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Boletín de estudios geográficos

versão On-line ISSN 2525-1813

Bol. estud. geogr.  no.120 Mendoza dez. 2023  Epub 05-Mar-2024

http://dx.doi.org/10.48162/rev.40.035 

Dossier

Calidad de vida en la Argentina a lo largo de los períodos censales 1869 a 2010

Life quality in Argentina throughout the census periods 1869 to 2010

Guillermo Ángel Velázquez1 
http://orcid.org/0000-0003-0892-6572

Adela Tisnés2 
http://orcid.org/0000-0002-6642-6608

1Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS). Tandil, Argentina. gvelaz@fch.unicen.edu.ar

2Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS). Tandil, Argentina. atisnes@fch.unicen.edu.ar

Resumen

En este trabajo se propone la compilación de los resultados del procesamiento de las variables que permitieron en cada operativo Censal, elaborar un Índice de Calidad de Vida (ICV) para el territorio argentino. Los 10 primeros Censos Nacionales, se llevaron adelante durante los siguientes años: 1869, 1895, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010. Se seleccionaron variables poblacionales referidas a la salud y la educación de la población y a variables habitacionales y medioambientales. Se analiza la evolución del indicador a lo largo de los años y de la diferente configuración espacial del país.

Palabras clave: Calidad de vida; Censos Nacionales; desigualdades regionales

Abstract

This work proposes the compilation of the results of the processing of the variables that allowed each Census operation to develop a Quality of Life Index (QLI) for the Argentine territory. The first 10 National Censuses were carried out during the following years: 1869, 1895, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991, 2001 and 2010. Population variables referring to the health and education of the population and variables were selected. housing and environmental. The evolution of the indicator over the years and the different spatial configuration of the country is analyzed.

Keywords: Quality of Life; National Censuses; Regional inequalities

Introducción

En este trabajo se propone la compilación de los resultados del procesamiento de las variables que permitieron en cada operativo Censal, elaborar un Índice de Calidad de Vida para el territorio argentino. Los 10 primeros Censos Nacionales, se llevaron adelante durante los siguientes años: 1869, 1895, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010.

Este indicador resulta ser una síntesis de aquellas condiciones económicas, sociales, demográficas y ambientales que reflejan la manera en que se desenvuelve la vida de la población en un momento histórico determinado. Su importancia no solo radica en el hecho de conocer las circunstancias en las que las personas viven -en términos de investigación académica y científica-, y en el desafío metodológico que implica su elaboración. La relevancia se termina de comprender en relación con el impacto que puede tener tanto respecto de la formulación de políticas públicas como para la comprensión del propio funcionamiento social y territorial.

La evolución histórica del índice no ha sido estudiada hasta ahora de manera profunda, debido a la escasa atención que se le ha prestado a la relación entre la historia y la geografía, por un lado. Por otro, a las dificultades de calcular el mismo índice a partir de variables que tal vez, no permiten reflejar las implicancias del indicador (especialmente para aquellos censos de la etapa formativa del sistema estadístico argentino) como lo hacen en los censos modernos.

La calidad de vida es un concepto que se aplica en oposición a nivel de vida o condición de vida, es reaccionario al consumo y al deterioro ambiental, propuestos desde el capitalismo global y propone jerarquizar el criterio de calidad frente al de cantidad. Constituye una construcción social e histórica y al mismo tiempo se comporta como una dimensión espacial. Al respecto Abalerón (1987) esgrime que la calidad de vida en el territorio es el grado de excelencia que una sociedad dada, precisamente localizada en un tiempo y en un espacio geográfico, ofrece en la provisión de bienes y servicios destinados a satisfacer cierta gama de necesidades humanas para todos sus miembros, y el consiguiente nivel de contento o descontento individual y grupal según la percepción que se tenga de esa oferta, accesibilidad y uso, por parte de la población involucrada. La calidad de vida, entonces, es una medida de logro respecto de un nivel establecido como "óptimo" teniendo en cuenta dimensiones socioeconómicas y ambientales dependientes de la escala de valores prevaleciente en la sociedad y que varían en función de las expectativas de progreso histórico (Velázquez, 2001).

Materiales y métodos

Como se mencionaba, se presenta la evolución del índice de Calidad de Vida para Argentina, calculado a partir de los datos provenientes de los Censos Nacionales de Población y Vivienda para los años 1869, 1895, 1914, 1947, 1960, 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010 y de otras fuentes de información, especialmente para el caso de las fechas más recientes.

Los censos nacionales de población y vivienda configuran la única fuente de datos que posee cobertura universal del territorio en el momento en que se lleva adelante cada operativo censal, y releva temáticas poblacionales, sociodemográficas, habitacionales, socioeconómicas.

En Argentina, el organismo nacional encargado de llevar adelante los operativos censales es el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), organismo público que brinda la dirección técnica de todas las estadísticas oficiales del país. El primer Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas se realizó en 1869, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento.

Los acuerdos internacionales vigentes, la Constitución actual de la Nación Argentina, y la legislación nacional, sugieren que los censos se deben realizar cada 10 años. Esta periodicidad se sostiene desde el censo de 1960, a excepción de los censos de 1990 y 2000 (postergados un año, por razones presupuestarias) y el de 2020 (llevado a cabo en el año 2022, debido a la pandemia de COVID-19), (Fig. 1).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 1 Historia de los Censos Nacionales de Argentina (1869-2022)  

Históricamente, en Argentina, se hicieron censos de facto (también denominados de hecho). En estos casos, se registran a las personas presentes en la vivienda, en el momento del censo, incluyendo a los que no residen habitualmente en el hogar, pero que “pasaron la noche” allí. Sin embargo, el Censo 2022 se realizó por primera vez bajo la definición de “censo de derecho”, por la cual las personas fueron contabilizadas según lugar de residencia habitual. Por otra parte, el instrumento de recolección fue un cuestionario censal único, utilizado en dos modalidades: i) relevamiento digital (censo digital) que estuvo disponible durante dos meses, y ii) operativo de campo con entrevistas cara a cara, realizado el 18 de mayo de 2022 (día del Censo).

El presente estudio se propone analizar la calidad de vida de la población a través de la historia estadística argentina, partiendo del año 1869, con el propósito de suministrar un panorama general de las diferencias socio-territoriales que caracterizaban el país hacia mediados del siglo XIX y suceden hasta la actualidad. La utilización del censo de población no resulta casual, ya que es una de las pocas fuentes que permiten alcanzar cobertura universal de la totalidad del territorio para cada momento histórico.

Metodológicamente, se utilizan los sistemas de información geográfica (SIG) para el análisis espacial de las dimensiones y variables seleccionadas, así como para la elaboración del índice de calidad de vida, en función de los datos disponibles para cada período.

Las variables que conforman las dimensiones que en cada período censal permiten elaborar el ICV1, tienen una amplitud total diferente. Para permitir la integración, se transforman en números índice parciales, que llevan a los valores de la variable a moverse entre 0 y 1, para indicar la mejor y la peor situación relativa respectivamente.

En la figura 1 se presentan las variables seleccionadas en cada uno de los censos nacionales a partir de los cuales se calcula el ICV. Dada la naturaleza, el contexto histórico y particular de cada operativo censal, las variables que se utilizan para elaborar el ICV en cada período, no son las mismas, pero permiten, en principio, la comparación intracaso, para contribuir al conocimiento de las características poblacionales, sociales y económicas de la Argentina a lo largo del tiempo. La confluencia interdisciplinaria entre Geografía e Historia constituyen los objetivos centrales de la propuesta (Tabla 1 y 2).

Tabla 1 Variables seleccionadas 

Fuente: Elaboración de los autores sobre la base de Velázquez, 2020 (a). Se presenta en dos partes para mejor legibildad.

Tabla 2 Variables seleccionadas. 

Fuente: Elaboración de los autores sobre la base de Velázquez, 2020 (a). Se presenta en dos partes para mejor legibildad.

Un elemento a considerar es que las variables incluidas en el cálculo de ICV se denominan de costo, si es que su incremento representa peor situación relativa, y se denominan variables de beneficio, cuando su incremento se corresponde con la representación de mejores situaciones relativas. La integración de estas tasas fue efectuada mediante su transformación en números-índice parciales, en los cuales los valores extremos se transforman entre 1 y 0 para reflejar la mejor y la peor situación relativa, respectivamente.

Las variables de costo son llevadas a valores índices de la siguiente manera:

Índice = máximo−a máximo−mínimo donde a es la variable de costo específica de la unidad territorial

Y las variables de beneficio, se convierten en números índice con el siguiente procedimiento:

Índice = 1 - 𝑚á𝑥𝑖𝑚𝑜−𝑏 𝑚á𝑥𝑖𝑚𝑜−𝑚í𝑛𝑖𝑚𝑜 donde b es la variable de beneficio específica de la unidad territorial

Resultados

Calidad de vida en 1869

El estudio de la calidad de vida permite reconstruir la imagen de las condiciones de vida de la población desde 1869 hasta la actualidad, con las salvedades y aclaraciones mencionadas anteriormente. Durante el primer período analizado, la calidad de vida de la población argentina, se presenta poco equitativa (Manzano; Velázquez, 2020). Las mejores situaciones relativas se ubican en la Ciudad de Buenos Aires y partidos aledaños (a excepción de Barracas Sud, Matanza y Merlo). Los partidos o departamentos de la provincia de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, también se ubican, durante ese período, en el cuartil que representa la mejor calidad de vida. En Corrientes, en cambio, solo su capital se posiciona en el cuartil con mejor situación relativa, mientras que la mayoría de sus departamentos lo hacen en el cuartil de situación media alta, y cinco de ellos, ubicados en los extremos norte y sur de la provincia, en el cuartil de valores medios bajos. Los restantes agrupamientos se encuentran en situaciones mucho más desfavorables, reunidos en el cuartil con valores bajos de ICV, (Fig. 2)

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 2 Calidad de vida en Argentina en 1869 

En la agrupación del Norte, todos los departamentos se encuadran en las peores condiciones de vida, con excepción de las capitales provinciales de Tucumán y Salta y el departamento de Santa Bárbara en Jujuy, que se ubican en el tercer escalón de calidad de vida. En la Agrupación del Oeste, encontramos situaciones opuestas: el oasis central sanjuanino presenta buenas condiciones, mientras que el de Mendoza y la capital de Catamarca se encuentran en una posición algo más baja. El resto de los territorios provinciales se ubican dentro de los cuartiles con valores medios del índice. Luego, en la agrupación del Centro se concentran situaciones diversas. Por un lado, el sur de Córdoba, al igual que su capital y la cabecera de San Luis, se posicionan en el segundo escalón de calidad de vida. Por el contrario, la gran mayoría de los departamentos de Santiago del Estero se ubican en los últimos. La brecha entre la mejor y la peor situación es alta, y eso da cuenta de la inequidad que se mencionaba anteriormente. La ciudad de Buenos Aires (8,92 puntos) encabeza el ranking con la mejor puntuación, mientras que la peor situación relativa la sufre Ledesma (Jujuy), que alcanza solo 1,99 puntos.

Calidad de vida en 1895

Avanzando en el tiempo, y se observa en el mapa síntesis de 1895 y se concluye que también se mantiene poco equitativo. Durante este período, el lugar con mejor situación relativa cambia y pasa de estar en Buenos Aires durante el período anterior, a estar ahora en Río Gallegos y Puerto Deseado, en el territorio de Santa Cruz (Los valores de ICV encontrados en este caso son de 7,85 y 7,61, respectivamente). Le siguen cuatro partidos bonaerenses: Matanzas, Mercedes, San Nicolás y San Martín. La Ciudad de Buenos Aires ha caído al octavo lugar alcanzando un valor de ICV de 7,34 puntos. Sin embargo, los partidos cercanos a la ciudad de Buenos Aires, la totalidad de la provincia al norte del Río Salado, el sur de Entre Ríos y el centro y sur de Santa Fe se mantienen dentro del cuartil con mejor situación relativa. La única provincia del Litoral que muestra condiciones más adversas es Corrientes. Fuera del este, las únicas situaciones destacables son las de unas pocas capitales provinciales como Córdoba y Santiago del Estero. También los territorios nacionales (Formosa, Chaco y, muy especialmente, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego, que se ubican dentro del cuartil con valores de ICV más altos), (Fig. 3)

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 3 Calidad de vida en 1895 

Los restantes agrupamientos se ubican dentro de los dos cuartiles con situaciones más desfavorables. La Agrupación del Norte, posee en su casi totalidad, valores más bajos de Calidad de Vida, por tanto, las peores situaciones relativas. Solo quedan excluidas de esta situación las capitales provinciales que alcanzan valores que las ubican en el segundo nivel de calidad de vida. Luego, el occidente de Salta y Jujuy, se ubican en el tercer escalón. La Agrupación del Oeste, por su parte, presenta situaciones contrapuestas: el oasis central sanjuanino exhibe condiciones aceptables, mientras que el de Mendoza también, aunque en menor medida. Lo mismo ocurre en las capitales de Catamarca y La Rioja. El resto de los territorios provinciales, en cambio, se posicionan dentro de los cuartiles con valores de calidad de vida más bajos. Por último, en la Agrupación del Centro se advierte bastante diversidad. En efecto, mientras que el sur de Córdoba, su capital y la cabecera de San Luis se posicionan en el segundo escalón, la gran mayoría de los departamentos de Santiago del Estero se ubican en los últimos escalones. Así pues, la brecha entre la mejor y peor situación es alta. Frente los 7,85 puntos alcanzados por Río Gallegos en Santa Cruz, se observa solo 3,00 para Famaillá en Tucumán.

Calidad de vida en 1914

La expresión espacial del Índice de Calidad de Vida en 1914, muestra también, situaciones de heterogeneidad bien marcadas. Esta configuración ya se viene observando durante los años anteriores y se acentúa hacia este período representado por el tercer censo nacional. En este año, los resultados se presentan disponibles solo a nivel provincial (Velázquez; Celemín, 2020, c). Este nivel de agregación, esconde las diferencias interdepartamentales que se venían observando en los años previos.

Dos provincias poseen los valores más bajos del indicador: el territorio de los Andes, sobre el noroeste del país, y la provincia de Neuquén. Ambas, se ubican dentro del cuartil con valores de ICV de menos de 1,12 puntos.

Luego, el resto de las provincias ubicadas en el norte, conforman una región que alcanza el cuartil con valores de ICV que van entre 1,13 y 2,49 puntos. Esta región está conformada por Jujuy, Salta, Formosa, Chaco, Santiago del Estero y las provincias más al este: Corrientes y Misiones. También se suma a ese cuartil la provincia de Río Negro.

Las provincias de Tucumán, Catamarca, San Juan, La Rioja, Mendoza, Córdoba, San Luis, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa, Buenos Aires, Chubut y Santa Cruz, se ubican todas dentro del cuartil de la escala del ICV que alcanza valores del indicador entre 2,50 y 5,45 puntos.

Solo dos unidades espaciales poseen las mejores situaciones relativas: Ciudad de Buenos Aires (7,94 puntos) y Santa Cruz (6,86 puntos), (Fig. 4).

Fuente: Elaboración propia

Figura 4 Calidad de Vida en 1914 

Calidad de vida en 1947

La recopilación de los datos provenientes del Censo Nacional del Población y Vivienda del año 1947, permiten su procesamiento y desagregación a nivel departamental. Como se observa en la figura 5, las mejores situaciones relativas se registran en la ciudad de Buenos Aires, que alcanza los 9,65 puntos y dos departamentos de Santa Cruz: Magallanes y Güer Aike (9,45 y 9,41 puntos respectivamente). El cuartil que representa la mejor situación relativa se completa con la mayoría de los departamentos pertenecientes a la provincia de Santa Cruz, gran parte de Buenos Aires, algunos de Córdoba y de Santa Fe. La peor situación se advierte en las mismas zonas que se venían identificando en los censos anteriores: La Rioja, Jujuy, Salta, los departamentos del oeste de La Pampa y Patagonia septentrional (gran parte de los territorios nacionales de Río Negro y Chubut). Por debajo de la barrera de los seis puntos se encuentran otras dieciocho jurisdicciones, todas ellas situadas en el norte o en la zona cordillerana de la Argentina (Fig. 5).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 5 Calidad de Vida en 1947 

Calidad de vida en 1960

Una vez más, para este momento histórico solo se dispone de datos provinciales. Como puede advertirse en la figura 6, las inequidades en relación con la calidad de vida de la población argentina en 1960 todavía están presentes a lo largo del territorio, y se sigue reforzando un área de valores altos y medio-altos en el centro y sur del país, y otra zona con valores bajos y muy bajos del índice en el extremo norte (Velázquez; Celemín, 2020, c).

Las unidades que ocupan el cuartil de valores más altos, ubicadas, como se mencionaba en el centro y sur del país, son: Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Tierra del Fuego y Santa Cruz. Las provincias mencionadas, alcanzan valores de ICV entre los 7,43 y los 9,64 puntos (Fig. 6).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 6 Calidad de Vida en 1960 

Nuevamente durante este período, se advierte que la brecha entre la mejor y peor situación es alta. Así, mientras que la ciudad de Buenos Aires manifiesta 9,64 puntos, Jujuy exhibe solo 0,92.

Calidad de vida en 1970

El mapa nº 6 (Fig. 7) muestra que la calidad de vida de la población argentina en 1970, también disponible solo a escala provincial, resulta muy inequitativa a lo largo del territorio. Las provincias de la región pampeana y la Patagonia austral tienden a ubicarse en el primer nivel de calidad de vida. La mejor situación relativa se registra en la Ciudad de Buenos Aires (9,85), seguida por Buenos Aires (8,79) y La Pampa (8,68). Cabe recordar que la escala provincial implica un grado de generalización alto, por lo cual es probable que algunos departamentos de Buenos Aires u otras provincias puedan tener ICV mayores que los de la propia Ciudad de Buenos Aires (Velázquez; Celemín, 2019a).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 7 Calidad de Vida en 1970 

La peor situación relativa se registra en el norte. Particularmente, la provincia de Jujuy, muestra un comportamiento muy poco satisfactorio en casi todos los indicadores, por lo que solo alcanza un ICV de 2,17. Solo una unidad patagónica (Neuquén) también muestra magros índices. La brecha entre la mejor y la peor situación es alta. El ranking es encabezado, como ya se explicó, por la Ciudad de Buenos Aires (9,85 puntos), mientras que la peor situación relativa la sufre Jujuy, que alcanza solo 2,17 puntos. Cabe señalar, no obstante, que esta misma brecha era mayor aún en 1960 (9,64 contra 0,92 puntos).

Calidad de vida en 1980

Los resultados, luego de procesar los datos del Censo Nacional de Población y Vivienda del año 1980 y estadísticas vitales, siguen poniendo de manifiesto las diferencias entre las regiones del NEA y el NOA, históricamente las áreas más postergadas del país, respecto de la región pampeana y el Gran Buenos Aires; las regiones cuyana y patagónica se sitúan, en cambio, en un nivel intermedio. En todos los casos, sin embargo, se advierten fuertes diferencias internas (Fig. 8).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 8 Calidad de Vida en 1980 

En este caso, retornando a la escala departamental, se observa la consolidación de un norte argentino con valores de calidad de vida bajos y muy bajos, moviéndose en los dos cuartiles con peor situación relativa. Solo escapan de esa realidad, las capitales provinciales de Tucumán, Formosa, Chaco, Salta, Misiones, Corrientes y Santiago del Estero.

Desde el norte hacia el sur, sin llegar todavía al centro del país, los departamentos muestran un comportamiento más heterogéneo, combinando situaciones en las que el ICV llega al segundo cuartil de mejor nivel relativo, hasta llegar al centro (centro y sur de Córdoba Centro y sur de Santa Fe, este de La Pampa, centro y sur de San Luis, sur de Entre Ríos y la mayor parte de los partidos de la provincia de Buenos Aires), estos se mueven en los dos cuartiles con mejor situación relativa, alcanzando valores que superan los 5,45 puntos.

Respecto de las provincias del norte de la Patagonia, nuevamente se encuentran situaciones más heterogéneas, con departamentos que presentan valores bajos y muy bajos en los dos cuartiles con peor situación relativa. El sur de la Patagonia muestra valores más homogéneos y por encima de los 5,46 puntos, situándose así en buena o muy buena situación relativa (Velázquez; Celemín 2019b).

Calidad de vida en 1991

Las desigualdades que se vienen registrando y observando durante los períodos previos, siguen manifestándose en este momento. Las diferencias entre las regiones del NEA y el NOA, muestran una consolidación histórica que las ubica dentro de las áreas más postergadas del país, respecto de la región Pampeana y Gran Buenos Aires. Las regiones Cuyana y Patagónica en un nivel intermedio, con marcada heterogeneidad en relación con los valores que alcanzan los departamentos de estas dos últimas. Sin embargo, los mapas de calidad de vida en la Argentina muestran, por un lado, un alto nivel de diferenciación durante las décadas de 1980 y 1991 y, en paralelo, una distribución de los valores del indicador con correlación elevada entre ambos años. Es decir, se consolidan las situaciones más desfavorables en el norte del país y en algunos departamentos puntuales del norte de la Patagonia, y también las mejores condiciones en el centro y sur del país (Fig. 9, en página siguiente).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 9 Calidad de Vida en 1991 

La búsqueda de explicación a esas diferencias debe hacernos pensar en procesos seculares de divergencia socioeconómica y territorial, que se ven profundizados durante las últimas décadas por los sucesivos planes de ajuste, la transnacionalización más intensificada, y los mecanismos de la economía neoliberal fuertemente enraizada, que retroalimentan las diferencias entre grupos sociales ganadores y perdedores del modelo, incrementando la fragmentación social y territorial, y promoviendo a situaciones de peores niveles de calidad de vida, a unidades espaciales que se encontraban en mejores posiciones relativas durante los períodos previos.

Calidad de vida en 2001

Los valores de ICV confirman las tendencias que se vienen registrando desde los períodos anteriores (Fig.10). En el 2001, los valores del ICV del NEA y el NOA son menores de 5,44 puntos, salvo algunas excepciones muy particulares, en general, capitales de provincia. Durante este período, ninguno de los departamentos de la macroregión mejoró su situación relativa. Sí se registra el movimiento inverso: dos departamentos de la provincia de Chaco (Chacabuco y Comandante Fernández) retrocedieron un cuartil (Velázquez, Gómez Lende 2005). Lo mismo sucedió con tres departamentos misioneros: El Dorado, L. Alem y Concepción, y dos pertenecientes a la provincia de Corrientes: Curuzú Cuatiá y Monte Caseros. En definitiva, la región del NEA, que venía reportando bajos niveles de calidad de vida durante los noventa, no solo sostiene este registro, sino que se consolida y agudiza. Asimismo, el NOA continúa con valores muy bajos, pero hay que agregar mayor fragmentación durante este período. Además, hay que resaltar una particularidad en este momento, y es el hecho de que en un contexto regional con índices muy bajos aparecieron enclaves puntuales en Catamarca y La Rioja con buenas condiciones de vida.

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 10 Calidad de vida en 2001 

La región de Cuyo, en el 2001, alcanzó un índice global de 7,04 pero continuó presentando diferencias notables al interior de sus departamentos. Entre las provincias mejores posicionadas, se encuentra Mendoza. En San Luis, solo un departamento mejoró (Coronel Pringles) y otro empeoró (General Pedernera). La provincia de San Juan, tuvo dos departamentos que registraron retrocesos respecto de la calidad de vida (Santa Lucía y 25 de Mayo) y un incremento poco significativo en solo uno (Zonda).

Por otro lado, en la región pampeana (que había alcanzado un promedio regional 6,79 en los noventa), presenta en este momento, una disminución de sus condiciones de vida hacia los límites de la región. Es posible observar tres áreas diferenciadas: a) el área central, en la que se observa mayor desarrollo relativo, y comprende la mayor parte de Buenos Aires, excepto la Pampa Deprimida, b) Santa Fe y Córdoba, donde se presentan altos índices zonas de transición hacia otras regiones y c) un área relativamente periférica entre las provincias de La Pampa y Entre Ríos (Velázquez, 2001).

En la provincia de Buenos Aires, gran número de partidos descienden de cuartil, empeorando su calidad de vida. En la Región metropolitana, que alcanzaba un índice 6,81 en los noventa, es posible encontrar cuatro sectores: a) la ciudad de Buenos Aires y primer anillo de partidos del conurbano, con valores de calidad de vida elevados, b) el sector contiguo (segundo anillo) con condiciones intermedias, c) el tercer anillo con peores valores y d) un área discontinua que está sufriendo procesos de especulación urbana, en donde surgen countries y barrios cerrados, con altos niveles de contradicción y fragmentación social. A principios del nuevo milenio, el ICV regional alcanzó 6,92, pero la situación se mostraba más fragmentada. Por un lado, retrocedieron posiciones la mayoría de los partidos situados hacia el sur y el oeste del conurbano, incluso algunos de los ubicados en el primer anillo como Avellaneda, Lanús y Lomas de Zamora. Avanzando en esa misma dirección, el retroceso es más fuerte aún. En toda la región Metropolitana, no hay partidos que mejoren su situación. Finalmente, en la Patagonia (promedio regional 6,90 en los noventa), se contraponía la situación de Tierra del Fuego y Santa Cruz, más favorable que la del resto de la región, en la cual había zonas particularmente deprimidas, como la meseta ganadera de Chubut y Río Negro. En el 2001, el ICV regional aumentó a 7,54. A pesar de ser la región que experimentó mayor cantidad de ascensos (16 departamentos), esta imagen de contradicción y fragmentación persistió en el 2001 mostrando la coexistencia de geografías luminosas y opacas (Velázquez, G.A., 2011).

Calidad de vida en 2010

La cantidad de población con baja o muy baja calidad de vida desciende entre 2001 y 2010 (Fig.11). En paralelo, la población con alta calidad de vida, que apenas superaba las 300.000 personas al inicio del nuevo siglo, se multiplicaría por 10 en 2010 (Velázquez; Celemín, 2020). Conjuntamente, la cobertura territorial de la mejor situación relativa se triplica en 2010 si lo comparamos con 2001. En el NEA, la población con muy baja calidad de vida también disminuye. Similar situación sucede en los departamentos que a comienzos del período estaban incluidos en la condición más desfavorable. En el año 2001 no era posible ubicar ninguno de los departamentos del NEA en la categoría de alta calidad de vida, en 2010 se registraban 14 departamentos en tal situación, los cuales aglutinaban a casi 2 millones de habitantes (Velázquez, 2020). En la región de Cuyo, los cuatro departamentos con muy baja calidad de vida de 2001 ya no figuraban en ese cuartil para el 2010. Es importante destacar, que, si bien esto revela un contexto socioterritorial más favorable, no es posible extrapolar dicha situación a todos los habitantes de la región. Sin embargo, la población con alta calidad de vida, que en el año base apenas superaba las 800.000 personas, se triplicó en 2010, a la vez que la cantidad de departamentos incluidos en esta categoría se cuadriplicó holgadamente. En la región pampeana, la población residente en departamentos con muy baja calidad de vida disminuyó tan drásticamente entre 2001 y 2010 que a finales del período intercensal el número de departamentos afectados por esta situación se redujo a la décima parte, y pasó a incluir en tal intervalo a solo 1.502 habitantes pertenecientes a un único departamento (Chical Có, La Pampa) (Velázquez, 2020). Asimismo, tanto la población como los departamentos y partidos con calidad de vida alta prácticamente duplicaron sus guarismos en idéntico período, incluyendo a casi 12 millones de personas en la región (Velázquez; Celemín, 2020b). Ningún partido o comuna del RMBA era afectado por índices muy bajos de calidad de vida en 2010, en tanto que la población con calidad de vida alta -que a comienzos del período superaba los 4 millones de personas- aumenta, aunque sin llegar a duplicarse. En la región patagónica, la cantidad de población residente en departamentos con muy baja calidad de vida descendió al punto de desaparecer durante el período analizado (Velázquez, 2013). En contraposición, tanto la población con calidad de vida alta como la cobertura territorial de tal situación se ampliaron entre 2001 y 2010, experimentando un incremento de 500.000 personas y casi duplicando el número de departamentos involucrados (Velázquez; Celemín, 2020c).

Fuente: Elaboración de los autores

Figura 11 Calidad de Vida en 2010 

Discusión

La progresión de valores calculados para el ICV a nivel provincial y departamental, refleja la síntesis de la evolución de la calidad de vida de la población argentina haciendo énfasis en sus diferencias territoriales. La utilización de las mismas dimensiones (referidas a educación, salud, vivienda) y -para momentos más recientes- condiciones ambientales permite establecer con la mayor desagregación espacial posible, una comparación que solo resulta posible a partir del cruce entre la geografía y la historia (Tabla 3). El análisis del ICV, muestra desigualdades considerables entre los valores más altos y más bajos ya desde el primer censo nacional. Por tanto, dada la amplitud del intervalo de valores, es posible vislumbrar que el factor común identificado a lo largo de los períodos, es la heterogeneidad de situaciones socioeconómicas y materiales a lo largo del territorio argentino.

Tabla 3 Síntesis de los valores de ICV a lo largo de los años y en las provincias de Argentina, 1869-2010. 

Fuente: Elaboración de los autores.

Los dos primeros censos nacionales, se enmarcan dentro de la etapa económica conocida como “La Argentina Criolla”, que se extendió, aproximadamente desde mitad del Siglo XVIII hasta 1880. En este período, surge la ruta Potosí-Buenos Aires, que articula de manera novedosa para ese momento, las economías del interior del país: cobran importancia las funciones comerciales, de transporte y administrativas en detrimento de las productivas (Velázquez; Otero 2019).

En paralelo, la apertura “legal” del puerto de Buenos Aires al tráfico de ultramar (antes el contrabando era muy fuerte) y la incipiente incorporación comercial de productos pecuarios de la región pampeana constituyeron dos elementos claves para la evolución del sistema urbano argentino.

El contexto internacional del momento, puso a la región pampeana argentina en una situación de ventaja respecto del resto de las regiones del país, ya que su integración a partir de la valorización de la actividad ganadera, desarrollada de manera primitiva, sentaría las bases de lo que luego se llamaría la argentina agroexportadora. La provincia de Buenos Aires, se convierte entonces en el centro de gravedad de la sociedad, la economía y el territorio, e intermediaria entre el país en su conjunto y las estructuras del mercado mundial.

Esa una nueva división interna del trabajo que proporcionará cierta prosperidad para el Litoral argentino, a la vez que relegará el desarrollo de las economías del interior del país, fenómeno que se verá luego, extendido a lo largo del tiempo.

Esta configuración socioeconómica incipiente, se ve reflejada en los análisis del ICV, que revelan un grado de inequidad sorprendente para una fecha temprana como 1895, y puede advertirse en la distancia entre los valores más extremos de las variables consideradas. Las agrupaciones del norte y oeste se pintan de colores rojos y anaranjados, indicando valores bajos de ICV (salvo algunos enclaves puntuales en San Juan, Mendoza, San Luis y Córdoba), mientras que en las agrupaciones del centro y este del país, registran los valores más altos del período. Si se comparan los valores de ICV alcanzados en el Primer Censo Nacional de 1869, respecto del segundo, se advierte una disminución en las brechas. En ese año, en efecto, la diferencia entre las regiones era de 3,03 puntos (Agrupaciones del Este y del Norte, respectivamente); a escala de provincias (Buenos Aires y Jujuy), la amplitud aumentaba a 4,32 puntos; mientras que, entre los departamentos (Ledesma en Jujuy y Ciudad de Buenos Aires), la brecha trepaba a los 6,93 puntos (Velázquez y Otero, 2019).

El siguiente censo nacional, en 1914, se hace en el contexto de la denominada argentina agroexportadora. La consolidación de los puertos marítimos, los centros urbanos más importantes en la pampa húmeda, el trazado tramposo de la red ferroviaria desde la mirada de las economías regionales, fueron el escenario perfecto para reforzar las diferencias a favor de las economías pampeanas, en detrimento de las extrapampeanas.

Las economías del interior que se incorporaron al modelo de desarrollo, en función de sus vinculaciones con el gobierno central y su aptitud relativa, fueron la vitivinícola mendocina (Región de Cuyo) y la azucarera tucumana (Región del Noroeste) que, en un contexto de absoluto auge pampeano y decadencia extrapampeana, lograron asegurarse, mediante una serie de medidas, una inserción exitosa para sus productos.

Así, las desigualdades en la Argentina continúan siendo elevadas hacia la época del tercer censo nacional de población y los valores de ICV bajos, siguen siendo representativos de las provincias del noroeste y noreste, de alguna manera, desacopladas de los carriles económicos que dinamizaban el desarrollo existente. Paralelamente, las provincias del centro, de la región de cuyo y las del sur, aquellas más favorecidas por este esquema económico descripto, representan las mejores situaciones relativas en relación con el ICV.

El contexto socioeconómico internacional en el que se llevan adelante los censos de 1960, 1970 y 1980, coinciden con el boom de posguerra. El capital estadounidense toma lugar preponderante y entre 1965 y 1975, las empresas multinacionales fueron un factor decisivo en el crecimiento local. Sin embargo, las influencias externas volverían a cambiar alrededor de 1980, cuando comienza a resquebrajarse el orden económico mundial sustentado en la etapa fecunda de acumulación del capitalismo fordista-keynesiano, configurando un nuevo orden mundial caracterizado por una reproducción del capital más flexible, con alta movilidad, en un contexto de nuevas tecnologías, más y mejores medios de comunicación y transporte, lo que facilitaría los procesos productivos.

Estos cambios generaron un fuerte impacto en la economía y en la población argentina. La reestructuración del capital industrial, el modelo de ajuste estructural, entre otras circunstancias asociadas, generaron un alto crecimiento de la desocupación, la pobreza, las condiciones de vida deficitarias, que terminaron impactando de manera notable en las regiones que ya mostraban cierta debilidad económica y social.

El análisis global muestra cierta similitud en la distribución socioespacial de las condiciones de vida de los argentinos en las décadas de 1980, 1990 y 2000 por la inercia característica de los fenómenos de diferenciación; sin embargo, llaman la atención algunos enclaves de “progreso” situados en geografías históricamente marginales.

Si se analiza la manera en que estos procesos globales y locales impactan en los valores de ICV durante los últimos años del período analizado, se observa que, por ejemplo, en el 2001, más de 3,3 millones de argentinos residían en el 25% de los departamentos caracterizados por muy bajos índices de calidad de vida (Velázquez, 2020a). Por otro lado, 10,1 millones residían en el 25% de departamentos con las mejores condiciones. Esta situación mejora en el año 2010: el grupo afectado por la peor situación relativa está ubicado en 27 unidades espaciales y representa poco más de medio millón de habitantes. Quienes habitan en departamentos o partidos con valores altos de calidad de vida, aumentan a 28,3 millones de personas ocupando 305 unidades espaciales.

En el NOA y en el NEA, se registra un descenso de la población con calidad de vida muy baja, y esto tiene su correlato en las unidades espaciales con valores de ICV bajos. Por otra parte, si a comienzos del período intercensal la población con alta calidad de vida apenas superaba las 300.000 personas, esta cifra se multiplicaría por 10 en 2010, y de la misma manera, tuvo su correlato espacial (Velázquez, 2019).

En la región de Cuyo, existían en 2001 solo cuatro departamentos con muy baja calidad de vida de 2001. Pero para el año 2010, esos departamentos y habían superado favorablemente esa condición. Debe mencionarse que, si bien las unidades espaciales mejoran en su ICV, el alcance al interior de esos departamentos, es heterogéneo, y no alcanza a toda la población (Velázquez, 2016), (Velázquez, 2020a).

También aumenta, en esa época, la cantidad de departamentos incluidos con valores de ICV altos. En la región pampeana, la población residente en departamentos con muy baja calidad de vida disminuyó tan drásticamente entre 2001 y 2010 que a finales del período intercensal el número de departamentos afectados por esta situación se redujo a la décima parte, y pasó a incluir en tal intervalo a solo 1.502 habitantes pertenecientes a un único departamento (Chical Có, La Pampa). Asimismo, tanto la población como los departamentos y partidos con calidad de vida alta, prácticamente duplicaron sus guarismos en idéntico período, incluyendo a casi 12 millones de personas en la región. Si bien en la RMBA no se registraban partidos y ciudades con muy baja calidad de vida en 2001, es conveniente relativizar tal situación; dado que las categorías siempre se construyen en función de la comparación con el resto del país, esto en modo alguno implica que diversos grupos sociales no padezcan esta severa problemática. Ningún partido o comuna era afectado por índices muy bajos de calidad de vida en 2010, en tanto que la población con calidad de vida alta -que a comienzos del período superaba las 4 millones de personas- aumenta, aunque sin llegar a duplicarse.

Respecto de la cobertura territorial, la ampliación observada no fue tan significativa como podría sugerir la simple comparación de unidades (28 contra 4), dado que la CABA fue dividida en 15 comunas entre 2001 y 2010. Finalmente, en la región patagónica, la población residente en departamentos con muy baja calidad de vida retrocedió al punto de desaparecer durante el período analizado, evidenciando un efecto contextual o territorial que no significa que no existan también habitantes que aún padezcan condiciones de vida muy adversas. En contraposición, tanto la población con calidad de vida alta como la cobertura territorial de tal situación se ampliaron entre 2001 y 2010, experimentando un incremento de 500.000 personas y casi duplicando el número de departamentos involucrados.

En las restantes regiones, el mayor bienestar relativo se extiende aún más, incluyendo a mayor cantidad de población. Así lo demuestra la pauta casi general de Cuyo (fundamentalmente, las áreas de oasis más poblados), al igual que la región pampeana -excepto sus periferias norte y oeste, y algunas zonas de la pampa deprimida-. Respecto de la RMBA, la misma situación predomina en las áreas más consolidadas de CABA y la conurbación, en tanto que el resto de la aglomeración metropolitana se sitúa en segunda y tercera posición. Finalmente, la alta calidad de vida es la situación ampliamente mayoritaria en gran parte de la región patagónica, donde se registran condiciones adversas solo en algunas áreas de meseta.

Conclusiones

Una vez atravesado el desafío metodológico que implicó la elaboración del ICV, es importante reconocer la importancia de los resultados del procesamiento de las variables realizados, y su elaboración para el territorio argentino en los 10 primeros Censos Nacionales. Resultó ser una importante síntesis de las condiciones económicas, sociales, demográficas y ambientales que reflejan la manera en que se desenvuelve la vida de la población en un momento histórico determinado. No solo permitió conocer las circunstancias en las que las personas viven. También, permite comprender el propio funcionamiento social y territorial a lo largo del tiempo.

La escala de análisis territorial, y la desagregación espacial propuesta, permite la interacción de la mirada más global, aportada por el valor del ICV a escala provincial por un lado, y por otro, el abordaje local, a partir del cálculo del índice a nivel de departamentos, partidos o comunas (525 unidades).

El análisis regional pone en evidencia la marcada diferencia entre las oportunidades que brinda cada formación socioterritorial a lo largo del tiempo. Así, el NOA y el NEA, zonas históricamente proveedoras de mano de obra, se constituyen en epicentro de la adversidad, mientras las restantes regiones argentinas aparecen en posición más favorable. Esto, sin embargo, no debe llevarnos a un espacialismo o regionalismo en términos acríticos, ya que en el interior de estas formaciones regionales se reproducen los mismos mecanismos de diferenciación que operan a escala nacional, definiendo grupos sociales minoritarios con privilegios crecientes y grupos sociales mayoritarios que no reciben ninguno de los supuestos beneficios que trae aparejada la “modernidad”.

A su vez, de la misma manera en que las regiones del NOA y NEA han sido áreas relegadas y con poca colaboración por parte del Estado Nacional, la Patagonia, ha estado atravesada históricamente por políticas de poblamiento, regímenes preferenciales de producción y una inversión pública en infraestructura económica y social mayor a la que se observa en el resto de las regiones del país (Bolsi, et. al.,2006, Longhi et.al, 2006).

Ambas circunstancias, sumadas a otras de similar importancia (impacto de las migraciones internas, incorporación de las economías regionales al mercado internacional entre otras), han colaborado en configurar los mapas de calidad de vida característicos a lo largo del tiempo, en el que las regiones del noroeste y del noreste, se han visto más desfavorecidas, y las regiones centro y sur, con mejores niveles del indicador.

Estos resultados mirados a lo largo del tiempo y del especio, no solo pretende ser de importancia en investigaciones académicas sino también, en la formulación de políticas públicas.

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Los autores

1 ICV: Índice de Calidad de Vida.

Received: April 26, 2023; Accepted: August 03, 2023

Guillermo Velázquez es Doctor en el área de geografía por la Universidad de Buenos Aires, Profesor de enseñanza secundaria, normal y especial en Geografía. Actualmente es Profesor Titular Ordinario en la UNCPBA. Posee la categoría I como docente- investigador, Ministerio de Educación de la Nación Argentina. Investigador Superior del CONICET desde 2014. Es Director del Centro de Investigaciones Geográficas (CIG) 1996-2012 y del IGEHCS desde 2018. Dirigió 12 proyectos de investigación, 17 becarios de postgrado, 7 investigadores del CONICET, 7 CPA del CONICET, 11 tesis de doctorado y 3 de maestría. Publicó 28 libros, 131 artículos en revistas con referato, 46 capítulos en libros de otros autores y 43 ponencias completas en revistas y editoriales de 33 países.

Adela Tisnés es Técnica en SIG, Profesora de Geografía, títulos otorgados por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (FCH-UNCPBA). Es Doctora en Demografía, por la Universidad Nacional de Córdoba. Ha realizado instancias de Posdoctorales en el Department of Epidemiology and Biostatistics in School of Public Health, Drexel University y en el Instituto de Salud Colectiva de la Universidad Nacional de Lanús, entre otras. Desde el año 2007 forma parte del Centro de Investigaciones Geográficas (CIG-FCH- UNCPBA) aportando y publicando diversos trabajos de divulgación científica, en relación a geografía aplicada y las potencialidades de las TIG aplicada a la Geografía de la Salud. Participa en proyectos de Extensión y Transferencia del CIG-FCH- UNCPBA. En el año 2018 ingresó a la carrera de Personal de Apoyo en Investigación (CPA-CONICET) en el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS) donde sus principales funciones radican en trabajar las líneas de investigación de los integrantes del instituto a partir del procesamiento, análisis y presentación de información alfanumérica y grafica de las diferentes temáticas objeto de estudio de las disciplinas: Geografía e Historia. Desde el año 2005 es docente de la carrera de Profesorado de Geografía y Tecnicatura Superior en SIG de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro.

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