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Estudios del trabajo

versão impressa ISSN 0327-5744versão On-line ISSN 2545-7756

Estud. trab.  no.51 Buenos Aires jun. 2016

 

ARTÍCULOS

Cambios en la participación laboral de los hogares y en los niveles de bienestar económico. Argentina en los años post-reformas (2003-2014)1

Changes in Households’ Labour Participation and Economic Welfare. Argentina during Post-Reforms Years (2003-2014)

 

Santiago Poy

Sociólogo, Becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede en el Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina (CONICET-UCA). Docente de la Carrera de Sociología (UBA).
E-mail: santiagopoy@hotmail.com

1 Este trabajo incluye avances preliminares de mi tesis de doctorado. Una versión anterior fue presentada en el VIII Congreso Latinoamericano de Estudios del Trabajo, realizado en Buenos Aires en agosto de 2016. Parte de este artículo fue elaborado en el marco de la Red INCASI, proyecto  financiado por el programa de investigación “Horizonte 2020” de la Comisión Europea bajo el Marie Sklodowska-Curie GA N° 691004, coordinado por el Dr. Pedro López-Roldán. Sus contenidos reflejan la visión del autor y la Agencia no se responsabiliza por el uso que pueda hacerse de esta información. Deseo agradecer a Agustín Salvia y a Julieta Vera los comentarios realizados a una versión anterior de este documento eximiéndolos de cualquier error que pudiera persistir.

Recibido Agosto 2016
Aceptado Marzo 2017


Resumen

Tras la salida de la crisis del año 2001, tuvo lugar una rápida recuperación del mercado de trabajo. Mientras que distintos estudios han abordado los cambios verificados a nivel de la fuerza de trabajo individual, se le ha prestado menor atención al vínculo de los hogares con el mercado laboral. Este artículo aborda las transformaciones en la participación laboral de las familias y en sus niveles de bienestar económico. En particular, se examinan las inserciones laborales del principal sostén del hogar y de los trabajadores secundarios de las unidades domésticas, junto con los cambios en los ingresos familiares y en la pobreza en distintas categorías de hogares. En el mismo sentido, se evalúa la existencia y evolución de un conjunto de hogares que “concentran” empleos de baja productividad o en condiciones de precariedad. El artículo adopta una metodología cuantitativa y la evidencia presentada se construye a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC). La hipótesis general es que la persistente heterogeneidad estructural del sistema ocupacional, que ha sido verificada por la literatura especializada para el período estudiado (2003-2014) a nivel de los individuos, se habría traducido en una estructura de oportunidades laborales segmentada para los hogares con un correlato en desigualdades persistentes en materia de bienestar. Los resultados muestran algunas tendencias contrapuestas: una recomposición de la proporción de hogares que participaban en el sector dinámico de la economía a través de sus miembros ocupados; la existencia de dificultades persistentes de acceso al empleo formal de ocupados que residían en hogares cuyo principal sostén pertenecía al sector informal o tenía empleo precario; y una estrecha asociación entre la participación del hogar en el sector microempresario y la pobreza por ingresos.

Palabras clave: Heterogeneidad estructural; Informalidad; Bienestar económico; Pobreza.

Abstract

After 2001’s crisis, a fast recovery of labour market took place. Whereas different scholars have been focused in the individual workforce level, a less attended aspect has been the way in which those changes affected households. This article tackles changes in households’ labour participation and in economic welfare. Specifically, labour opportunities both for the household’s head and for secondary workers are analyzed, as well as the effects of these changes upon economic welfare in different groups of households. Also, the existence and evolution of a group of households that ‘concentrate’ low-productivity or precarious employment is tackled. The paper follows a quantitative strategy and data comes from Permanent Household Survey (INDEC). The general hypothesis is that persistent structural heterogeneity of the occupational system that has been verified by the literature at an individual level implies a segmented labour ‘opportunities structure’ for households which results in persistent inequalities in terms of economic welfare. Results show some opposed trends: a recovery of households that participate in the formal sector through their occupied members; the existence of persistent difficulties in terms of access to formal employment for those secondary workers whose head of household is in the informal sector or has a precarious employment, and a strong correlation between the belonging to the informal sector and poverty.

Key Words: Structural Heterogeneity; Informality; Economic Welfare; Poverty.


 

1. Introducción

La trayectoria seguida por la sociedad argentina en la última década y media estuvo atravesada por la salida del régimen de reformas estructurales bajo un modelo de convertibilidad y por la expansión de los niveles de empleo en comparación con los años noventa. Algunos analistas describieron este ciclo en términos de un “nuevo modelo de desarrollo”, enfatizando el rol que una política macroeconómica orientada al mercado interno habría tenido en la reconfiguración del mercado laboral (Neffa y Panigo, 2009; Palomino y Dalle, 2012). Otros autores, en cambio, han subrayado la persistencia de la informalidad, la desigualdad y la segmentación como rasgos duraderos del mercado laboral argentino (Beccaria y Maurizio, 2012; Groisman, 2013; Salvia y Vera, 2012).
Estos estudios aportan significativas evidencias sobre las transformaciones en el mercado de trabajo y la evolución de la fuerza de trabajo a nivel individual; por el contrario, han recibido menor atención los cambios registrados en el vínculo de los hogares con el mercado de trabajo y las formas en que tales modificaciones incidieron sobre el bienestar económico. Los autores que se han abocado a este punto no ofrecen un cuadro de evidencias concluyentes. Groisman (2011), por ejemplo, señala que la recuperación del empleo formal durante los primeros años de la post-convertibilidad coexistió con una “segmentación” de las oportunidades laborales para los hogares según la posición del jefe. Por el contrario, Dalle et al. (2015) señalan que, a diferencia del análisis basado en los individuos, a través de los hogares se advierte una menor segmentación, en tanto las familias habrían conseguido “combinar” ocupaciones informales con empleos formales2.
En este contexto, el objetivo del presente artículo es describir los cambios ocurridos en la participación económico-ocupacional y en los niveles de bienestar económico de los hogares3. Una mirada centrada en las unidades domésticas es relevante por cuanto es allí donde se organiza la reproducción de la fuerza de trabajo y tienen lugar comportamientos orientados a optimizar las condiciones de vida de sus integrantes (Torrado, 2006 [1982]). En un sentido más general, el artículo busca aportar al estudio de la reconfiguración del mercado de trabajo en la última década y a los cambios en los patrones de reproducción social de los hogares.
Una visión difundida para explicar el vínculo de los hogares con el mercado de trabajo enfatiza las “preferencias” de los mismos en el acceso a determinados puestos. En particular, se señala que una parte del empleo en el sector informal y de los empleos no registrados es una función de las preferencias de los hogares en la medida que posibilitan una adaptación a requerimientos domésticos (tiempo destinado al trabajo y a tareas reproductivas). En el mismo sentido se argumenta acerca de la posibilidad de aprovechar la protección social brindada a uno de los miembros del hogar para los otros integrantes de la unidad doméstica, todo lo cual daría cuenta, al menos parcialmente, del carácter “voluntario” de la participación en el sector informal y en empleos no registrados (Maloney, 2004; Perry et al., 2007).
En contraste, la hipótesis que guía este artículo es que la persistente heterogeneidad estructural así como la segmentación del sistema ocupacional argentino (Danani y Lindenboim, 2016; Jaccoud et al., 2015; Salvia y Vera, 2012; Salvia, Vera y Poy, 2015), se habrían traducido en una estructura económico-ocupacional segmentada para las familias, lo que condiciona las capacidades de reproducción de la fuerza de trabajo y genera procesos de desigualdad persistentes. Ello debería traducirse en la persistencia de un conjunto de hogares que concentran empleos de baja productividad o marginales4, que no logran acceder a oportunidades de empleo en el sector formal; y en una estrecha vinculación entre ese tipo de posiciones laborales y la pobreza por ingresos como expresión de barreras estructurales para la reproducción de este tipo de unidades domésticas.
La próxima sección de este artículo identifica el marco teórico-metodológico que nos permitió construir una tipología de las inserciones económico-ocupacionales de la fuerza de trabajo, las cuales constituyen diferentes oportunidades laborales para los hogares. La siguiente sección muestra los cambios en la participación en la estructura económico-ocupacional por parte de las unidades domésticas, de acuerdo con la inserción del Principal Sostén del Hogar y de los ocupados secundarios. La cuarta sección expone los cambios en los niveles de bienestar económico, tomando como indicadores al ingreso per cápita familiar y a la pobreza por ingresos. El artículo concluye con un conjunto de reflexiones finales.

2. Aportes teóricos y metodológicos para analizar la relación entre los hogares y el mercado de trabajo

El tema de la reproducción de las familias ha ocupado un lugar central en la investigación sociológica latinoamericana5 y recientemente ha vuelto a ganar importancia en el debate académico (Arriagada, 2007). Esto se debe, entre otros aspectos, a que una perspectiva centrada en los hogares permite evaluar cómo la dinámica del mercado de trabajo, la intervención social del Estado por medio de políticas sociales y los comportamientos que operan a nivel de las unidades domésticas se traducen, de manera conjunta, en las condiciones de vida familiares (Cortés, 2000; Salvia, 2012). En este artículo retomamos esta perspectiva centrada en los hogares y su capacidad de reproducción, para interrogarnos por uno de los aspectos mencionados: las características de la participación en la estructura ocupacional y los efectos sobre el bienestar económico de las familias.
Con este fin, consideramos pertinente adoptar una perspectiva teórica que permita caracterizar las inserciones económico-ocupacionales individuales a través de las cuales los hogares participan en el mercado laboral6. En términos generales, se reconoce que uno de los aspectos centrales que organizan a los mercados de trabajo son las características que asume la estructura productiva (Fine, 2003). Los países latinoamericanos se destacan por su heterogeneidad estructural, que alude a un conjunto de factores interrelacionados: la coexistencia de marcadas brechas de productividad, el desarrollo desigual y la insuficiencia de los sectores más dinámicos para absorber al conjunto de la fuerza laboral disponible (Chena, 2010; Infante, 2011; Mora Salas, 2010; Salvia, 2012).
Esta característica del patrón de desarrollo económico se expresa, entre otros aspectos, en la existencia de un sector microempresario o informal, que constituye el “último eslabón” de la heterogeneidad estructural, e incluye un conjunto de actividades económicas que operan en mercados de fácil entrada (Pok y Lorenzetti, 2007; PREALC, 1978; Salvia, 2012; Tokman, 2000). Lejos de asumir supuestos “dualistas” que fueron ampliamente criticados en la literatura desde el origen mismo del concepto (Bienefeld, 1975; Moser, 1978), es importante enfatizar que el sector microempresario opera en los “intersticios” del sector capitalista más estructurado y que su dinámica se encuentra supeditada a las expansiones y contracciones de éste a la vez que establece relaciones de distinto tipo con él (Cacciamali, 2000). Los procesos de concentración y centralización son los factores que hacen viable el desarrollo desigual y la existencia de capitales de distinta capacidad de acumulación (Shaikh, 2007 [1991]), por lo que en un sentido estricto la distinción entre un sector microempresario y un sector más estructurado (público y privado) no basta para evaluar la estratificación del mercado laboral según la tesis de la heterogeneidad estructural. Sin embargo, dado nuestro interés centrado en los hogares y no en la fuerza de trabajo individual, en este trabajo nos limitamos a esa diferenciación. De todos modos, con el propósito de evitar la consideración del sector microempresario como un estrato homogéneo, se considera la sugerencia de Salvia (2012) de distinguir las distintas categorías ocupacionales que participan en él, teniendo en cuenta los clivajes de clase que atraviesan a los estratos de productividad.
El otro aspecto a considerar para evaluar las características de las inserciones económico-ocupacionales remite a la “calidad” de las mismas, lo que alude a la existencia de distintos segmentos de empleo (Neffa, 2008). El propósito aquí es identificar al conjunto de trabajadores asalariados que se encuentran en ocupaciones “atípicas” o precarias (Standing, 2011). Si bien existen diversas conceptualizaciones, el empleo precario es definido a partir del “alejamiento de los principales rasgos del empleo típico (también regular, normal o protegido), para lo cual se consideran dos elementos básicos de la relación laboral: estabilidad en el empleo y cobertura social (Beccaria, Carpio y Orsatti, 2000, p. 142. Énfasis nuestro). Uno de los aspectos principales de la precariedad es que, superpuesta a la cuestión de la distribución de la fuerza de trabajo según estratos de productividad, se asocia comúnmente a la idea de “trabajadores pobres” (Fraser et al., 2011)7.
En este artículo presentamos una tipología (Tabla 1) que retoma los elementos teóricos precedentes y formas de análisis implementadas por otros investigadores (Salvia, 2012; Salvia y Vera, 2012; Salvia, Vera y Poy, 2015). La tipología construida involucra un conjunto de variables: a) el estrato de productividad o sector (microempresa, privado formal o público formal); b) la categoría ocupacional (patrones, trabajadores por cuenta propia, obreros o empleados); c) la calificación de la tarea (profesional, técnica, operativa o no calificada); d) la jerarquía ocupacional (en el caso de los asalariados); e) la tenencia de capital propio (para los trabajadores por cuenta propia); f) la precariedad (sólo para los asalariados).

Tabla 1. Inserciones económico-ocupacionales de la fuerza de trabajo y oportunidades laborales de los hogares.

Nota: (a) siguiendo un criterio de Monza y López (1995) se excluyó por definición del sector microempresario a algunas ramas de actividad. Aquí fueron las actividades financieras y empresariales, y la rama enseñanza y servicios de salud. Se consideró a los ocupados de tales ramas como pertenecientes al sector formal y se los asignó al grupo correspondiente según su categoría ocupacional y los demás atributos considerados (jerarquía ocupacional y precariedad).
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

Desde un enfoque centrado en la reproducción de las familias, las características que asume la estructura económico-ocupacional tendrán incidencia sobre las condiciones de vida en al menos dos sentidos. Por una parte, determinarán las oportunidades laborales a las que acceden las familias, marcando los límites de la demanda de empleo que éstas enfrentan (y, por ende, las posibilidades de ocupación de sus distintos integrantes). Por otra parte, las posiciones económico-ocupacionales de las que participan las unidades incidirán sobre la percepción de ingresos de fuentes laborales y, por lo tanto, sobre el bienestar (Salvia, 2012).
Para llevar adelante esta investigación, se utilizaron los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares que releva el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), correspondientes al cuarto trimestre de los años comprendidos entre 2003 y 2014 y relativos al total de aglomerados urbanos de la Argentina8. Como criterio para determinar la posición económico-ocupacional del hogar se utilizó la posición del Principal Sostén del Hogar (PSH)9, por lo que–salvo aclaración en contrario– el universo de análisis quedó conformado por los hogares cuyo PSH se encontraba ocupado.
En el análisis hemos diferenciado dos ciclos dentro del período reciente de políticas post-reformas: uno de veloz crecimiento (entre 2003 y 2007) y otro de menor expansión e incluso estancamiento, que incluyó los efectos de la crisis internacional (2007-2014). El primer período estuvo signado por la devaluación y el default internacional que siguieron a la salida de la convertibilidad (un régimen de caja de conversión que acompañó a las reformas neoliberales), las cuales modificaron radicalmente el sistema de precios y el comportamiento macroeconómico, generando un incremento sustantivo del tipo de cambio real. En este escenario, y bajo un contexto de precios internacionales favorables para las exportaciones primarias, se inició una fase de recuperación de la actividad productiva, el consumo, las finanzas públicas y el empleo (CENDA, 2010; Gaggero, Schorr y Wainer, 2014).
En un segundo momento, el ciclo económico comenzó a mostrar un menor ritmo de expansión al agotarse algunos pilares básicos del primer período. Por una parte, el alza de los precios internacionales se tradujo en un crecimiento sostenido de la tasa de inflación interna (Schorr, 2012). Este proceso, que alentó a su vez una intensa puja distributiva, redundó en la progresiva erosión de la competitividad que se había sostenido principalmente en el tipo de cambio y no en mejoras de la productividad (Fernández Bugna y Porta, 2008). Como resultado, una vez superados los efectos de la crisis internacional, en 2009, tuvo lugar una progresiva reaparición de la “restricción externa” (Gaggero, Schorr y Wainer, 2014) que finalmente impidió sostener los ritmos de crecimiento preexistentes.
¿En qué medida una estructura laboral heterogénea se tradujo en desiguales oportunidades ocupacionales para los hogares? ¿Qué capacidades tuvieron los hogares de acceder a distintos tipos de oportunidades laborales a través de la inserción de sus miembros en las distintas posiciones ocupacionales? ¿Qué diferencias se observan al interior del ciclo político-económico post-reformas? ¿Es posible constatar la existencia de hogares que concentraron posiciones laborales marginales, informales o precarias sin poder acceder a otro tipo de empleos? Las próximas secciones buscan dar respuesta a estos interrogantes.

3. Transformaciones en la participación laboral de los hogares durante el ciclo post-reformas

a. Participación económica de los hogares según la posición del Principal Sostén del Hogar
Durante los años de reformas estructurales (1991-2001), una característica del vínculo de los hogares con el mercado laboral fue la necesidad de volcar trabajadores secundarios a la actividad, los cuales, en un contexto económico adverso, no siempre conseguían empleo (Poy, Vera y Salvia, 2015). En contraste, durante el período post-reformas, los hogares tuvieron la posibilidad de incrementar y mantener el número de ocupados promedio por hogar10. Un rasgo sobresaliente de esta evolución es que la recomposición de las oportunidades laborales de los hogares, a nivel agregado, se concentró en la primera fase del período estudiado, reduciendo su dinamismo con posterioridad. Este comportamiento permitió aumentar el número promedio de perceptores de ingresos por hogar (Cuadro 1). Sin embargo, este indicador recoge, al mismo tiempo, el acelerado aumento de los perceptores de ingresos no laborales por hogar frente a uno más moderado de los perceptores laborales.

Cuadro 1. Indicadores generales de la participación económica de los hogares. Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Nota: los promedios fueron calculados sobre los hogares que disponen de ese tipo de atributo o fuente de ingreso.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

En este sentido, cabe complementar el análisis previo con la descripción de los cambios en la participación de las fuentes laborales y no laborales en los ingresos familiares. Entre las principales modificaciones, se destaca la reducción de la proporción de hogares que dependían sólo de ingresos en el mercado laboral y, especialmente, de los que disponían del ingreso de un único ocupado (Cuadro 2)11. Como correlato, se observa un aumento de las unidades domésticas que tenían ingresos mixtos (es decir, laborales y no laborales). Esto significa que no sólo se incrementó el promedio de perceptores de ingresos no laborales por hogar sino que, además, aumentó la proporción de hogares que recibían este tipo de fuente. De esta manera se vuelve evidente que el análisis del mercado de trabajo resulta cada vez más insuficiente para examinar qué ocurrió con las capacidades de reproducción de las unidades domésticas.

Cuadro 2. Modalidades de participación económica de los hogares. Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

¿Qué características asumieron las oportunidades laborales a las que accedieron los hogares durante el período bajo estudio? A continuación, nuestro interés es examinar cómo evolucionó la participación económico-ocupacional de las familias, tomando en cuenta la posición laboral del Principal Sostén del Hogar.
Los Cuadros 3.A y 3.B permiten observar las importantes modificaciones que tuvieron lugar en la estructura económico-ocupacional examinada a partir de las unidades domésticas durante el ciclo post-reformas12. El primer ciclo del período post-reformas (2003-2007), caracterizado por una veloz recomposición del mercado laboral, concentró el grueso de las transformaciones más relevantes en términos de las oportunidades laborales disponibles para los hogares argentinos (Cuadro 3B). En concreto, durante este lapso aumentó la proporción de hogares cuyo PSH estaba ocupado en empleos del sector formal tanto público como privado; mientras que, como reverso, se redujo la participación de hogares cuyo PSH estaba inserto en el sector microempresario/informal o recibía un plan de empleo13.

Cuadro 3A. Distribución de los hogares según posición económico-ocupacional del Principal Sostén del Hogar. Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Nota
: (1) Hogares cuyo PSH declara que su ocupación principal es un plan de empleo.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

Cuadro 3B. Distribución de los hogares según posición económico-ocupacional del Principal Sostén del Hogar. Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Fuente
: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

Si tomamos en cuenta a los hogares que participaban del sector más estructurado, constatamos que entre 2003 y 2007 se expandió el peso de los hogares cuyo PSH era asalariado registrado o empleado en el sector público, mientras que no se alteró la participación de aquellos hogares cuyo PSH era un asalariado precario. En cambio, si se toma en cuenta al sector microempresario, se verifica que en esta primera fase del ciclo post-reformas se retrajo levemente el peso de los hogares encabezados por trabajadores por cuenta propia no calificados o sin capital propio y por empleados del servicio doméstico, y creció la participación de los hogares encabezados por patrones de microempresas o trabajadores autónomos calificados con capital propio.
La segunda fase del ciclo post-reformas (2007-2014) estuvo caracterizada por un ritmo inferior de crecimiento económico y una más lenta recomposición del mercado laboral. Las tendencias verificadas en la participación socio-laboral de los hogares durante la primera parte de la década se mantuvieron, pero fueron significativamente menos intensas. En este contexto, volvió a incrementarse el peso de los hogares cuyo PSH estaba ocupado en el sector formal público y privado, de suerte que se redujo el de aquellas unidades domésticas cuyo PSH estaba ocupado en el sector microempresario/informal. Al igual que en la primera etapa, se incrementó el peso de los hogares cuyo PSH era asalariado registrado del sector privado o empleado del sector público, y se redujo de forma leve la incidencia de los hogares encabezados por asalariados precarios del sector privado. Los cambios ocurridos entre los hogares cuyo PSH se insertaba en el sector microempresario no fueron estadísticamente significativos al interior de las categorías estudiadas. Este último aspecto permite subrayar el carácter progresivo pero cuanto menos insuficiente del tipo de crecimiento que tuvo lugar para promover una sostenida modificación en las oportunidades laborales a las que accedieron las unidades domésticas.
Si tomamos al período post-reformas en su conjunto (2003-2014) es posible consignar dos rasgos contrapuestos a nivel de la estructura económico-ocupacional evaluada a nivel de las unidades domésticas argentinas. En primer lugar, una recomposición del peso de los hogares cuyo PSH estaba inserto en empleos del sector más dinámico de la economía. En particular, se destaca lo ocurrido con los asalariados protegidos y, secundariamente, con los empleados públicos. Sin embargo, junto con estas modificaciones, hacia el final de la serie aún persistía una estructura de posiciones laborales en la que 42,2% de los hogares se encontraban encabezados por un trabajador inserto en el sector microempresario/informal o en condiciones laborales “atípicas”.

Cuadro 4. Variación en la distribución de los hogares según posición económico-ocupacional del Principal Sostén del Hogar y significancia estadística del cambio. Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Nota: ***p-value < 0,01 / ** p-value < 0,05 / * p-value <0,1.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

b. Características de la inserción laboral de los ocupados secundarios de los hogares
Desde una perspectiva centrada en las condiciones de reproducción de las unidades domésticas, resulta relevante conocer el papel jugado no sólo por el principal sostén del hogar, sino también por los ocupados secundarios de las unidades domésticas. Ello adquiere mayor relevancia en un contexto en el cual, como se analizó, sólo una parte de las familias disponían de un único proveedor de ingresos laborales. El propósito aquí es examinar si la estructura económico-ocupacional segmentada anteriormente descripta reduce tal rasgo cuando se consideran las otras ocupaciones de las que disponen los hogares, de suerte que aun cuando el PSH pertenece al sector informal o tiene un empleo no registrado, algún trabajador secundario del hogar accede a otro tipo de empleos. Adicionalmente, este análisis permite evaluar la existencia de un núcleo de hogares que no consigue acceder a posiciones por fuera del sector microempresario o a empleos no precarios, pese a la existencia de cambios significativos en el conjunto del sistema socio-ocupacional.
El Cuadro 5 informa sobre la existencia de situaciones ocupacionales mixtas en los hogares al considerar la inserción de los ocupados secundarios. Es posible señalar un conjunto de comportamientos a partir de estos resultados. En primer término, se advierte que entre los hogares cuyo PSH pertenecía al sector formal era más frecuente la existencia de situaciones mixtas que entre los hogares cuyo PSH pertenecía al sector microempresario. En segundo lugar, interesa examinar los cambios en las oportunidades de acceso a al menos un empleo formal14 entre los hogares de la Argentina urbana durante el período post-reformas. Entre 2003 y 2007 tuvo lugar un aumento de la proporción de hogares que accedían a al menos un empleo de este tipo por medio de sus miembros ocupados. En cambio, entre 2007 y 2014, el ritmo de incremento fue más lento y –con la excepción de lo ocurrido entre los hogares cuyo PSH era asalariado del sector microempresario o empleado del servicio doméstico– aquellos hogares que participaban del sector microempresario vieron reducirse su capacidad de acceder a este tipo de empleos.

Cuadro 5. Distribución de hogares con situaciones ocupacionales "mixtas"(1) según posición económico-ocupacional del Principal Sostén del Hogar (PSH). Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014

Nota: (1) Para hogares cuyo PSH era empleador, asalariado registrado del sector privado formal o empleado del sector público, se presentael porcentaje de hogares que tenían acceso -a través de un ocupado secundario- a empleos en el sector informal o en condiciones de precariedad. Para hogares cuyo PSH pertenecía al sector informal, era asalariado precario o beneficiario de un programa de empleo, se presenta el porcentaje de hogares que tenían acceso -a través de un ocupado secundario- a empleos como empleadores o asalariados registrados del sector formal, o empleados del sector público.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

Más allá de los cambios durante el período, en aquellos hogares cuyo PSH pertenecía al sector microempresario o era trabajador precario, las chances de disponer de un empleo formal por medio de un ocupado secundario fueron sensiblemente inferiores que entre los hogares cuyo PSH era empleador o asalariado registrado del sector público o privado. Finalmente, cabe consignar que si bien durante el ciclo post-reformas tuvo lugar una reducción de la proporción de hogares que no accedían a una ocupación por fuera del sector microempresario o en condiciones de precariedad, al término del período 36,9% se encontraba en dicha situación. Estos resultados indican que, si los hogares que participaban en el sector microempresario o tenían un PSH precario desplegaron estrategias para mantenerse entre la formalidad y la informalidad, tales comportamientos no parecen haber sido exitosos para un amplio conjunto de unidades domésticas (si bien una parte de ellos logró acceder a ambos tipos de posiciones ocupacionales).
Ahora bien, ¿en qué medida la desigualdad de acceso a empleos formales o registrados se encuentra influida por la posición laboral del PSH–como aproximación de la posición del hogar–? Podría ocurrir que los resultados anteriores se originaran en una desigual distribución de características individuales y que ello explicara el acceso a distintos tipos de empleos. Para responder a este interrogante se recurrió a un modelo de análisis que, luego de controlar distintos atributos personales y del hogar, permitiera indicar si en el acceso a empleos formales o registrados por parte de ocupados secundarios existe un efecto específicamente atribuible a la posición socio-ocupacional del PSH15. Como se trata de una variable dependiente dicotómica, se aplicó un modelo probit (Wooldridge, 2014).Este modelo parte de la expresión:

Donde G es la función de distribución acumulada normal estándar. Para modelar la probabilidad de que un individuo i (que es ocupado secundario) tenga un empleo formal se consideran distintas variables independientes (xk) siendo βk los parámetros a estimar. A diferencia de un modelo lineal de probabilidad, el signo de los coeficientes señala el sentido en que incide una variable explicativa, pero sus magnitudes no son directamente interpretables. Para ello deben calcularse los efectos marginales:

Si x1 es una variable binaria, su efecto marginal se obtiene a partir de:

Entre las distintas variables que se incluyen en el modelo, se introduce la presencia del PSH ocupado en el sector formal (público o privado, excluyendo posiciones precarias) para estimar su efecto sobre la posición laboral de los ocupados secundarios. En la estimación se incluyó el control de sesgo de selección, incorporándose a la ecuación de selección la situación conyugal (con o sin pareja), el número de niños en el hogar y el nivel educativo.
A partir de la aplicación de este modelo de análisis, advertimos que la probabilidad de tener un empleo formal entre los ocupados secundarios, se encuentra asociada a un conjunto de atributos personales de la fuerza de trabajo que operan como mecanismo de selección en determinadas coyunturas del mercado. Más allá de ello, la presencia de un PSH ocupado en el sector formal público y privado (excluyendo posiciones precarias) constituyó un determinante significativo de la probabilidad de acceder a un empleo formal: en promedio, durante el ciclo post-reformas, tal probabilidad se incrementó alrededor de 20 p.p. cuando el PSH estaba ocupado en el sector formal, manteniendo los demás factores constantes.

Cuadro 6. Determinantes del empleo en el sector formal público o privado entre los ocupados secundarios de los hogares (1). Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014

Notas: (1) Modelos probit con control de sesgo de selección muestral. Variable dependiente: empleos en el sector formal público o privado (excluyendo posiciones como asalariados precarios) de los ocupados secundarios de los hogares. (2) ***p-value< 0,01 / ** p-value< 0,05 / *** p-value<0,1. (3) Errores estándar entre paréntesis.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

El análisis precedente muestra que las modificaciones en el mercado de trabajo vistas desde las unidades domésticas dan cuenta de la persistencia de una estructura segmentada en la que los hogares ubicados en distintas posiciones sociales no tuvieron similares chances de disponer de empleos formales. Los hogares que participaban del sector formal a través de su PSH “capturaron” con mayor facilidad ocupaciones de este tipo a través de sus ocupados secundarios. En contraste, los que participaban en el sector microempresario o tenían un PSH precario tuvieron mayores dificultades para acceder a tales empleos por medio de sus ocupados secundarios –aun controlando atributos individuales de la fuerza de trabajo–16.
Así, nuestras conclusiones se aproximan –si bien a partir de un enfoque diferente– a los hallazgos de Groisman (2011) para los primeros años del modelo económico post-crisis. Tal como hemos planteado anteriormente, en condiciones de heterogeneidad estructural y persistente segmentación de los mercados, una parte de las unidades domésticas han permanecido en condiciones de marginalidad en términos de la inserción económico-ocupacional de sus integrantes, que no se resuelve al considerar a los ocupados del hogar que no sean el PSH.

4. Participación laboral y condiciones de vida familiares: ganadores, perdedores y desigualdades persistentes durante el ciclo post-reformas

En esta sección nos preguntamos por la relación existente entre los cambios en las oportunidades laborales y el bienestar económico de los hogares. Nos aproximamos al bienestar a través del ingreso per cápita familiar real17 y consideramos la incidencia de la pobreza como un indicador estandarizado del mismo. Cabe subrayar que el ingreso per cápita familiar es el resultado combinado de los ingresos provenientes del mercado de trabajo, de aquellos derivados de políticas sociales u otras fuentes no laborales y de los propios comportamientos demográficos de las unidades domésticas (Salvia, 2012). Aquí no abordamos detalladamente el rol de tales componentes sino las oportunidades de bienestar asociadas a las distintas posiciones socio-económicas; sin embargo, presentamos la evolución del ingreso per cápita familiar total y neto de ingresos no laborales con el propósito de evaluar lo ocurrido en base a la participación laboral de las familias.
Durante los años post-reformas se constató un doble proceso a nivel de las unidades domésticas. Por una parte, se recompuso el nivel de vida del conjunto de los hogares urbanos, tomando en cuenta la evolución del ingreso per cápita familiar (Cuadro 7). Por otra parte, este proceso de recomposición fue diferencial para los hogares según la posición ocupacional del PSH. Es aquí donde se encuentran elementos significativos para explicar la reducción de la desigualdad global.

Cuadro 7. Variación del ingreso per cápita familiar real (total y neto de ingresos no laborales) de los hogares según posición económico-ocupacional del Principal Sostén del Hogar(1). Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Nota: (1) Excluye hogares cuyo PSH era beneficiario de un plan de empleo.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar
>

La mayor parte del incremento de los ingresos se dio durante el primer ciclo del período post-reformas(2003-2007), y tuvo que ver, en buena medida, con una recomposición de los ingresos tras la fuerte devaluación del año 200218. Si bien todos los hogares, ya sea que participaran en el sector formal público y privado o en el sector microempresario/informal, vieron mejorar sus condiciones de vida, fueron los segundos los que mejoraron de manera más intensa su nivel de bienestar. Entre los hogares cuyo PSH pertenecía al sector formal/dinámico fueron los asalariados precarios y los empleados públicos los que tuvieron un incremento más significativo en sus ingresos per cápita familiares. Por su parte, entre los hogares que participaban del sector microempresario, fueron aquellos encabezados por no asalariados los que más aumentaron sus ingresos, en tanto que los hogares encabezados por asalariados precarios o trabajadores del servicio doméstico se vieron menos beneficiados en este primer ciclo de crecimiento económico.
Durante el segundo ciclo analizado (2007-2014) se registraron niveles más bajos de crecimiento económico que afectaron lo ocurrido con el bienestar de los hogares. En este contexto, se modificaron algunas tendencias previas. Al interior del sector formal público y privado, los hogares cuyo PSH era asalariado registrado o empleado del sector público vieron mejorar sus ingresos, en tanto que los encabezados por empleadores y profesionales redujeron sus niveles de bienestar económico y aquellos encabezados por asalariados precarios se mantuvieron casi sin alteraciones. Entre estos últimos, si se considera el ingreso per cápita neto de ingresos no laborales, se advierte incluso una caída de los niveles de bienestar. Entre los hogares cuyo PSH pertenecía al sector microempresario, el incremento de los niveles de bienestar fue, en promedio, similar al verificado en aquellos que participaban del sector formal. Sin embargo, este comportamiento agregado escondió distintos procesos. Por una parte, los hogares encabezados por patrones y trabajadores independientes con capital propio experimentaron una retracción de sus ingresos per cápita familiares, en tanto que aquellos encabezados por trabajadores por cuenta propia informales apenas lograron aumentar su bienestar. De no haber mediado la existencia de ingresos no laborales, estos grupos hubieran experimentado una retracción del bienestar. Por otro lado, tanto los hogares encabezados por asalariados de microempresas como por trabajadores del servicio doméstico consiguieron incrementar sus niveles de ingresos familiares. También entre estos hogares fue significativo el efecto de los ingresos no laborales para entender la variación del ingreso per cápita19.
De este modo, una estructura económico-ocupacional segmentada y con un núcleo persistente de hogares en el sector microempresario coexistió con una recomposición de ingresos que fue más acentuada entre este último tipo de unidades domésticas. Sin embargo, un modo de poner en perspectiva esta dinámica es evaluar en qué medida esta recomposición permitió una mayor capacidad de los hogares para cubrir sus necesidades de consumo. En el Cuadro 8 utilizamos la incidencia de la pobreza para examinar los alcances que las variaciones anteriores tuvieron sobre el bienestar20.

Cuadro 8. Incidencia de la pobreza por ingresos según posición económico-ocupacional del Principal Sostén del Hogar(1). Total de Aglomerados urbanos. Argentina, 2003-2014.

Nota: (1) Excluye hogares cuyo PSH era beneficiario de un plan de empleo.
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la EPH-INDEC para los períodos indicados. Disponibles en: <www.indec.gov.ar>

El primer ciclo del período post-reformas (2003-2007) se caracterizó por una sostenida retracción de la pobreza por ingresos. En términos generales, la evolución acompañó lo ya analizado con respecto a los ingresos familiares. Sin embargo, se constata que, más allá de las variaciones, un tercio de los hogares que participaban en el sector microempresario permanecía en la pobreza tras los años de mayor crecimiento económico, estando singularmente afectados aquellos cuyo PSH era trabajador por cuenta propia informal, asalariado del sector microempresario o trabajador del servicio doméstico. Asimismo, es relevante observar la fuerte incidencia de la pobreza en los hogares encabezados por trabajadores precarios del sector formal privado, aspecto que los asemeja a lo ocurrido en el sector microempresario.
El segundo ciclo del período post-reformas (2007-2014) reconoció dos momentos diferenciales. Por una parte, hasta 2012, la incidencia de la pobreza continuó su ritmo descendente (a pesar de una coyuntura desfavorable en el año 2009), si bien el ritmo de la reducción fue muy inferior al que había tenido lugar en la primera etapa del ciclo. Entre 2012 y 2014, como resultado de una brusca devaluación de la moneda, tuvo lugar un incremento de la pobreza por ingresos. En este último comportamiento se destaca, principalmente, lo ocurrido con los hogares encabezados por patrones de microempresas informales, los trabajadores por cuenta propia informales y los trabajadores del servicio doméstico, y una estabilidad de la incidencia de la pobreza en el caso de los hogares encabezados por asalariados del sector microempresario. Nuevamente, a lo largo del período la incidencia de la pobreza continuó siendo elevada y afectaba a uno de cada cuatro hogares del sector microempresario/informal.
En suma, durante el ciclo post-reformas tuvo lugar: a) una mejora del ingreso per cápita familiar más intensa, en términos relativos, entre los hogares que estaban insertos en el sector microempresario informal, que entre aquellos que estaban ocupados en el sector formal público y privado –lo que se expresó en una reducción de la desigualdad global–; b) que se dio en un contexto de pobreza persistente –si bien declinante– a nivel de las unidades domésticas cuyo PSH se ubicaba en el sector microempresario/informal o era asalariado precario. Si se toma en cuenta, como se indicó más arriba, que durante la segunda fase del ciclo los hogares tuvieron más restricciones para volcar perceptores laborales al mercado de trabajo a la vez que contaron con mayores perceptores de fuentes no laborales, es posible suponer que en la reducción de la pobreza se incrementó el rol desempeñado por este último tipo de ingresos.

5. Reflexiones finales

En este trabajo nos hemos aproximado a algunas de las principales transformaciones que experimentó el vínculo de los hogares con el mercado de trabajo durante los años post-reformas. Este análisis permitió evaluar tanto los principales rasgos que asumió la estructura económico-ocupacional examinada a nivel de las familias en el contexto de una economía heterogénea y segmentada, así como el efecto que tuvo sobre aquella la aplicación de un conjunto de políticas de signo distinto al de aquellas que indujeron, precisamente, una mayor heterogeneidad y segmentación socio-productiva.
Constatamos la existencia de un proceso significativo de recomposición de las oportunidades de empleo en el sector formal a nivel de los hogares, lo que cabe suponer que habilita mecanismos de “movilidad estructural”. La aplicación de políticas pro-mercado interno en el contexto de una economía abierta habría promovido una ampliación de este tipo de oportunidades laborales para los hogares. No obstante, cabe enfatizar dos aspectos. En primer lugar, la recomposición advertida se concentró en la fase más dinámica del ciclo económico (2003-2007), tendiendo a estancarse con posterioridad. En segundo lugar, este proceso se dio simultáneamente con una persistente fragmentación de la estructura socio-ocupacional, que cabe inscribir en tendencias de más largo plazo (Groisman, 2013), y que se traduce en que al término del período 4 de cada 10 hogares tenían a su PSH inserto en el sector informal o en condiciones laborales precarias.
Uno de los propósitos específicos de este trabajo fue examinar en qué medida la consideración de los hogares como unidades de análisis –en lugar de la fuerza de trabajo individual– traducía un grado menor de polarización social que el que emerge del análisis de la estructura social de la fuerza de trabajo. Según este argumento, los hogares combinan ocupaciones en el sector formal y en el informal o en condiciones de no registración. Por una parte, observamos que, más allá de la recomposición observada en las oportunidades de empleo formal, hacia 2014 más de un tercio de los hogares no accedían a ninguna ocupación en el sector formal (excluyendo posiciones precarias) tomando en cuenta no sólo la inserción del PSH sino las de sus ocupados secundarios. Por otra parte, advertimos que aquellos hogares que cuyo PSH se encontraba por fuera del sector formal público o privado “concentraron” empleos en el sector microempresario o en condiciones precarias al considerar a sus ocupados secundarios, aún controlando los atributos personales de la fuerza de trabajo. Estos resultados indican que para una amplia franja de las unidades domésticas los comportamientos de “combinación” de inserciones ocupacionales no habrían sido exitosos. A la vez, sugieren la configuración de pautas de desigualdad persistente en el acceso a empleos en el sector más estructurado de la economía cuyo estudio cabe complementar con aproximaciones a los distintos procesos sociales involucrados.
La persistente heterogeneidad observada a nivel de la estructura social operó en conjunto con una recomposición de los ingresos per cápita familiares. En este sentido, quienes pudieron incrementar ingresos en mayor medida fueron los hogares peor posicionados en términos de la estructura socio-ocupacional. Este fue un factor relevante para entender la reducción de la desigualdad distributiva. Sin embargo, tal incremento no bastó para disolver la estrecha asociación entre la inserción laboral del PSH en el sector de baja productividad y la pobreza. En buena medida, ello se debió a que el aumento de ingresos fue en rigor una recomposición de niveles bajos a los que se había llegado en la etapa neoliberal. Al mismo tiempo, pudimos observar que una parte de las mejoras en el bienestar durante el ciclo 2007-2014 tuvo que ver con el papel jugado por fuentes no laborales, lo que indicaría un cambio relevante en las condiciones de reproducción social.
De este modo, el estudio del caso argentino reciente permitió observar una persistente segmentación de la estructura laboral evaluada a nivel de los hogares y la reproducción de un conjunto de posiciones marginales persistentes. Al mismo tiempo, los resultados permitieron hacer observable el grado en que la aplicación de un conjunto de políticas de orientación distinta a la de aquellas que propiciaron una mayor heterogeneidad estructural marcó una inflexión con relación al deterioro sociolaboral que fue característico de los años de reformas neoliberales.
Sin embargo, las condiciones más generales en las que se reproduce el régimen social de acumulación argentino parecen haber puesto límites a estas modificaciones, que se concentraron en los primeros años de expansión económica. En ese sentido, los hogares peor ubicados parecen haber encontrado dificultades para salir de la pobreza por ingresos exclusivamente a partir del mercado laboral. Futuros trabajos deberán indagar acerca de los mecanismos micro-sociales y demográficos que explican los cambios verificados en el bienestar y la pobreza, así como el rol específico jugado por las distintas fuentes que componen los presupuestos domésticos de los hogares según la posición que ocupan en la estructura económico-ocupacional.

ANEXO METODOLÓGICO

Cuadro A.1. Canasta Básica Total por Adulto Equivalente.

Notas

2 A estos antecedentes podrían sumarse los trabajos que abordan estos temas desde la perspectiva de clases sociales (véase Benza, 2016; Chávez Molina y Sacco, 2015), pero estos estudios no tematizan, en general, los cambios en las modalidades de participación económica que se dan al interior de los hogares o la cuestión de la informalidad laboral. Por otro lado, los estudios basados en sistemas de estratificación por quintiles (Donza, 2015; Poy, Vera y Salvia, 2015) no hacen explícito el modo en que las oportunidades laborales operan sobre los cambios registrados en la distribución del ingreso. Por último, el reciente trabajo de Águila y Kennedy (2015), si bien aborda en perspectiva histórica lo ocurrido con las unidades domésticas y sus capacidades de reproducción, se centra en lo ocurrido con la clase obrera.

3 En este trabajo, definimos a los hogares como “una persona o grupo de personas, parientes o no, que habitan bajo un mismo techo en un régimen de tipo familiar; es decir, comparten sus gastos en alimentación u otros esenciales para vivir” (INDEC, 2003, p. 6).A su vez, utilizamos de modo equivalente los términos “familia”, “hogar” y “unidad doméstica”. Si bien no desconocemos sus diferencias, esto resulta útil a los fines de facilitar la lectura.

4 El concepto de marginalidad que utilizamos proviene de Salvia (2016), quien recupera la tesis de Nun acerca de la existencia de una absorción insuficiente de fuerza de trabajo que da lugar a una población excedente no funcional (en el sentido de que no constituye un “ejército de reserva”) al régimen de acumulación.

5 Nos referimos a la tradición que enfatiza el rol de las unidades domésticas en la reproducción de la vida y de la fuerza de trabajo y que quedó plasmada en el uso de conceptos como estrategias de supervivencia ,estrategias familiares de vida (Torrado, 2006 [1982]) y estrategias de reproducción social (Eguía y Ortale, 2004; Gutiérrez, 2004). En todos los casos, el concepto ha buscado enfatizar el rol activo de los hogares en la optimización de sus recursos y condiciones de vida.

6 Tales inserciones fungen como “estructuras de oportunidades” laborales disponibles en un período determinado. Este concepto alude a: “[las] probabilidades de acceso a bienes, a servicios o al desempeño de actividades. Estas oportunidades inciden sobre el bienestar de los hogares, ya sea porque permiten o facilitan a los miembros del hogar el uso de sus propios recursos o porque les proveen recursos nuevos” (Filgueira y Kaztman, 1999, p. 9). En este sentido, las oportunidades laborales para individuos y hogares resultan de un determinado sistema económico y ocupacional.

7 Desde la decimoséptima Conferencia de Estadísticos del Trabajo (2003) la OIT realiza una distinción entre empleo en el sector informal, que mantiene un enfoque basado en las características productivas de los establecimientos, y el empleo informal que incluye los empleos extralegales que puedan existir también en el sector formal (Hussmans, 2004). Aquí mantenemos la distinción entre los estratos de productividad y el tipo de empleos según su calidad. De todos modos, la heterogeneidad estructural se vincula con la cuestión de la precariedad por cuanto las diferencias de productividad determinan –si bien no de modo único– las modalidades de contratación de la fuerza de trabajo (Coatz, García Díaz y Woyecheszen, 2010).

8 En un reciente comunicado, el INDEC advierte acerca de las reservas necesarias con que debe considerarse la información oficial producida entre enero de 2007 y diciembre de 2015 (<www.indec.gov.ar>). Sobre la situación de las estadísticas públicas en el período véase Lindenboim (2015). Por otra parte, a partir del cuarto trimestre de 2013 comenzó un ajuste de la muestra de la EPH a los resultados del Censo Nacional de Población, Vivienda y Hogares de 2010 lo que supuso la modificación de los coeficientes de expansión. De acuerdo a lo informado por el INDEC, tal procedimiento está en revisión, y los datos correspondientes a 2014 deben ser considerados a la luz de esta aclaración.

9 Definimos al “Principal Sostén del Hogar” (PSH) como aquel miembro de la unidad doméstica que aporta el ingreso principal. Los “trabajadores secundarios” son aquellos que aportan otros ingresos inferiores al del PSH.

10 Debe tenerse en cuenta que entre 2003 y 2014 (de acuerdo con los datos de la EPH) la población activa creció a un ritmo de 1,2% promedio anual, el número de hogares lo hizo a una tasa de 1,7% y el número de ocupados se incrementó a un ritmo de 1,9% anual (que llegó a un promedio de más de 4% entre 2003-2004 y 2005-2006). Esta leve diferencia se tradujo en el aumento del promedio de ocupados por hogar.

11 Si bien no es el objeto de este trabajo, durante el ciclo de políticas post-reformas tuvo lugar un conjunto de reformas en materia de política social que explica estos resultados. Cabe destacar la expansión de la cobertura previsional y de las políticas de transferencia de ingresos de base no contributiva, como la Asignación Universal por Hijo (Curcio y Beccaria, 2013).

12 Si bien se presenta en el Cuadro 3A la información sobre el universo de hogares cuyo jefe es activo, el análisis se continúa en adelante con los hogares que tienen un principal sostén del hogar (PSH) ocupado, los que representan alrededor de tres cuartas partes del total de unidades domésticas de los aglomerados urbanos relevados. La inclusión de los desocupados ha tenido por objeto destacar su importante participación en la estructura económico-ocupacional al comienzo del período estudiado.

13 Debe recordarse que el Plan Jefas y Jefes de Hogar Desocupados llegó a tener más de dos millones de beneficiarios. Esta categoría es incluida en la descripción de la estructura socioeconómica pero es excluida de los análisis posteriores, puesto que su bajo peso estadístico arroja resultados que no son fácilmente interpretables.

14 Se trata de ocupaciones como empleadores, directivos y profesionales, asalariados registrados del sector privado formal, o empleados del sector público.

15 Un modelo de análisis similar fue aplicado por Groisman (2011) para los primeros años del período post-convertibilidad. Partiendo de la idea de endogeneidad en la “decisión” de participar en la economía formal o informal, utilizó modelos probit recursivos bivariados.

16 Cabe suponer que un conjunto de procesos meso-sociales y micro-sociales operan en esta dirección. Entre éstos, es posible incluir los mecanismos de selección de las empresas (Groisman, 2011), la lógica de funcionamiento del sector informal muy asociada a la participación de fuerza de trabajo familiar (Tokman, 2000) y la propia dinámica de la marginalidad económica (Salvia, 2007).

17 Los ingresos corrientes de los hogares se deflactaron a precios de diciembre de 2014, aplicando para ello el índice oficial de precios (IPC-GBA del INDEC) para el período 2003-2006, así como un índice elaborado y publicado por ex técnicos del INDEC (IP GB) para el período 2007-2014. Se siguió esta estrategia, utilizada en trabajos previos (Salvia, Poy y Vera, 2016), debido a la manipulación de los índices de precios que experimentó el INDEC a partir del año 2007 (Lindenboim, 2015).

18 Si se consideran los ingresos per cápita familiares de los hogares del Gran Buenos Aires, los mismos eran en el cuarto trimestre de 2003 un 27% más bajos que en octubre de 2001 (Poy, Vera y Salvia, 2015). Este indicador permite poner en perspectiva lo ocurrido con los ingresos familiares durante el ciclo estudiado.

19 Para comprender la evolución de los ingresos no laborales debe subrayarse la ampliación de la cobertura jubilatoria a partir del año 2005 y la implementación de la Asignación Universal por Hijo en 2009. Este último programa estuvo dirigido a los hogares que participaban de la economía informal.

20 Son conocidas las dificultades existentes en la Argentina para medir la incidencia de la pobreza. Es por ello que en este trabajo se tomó como referencia la Canasta Básica Total por Adulto Equivalente cuya evolución se presenta en el Anexo Metodológico. Si bien ello no está exento de sesgos, constituye un intento por aproximarse, de manera estandarizada, a las necesidades de consumo de los grupos domésticos con la información disponible.

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