentimientos de violencia y de criminalidad. Así qué el miedo depende de las representaciones sociales que reproducimos sobre los riesgos que nos afligen, tanto como del perfil individual y del lugar dónde se vive (Costa, 2020:190-191).

Esa discusión abre una agenda amplia de metodologías y técnicas empíricas de investigación, como pueden ser los cuestionarios de victimización y otras técnicas más cualitativas como las entrevistas en profundidad y las encuestas para comprender cómo los ciudadanos representan socialmente el miedo al delito y cómo eso afecta sus vidas.

De esa manera, el presente artículo tiene como objetivo analizar las representaciones sobre la criminalidad organizada y la violencia en Rio Branco según los hallazgos de la investigación exploratoria basada en los informes oficiales, en entrevistas en profundidad y en encuestas realizadas.

Inicialmente, hemos analizado las representaciones sociales de la criminalidad organizada y sus efectos sobre la violencia expresadas por funcionarios del sistema de justicia, exteriorizadas en sus relatos y en los informes oficiales disponibles. ¿Qué nos dicen los expertos sobre la violencia en Rio Branco? ¿Qué relaciones establecen entre criminalidad organizada y la violencia?

A partir del discurso oficial, hemos examinado también las narrativas de los residentes de los barrios Belo Jardim, marcado por alto nivel de desigualdad social y con el mayor número de muertes violentas intencionales desde 2016, y Vilage Wilde Maciel, barrio ocupado por residentes de clase media alta, y que no registra muertes violentas intencionales en los últimos años (Observatório de Análise Criminal del Núcleo de Apoio Técnico/Ministério Público do Estado Acre - NAT/MCPAC, 2019:49; Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística - IBGE, 2020). ¿Cómo esas personas exteriorizan su percepción de la violencia? ¿En los barrios menos afectados por la violencia creciente, la gente se siente menos afectada?

En la segunda parte de este artículo enseñamos las representaciones que indicarían la sensación de miedo del delito e inseguridad de los residentes de los dos barrios. Indagamos si el hecho de vivir en una zona violenta, según datos oficiales, influye en la representación del sentimiento de miedo del crimen e inseguridad. Además, a partir de estas representaciones sociales, indagamos sobre las distintas percepciones de los efectos de la violencia sobre la vida de la población de Rio Branco. Este estudio se muestra necesario porque trae nuevas miradas sobre el contexto local, y socialmente justificable porque pretende aportar datos y análisis para pensar las acciones en políticas públicas en seguridad ciudadana.

La teoría de las representaciones sociales (TRS) como dispositivo metodológico de análisis

La Teoría de las Representaciones Sociales (TRS), originada en la psicología social (Moscovici, 1994, 2001, 2003), constituye dispositivo metodológico útil para el análisis sociológico. Eso supone indagar sobre la realidad a partir de lo que se piensa sobre ella, y particularmente cómo los actores sociales elaboran determinado fenómeno. En esta perspectiva, el lenguaje constituye la materia prima del análisis sociológico.

La idea central de esa teoría es indagar sobre un determinado fenómeno a partir de teorías del sentido común, exteriorizadas a partir de las representaciones sociales. Son exactamente el sentido común y los valores compartidos que le interesan al investigador, porque se supone que con eso puede conocer las condiciones que estructuran los imaginarios. Es decir, las creencias propician el material empírico de análisis.

Investigar la realidad desde los relatos sobre ella presupone que lo que se elabora sobre la realidad es condicionado por la inserción social de las personas, quienes exteriorizan concepciones del mundo que buscan dotar de sentido. Las representaciones sociales también conforman un mundo propio y orientan las prácticas. No son exactamente verdaderas o falsas, sino que la materia prima del hacer sociológico (Porto, 2010).

El análisis de las relaciones entre un determinado fenómeno y sus representaciones no significa para nada asumirse como equivalentes a un dato real, sino que debe considerarlas como otro dato de la realidad que debe ser sometido al análisis (Porto, 2010). Una investigación que pretende analizar las representaciones sociales toma como eje central la relevancia de las creencias, valores e ideologías propician para conocer el real. Por eso no busca definirlo como irracional si detectamos eventual disconformidad con los datos que supuestamente describen la realidad (Moscovici, 1994).

En la perspectiva sociológica, pertinente para este estudio exploratorio, las acciones y las representaciones sociales son descritas como fenómenos relacionados. Las subjetividades exteriorizadas en las representaciones sociales impactan en las relaciones sociales. Eso significa comprender que los individuos se mueven en contextos específicos que dan sentido a sus prácticas (Porto, 2010).

Metodología

Entrevistas semiestructuradas 4

La investigación se ha iniciado con el análisis bibliográfico del tema y de los datos estadísticos e informes gubernamentales sobre la seguridad ciudadana en Rio Branco. Un estudio preliminar ha permitido identificar los expertos locales en el tema y la narrativa oficial respecto a las muertes violentas en Acre. A partir de ahí, realizamos entrevistas con funcionarios asignados en fiscalías y comisarías especializadas en el enfrentamiento a la criminalidad organizada: un fiscal, un funcionario asesor de la Fiscalía y dos comisarios de policía, entre el 14 y el 20 de agosto de 2019. El objetivo de las entrevistas era conocer las representaciones sostenidas por los agentes especializados del sistema de justicia criminal sobre la dinámica, el rol de los grupos delictivos en el territorio analizado, y las distintas visiones sobre las condiciones para el control penal.

Los cuestionarios aplicados

Para investigar si el miedo al delito y el sentimiento de inseguridad de los residentes de los barrios marcados por niveles contrapuestos de violencia (MVI en el presente caso) corresponden o varían con relación a la ciudad, seleccionamos el barrio Belo Jardim, unificación de los territorios Belo Jardim 1 y Belo Jardim 2,5 por presentar el mayor número de muertes violentas intencionales desde 2016, año definido por los datos disponibles como inicio del conflicto entre los grupos criminales organizados en Rio Branco. Las estadísticas oficiales de muertes violentas intencionales informadas por la Fiscalía del Estado de Acre indican los datos de las muertes en Belo Jardim: 14 en 2016, 18 en 2017,16 en 2018 y 14 en 2019 (NAT/MCPAC, 2019:49; NAT/MCPAC, 2020).6

A su vez, se eligió el barrio Vilage Wilde Maciel ya que allí no ha sido registrada ninguna muerte violenta intencional desde 2013 (NAT/MCPAC, 2019:49), período indicado por los funcionarios entrevistados y confirmado por los datos estadísticos como marcado por la guerra entre facciones criminales.

Los datos oficiales indican que en el Belo Jardim actúan el grupo B13 (Belo Jardim 2) y el Comando Vermelho (Belo Jardim 1). Por otro lado, el barrio Vilage Wilde Maciel está listado como territorio neutral según información no pública proporcionada por la comisaría de investigación contra la criminalidad organizada (Delegacia de Repressão às Ações Criminosas Organizadas – DRACO). Es decir, son barrios con diferentes experiencias del fenómeno de las facciones criminales.

Según los últimos datos proporcionados por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, 2020a), el índice de desarrollo humano de la ciudad de Río Branco es de 0.727 en 20107 y la población actual es de 413.418 personas. En consulta formal, el IBGE nos informó algunos datos relevantes sobre los barrios seleccionados para este estudio. En el barrio Belo Jardim predominan entre los habitantes los ingresos entre ¼ y 1 sueldo mínimo. Ya el barrio Vilage Wilde Maciel cuenta con los hogares con los más altos ingresos mensuales en la ciudad.

Mientras la mayoría de las casas del barrio de Belo Jardim son sencillas, de una sola planta y utilizan vallas de madera como protección o división del terreno, puesto que unas pocas casas cuentan con muros, el Vilage Wilde Maciel es un barrio planeado, con grandes casas de altos muros, algunas de dos plantas y con seguridad privada. Además, cuenta con una buena estructura de servicios, supermercados, salas de emergencia, grandes tiendas, restaurantes, alumbrado público, recogida de basura, sistemas de agua y alcantarillado (IBGE, 2020a).

Con el objetivo de identificar las representaciones sociales de los residentes de los barrios mencionados sobre el impacto de las facciones criminales y de la delincuencia organizada en Rio Branco, se realizó una encuesta con cuestionario mixto anónimo con preguntas cerradas y abiertas. Las preguntas buscaban «obtener informaciones sociodemográficas del entrevistado y representaciones a preguntas con respuestas alternativas (si—no, conozco—no conozco)» (Richardson, 2017:214, nuestra traducción). Las preguntas abiertas tienen la función de detallar las representaciones sociales sobre distintas cuestiones relatadas por los sujetos de la investigación.

La metodología de muestreo de la encuesta consistió en la «Bola de Nieve». Su ejecución tiene lugar con la captura de algunas personas, consideradas como semillas, que auxilien al investigador a encontrar otras para el propósito concreto de la investigación. Así los primeros participantes indican otros y sucesivamente, hasta que se alcanza el punto de saturación (Vinuto, 2014:203). Además, la metodología es relevante en áreas de difícil acceso, pues que la investigación sea compartida por una persona conocida facilita la cooperación de otros participantes (Cohen y Arieli, 2011:428).

Es cierto que hubo algunas resistencias e incluso el miedo a participar. A partir de contactos iniciales con residentes, y después de aclarado el propósito de la investigación, algunos de los participantes iniciales nos ayudaron a difundir la encuesta a personas conocidas, que vivían en el vecindario y que manifestaron interés en participar. El enlace para cuestionario en línea, que sólo podía ser respondido una vez por la misma persona, fue enviado a través de la aplicación WhastApp o por correo electrónico, lo que facilitó la investigación. Al final, se aplicó la encuesta a 50 (cincuenta) personas, 25 (veinticinco) de cada uno de los dos barrios que componen el muestreo de esta investigación, a través de la herramienta Google Forms8 en el periodo de 9 de abril de 2020 hasta el 5 de mayo de 2020.

Se buscó orientar la amplitud del muestreo por los criterios de saturación que establece un promedio de 12 entrevistas (Guest, Bunce y Johnson, 2006) y lo que proponen Sampieri et al. (citado en Richardson, 2017:152) de que el punto de saturación varía entre uno y 50 casos en la mayoría de las veces. Además, el método de muestreo obviamente se mostró el más conveniente en el actual contexto de pandemia, teniendo en cuenta la dificultad de los contactos directos con los participantes.

Estudios recientes sobre la percepción del miedo utilizan distintas herramientas metodológicas y técnicas como las encuestas de victimización. El diseño de cada muestreo está asociado a los objetivos de la investigación, como el mapeo de las percepciones sobre la actuación de las fuerzas de seguridad, lo que efectivamente puede impactar la sensación de inseguridad (Costa y Durante, 2019). Consideradas las condiciones actuales, hemos optado por un instrumento bastante sencillo como primer acercamiento, ajustada al propósito inicial de la investigación, y pretendemos ampliar el estudio exploratorio en investigaciones futuras.

Representaciones sociales expresadas por los funcionarios sobre la criminalidad organizada en Rio Branco

En el campo de la seguridad ciudadana, la criminalidad organizada está asociada a prácticas violentas en determinados contextos nacionales. En Brasil, la construcción de las drogas como problema social y la inserción del país en las rutas internacionales del tráfico, en la década de los 1980, han llevado el tema a la agenda del debate sociológico (Schabbach, 2013:278-279). La diversificación de las actividades ilícitas y los contextos regionales que facilitan la aparición de las facciones involucradas en estos grupos es asimismo objeto de debate.

Especialistas en el campo afirman que el riesgo del surgimiento de la criminalidad organizada supone distintos factores que la favorecen, como la pobreza, la baja regulación del mercado, la baja efectividad del sistema de justicia criminal, la demanda por el producto ilícito, la existencia previa de criminales y de mercados locales, además de habilidades para explotar el negocio ilícito, red de relaciones entre los miembros y cálculo de rentabilidad y riesgo de la actividad (Albanese, Das y Verma, 2003:450).

En Brasil, parte de los estudios sugieren el origen de la criminalidad organizada en las «favelas»9 de Río de Janeiro.10 La población excluida se organizó para satisfacer las necesidades básicas de supervivencia como reacción al Estado ausente (Campos y Santos, 2004), explicación que requiere comprender la complejidad de las relaciones sociales establecidas en regiones marcadas por la desigualdad y por la negligencia del Estado. En cambio, investigaciones apuntan el origen de la criminalidad organizada en el contacto entre los presos políticos, poseedores de conocimientos y técnicas criminales, con los presos comunes en la prisión de Ilha Grande, ubicada en Río de Janeiro (Reginato y Moreira, 2015), en el período de la dictadura militar brasileña, comprendida entre 1964 y 1985. Lo que pasó fue, supuestamente, que esta fusión trajo el intercambio de información sobre planificación, organización, respeto de las jerarquías y otras estrategias para cometer crímenes de una manera más elaborada (Maia, 2011).

Lo que nos interesa en este artículo no es presentar las narrativas más acertadas al debate teórico, ya que se puede analizarlas como hipótesis y argumentos en disputa en el campo, sino aquellas que se nos presentan reflejadas en las representaciones sociales exteriorizadas en los documentos oficiales y en los relatos de los funcionarios estatales. Como material empírico consideramos tanto las entrevistas con los funcionarios como los informes oficiales de las organizaciones que ellos integran.

Así, más que la verdad de los datos y de las explicaciones técnicas, nos interesa la forma como participan en el discurso oficial sobre el delito. La criminalidad y la violencia en particular estarían relacionadas al ethos de la especialidad de estos funcionarios del sistema judiciario: la criminalidad organizada y las facciones en Rio Branco. Por otro lado, uno de los entrevistados muestra credenciales académicas, y enfatiza lo distinto que es la criminalidad organizada actualmente en Rio Branco: «Quiero hablar contigo un poco, no sé si lo usarás, tal vez no lo uses. Cuando hice mi tesis, hablé de la criminalidad organizada, pero hablé de la criminalidad organizada de la época de Hildebrando». Diputado federal en los 1990, Hildebrando integraba un grupo criminal en el período descrito como la entrada de la criminalidad organizada en las estructuras del poder local en Acre. Explica el comisario:

¿Y cuál es la estructura de una organización criminal? Estructura jerárquico-piramidal muy bien definida, en que hay un jefe, un subjefe, en que hay los gerentes, en que hay los hombres de ejecución, un pacto de silencio entre sus miembros (...). Mueren, pero no se entregan.

En sus relatos los funcionarios nos explican las distintas facciones que se han establecido en la capital del Acre en los últimos años, descrita como una ciudad anteriormente «tranquila, de buena calidad de vida». Como describimos anteriormente, la facción criminal Comando Vermelho, descrita por los funcionarios como una de las principales a actuar en Rio Branco, tendrá establecido su liderazgo en aquella cárcel en Río de Janeiro —la Cárcel Ilha Grande— la como forma de reivindicar mejoramientos en las condiciones violentas del sistema penitenciario con el lema «Paz, Justicia y Libertad». Sin embargo, el lema pronto se convirtió en «todo por dinero» con la implementación del narcotráfico (Maia, 2011; Araújo y Fonseca, 2015).

Según nos fue informado por funcionarios de la Delegacia de Repressão às Ações Criminosas Organizadas (DRACO), las investigaciones describen cómo sucedió el surgimiento de las otras dos facciones criminales implicadas en actividades ilegales en distintas localidades en ese mismo periodo: el Primeiro Comando da Capital, originado en la Casa de Custodia de Taubaté, São Paulo, el día 31 de agosto de 1993 (Manso y Dias, 2018:86) y el Bonde dos 13 (o simplemente Bonde), que resulta de la unión de trece internos de la Unidad de Recuperación Social Francisco de Oliveira, ubicada en Rio Branco, en el año 2013. La particularidad del surgimiento de esta última, nos informa el relato oficial, es que sucedió debido a que sus miembros estuvieron atentos al crecimiento y fortalecimiento de otras facciones criminales de otros Estados brasileños en su «territorio». De hecho, fundaron una organización criminal nativa con sus propios principios y directrices (Observatório de Análise Criminal do NAT/MCPAC, 2019:142).

Un comisario especializado11 en el tema ha relatado que, de acuerdo a los parámetros actuales, la criminalidad organizada en el territorio de Acre inició entre los años 2011 y 2012, cuando el Brasil estaba dividido entre las organizaciones criminales Primeiro Comando da Capital (PCC) y Comando Vermelho. Esas dos organizaciones necesitaban expandirse para obtener más beneficios económicos. Explica el comisario que, en Acre, el primer registro de instalación que tuvo lugar fue el PCC, en 2012, y luego el Comando Vermelho y el Bonde. Desde entonces, esas organizaciones impondrían sus reglas y dictados de acuerdo con sus estatutos. El comisario también cuenta detalles sobre cómo disputan el territorio las facciones y luego, dominado el territorio, cómo dividen la riqueza y los puntos de venta: «La acción tiene como objetivo dominar el territorio, por eso es aquí en Rio Branco cada vez más esta lucha y, de vez en cuando, la estabilización de los territorios». Y aclara: «La existencia de los puntos de venta sólo se permite si la facción lo autoriza. La facción lo autoriza y la persona paga una cuota mensual».

Además, según informe del Observatório de Análise Criminal del NAT/MCPAC (2019:141-142), el Gobierno obtuvo informes sobre la supuesta formación de una celda de la organización criminal de São Paulo en Acre, y así comenzaron las investigaciones a través del Grupo Especial de Combate ao Crime Organizado (GAECO) en octubre de 2012. El informe resalta la unión con traficantes locales, que resultó en el grupo criminal Bonde dos 13, actualmente aliado del PCC. El informe menciona aun la formación de un tercer grupo organizado local, pactado con los dos anteriores, llamado «Irmandade Força Ativa Responsabilidade Acreana» (IFARA), descrito como ramificación del PCC.

La facción criminal Comando Vermelho llegó al estado de Acre a finales de 2015 y principios de 2016, mediante la «Operación Éxodo». El mismo informe mencionado anteriormente señala que, en la actualidad, este grupo no tiene alianzas, que domina las rutas y gran parte del comercio de drogas ilegales en Acre (Observatório de Análise Criminal do NAT/MCPAC, 2019:142). La Región Norte, donde se ubica el Estado de Acre, es descrita como zona estratégica para el tráfico de cocaína y marihuana porque limita con Colombia, Perú y Bolivia, todos países productores de estas sustancias. El informe sugiere que esa localización geográfica facilita las actividades de las facciones criminales en su relación con el narcotráfico internacional, además del aumento de su dominio territorial y su participación en la producción y la logística de los estupefacientes (Observatório de Análise Criminal do NAT/MCPAC, 2019:137). En más detalle, vemos que el terreno de Acre tiene 1.350 km de frontera con el Perú y 618 km con Bolivia, los cuales son responsables por la producción de más del 10% de la cocaína en el mundo (Observatório de Análise Criminal do NAT/MCPAC, 2019:147-148).

El movimiento de la droga se facilita por el gran número de canales de agua en esas regiones —hay ríos que tienen cabezas en Bolivia y Perú (Souza, 2018)—, sin inspección debido a las dificultades logísticas y operacionales, además de la cobertura vegetal densa y de difícil acceso, lo que permite el flujo humano, de estupefacientes y el contrabando (Observatório de Análise Criminal do NAT/MCPAC, 2019:149-153). El informe resalta aún otras prácticas delictivas, como el contrabando de armas y municiones, el refugio para delincuentes, el robo y el hurto de vehículos, la inmigración ilegal, la explotación ilegal de recursos naturales, los homicidios y la prostitución, incluso la explotación sexual de niños y jóvenes. Un comisario (delegado) que entrevistamos para esta investigación nos explicó que «dicen que la cocaína de Perú y Bolivia es la mejor, ¿verdad? Sí. En eso, el Comando Vermelho vio la importancia y comenzó a establecerse en Acre. Vieron la rentabilidad. El PCC también lo vio y también trajo más gente. Cuando vieron la importancia, empezaron toda esta guerra, esta matanza».

El informe oficial del Observatório de Análise Criminal do NAT/MCPAC (2019) trata de explicar que los delitos no se cometen de manera estable, es decir, que siempre hay disputas entre facciones criminales e, incluso, entre miembros de una misma facción. Enfatiza que las primeras manifestaciones violentas contra el patrimonio público y particular llevadas a cabo por estas asociaciones en el Estado del Acre sucedieron en octubre de 2015. Los ataques y atentados (incendios en casas, coches, autobuses) se extendieron por todo el Estado como forma de reto a las instituciones judiciales y de policía (G1, 2015). Explica el comisario: «Tienes que entender lo siguiente: por ejemplo, su principal beneficio es el narcotráfico, ¿cierto? Narcotráfico, pero a veces necesitan dinero rápido, por lo que roban camionetas aquí y las llevan a Bolivia para traer drogas».

Según el comisario entrevistado, la forma en la que actúan las facciones sugiere las relaciones de prácticas delictivas articuladas al negocio ilícito: «Puedes poner el robo en general porque hay el robo de vehículos, a veces el robo de celulares también». Las dinámicas locales también aparecen en los relatos de los funcionarios. En su percepción, la guerra por los territorios es la clave para comprender las muertes violentas: «Las pequeñas tiendas, los lugares de venta, a las que llaman, tienen lugares estratégicos para instalar un local de venta» (extracto de entrevista).

Los medios de comunicación informan que el sentimiento de miedo tuvo dominada la población en el episodio del octubre de 2015. Valéria Souza, residente del barrio del Calafate, situado en la capital Rio Branco, reveló al periódico G1: «Estamos viviendo en un caos. Estamos a merced de esta gente porque son libres y estamos atrapados dentro de la casa, con miedo a salir. Es un sentimiento de inseguridad, es triste» (G1, 2015, nuestra traducción). Esta representación manifiesta el imaginario de una residente sobre lo que lo que se describe como la capacidad de los delincuentes de dominar las calles públicas y someter a la población a un sentimiento de miedo e inseguridad. Los acontecimientos del 2015 indicarían la presencia de grupos criminales en Rio Branco y el supuesto deseo de poder y dominación presente en los ideales de estos grupos. Es decir, el objetivo de dominio territorial hizo con que la guerra entre las facciones comenzara. Según los expertos, el punto clave del conflicto se dio con la muerte del brasileño Jorge Rafaat Toumani, el traficante más poderoso de la frontera entre Paraguay y Brasil (Amorim, 2016; Revista Veja, 2016). Jorge Toumani tendría tomado el control de las rutas de tráfico de cocaína y marihuana desde el año 2000, anteriormente bajo el mando de Fernandinho Beira-Mar, entonces el mayor traficante del país (Revista Veja, 2016), y suministraba drogas al Comando Vermelho y al PCC (Amorim, 2016).12

Amorim (2016) relata que la tomada de las rutas por Toumani representó el comienzo del conflicto entre los grupos criminales —PCC y Comando Vermelho— y el cartel de Jorge Rafael (el mayor narcotraficante de la región en el período), lo que rompió el vínculo entre ellos. Así, los narcotraficantes brasileños buscaron una alianza con su principal opositor, Jarvis Chimenes Pavão, y de esta forma tendría empezado la conspiración para matar al «Rey de la Frontera».13 Con su asesinato, innumerables rutas del tráfico se quedaron sin «dueño». Este hecho acentuó la disputa entre los grupos criminales organizados por el posible control del comercio en la frontera y el acceso a los narcóticos de Bolivia, Perú y Paraguay.

El resultado, relatan los expertos, fue la explosión de rivalidad dentro y fuera de las prisiones a principios de 2017 (Atlas da Violência, 2019:9), lo que impactó en el número de homicidios en Rio Branco. Así, el número de muertes violentas intencionales aumentó a 83,7 por cada 100 mil habitantes en el año 2017 (Anuário Brasileiro de Segurança Pública, 2018), lo que convirtió Rio Branco en la capital más violenta del Brasil.14

Desde la TRS (Moscovici, 2003; Porto, 2010), los datos estadísticos son el material bruto a partir del cual los expertos elaboran sus informes y diagnósticos sobre la violencia y la seguridad ciudadana. No indagamos sobre la pertinencia de sus propuestas sino la forma como construyen la imagen oficial sobre los contextos violentos y las disputas entre las facciones como origen del fenómeno. De esta manera vemos que, mientras muchas muertes no son esclarecidas por la policía, o sea, no son conocidos los autores e implicados en los homicidios, sin embargo, el discurso oficial nos presenta un escenario que relaciona la criminalidad al dominio de las facciones de narcotráfico.15

Esa comprensión de la causa de la violencia aparece de distintas maneras en las representaciones ofrecidas por los expertos, los medios de comunicación y la población general. El ambiente de la ciudad es descrito como violento. Aunque las muertes violentas constituyan un fenómeno complejo, particularmente en Brasil, lo que supone investigaciones calificadas sobre sus contextos, el discurso que asocia su causa al surgimiento de las facciones y al dominio del territorio ocupa espacio en los medios y es reproducido y reafirmado en informes oficiales. Las imágenes sobre la criminalidad organizada como factor de la violencia remiten a la insuficiencia de recursos materiales y humanos.

El comisario entrevistado señala lo más importante en su visión:

[…] poca inversión en la tecnología de la investigación criminal y en el entrenamiento policial. Evalúo que lo más grave no son las instituciones, sino que las leyes. Una legislación anticuada despegada de los avances sociales, lo que no nos ayuda para nada.

Los funcionarios critican el hecho de que cada gobierno se dedica a cambiar rótulos que nada más sugieren innovación y organización. Los intentos se muestran tímidos para enfrentar a la criminalidad organizada. Reconocen, por otro lado, que las acciones actuales son poco efectivas por las limitaciones del poder político para hacer que los actores del sistema cumplan lo mínimo necesario para impactar en los indicadores de violencia. Señala el funcionario entrevistado:

La Policía Militar podría ser menos reactiva y actuar preventivamente. Destaco la baja efectividad de la Policía Civil y la baja calidad de su trabajo y los efectos que todo eso causa. La pretensión punitiva del Estado es iniciada con la Policía Civil y si no hay un buen trabajo lo que vemos es la impunidad. En la Policía Civil de Acre falta gestión y control de sus actividades. Hace falta más integración en las acciones y noto los celos que uno se apropie de las funciones del otro. No hay como cambiar este escenario sin la aproximación entre los actores y la unión de esfuerzos.

Estudios sobre las representaciones sociales de los funcionarios del sistema de justicia evidencian distintas visiones sobre la violencia y las formas de actuación del Estado (Azevedo y Sinhoretto, 2017:196-198). La investigación sobre las representaciones sociales de las muertes violentas en la región metropolitana de Brasilia, por ejemplo, ha apuntado críticas recíprocas sobre la actuación de la justicia y de la policía. Los relatos de guerra entre facciones que dominan el narcotráfico apuntan que esa es la causa del aumento de las muertes violentas. En cambio, entre comisarios, fiscales y jueces predomina una visión escéptica sobre la persecución penal y el discurso del «nada funciona» (Machado, Porto, 2019). Más recientemente, Silvestre (2016) analizó las representaciones sociales ofrecidas por profesionales del sistema de justicia de la criminalidad organizada en São Paulo. La autora destaca en su tesis doctoral el consenso de los actores del sistema sobre la negligencia del Estado con la criminalidad organizada. En el contexto de ineficacia de la justicia, ganan espacio el discurso que justifica las acciones violentas de la policía y las disputas entre los actores del sistema de justicia.

Los relatos de los funcionarios entrevistados para esta investigación y los informes oficiales consultados sugieren que la competición por las rutas de narcotráfico entre las facciones criminales realmente ha cambiado la realidad social de Rio Branco, creando situaciones en las que el Estado es incapaz de actuar.

En las informaciones que se extraen de los relatos y informes, Rio Branco aparece como ciudad violenta, y los barrios más pobres son ocupados en la disputa territorial entre facciones. Los relatos señalan que los ciudadanos caminan por la ciudad con la mayor atención, y que el sentimiento de miedo e inseguridad está en el aire. La guerra entre facciones, por otro lado, no aparece en los relatos de los expertos como asociada a la negligencia o abusos de la policía. Interpretamos, sin embargo, lo que otros estudios ya apuntaron (Silvestre, 2016): la negligencia estatal ha facilitado tanto la entrada de las facciones en las prisiones como el dominio que ejercen sobre los barrios. Las fuerzas de seguridad no son capaces de actuar de «forma eficaz» y tampoco el trabajo de investigación policial.

Desde la perspectiva sociológica a que nos conduce la TRS (Moscovici, 2001; Machado y Porto, 2015), más que averiguar la veracidad y precisión de los relatos y explicaciones, importa comprender las creencias de los actores y cómo éstas se articulan en sus prácticas –en este caso, expresos en los informes que exteriorizan el diagnóstico del especialista-. Sus relatos nos dicen más de sus representaciones de sí respecto a los papeles que desempeñan, y de sus visiones sobre los grupos implicados y cómo deberían enfrentarlos. Así es la recurrente y auto declarada relevancia de la guerra contra las facciones y su imagen de auténtica cruzada contra el crimen.

A partir de y en contraste con esa narración oficial (porque es sostenida por expertos y funcionarios del estado), buscamos describir las representaciones sociales que llevan los residentes, tratando de identificar particularmente si el sentimiento de miedo al delito e de inseguridad varía según el barrio donde uno vive. Indagamos pués los efectos de estas representaciones sobre las vidas de los ciudadanos entrevistados.

Representaciones sociales sobre la violencia y la criminalidad

Las encuestas

La violencia impacta la vida de las personas en Rio Branco, aunque de forma desigual. El número de muertes violentas, dato objetivo utilizado para interpretar el grado de violencia en este artículo, ha aumentado en los últimos años y sigue bastante superior al promedio de las otras capitales brasileñas. Según la interpretación de esos datos que nos presentan los informes y las representaciones de los expertos, el crecimiento de la violencia en Rio Branco se debe a la aparición, a las disputas y a la permanencia de las facciones criminales en el territorio del Estado de Acre.

En tal contexto, como guías de la parte final de la investigación, indagamos: ¿Qué piensa la población sobre el complejo fenómeno de la violencia, supuestamente perpetrada por las facciones criminales en la ciudad de Rio Branco? ¿Cómo representan el miedo al crimen y la sensación de inseguridad? ¿Las representaciones sociales varían conforme la zona geográfica en la que viven los residentes?

Aplicamos la encuesta utilizando un cuestionario mixto a través de la plataforma Google Forms, a 25 (veinticinco) residentes del barrio Belo Jardim y 25 (veinticinco) residentes del barrio Vilage Wilde Maciel, sumando un muestreo total de 50 (cincuenta) residentes, compuesto por un cuadro de mujeres y hombres entre 21 (veintiuno) y 67 (sesenta y siete) años. Específicamente, 19 (diecinueve) mujeres y 6 (seis) hombres en el Belo Jardim; 15 (quince) mujeres y 10 (diez) hombres en el Vilage Wilde Maciel. Aunque ambos barrios están situados en la ciudad de Rio Branco, presentan condiciones socioeconómicas y contextos de violencia muy distintos.

En esta investigación el objetivo era conocer y comprender el sentimiento de miedo al delito y la inseguridad de los habitantes de los referidos barrios. Una de las preguntas del cuestionario que recibieron los participantes de la encuesta fue: ¿Siente usted miedo al crimen e inseguridad en Rio Branco? El resultado fue unánime en los dos barrios. Todos los entrevistados manifestaron sentir miedo e inseguridad en Rio Branco.

Imaginábamos inicialmente que los residentes del barrio Vilage Wilde Maciel manifestarían percepciones del riesgo de delito distintas en comparación a los residentes del barrio Belo Jardim, descrito como lo más violento, puesto que los informes indican al primer barrio como zona libre de la acción de las facciones criminales. La hipótesis inicial era que el sentimiento de inseguridad en la ciudad tendría variaciones conforme la región en que se vive. Por eso, se les preguntó también acerca de la intensidad del miedo al crimen e inseguridad.16 Las respuestas en Belo Jardim y Vilage Wilde Maciel pueden verse en la Figura 1 y Figura 2 respectivamente:

Elaboración propia

Figura 1. Muestra del barrio Belo Jardim (25 respuestas) En caso de respuesta «sí» o «no» al ítem 6, ¿a qué nivel?  

Elaboración propia.

Figura 2. Muestra del barrio Vilage Wilde Maciel (25 respuestas) En caso de respuesta «sí» o «no» al ítem 6, ¿a qué nivel? 

Se constató que el 48% de los encuestados de Belo Jardim reportan sentirse «muy inseguros» y «con mucho miedo» al delito. En cambio, el 28% de los encuestados residentes en el Vilage Wilde Maciel se manifestaron en este sentido. Esa primera representación social de la violencia por los residentes de Rio Branco señalan para la veracidad de lo que afirman Dantas, Persinj y Da Silva Júnior ( 2007): que el temor al delito aumenta cuando la persona reside en una zona violenta. Sin embargo, entre los encuestados de Belo Jardim el 44% declararon sentirse «inseguros» y «con miedo» al crimen. Por su vez, el 75% de los habitantes de Vilage Wilde Maciel contestaron la pregunta de esa forma. Luego, la suma de las respuestas «muy inseguro (a) y con mucho miedo» e «inseguro (a) y con miedo» en la región de Belo Jardim alcanzó el 92%, es decir, la mayoría de sus residentes manifiestan el sentimiento de miedo y de inseguridad, al paso que el 8% de los encuestados se declararon indiferentes al riesgo de violencia.

En cambio, aunque vivan en una zona menos violenta, considerada libre de las facciones criminales, ninguno de los encuestados residentes del Vilage Wilde Maciel declaró sentirse seguro(a) y sin miedo a la delincuencia en su ciudad. Vemos por lo tanto que las representaciones sociales de los sujetos de esta investigación evidencian que casi todos declaran sentirse afectados de alguna manera por la violencia en Rio Branco a excepción de los 8% de los residentes del Belo Jardim se declararon indiferentes al tema.

Entre los encuestados del barrio Belo Jardim, se notan también diferencias de género. Entre las habitantes mujeres, 17 entre las 19 encuestadas manifestaron inseguridad y miedo, de las cuales 10 expusieron mucha inseguridad y miedo. Entre los hombres, los 6 contestaron sentirse inseguros y entre ellos, 2 declararon mucha inseguridad y miedo. Entre los participantes del barrio Vilage Wilde Maciel, las 15 encuestadas manifestaron miedo e inseguridad, de las cuales 6 dijeron sentirse muy inseguras, distinto de lo que podemos ver en el barrio más pobre y violento. Entre los 10 hombres entrevistados en el barrio de clase media alta, 9 manifestaron miedo e inseguridad y solo uno de los entrevistados dijo sentirse muy inseguro.

Además, se les preguntó en qué situaciones sentían miedo e inseguridad y de qué exactamente. Los residentes de Belo Jardim declararon que lo sienten cuando están en su casa (algunas son invadidas por integrantes de las facciones criminales y sus dueños son echados), en la calle durante el día y la noche, en el trabajo, cuando salen de casa para ir al trabajo, cuando se desplazan por la ciudad: en resumen, en todas las situaciones de la vida cotidiana. Declaran sentir miedo de atracos, de violaciones, de secuestros, de asesinatos, de sufrir violencias fuera o dentro de su propio hogar —visto que temen la invasión de sus hogares por facciones criminales (entran en sus casas y si el residente no sale, corre riesgo de vida)—, y sienten miedo de la guerra entre estos grupos organizados. Además, una de las encuestadas expresó su preocupación por el futuro de su hijo que también vive en ese contexto violento.

Respecto a los horarios considerados más peligrosos, todos los encuestados del Belo Jardim expresaron que sienten miedo al crimen e inseguridad especialmente por la noche. En cambio, entre los encuestados del Vilage Wilde Maciel, el 76% indicaron que sienten más miedo en el período de la noche y el 24% en el período del día. Antes de interrogarlos sobre los cambios en su vida cotidiana, se les preguntó también sobre el surgimiento de facciones criminales en Rio Branc y si consideraban que la capital se había vuelto más peligrosa con la aparición de organizaciones criminales: el 96% de los residentes de Belo Jardim y el 100% de los residentes de Vilage Wilde Maciel respondieron positivamente.

Considerada la reducción de las tasas de muertes violentas intencionales (MVI) en la ciudad desde 2018, se preguntó también si su percepción era que la delincuencia está en un movimiento creciente en función de la aparición de esos grupos. La respuesta «sí»representó el 96% en el barrio de Belo Jardim y el 80% en el otro barrio analizado aquí. Vemos por lo tanto que la representación social de los residentes no varía de acuerdo a los datos empíricos que muestran una disminución de los niveles de violencia.

Con el objetivo de identificar las representaciones de posibles cambios en la vida diaria en razón de la criminalidad organizada y el narcotráfico, indagamos a los participantes de la encuesta sobre los cambios en su rutina desde la aparición de las facciones criminales en la ciudad. El 88% de los encuestados en ambos barrios representaron que el contexto de violencia causado por las facciones criminales ha empeorado su calidad de vida. En el barrio de Belo Jardim, el 4% declaró que la violencia no había empeorado su vida y el 8% indicó que era «indiferente», mientras que en Vilage Wilde Maciel el 8% indicó que su calidad de vida no había empeorado y el 4% se declaró «indiferente».

El 96% y el 88% de los entrevistados en Belo Jardim y Vilage Wilde Maciel, respectivamente, afirmaron que la circulación de personas por las calles de Rio Branco ha cambiado por la presencia de facciones criminales. Los encuestados indicaron que: a) nadie puede quedarse frente a sus casas; b) prefieren estar encerrados en sus casas en lugar de salir por miedo a un robo, un homicidio u otro tipo de violencia; c) el flujo de personas ha disminuido en las calles; d) el flujo disminuye después de las horas de trabajo; e) ya nadie va a plazas, parques, cine, bares, espacios públicos en general; f) los niños ya no juegan en las calles; g) evitan ir a restaurantes, bares, salir de casa en general, por la noche; h) no practican más actividades físicas al aire libre como montar en bicicleta o caminar; i) están atentos todo el tiempo; j) les gustaría visitar a los familiares por la noche, después del día de trabajo, pero no pueden; k) evitan los lugares aislados.

De esta manera, los entrevistados manifestaron que habían cambiado e incorporado algún nuevo hábito a su vida cotidiana debido a la violencia asociada a las facciones criminales: el 84% de los encuestados habitantes del Belo Jardim y el 92% de la muestra del Vilage Wilde Maciel respondieron que «sí». Los encuestados afirmaron que han adoptado una o más de estos hábitos: evitan salir de casa, especialmente por la noche; tienen atención al entrar y salir de casa; no realizan actividades físicas al aire libre; no circulan por las calles y tiendas; no llevan objetos como teléfonos móviles y relojes; evitan permanecer en el coche y parar en la señal roja de los semáforos durante la noche; no van por calles vacías; y están más atentos a lo que pasa a su alrededor (especialmente con la aproximación de las motocicletas).

Por último, el cuestionario ha puntuado posibles estrategias de defensa que podrían haber adoptado frente al fenómeno de las facciones criminales en Río Branco y la resolución fue como muestran las figuras 3 y 4:

Elaboración propia

Figura 3. Muestra del barrio Belo Jardim (25 respuestas)Ante el fenómeno de las facciones criminales, ¿ha establecido alguna de las siguientes estrategias de defensa? 

Elaboración propia

Figura 4. Muestra del barrio Vilage Wilde Maciel (25 respuestas)Ante el fenómeno de las facciones criminales, ¿ha establecido alguna de las siguientes estrategias de defensa? 

En general las estrategias de defensa utilizadas por los residentes de los dos barrios coinciden. Sin embargo, hubo algunas diferencias relevantes entre las contestaciones. Por ejemplo, 19 personas del Barrio Belo Jardim indicaron cerrar bien las puertas en casa o en el trabajo, mientras que solo 9 del Vilage Wilde Maciel afirmaron tener la misma preocupación. Notamos igualmente que los residentes del barrio más pobre son más accionados por sus vecinos (un total de 11 personas contestaron afirmativamente a ese elemento de la pregunta), lo que sugiere la carencia de otros recursos y la consecuente necesidad de interacción comunitaria para defenderse de las facciones. En cambio, en el barrio de clase media alta solamente 2 personas mencionaron que le pedirían a un vecino que vigilara su casa, por lo que se imagina como hipótesis explicativa que los residentes de ese barrio disponen ya de aparatos de seguridad para proteger su patrimonio.

Los relatos de los residentes

Los relatos de los funcionarios entrevistados y los informes oficiales consultados indican que la disputa por las rutas de narcotráfico entre las facciones criminales ha cambiado la realidad de Rio Branco. Así, los entrevistados describen una ciudad que se ha vuelto mucho más violenta en los últimos años: los ciudadanos ahora caminan por la ciudad con la mayor atención y evitan determinados sitios. Los datos disponibles también describen una realidad violenta en Rio Branco, y nos llevan a los relatos de los funcionarios asignados para las comisarías y fiscalías especializadas.

A partir de ese escenario, buscamos comprender las representaciones sociales de los residentes, particularmente, como el sentimiento de miedo al delito e inseguridad es exteriorizado y, particularmente, si hay diferencias en ese sentimiento entre los barrios de la ciudad. A continuación, buscamos conocer los efectos de estas representaciones sobre las vidas de los ciudadanos encuestados. Las entrevistas con los funcionarios, expertos locales que trabajan en agencias gubernamentales especializadas en el enfrentamiento a la criminalidad organizada, nos indican la preocupación en presentar argumentos amparados en datos oficiales, y tratan de confirmar sus diagnósticos sobre la violencia urbana. La escena que describen es de una ciudad del Norte de Brasil, anteriormente tranquila, ahora tomada por las facciones y por la violencia. Enfatizan, por otro lado, que el delito y las muertes violentas ocurren particularmente en determinadas áreas de la ciudad. Sin embargo, amparados por sus informes oficiales, señalan el aumento de la criminalidad y las dinámicas con las facciones.

A su vez, los relatos de los residentes manifiestan distintas representaciones sobre la violencia en Rio Branco. Es cierto que los resultados de la encuesta administrada para fines de esta investigación nos muestran un sentimiento generalizado de inseguridad y de miedo al crimen. Los relatos nos indican cambios en las vidas de la población y cómo la gente ha tenido que adaptarse a ambientes muchas veces conflictivos.

Algunos de los encuestados indican sus estrategias para seguir la vida, las rutinas alteradas y cómo intentan protegerse. Otros revelan la insatisfacción con la policía, ya que ésta no se muestra como institución capaz de garantizar derechos como la libertad de caminar por la calle o frecuentar lugares que antes eran franqueados a todos. Las narrativas están ancladas en preocupaciones concretas de la vida, de las necesidades de cada uno en su barrio, y desvelan cómo la violencia parece afectar de distintas maneras a la gente. Los habitantes del barrio Belo Jardim, una de las áreas más pobres y conflictivas de Rio Branco, exponen distintas impresiones, como se ve en las manifestaciones a continuación:

—En mi barrio ocurren muchas muertes, creo que es por la rivalidad entre facciones (mujer, 37 años);

—[Tengo miedo en] prácticamente en todas las situaciones: en el trabajo, en casa, en la calle. Actualmente no estamos seguros en ningún lugar (mujer, 42 años);

—Los homicidios y muchas invasiones suceden, eso nos hace estar aterrorizados, temerosos e inseguros (mujer, 22 años);

—No respetan a nadie, quieren territorio y comandar todo, eso es peligroso para la población (mujer, 37 años);

—En la hora que quieren, de día, de noche, en el trabajo, ni siquiera en casa estamos seguros, el poder público ya no tiene control de la situación (hombre 53 años);

—El miedo y la inseguridad en barrios como Belo Jardim y otros, se producen porque a menudo los residentes son echados de sus casas para que las facciones tomen posesión de ellas. Tienes que irte, si no dejas [tu casa], tu vida estás en riesgo de muerte (mujer, 37 años);

—Tengo miedo de que algún día pase por alguna situación dentro de mi casa, me roben o incluso que pase algo peor (mujer, 22 años);

—[Tengo miedo] de todo y del futuro que le espera a mi hijo si las cosas siguen así (mujer, 24 años);

—[Tengo miedo] de ser asesinada incluso por error (mujer, 29 años).

Los participantes de la encuesta también nos sugieren cambios en la circulación por la ciudad:

—Si amenazan que no se puede salir de casa o hay un período en el que tocan el terror en la ciudad, la circulación de personas disminuye (mujer, 37 años);

—Por ejemplo, los estudiantes ya no van a los cursos por la noche, desisten por la violencia (mujer, 42 años);

—Y la gente ya no puede siquiera quedarse en frente a sus casas (mujer 47 años).

—Solamente ir en algunos barrios que te des cuenta. Todos dentro a partir de las 18” (hombre, 40 años);

—Sí, los miembros de las facciones sienten que pueden dominar todo y controlar la comunidad, a menudo somos obligados a seguir sus reglas en los barrios. La comunidad está limitada por ellos (mujer, 22 años);

—Si determinan algo, el incumplimiento tiene sus consecuencias. Por lo tanto, es mejor quedarse en casa durante este período de ataque (autobús, departamento público, etc.) (mujer, 37 años);

—Ya no salimos los fines de semana por nada, vivimos para siempre atrapados dentro de nuestras propias casas (hombre, 53 años).

Los encuestados también relataron estar preocupados con los jóvenes y el riesgo de que puedan ser cooptados por la criminalidad organizada, como se ve en este fragmento de un relato: «Con el crecimiento de jóvenes que se unen a facciones. El cuidado crece, no tener un celular y objetos de mayor valor exhibidos. El cuidado se duplica en todos los sentidos» (mujer, 37 años).

Los residentes del barrio Vilage Wilde Maciel también alegan sentirse inseguros y mencionan estrategias que han adoptado para hacer frente al escenario de inseguridad. En comparación con la violencia oficial en el barrio Belo Jardim, los datos oficiales y los informes sobre el barrio Vilage Wilde Maciel nos describen una zona tranquila, no afectada por los altos niveles de violencia de otras áreas de Rio Branco. Por ejemplo, no hay ningún dato reciente de muertes violentas en esa área. Sin embargo, los vecinos relatan inseguridad para caminar por las calles, aluden cambios en sus vidas, y nos dicen del miedo a atracos y otras formas de violencia.

Pero el miedo para los residentes de un barrio de clase media alta es representado de forma distinta de la que relatan los residentes de las áreas pobres. Ya no se nos presentan las narrativas del miedo a que se les invadan y se les echen de sus hogares. La violencia callejera exige que los residentes conduzcan sus coches con los vidrios cerrados, y protestan que ya no pueden más ejercitarse en la calle como se hacía. Relatan que prefieren los gimnasios y evitan ejercitarse al aire libre. Las caminatas que antes solían hacer ya no pueden. Algunos de los relatos sobre las situaciones en las cuales se sienten inseguros y con miedo nos permiten comprender mejor su sensación de inseguridad:

—Entrar y salir de la casa y el coche (mujer, 51 años);

—En el tráfico, al salir de los bancos, al salir de casa, al entrar y salir de casa, cuando mi familia sale de casa (mujer, 42 años);

—Conducir después de las 10 de la noche por la ciudad, conducir por algunos vecindarios (hombre, 22 años);

—Caminando por la calle, a pie o en coche, así como cualquier espacio público, como plazas y parques (hombre, 51 años).

—La gente dejó de caminar y andar en bicicleta en parques y calles (hombre, 55 años);

—La gente no se siente segura caminando por las calles, tampoco a cualquier hora del día (mujer, 23 años);

—La gente tiene miedo de quedarse dentro del coche parado en la calle (mujer, 45 años);

—Demasiado miedo de asalto con personas en motocicleta (hombre, 51 años).

Los entrevistados también relatan el miedo de asaltos y secuestros –uno de los encuestados detalla el miedo de agresiones y de todas las formas de violencia–. También nos dijeron que muchas personas que hacían ejercicio de noche, paseando, tuvieron que cambiar el horario para poder hacer ejercicio, y sin embargo lo hacen con miedo, lo que afecta la salud mental. Otras personas simplemente dejaron de nutrir ese hábito saludable que no tiene costo económico, ya que no todo el mundo puede pagar los gimnasios. Nos dice una encuestada que: «Otro cambio ha sido que incluso para visitar a familiares se volvió de alguna manera en algo comprometido, ya que muchos trabajamos todo el día, y para visitar a un familiar por la noche también nos preocupa salir» (mujer, 48 años). Hay también otros relatos en el mismo sentido:

—Las familias viven segregadas (mujer, 65 años);

—Ya no me siento segura afuera (mujer, 45 años);

—Empecé a salir menos y volver a casa temprano en la noche (mujer, 63 años);

—Tengo cuidado al salir de noche, prefiriendo salir con mi coche más sencillo (mujer, 51 años);

—Dejé de caminar y ando con las ventanas las puertas del auto cerradas (hombre, 55 años);

—No suelo caminar por las calles y cuando es necesario, siempre voy con alguien (mujer, 23 años);

—Al llegar a casa, observo si no me están siguiendo (hombre, 61 años);

—Evito salir. No salgo con objetos de valor expuestos. Evito quedarme en el coche parado. Por la noche, evito parar en los semáforos (mujer, 45 años);

—Ya no camino por lugares cercanos a mi casa, como supermercados, salones de belleza; reduje mi práctica de caminar; tripliqué las observaciones cuando salgo y luego entro al edificio donde vivo, al estacionar el auto en las calles de la ciudad, hay que tener más cuidado antes de abrir la puerta, salir del auto, mirar en todos los ángulos posibles antes de salir o ingresar al vehículo, o cuando entrar en un comercio; cuando activo un servicio de aplicación de conductor siempre existe la sospecha de saber si soy o no una persona de confianza, así que mientras no llego a la dirección sigo mirando la ruta (mujer, 48 años);

—Siempre atento al acercamiento de los motociclistas (hombre, 46 años);

—Ya no camino al aire libre (mujer, 35 años).

Conclusiones

Los datos oficiales revelan un escenario marcado por la violencia asociada al narcotráfico en Rio Branco, un contexto muy similar a lo que señalan estudios recientes sobre el tema de la violencia en otras ciudades de la región (Corrêa y Lobo 2019; Couto, 2018). Las narrativas de los funcionarios, que suelen ser también expertos en el tema empleados en agencias especializadas locales, representan el dominio de las facciones y la guerra por el dominio de los territorios para el tráfico como explicación para el fenómeno del crecimiento de violencia en la capital del estado de Acre. Se admite que el dominio de la criminalidad organizada se da en espacios abandonados por el poder público. Las bandas criminales dominan las cárceles y actúan directamente en los barrios con los peores índices de desarrollo social y económico.

En la clave propuesta por la teoría de las representaciones sociales (TRS), el discurso oficial nos informa sobre las representaciones ofrecidas por esos funcionarios de la criminalidad organizada, bien como sus autorepresentaciones cuando hacen reflexiones respecto al rol de los servicios de seguridad ciudadana (lo que sería su propio papel adentro de esas instituciones), las críticas a la insuficiente inversión local y las fallas de la legislación. Nos comunican que «hacen lo que pueden con aquello de lo que disponen», pero poco aluden al precario servicio prestado por las fuerzas de seguridad o al tema de la violencia policial en los barrios más pobres.

Pese a todo eso, destacamos la distancia entre lo que puede hacer y lo que debería hacer el poder público para afrontar al reto de la violencia local, sobre todo porque es evidente la necesidad de acciones integradas entre actores de distintas organizaciones del sistema penal, particularmente para plantear políticas preventivas y estrategias de represión conforme los datos de que disponen los aparatos locales.

En reciente estudio sobre las muertes violentas en Rio Branco, Araújo y Silva (2019) relacionan la violencia al fenómeno de las disputas entre facciones rivales y cómo impactan el miedo al crimen entre la población. En esta investigación, según el enfoque teórico propuesto (de la TRS), si bien los datos sugieren la existencia del miedo al delito en los barrios seleccionados para el muestreo de esta investigación, hemos averiguado que hay distintas manifestaciones de ese miedo y representaciones de cómo el miedo impacta la vida de las personas. Los que viven en el barrio Belo Jardim (pobre) revelan vivencias específicas a quienes viven muy cerca a los contextos de violencia y al origen del miedo de las facciones criminales, por el hecho de vivir en territorio dominado por esas mismas facciones. Además del simple miedo, esos moradores de la zona más pobre de la ciudad expresan que deben seguir las órdenes de los grupos no importa cuales sean –incluso el tener que salir de sus casas si así se les exigen–. Esas son formas de violencia que uno puede imaginar no pasan en el barrio de clase media alta (el Vilage Wilde Maciel).

En cambio, los relatos del barrio «rico» exteriorizan la crítica al poder local, por haber perdido el control sobre la situación de seguridad en la ciudad y por no hacer nada para proteger a la población. Los residentes del barrio Vilage Wilde Maciel no manifiestan sentir miedo a perder su hogar por el dominio de facciones, pero expresan otras preocupaciones, ya que la violencia les afecta el ocio y los negocios. Comentan que ya no pueden ejercitarse al aire libre ni ir a parques públicos. Enfatizan el cuidado al salir de casa y al conducir. Por cierto, mientras el miedo al delito afecta indistintamente a los moradores de zonas diferentes de la ciudad, las experiencias particulares en cada barrio aparecen reflejadas en las distintas percepciones de cómo el miedo y la inseguridad influyen en las vidas de la gente.

El presente estudio exploratorio sugiere otras posibilidades de investigación en los contextos locales de la región Norte de Brasil, particularmente en el estado de Acre, con la utilización de nuevos enfoques y metodologías. Sería importante la utilización futura de otros instrumentos, como por ejemplo las encuestas de victimización, que permitan profundizar nuestros resultados y aportar nuevas perspectivas para pensar las representaciones del miedo por parte de los residentes de Rio Branco.

Referencias

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Notas

1Sobre la criminalidad organizada y las relaciones con el narcotráfico, consultar Paoli (2017) y Reuter (2014). Para una visión interdisciplinar del tema, sugerimos la lectura de Lampe (2006) y del estudio de Adorno y Sallas (2007) sobre el dominio de las facciones en las cárceles.

2Según el Anuario Brasileño de Seguridad Pública (2018), las muertes violentas intencionales (MVI) “corresponden a la suma de las víctimas de homicidio, robo seguido de muerte, lesiones corporales seguidas de muerte y muertes resultantes de intervenciones policiales dentro y fuera de servicio (en algunos casos, contabilizadas dentro de los homicidios intencionales, según las notas explicativas). Así pues, la categoría de MVI representa el número total de víctimas de muertes violentas con intención definida de un territorio determinado”.

3Deluchey (2000) ha investigado la realidad institucional en el Estado de Pará, Brasil, tomando como referencia la constitución de 1988.A partir del marco constitucional brasileño, analiza los desafíos de las políticas de seguridad para enfrentar los contextos locales de la violencia y la brutalidad policial. Más recientemente, investigaciones sobre la violencia y la seguridad en la región Norte ocupan la agenda académica. Investigaciones sobre el tema, sobre todo respecto a la región Norte, han sido publicadas en la serie Segurança e defesa: cidade, criminalidade, tecnología e diversidade (Ramos et al., 2019).

4Extractos de las entrevistas han sido traducidos del portugués al español por los autores.

5Según la información obtenida por el Observatório de Análise Criminal del NAT/MCPAC, los territorios Belo Jardim 1 y Belo Jardim 2 son considerados como barrio único en las estadísticas oficiales de muertes violentas intencionales debido a su aproximación geográfica y la falta de diferenciación en los informes policiales.

6El informe mencionado no es público y fue enviado directamente a los investigadores para componer esta investigación.

7Los datos son recopilados cada 10 años, pero el 2020 no se realizaron las encuestas y tomadas de datos en razón de la pandemia. Por eso los datos referentes al índice de desarrollo humano, por ejemplo, son del 2010.

8Método elegido debido a la imposibilidad de realizar la encuesta de manera personal, en vista del contexto actual de pandemia del COVID-19.

9Significado disponible en el Diccionario Online de Portugués: conjunto de viviendas populares que, construidas a partir del uso de diversos materiales, suelen estar ubicadas en las laderas de los cerros; comunidad.

10En Brasil, hay un debate sobre los antecedentes de la criminalidad organizada. Para algunos, sería el Cangaço en la segunda mitad del siglo XVIII (Reginato & Moreira, 2015). Sin embargo, el Cangaço es un movimiento que precede al surgimiento de la criminalidad organizada, con distinta configuración histórica que no tiene espacio para que se detalle en este artículo. Más informaciones se pueden encontrar en Da Silva (2009:9).

11Leer Neves (2016:549) sobre el rol del Estado de Acre en la entrada de la droga en Brasil y las conexiones entre la municipalidad de Cruzeiro do Sul (también en Acre) y la carretera BR 364 en el reparto de la droga en Brasil.

12Carlos Amorim, autor del libro «CV – PCC: A irmandade do crime», explicó el episodio que llevó al asesinato del mencionado criminal. A partir de una fuente de la Policía Federal, Amorim obtuvo la información de que todo empezó en una reunión celebrada en la ciudad de Ponta Porã (Amorim, 2016).

13Rei da Fronteira en portugués.

14Según la misma publicación, el promedio en las capitales brasileñas era de 34 por cada 100.000 habitantes. O sea, hubo una disparidad negativa entre la realidad de la capital del Estado de Acre y la de los demás estados brasileños.

15En Acre, nada más que 28,5% de autoría de los homicidios fueron identificadas en 2016 (Sou da Paz, Anexo, 2019:11).

16Aunque la muestra sea inferior a 100 participantes en esta investigación exploratoria, utilizamos los porcentajes únicamente para facilitar la descripción y los análisis. No se pretende con eso sugerir generalizaciones.

Received: March 02, 2021; Accepted: May 19, 2021

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