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Estudios de historia de España

versión On-line ISSN 2469-0961

Estud. hist. Esp. vol.18 no.1 CABA jul. 2016

 

RESEÑAS

Antonio González Bueno; Rosa Basante Pol, José Hortega (1703-1761). La peripecia vital e intelectual de un boticario ilustrado, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 2015, 282 págs. ISBN: 978-84-940491-0-1.

El libro de los profesores Antonio González Bueno y Rosa Basante Pol no es una biografía al uso. A través de sus páginas el lector no solo llega a conocer su periplo vital de José Hortega (u Ortega), uno de los científicos más importantes y desconocidos hasta ahora del movimiento ilustrado español, sino que además, debido a la ingente cantidad de documentación utilizada, es posible sumergirse en el actividad de las distintas instituciones madrileñas de la época, como la Congregación de Nuestra Señora de los Desamparados y del Glorioso Evangelista San Lucas, del Real Colegio de Boticarios de Madrid, de la Real Academia Médica Matritense (hoy Real Academia Nacional de Medicina) o en el desarrollo de algunas de las expediciones botánicas americanas en las que Hortega estuvo implicado de manera indirecta. En realidad José Hortega es utilizado como guía y ejemplo para mostrar algunos de los proyectos políticos de la monarquía española de la primera mitad del siglo XVIII en los que el desarrollo científico fue una apuesta preferente.

Tras el Prólogo (pp. 3-6) del profesor Javier Puerto y de una breve Introducción (pp. 9-10) a modo de resumen de la obra, la primera parte -Los primeros años- (pp. 11-14), también breve, recoge la filiación de José Hortega y sus inicios como boticario en Añover de Tajo (Toledo). La segunda parte -La botica de la calle de la Monteras- (pp. 15-36) describe minuciosamente el inmueble y las distintas estancias, el instrumental, los simples y compuestos medicinales que se guardaban en la botica que Hortega poseyó en Madrid, además de los bienes muebles que compartía con su mujer Mariana Llorente. La clientela era selecta, familiares del duque de Veraguas, el marqués de Estepa, el príncipe de Orange, el duque de Bournombila o el embajador de Venecia, fueron algunos de sus compradores. No obstante, reconocen los autores que el éxito de dicha botica vino dado no tanto por la actividad de José Hortega sino al trabajo realizado por su anterior propietario, Luis Llorente, "quien elevó sustancialmente la calidad y cantidad de sus materiales frente a los que recogió de Ignacio de la Peña", el primer titular (pp. 28-29). Resulta de interés la comparación que realizan los autores sobre el "valor de la botica frente al total de bienes" de los respectivos boticarios que ejercieron en la botica de la calle Montera. Así, mientras que el valor de la botica representa la casi totalidad de los bienes de Ignacio de la Peña, para José Hortega significaba "menos del cuarto de sus bienes" (p. 29). Buen ejemplo del nivel económico alcanzado por este último.

En la tercera parte -Un boticario y su Colegios- (pp. 37-92) los autores presentan el funcionamiento y la evolución interna de la Congregación de Nuestra Señora de los Desamparados y del Glorioso Evangelista San Lucas durante la primera mitad del siglo XVIII. Congregación en la que a partir del año 1751 José Hortega tuvo un mayor protagonismo al ser nombrado hermano mayor. Del mismo modo se hace referencia a la actividad de Hortega formando parte de la comisión que, en 1736, "redactó el texto de los Estatutos del Real Colegio de Profesores Boticarios de Madrid" (p. 51). La rápida aprobación del texto -al año siguiente- por el Consejo Real de Castilla, es considerada por Gonzalez Bueno y Basante Pol como un hecho que tuvo mucho que ver con el peso social e institucional del propio José Hortega, entre otros boticarios. Un peso evidente en el Real Colegio de Boticarios de Madrid plasmado en la dirección de la elaboración de la segunda edición de la Pharmacopoeia Matritensis... (1762) y probablemente, aunque no se ha podido documentar, de la primera (1739). Así mismo José Hortega fue una pieza clave en el enfrentamiento entre el Real Colegio de Boticarios y el Protomedicato castellano, entre 1745 y 1747, favorable este último a que las instituciones religiosas pudieran utilizar sus propias boticas para vender libremente los medicamentos que elaboraban. No le faltaron opositores a Hortega por el control del Real Colegio, cuyo resultado final resultó contraproducente para el propio Colegio desde un punto de vista económico.

La cuarta parte -La tertulia de la botica de Montera- (pp. 93-128) muestra las inquietudes ilustradas de José Hortega, anfitrión de la denominada 'Tertulia Literaria Médico-Chymico-Phisica' y a la que acudía lo más granado del ámbito científico madrileño de la época. Fruto de esta tertulia surgió la Real Academia Médica Matritense, cuyos cimientos se fueron asentando en 1734, con la obtención del refrendo regio de sus estatutos. Las categorías de los académicos, la duración en sus cargos, la sujeción formal de la nueva Academia al Real Tribunal del Protomedicato, la injerencia de los médicos de la Corte y la celebración de los "actos literarios" son algunos de los aspectos sobre los que los autores ponen también especial énfasis.

El quinto apartado -Al servicio del Rey- (pp. 129-164) bucea en la etapa cortesana de Hortega. En este periodo puede comprobarse su continuado ascenso -examinador del Real Tribunal del Protomedicato (1733), boticario mayor de los Reales Ejércitos (1738) y servidor del secretario de Estado José de Carvajal y Lancaster entre 1746 y 1754-. El servicio a este último por parte de José Hortega le relacionó con el botánico Pehr Löfling, encargado de estudiar la flora española y uno de los discípulos más aventajados de Carl Linné. Miembro de la Royal Society de Londres y de la Academie des Sciences de París, en 1753 Hortega asentó las bases para la consolidación del Real Gabinete de Historial Natural en Madrid aunque de resultado efímero. La actividad de José Hortega es frenética, estando también estrechamente vinculado con la creación del Real Jardín Botánico en 1755, donde obtendrá un cargo intermedio, el de subdirector, y en el que tendrá un protagonismo especial en su acondicionamiento posterior.

La aludida relación entre el sueco Pehr Löfling y José Hortega queda perfectamente explicada en el apartado sexto -La aventura americana- (pp. 165-190). La correspondencia epistolar entre los dos personajes a raíz del viaje a tierras americanas, iniciado en 1754, en el que junto con Löfling participó un grupo expedicionario de naturalistas, en la llamada Expedición de Límites, dirigida por José Iturriaga y Aguirre, resulta muy sugerente para el estudio de la historia de la botánica española. La vinculación de Hortega al proyecto botánico es tal que este no fue tomando forma hasta que un año antes regresó de un viaje por Europa en el que visitó distintas academias. Será él quien controle la información relativa sobre el viaje americano del botánico sueco, actuando como intermediario en la transmisión de las noticias, tanto personales como científicas, frente a Carl Linné, interesado como estaba en los avances de su discípulo.

El espíritu ilustrado de José Hortega queda también revindicado en el séptimo apartado -La obra impresa de José Hortega- (pp. 191-230), donde se expone su participación, no carente de problemas, a partir del año 1737, en el proyecto de elaboración de una Historia Natural y Médica de España, inconcluso por diferentes motivos; su colaboración en las Ephemérides barométrico-médicas matritenses, también con idéntico final; su traducción al castellano, publicada en 1747, del texto del abate Nollet titulado originalmente Essai sur l'électricité des corps..., firmado bajo pseudónimo, y que González Bueno y Basante Pol atribuyen a la mano de Hortega; y la edición de su única obra firmada, Elogio histórico del señor doctor D. Joseph Cervi, que vio la luz en 1748, duramente criticada por su estilo y forma a principios del siglo XIX.

El octavo apartado -Un hombre en su tiempo- (pp. 231-253) ofrece, en la medida que la documentación utilizada lo permite, el perfil del personaje biografiado. De carácter hipocondríaco y algo vanidoso, los autores muestran la fluida relación que mantuvo con su familia directa. Su correspondencia personal, sus poderes, sus compromisos legalizados, sus últimas voluntades, son una fuente de primera manos para acceder a su lista de amigos y allegados, así como al valor de los bienes terrenales que llegó a poseer junto con su mujer. La tasación de dichos bienes muestra, ya se ha dicho anteriormente, un nivel económico desahogado de Hortega. Finaliza el libro con una detallada Cronología (pp. 255-277) en la que, a modo de síntesis, se recogen los aspectos más destacados de su vida, tanto personal, corporativa como científica.

En definitiva, un libro cuidadosamente redactado y profusamente documentado en el que queda patente el empeño realizado por los autores. No hay más que comprobar la cantidad de archivos y bibliotecas consultadas (pp. 277-278). Con todo, se echa de menos al final del libro un índice alfabético de lugares y nombres propios que facilitaría la búsqueda de los numerosos personajes o localidades que aparecen citados en el trabajo. No obstante esto último es subsanable porque el libro está accesible en formato digital donde puede hacerse búsquedas sin ningún problema.[1]

Nota

[1] http://iemadrid.es/publicaciones/85/gonzalez%20bueno-basante%20pol-jose%20hortega-boticario/        [ Links ]

Fernando Serrano Larráyoz

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