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Estudios del trabajo

versión impresa ISSN 0327-5744versión On-line ISSN 2545-7756

Estud. trab.  no.58 Buenos Aires dic. 2019

 

ARTÍCULOS

Entre la recomposición de la clase obrera formal y la reorientación neoconservadora: una exploración sobre los trabajadores metalúrgicos del conurbano bonaerense

 

Verónica Maceira y Silvio Feldman1

1 Investigadores Universidad Nacional de General Sarmiento. El diseño de la investigación y el trabajo de campo en el que se basa este artículo contaron con la participación de Sabina Dimarco (Conicet-UNGS).

Recibido: 12/7/2019
Aceptado: 30/11/2019


Resumen

El estudio propone aproximarse al proceso de recomposición de la clase trabajadora formal que tuvo lugar en la Argentina durante el período 2003-2015 y explorar la experiencia reciente de los trabajadores a partir del cambio que significa el ascenso del gobierno macrista. Se avanza a través de un recorte sectorial y territorial, tomando un sector tradicional de los trabajadores industriales, los metalúrgicos del conurbano bonaerense. Se presentan dos ejes de análisis que instalan el estudio en el marco de las preocupaciones por la heterogeneidad y la desigualdad social, focalizando contextos de transformación en el modelo de acumulación y en la orientación de la intervención del Estado. El primero refiere a la caracterización social de los trabajadores metalúrgicos, buscando delinear los contornos de su inscripción en la estructura social, retomando para ello, tópicos y preguntas propias de los estudios segmentacionistas y del análisis de clase. El segundo eje busca localizar rasgos relevantes de las representaciones de estos trabajadores sobre la estructura y la desigualdad social, explorando su percepción de clase y sus niveles de solidaridad respecto de capas sociales más desaventajadas. El estudio se basa en el abordaje a través de entrevistas en profundidad a 20 asalariados metalúrgicos del Conurbano Bonaerense y supone su articulación con fuentes secundarias disponibles, Encuesta Permanente de Hogares-INDEC, y la Encuesta de Estructura Social-PISAC, 2014.

Palabras clave: Desigualdad social; Modelos de desarrollo; Clase trabajadora; Percepción de clase.

Abstract

Between the recomposition of the formal working class and the neoconservative reorientation: an exploration of the metallurgical workers of the Metropolitan Area of Buenos Aires 

The study addresses the process of recomposition of the formal working class in Argentina during the period 2003-2015 and explores the recent experience of workers since the rise of Macri. We define metallurgical workers in the Buenos Aires suburbs as a case study. Two axes of analysis frame the study in the concerns about heterogeneity and social inequality. The first axis refers to the social characterization of metallurgical workers. Here we return to topics and questions from segmentationist studies and class analysis. The second axis refers to the representations about their class identities and their levels of solidarity respect to the most disadvantaged social strata. The analysis is focused on contexts of transformation of the accumulation model and the orientation of State intervention. The empirical basis of the study is in-depth interviews with 20 metallurgical employees of the Buenos Aires Conurbation and available secondary sources (EPH-INDEC and ENES-PISAC).

Keywords: Social inequality; Development models; Working class; Class perception.


 

1-Introducción

El artículo propone aproximarse al proceso de recomposición de la clase trabajadora formal que tuvo lugar en el Área Metropolitana de Buenos Aires durante el período de la post-convertibilidad así como explorar la experiencia de los trabajadores a partir del cambio en la orientación de la intervención del Estado que significa el gobierno de Cambiemos.
Con este objetivo general y como estrategia metodológica, avanzamos a través de un recorte sectorial y territorial, tomando un sector tradicional de los trabajadores industriales, los metalúrgicos, y profundizando en quienes trabajan o residen en  la zona noroeste del Conurbano Bonaerense.
Se plantean tres objetivos específicos al respecto, involucrados, desde nuestra perspectiva, en el estudio de la desigualdad y la diferenciación social. El primero es el avance en una caracterización social de los trabajadores metalúrgicos, buscando delinear los contornos de su inscripción en la estructura social, retomando para ello, tópicos y preguntas propias del análisis de clase (Wright, 1989; Maceira, 2018). El segundo, es la profundización de la investigación respecto del impacto de los cambios de los modelos de acumulación y la intervención del Estado sobre este sector de la clase trabajadora.  El tercero, busca localizar rasgos relevantes de la configuración subjetiva de los trabajadores en estudio.
En relación al primer objetivo específico, nos interesó comprender esta caracterización en el marco de los procesos de diferenciación interna de los trabajadores, atendiendo a sus distintos niveles. Nos guían dos preguntas que refieren a la problemática de la heterogeneidad social de la clase trabajadora, vista en este caso desde un grupo ocupacional tradicionalmente más estable de la  misma. La primera pregunta, se ubica al nivel de la segmentación de las estructuras del trabajo (Piore, 1983) y refiere a si estos trabajadores forman parte de un mercado más protegido y cuáles atributos podemos pesquisar que nos permitan entender cómo operó su reclutamiento diferencial. La segunda, refiere al nivel de diferenciación social que esta segmentación determina, profundizando respecto de la medida en que aquellos trayectos pueden ser indicativos de la reproducción de estos trabajadores como formando parte de una capa relativamente mejor posicionada en relación a otras de la clase trabajadora. 
Respecto del segundo objetivo específico,  recordemos que de acuerdo a investigaciones más generales en esta región, la expansión del empleo observada durante la postconvertibilidad significó una recomposición relativa de la clase trabajadora formal. En el Área Metropolitana en su conjunto los hogares encabezados por trabajadores formales de cuello azul y bajas calificaciones (esto es, lo que suele considerarse como la figura arquetípica de la clase obrera) se expandieron en un 37% en relación a su base al inicio del período (Maceira, 2016). En este trabajo, profundizamos  en este sentido, rastreando esta recomposición a nivel intra e inter-generacional, a través de las trayectorias socio-ocupacionales de los asalariados metalúrgicos. Señalemos que, a diferencia de las trayectorias de desafiliación profusamente investigadas en los noventa, el proceso de recomposición de la clase obrera formal durante el período de quiebre del patrón de acumulación financiera ha recibido escasa atención sociológica. Finalmente en relación a este objetivo, entendiendo que las  condiciones de estructuración de la clase trabajadora experimentarían cambios relevantes a partir de la asunción del gobierno de Cambiemos, la investigación se propuso un primer registro de su impacto (incipiente aún, por el momento del mismo) al nivel de la experiencia de los trabajadores del sector.
El tercer objetivo, actualiza problematizaciones clásicas referidas a las configuraciones subjetivas de las capas mejor posicionadas al interior de los trabajadores. Del conjunto de dimensiones abordadas, se recortarán en este artículo, aquellas referidas a la autopercepción de clase de los trabajadores, las representaciones sobre la desigualdad social y los niveles de solidaridad respecto de capas sociales más desaventajadas, así como la participación y orientación respecto de la acción colectiva.

2-Diseño metodológico y fuentes

En términos del diseño metodológico, los primeros dos objetivos específicos confluyen en la incorporación de una perspectiva diacrónica a partir de la reconstrucción y análisis de las trayectorias inter e intra-generacionales de los trabajadores, entendidas en este caso como distintas historias de trabajo comunes a una determinada porción de la fuerza laboral (Spilerman, 1977) y en definitiva, como trayectorias de clase (Bertraux, 1988) y su indagación en contextos macrosociales críticos.
Al respecto, el estudio se basa fundamentalmente en el abordaje a través de entrevistas en profundidad2 e involucra una primera articulación con fuentes secundarias disponibles (EPH-INDEC, de preferencia por su periodicidad y tamaño de la muestra y la ENES-PISAC, relevada durante el año 2014)3. Dada la limitación del número de casos de los metalúrgicos en general en la muestra del ENES-PISAC y de los automotrices en particular en la muestra de la EPH-INDEC, las observaciones que se realizan en relación con estos conjuntos mantienen, en términos estrictos, un carácter hipotético. Secundariamente, se acudió a los registros de Seguridad Social –MTEySS en base a SIPA-, para  establecer tendencias respecto del empleo registrado.
Las entrevistas en profundidad se realizaron a 19 asalariados metalúrgicos de la zona oeste y noroeste del  Conurbano Bonaerense (La Matanza; Malvinas Argentinas, José C Paz y San Miguel) de hasta 65 años de edad, durante el segundo semestre del 2016. En las mismas, además de la mencionada reconstrucción de las trayectorias socio-ocupacionales se incorporó la construcción de un dispositivo para el abordaje del tercer objetivo específico a cuyas características nos referiremos en el apartado correspondiente. Para evitar sesgos específicos, los entrevistados fueron contactados por distintas vías: a través de la seccional de UOM Matanza-contactos a delegados facilitados en actividades colectivas de la seccional-; a través de referencias de familiares y amigos (algunos contactados a través de estudiantes de la Universidad Nacional de General Sarmiento y estos, a su vez, facilitaron nuevos contactos).y también un abordaje directo a los asalariados que concurren a tomar cursos (soldadura, tornería, etc.) en uno de los Centro de Formación Profesional de la UOM.4

3-Para una caracterización de los trabajadores metalúrgicos: segmentación del mercado de trabajo y diferenciación social

La industria metalmecánica es internamente muy heterogénea, comprendiendo subsectores con capitales de distinta composición, origen y nivel de concentración así como procesos y mercados de productos bien diversos. Reúne alrededor de 20.000 establecimientos, concentrados en el polo industrial tradicional. Abundan las pequeñas y medianas empresas junto a grandes unidades, estas últimas particularmente en aquellos subsectores con alta concentración del capital como la industria siderúrgica y la automotriz (en base a información del Consejo Federal de Inversión).
Los asalariados metalúrgicos registrados ocupados eran poco menos de 331.589 hacia finales del 2016, de los cuales poco menos de la mitad, 150.026,  se concentran en el Área Metropolitana de Buenos Aires (SIPA). Es una de las ramas industriales más significativas en términos de ocupación, involucrando al 26,8 % del total de asalariados industriales, mientras que, particularmente, los asalariados automotrices, representan el 6,6% de los asalariados industriales. A su vez, el 7% del total de asalariados registrados son metalúrgicos, y poco más del 1% son asalariados automotrices (EPH-INDEC, IV trimestre 2016).  Con variaciones muy relevantes a las que nos referiremos más adelante, el orden de magnitud de la presencia relativa de los metalúrgicos en el asalariado nacional se mantiene en las últimas dos décadas.
La ocupación metalúrgica forma parte de un segmento relativamente más protegido, con una tasa de no registro de sus asalariados del 21,7% frente al 30,4% del resto de la industria. La diferencia se establece particularmente en el subsector automotriz, donde la tasa de no registro es inferior al 3%. De manera consistente, los asalariados metalúrgicos aparecen como fuerza de trabajo algo más estable que la media de los industriales: mientras la mitad de los asalariados industriales de otros sectores registran más de cinco años de antigüedad en su puesto, entre los asalariados metalúrgicos el 56,6% alcanza esa antigüedad. Esta condición, se enfatiza entre los automotrices, donde el grupo con mayor antigüedad supera el 67% (EPH-INDEC, IV trimestre 2016). Estas y otras condiciones (entre las que seguramente cabe mencionar performances económicas de los distintos sectores y capacidades organizativas y de negociación de los distintos sindicatos) confluyen en salarios mensuales y horario promedio ligeramente más altos en el sector en general y abiertamente mayor para los automotrices, en relación al resto de los asalariados industriales (con las limitaciones de la fuente, podemos observar brechas en el salario medio mensual respecto de la media industrial no metalúrgica de 5,8% y 38,9% para el sector metalúrgico y subsector automotriz respectivamente y de 0,6% y 33,4% respectivamente en el salario horario promedio). Esto condiciona a su vez diferenciales en el mismo sentido en los ingresos per cápita familiar de los respectivos hogares: poco relevantes en el caso de los metalúrgicos no automotrices en relación al resto de los asalariados industriales y más significativas, nuevamente, para los automotrices (2,1% y 13,2% respectivamente) (EPH-INDEC, IV trimestre 2016).
Las comentadas condiciones de registración y mayor estabilidad laboral relativa en el sector  pueden pesquisarse en las trayectorias laborales del conjunto de asalariados del Conurbano entrevistados en nuestro estudio, que se caracterizan por la importante permanencia en el sector metalúrgico a lo largo de las mismas. Esto es, sin desmedro de la severidad del impacto que ha tenido la debacle de la convertibilidad en estas trayectorias -que veremos luego-,  adelantemos aquí que una vez iniciada la trayectoria en este sector, rara vez los trabajadores metalúrgicos han pasado a trabajar en otra rama de actividad. La distinción interna en este conjunto al respecto es si la trayectoria metalúrgica se despliega a lo largo de uno o más empleos de larga duración o bien con una mayor rotación entre empleos más breves. Se destacan en este último sentido los trabajadores que ingresaron en los años noventa, quienes muestran también trayectorias con una permanencia relativamente menor en los respectivos puestos de trabajo.

 *Perfiles metalúrgicos, reclutamiento y sentido de las trayectorias inter-generacionales
Coincidimos con aquellas perspectivas que fundan la explicación de la segmentación de las estructuras del trabajo en condiciones que remiten a la estructuración de la demanda, sin desmedro de lo cual y en función de estudiar sus condicionantes para la heterogeneidad social, interesa detenernos en aquellos atributos de los trabajadores en los cuales tal demanda realiza su reclutamiento diferencial. En lo que sigue, señalaremos que los atributos socio-demográficos básicos y los perfiles educacionales son marcadamente diferentes entre los trabajadores automotrices y el resto de las industrias metalmecánicas, al tiempo que estos últimos se asemejan a los de los otros sectores manufactureros. Asimismo, retomando aquí factores que Giddens (1979) encuadraría dentro de la estructuración mediata de las clases (que, según sugerencias clásicas weberianas remiten a la conformación de las clases en su nivel socio-demográfico) , observaremos que las relaciones que los asalariados anudan, tanto a través de sus familias de origen como de las uniones conyugales que establecen, delimitan contornos sociales distintivos y confluyen en delinear una fina estratificación al interior de la clase trabajadora con inserción manufacturera.
En esta dirección, alrededor de un 35 % de los asalariados industriales tienen estudios secundarios completos y alrededor de un 40 % estudios secundarios incompletos, cuestión que se verifica también entre los metalúrgicos en general. Entre los automotrices, en cambio, observamos una  presencia mucho mayor de graduados técnicos y profesionales (poco más del 22% frente a casi el 10%  en el total de la industria en la misma medición) en detrimento de los niveles educativos más bajos.5
De acuerdo a lo que se puede pesquisar en la ENES-PISAC respecto de sus orígenes sociales (asumiendo el mencionado carácter hipotético de estas observaciones dadas las limitaciones de la muestra) los trabajadores metalúrgicos son reclutados mayormente desde hogares de carácter popular, pero el sector reúne actualmente trabajadores provenientes de distintas capas de la clase trabajadora, con significación diferencial entre los subsectores. Así, los trabajadores formales de la industria metalúrgica no automotriz a nivel nacional expresan tanto una fuerte tendencia a la reproducción de posiciones del proletariado formal (35% provienen de hogares en donde el principal proveedor de ingresos –PSH- era un trabajador formal, ya sea productor de bienes, o en menor medida, de servicios), como un proceso de ascenso desde capas informales del proletariado (36,6%, mitad de posiciones asalariadas no registradas y mitad de autoempleo de subsistencia).  Asimismo, entre los hogares de origen que pueden ser considerados en posiciones intermedias, destaca fundamentalmente la proveniencia de hogares del asalariado de calificaciones profesionales o técnicas y/o con cargo de jefatura (casi un 9%) y del cuentapropismo con medios propios (menos de un 10%).  Este perfil de reclutamiento social de los asalariados metalúrgicos a nivel nacional es similar al del resto de los asalariados manufactureros. El mismo contorno de posiciones está involucrado en la formación de sus uniones conyugales. Esto es, poco menos de la mitad de las/los cónyuges que participan del mundo del trabajo extra-doméstico, son trabajadoras/es informales, un 16,6% asalariadas/os formales de bajas calificaciones, y una tercera parte ocupan posiciones intermedias, destacándose particularmente quienes se desempeñan de manera autónoma con bajos niveles de capitalización y calificación.
En el caso de los automotrices, la procedencia desde el proletariado formal de calificaciones medias y bajas se robustece en más de 18 puntos en comparación con el resto de los metalúrgicos (53% considerando tanto una procedencia mayor de hogares con PSH asalariado formal de la producción de bienes como una procedencia algo menor desde el asalariado de la prestación de servicios), en detrimento del proletariado informal, cuya presencia entre los hogares de origen de estos asalariados se reduce a la mitad en comparación al resto de los metalúrgicos (tomando en conjunto asalariados no registrados y cuentrapropismo de subsistencia). Junto con ello, se destaca un porcentaje relativamente mayor de reclutamiento entre aquellas capas más capitalizadas y credencializadas de la pequeña burguesía. Este perfil de reclutamiento se conjuga con un patrón en el que las uniones se forman de manera preponderante con otros asalariadas/os formales (ya sea de calificaciones medias o bajas -poco más de la mitad de las uniones-, o técnico-profesionales- en una cuarta parte de las mismas-), sin presencia de uniones que vinculen a estos trabajadores con cónyuges del proletariado informal (ENES-PISAC).6

4-Modelos económicos y trayectorias socioocupacionales

* Convertibilidad y postconvertibilidad
La evolución del empleo metalúrgico a nivel nacional experimentó, luego de dos años de crecimiento relativo en los noventa, una severísima contracción a partir de 1998, extendiéndose al conjunto de la rama, en una intensidad que supuso la reducción de un 31, 9% de los asalariados registrados metalúrgicos entre 1998 y el 2002. La expansión que se inicia en 2003 se prolonga por una década (interrumpida por la crisis del 2009), en el transcurso de la cual y hasta el 2013 los asalariados metalúrgicos registrados mas que se duplicaron (con un crecimiento de 112, 5 %).
Reponiendo lo señalado en el apartado anterior, leído ahora en términos de la relación entre modelos económicos y trayectorias de clase, remarquemos entonces que más de la tercera parte de las historias familiares de los metalúrgicos actuales (aquellos que provienen de hogares de segmentos informales y abiertamente excedentes) participan de este proceso de fortalecimiento de la clase trabajadora formal. Sin embargo, la comparación de las dos fotos distantes en el tiempo familiar y social que supone una encuesta, no permite captar el proceso en su magnitud y profundidad. Justamente, el abordaje metodológico diseñado que explora particularmente las trayectorias inter e intra-generacionales en las coyunturas de cambio social a nivel macro a través de entrevistas (reponiendo su sucesión de eventos), nos permitió observar la intensidad con la que se expresó en estos hogares el proceso de crisis y recomposición del asalariado formal. 
De los entrevistados de las primeras cohortes y particularmente de los mayores de cuarenta años, prácticamente la totalidad (seis de siete trabajadores) han experimentado el proceso de crisis y recomposición en términos biográficos, a través de la pérdida de su inserción laboral anterior, un episodio de desempleo (más o menos prolongado, pero en todos los casos significado como quiebre relevante de la trayectoria) y la recomposición posterior (a través de la reinserción a partir del año 2002 en adelante). Los seis casos presentan distintas inflexiones, pero en líneas generales, las fechas y formas coinciden, articulándose en una narración a varias voces  de la crisis y recomposición de esta capa de la clase trabajadora. En todos, el quiebre se produjo habiendo estado ya insertos como asalariados metalúrgicos.  En algunos, la reinserción se dará en la misma empresa de la que habían sido expulsados.
Por su parte, los entrevistados de cohortes menores de 40 años, que ingresaron con posterioridad al mercado de trabajo, muestran también trayectorias de crisis y recomposición aunque aquí el proceso asume un  carácter inter-generacional, e involucra a una proporción menor que la observada en las cohortes mayores. Siete de los doce entrevistados dan cuenta de la expulsión de sus padres, provenientes en todos los casos del mercado formal. Estos casos de quiebre y recomposición inter-generacional involucran cambios sustantivos en términos biográficos, tanto en lo referido a la severidad de la situación de vulnerabilidad social atravesada en la debacle de la convertibilidad, fundamentalmente en aquellas familias cuyo principal sostén provenía ya de posiciones menos aventajadas,  cuanto por el marcado mejoramiento posterior de las condiciones de vida familiares. En algunos entrevistados, la crisis y la recomposición impactó de manera relevante tanto la trayectoria laboral del padre como la del propio entrevistado.
En la cohorte más joven, el proceso de fortalecimiento de los segmentos formales del asalariado durante la postconvertibilidad se expresa a nivel de las trayectorias también en la ampliación del reclutamiento de los trabajadores por fuera de "la familia metalúrgica” (esto es, de los hijos de padres de la misma rama) característicoen las cohortes mayores e intermedias, así como en el ingreso sin experiencia industrial previa a puestos automotrices y siderúrgicos (que se distinguen por ser de los mejores pagos de la manufactura).

*El nuevo contexto de la restauración conservadora
Si bien el ritmo de expansión del empleo metalúrgico se había desacelerado ya hacia el 2013 y la medición del 2014 evidencia una retracción relativa al respecto, tanto a nivel nacional como en el área de estudios, esta retracción se profundiza en el contexto en el que se realiza el relevamiento, con una disminución del 5,4% entre los promedios anuales del 2015 y el 2017 (MTESS-SIPA).
Junto con ello, desde el inicio de la gestión Cambiemos, las políticas gubernamentales promovieron un avance empresario en el ajuste de los costos laborales y políticas de personal orientadas a fortalecer las prerrogativas de los empleadores. Dos tempranas líneas de acción claves al respecto fueron la intensa política de despidos en el Estado así como las intervenciones con respecto a las situaciones de crisis o conflictos en el sector privado ya desplegadas al momento de las entrevistas.
Si bien en el momento de nuestro registro el cambio de orientación era incipiente, fue elocuente la intensidad con que era percibido su impacto sobre las condiciones de empleo y de vida.
En relación con las condiciones de empleo, las entrevistas realizadas permiten conocer que una proporción largamente mayoritaria, registraban ya cambios desfavorables en cuanto a diversas dimensiones significativas, tales como: i-discontinuidad en el empleo (diez entrevistados se desempeñaban en empresas donde hubo despidos y/o ‘retiros voluntarios’ promovidos desde el cambio de gestión, dos entrevistados estaban siendo desvinculados en el contexto de la entrevista y seis experimentaron suspensiones por distintos motivos); ii-jornada y turnos (cinco de nuestros entrevistados experimentaron cambios de turnos y extensión de la jornada durante 2016, se perdieron posibilidades de conciliar el trabajo con el estudio –abandonando la cursada universitaria- o la vida familiar); iii-aumento de la intensidad y reorganización del trabajo (se ampliaron la diversidad de tareas a cargo y/o se redujeron los tiempos previstos, a lo que sumaron en ocasiones la prohibición de desplazamientos y la prohibición de diálogo. Esto involucra también a los delegados, afectando además las posibilidades de trabajo gremial. En el caso de las automotrices, la intensificación resulta extenuante, promoviendo el retiro de asalariados); iv-remuneraciones/Ingresos (disminuciones relativas, ya sea por las suspensiones y la reducción de horas extras como por la forma restrictiva de aplicación de determinados adicionales y aumentos pactados, o por ambos motivos).
Con matices en los distintos casos, se lee en sus dichos que los trabajadores perciben que estos desenlaces no responden únicamente a causas económicas sino también a un cambio de relaciones de fuerzas y un avance del disciplinamiento. Cuestión esta última que un trabajador refiere con claridad; "para que los trabajadores sintamos la afrentade la empresa”.
Las apreciaciones respecto a la situación de cambio se proyectan en relación a sus condiciones  de vida y expectativas al respecto. En términos generales ya a fines del 2016 la mitad de los entrevistados habían visto afectados su alimentación y consumos cotidianos (con una disminución de la cantidad de comidas diarias, la suspensión de consumos apreciados por los trabajadores, como el asado o la compra de comida ya preparada); las mejoras habitacionales proyectadas o deseadas y las vacaciones. Algunos incluso habían ya visto comprometidas las posibilidades de solventar el alquiler de su vivienda. Estas severas restricciones son evaluadas por muchos entrevistados en relación con la expansión de consumo experimentada en el período previo. Al respecto, un trabajador elocuente comenta: "…Al mes que estamos (noviembre), para estas fechas, planeaba mis vacaciones. Y en la actualidad estoy planeando cómo voy a llegar a fin de mes. Así de diferente!!!”

5-Percepciones sobre la desigualdad social

Como señalamos, el tercer objetivo de nuestro estudio, actualiza problematizaciones también clásicas respecto de las configuraciones subjetivas entre las capas mejor posicionadas al interior de los trabajadores. Este interés aparece tempranamente como preocupación ya en el intercambio epistolar entre Marx y Engels (1880). Engels (1845), acuñaría una matriz interpretativa al respecto al derivarla moderación política de aquellas capas de su participación en los beneficios económicos extraordinarios derivados de posiciones monopólicas (en aquel caso, de Gran Bretaña a nivel internacional). Los elementos centrales de esta tesis fueron retomados por Lenin, para comprender el carácter economicista de la acción obrera fragmentada, cuando sus distintos segmentos se orientan por intereses particulares, a expensas del resto de la clase trabajadora (Lenin, 1974: 177). Hacia fines de los sesenta esta tesis fue extensamente debatida.  Ligada en ese nuevo contexto al desarrollo de la fase monopolista de la acumulación del capital, la preocupación era la potencial mayor "integración subjetiva” o bien el "aburguesamiento” de los trabajadores manuales de sectores de punta y el quiebre de la solidaridad obrera que esto condicionaba, cuestión investigada tanto para las formaciones centrales (Goldthorpe y Lockwood, 1968; Giddens, 1979 ) como para América Latina y el caso argentino (Torre y Jelin, 1982). En términos más generales, la relación entre la segmentación de la fuerza de trabajo, las configuraciones subjetivas y el eventual quiebre en la unidad de acción de los trabajadores en distintas posiciones ha sido la pregunta central que acicateó la investigación de parte de los principales autores segmentacionistas (Gordon, et.al, 1986). Posteriormente, la subjetividad metalúrgica y sus distintas dimensiones fueron nuevamente objeto de indagaciones en nuestro país, ya en contextos de reestructuración productiva (Nun, 1989) y aún de ajuste neoliberal (Svampa, 2000;  Batistini, 2001; Maceira, 2011; entre otros).
La discusión académica reciente, si bien en otros términos y desde otras perspectivas teóricas, involucra también estas dimensiones, al vincular el aumento de la desigualdad social a una crisis de las solidaridades y del deseo de la igualdad (Dubet, 2016).  El contexto de interrupción del ciclo de gobiernos progresistas latinoamericanos en el que se inicia esta investigación refuerza el interés político de la cuestión. En sintonía con el debate académico sobre la desigualdad, se ha sugerido que en países como la Argentina, tal interrupción se funda más en la reacción al éxito relativo que los gobiernos han tenido en morigerar las brechas sociales que en la medida de su fracaso en ese objetivo. El cambio político puso en foco la legitimidad otorgada a orientaciones individualistas y meritocráticas y la voluntad de una mayoría contingente presuntamente orientada al reforzamiento de las múltiples líneas de demarcación social que atraviesan los sectores subalternos.  La investigación recoge este orden de inquietudes: en qué medida los sectores establecidos de la clase trabajadora que se habían recuperado en la postconvertibilidad expresan y/o contribuyen a  este hipotético deseo de desigualdad?
Varias son entonces las preguntas articuladas que orientaron nuestra exploración: cuál es la autopercepción de clase de los trabajadores metalúrgicos? se identifican como formando clase de los sectores populares o de los sectores medios? Qué implica en todo caso esta autopercepción en términos de su solidaridad respecto de otras capas de trabajadores peor posicionados socialmente? tienden a traducir las condiciones de su inserción en una acción corporativa intensa? el fortalecimiento de los sindicatos de la postconvertibilidad, se expresa a nivel de la subjetividad de los trabajadores del área, en una mayor valoración de los mismos y de la acción colectiva como forma de resolución del conflicto obrero-patronal? Estos trabajadores vertebran las condiciones involucradas en su mayor estabilidad y organización gremial en una orientación de carácter antagonista o, por el contrario, sus configuraciones expresan rasgos propios de aquella "mayor integración subjetiva” que predicase parte de la bibliografía clásica?7

*Representaciones sobre la estructura social y autopercepción de clase
Aun cuando es posible distinguir tantas inflexiones como trabajadores entrevistados, localizamos en las representaciones de los metalúrgicos rasgos de una imagen de la estructura y la desigualdad social relativamente compartida. Con excepción de dos entrevistados, los trabajadores operan en el mundo social (aquí representado en las imágenes propuestas), disponiendo discriminaciones y agregados según un conjunto acotado de justificaciones que resultan en agrupamientos (en número de que varía entre 3 y 7) relativamente similares en dimensiones relevantes.  En la mayoría de los casos, las operaciones fueron extremadamente ágiles, siendo indicativo de la presencia de lo que Piaget (1984) llamaría "creencias espontáneas”, es decir, anteriores a nuestro dispositivo, basándose por tanto en clasificaciones internalizadas y usuales. Al mismo tiempo, las justificaciones y razonamientos asociados fueron nutridos y consistentes con tales operaciones y con el conjunto de representaciones respecto de la estructura social que verbalizaron estos sujetos, indicando que se trata de una dimensión de lo social relevante y relativamente objetivada en las sucesivas clasificaciones de la vida ordinaria.8
Prácticamente todos nuestros entrevistados discriminan un pequeño grupo social mencionado de manera diversa: el poder que no se muestra, los chupasangre, los garcas, ricos, millonarios, clase alta, empresarios, grupo elitista, empresarios con mucho poder.  En el marco de la situación semi experimental propuesta y de acuerdocon las clasificaciones de los metalúrgicos, el mismo está conformado por el gran capital en todos los casos, casi siempre acompañado por los representantes del poder político, seguidos por la burguesía agropecuaria y en ocasiones por los empresarios de menor porte. Parte de los entrevistados establecen a su vez una estratificación interna en esta cúpula: en esos casos, se jerarquiza el gran capital industrial y el poder político por sobre el resto. Las razones esgrimidas al momento de justificar esta separación aparecen en expresiones diversas y múltiples, pero en conjunto extremadamente coincidentes. Refieren a la demarcación entre quienes "tienen que poner el lomo todos los días” y los que no tienen que trabajar; entre aquellos cuyo interés es "el enriquecimiento” y al resto de la sociedad orientada por "mantener su trabajo estable, su seguridad social y una vivienda”; entre quienes deben "preocuparse por los alimentos, si suben, si no suben; la nafta para ir al trabajo” y "la clase alta (que) agarra el auto, generalmente de alta gama, le pone nafta y va al trabajo. No tiene que preocuparse por los viáticos, no tiene que preocuparse por el tema alimentos...”.
Los metalúrgicos entrevistados definen su identidad centralmente en relación al mundo del trabajo y se reconocen a sí mismos inscribiéndose explícitamente como trabajadores o bien con referencias más generales a su pertenencia a los sectores populares (clase obrera, trabajadores, trabajadores formales, trabajadores en blanco, laburantes que tuvieron un poco más de suerte, clase baja, clase media baja, la base).
Contrariando la hipótesis respecto de una eventual asimilación de los trabajadores estables a "las clases medias”, la autodesignación como clase media se registra aquí de manera relativamente secundaria, y aparece refiriendo más a una posición relativa respecto de quienes se encuentran en peor condición que como una mención que suponga los contornos de una identidad social. Al mismo tiempo, mayoritariamente (sin diferencias consistentes entre los trabajadores metalúrgicos y los automotrices) los trabajadores discriminan otro agrupamiento "por arriba” al que no pertenecen y que puede asimilarse a la clase media (nominado aquí como clase media, sectores medios, sectores medios educados, los que viven de su profesión y su negocio, profesionales, los que tienen estudios, trabajadores de los servicios y autónomos, etc.). Apelan para ello a criterios diversos y muchas veces múltiples - de manera similar a lo que ocurre en los análisis de clase que discriminan sectores medios-, que remiten principalmente a la educación o calificación profesional, la posesión de un pequeño capital u oficio, muy secundariamente el trabajo no manual y los mayores ingresos, pero también a la jerarquía social y el "estilo de vida”.  En pocos, pero interesantes casos, la distinción entre los trabajadores y los sectores medios se justifica en razón de configuraciones subjetivas de estos últimos, particularmente, en rasgos de tipo aspiracional. Así, por ejemplo: "que a partir que empezaron a trabajar por su cuenta creen que están liberados. Que ya no tienen más problemas, que dejaron de depender de un patrón y no se dan cuenta que siguen siendo tan empleados como yo por más que no tengan un sueldo quincenal”.
En la representación de los entrevistados, estos sectores medios están básicamente conformados por lo que en términos clásicos consideramos como la pequeña burguesía (profesionales, tanto asalariados como autónomos y quienes tienen un pequeño capital en forma de herramientas o negocio propio).  La mayoría de los metalúrgicos distingue entonces, estratos, capas o clases medias, pero no son ellos, son otros.  También como sucede en el análisis de clase, el carácter social de estos sectores medios está aquí en discusión. Se hacen presentes aquí con igual intensidad, quienes los caracterizan como trabajadores y quienes enfatizan las diferencias.

"El doctor, médico, es un trabajador, pero tiene gustos diferentes a los que quizá pueda tener esta mujer que está trabajando como empleada de un supermercado. Distintos gastos, distintos hobbies, qué se yo, en la vida”.
"E; ¿cómo se relacionan [los trabajadores con la clase media]?
E; Por ejemplo, si este [un trabajador] va al médico.
E: ¿Alguna otra relación?
M: Y, bueno, como sucede hoy, en el caso de que alguien le haga una entrevista.
E: (risas) ¿Y cómo te parece que es la relación entre estos grupos? ¿Tienen intereses comunes?
M: No, para nada”.

Por otro lado, tres de cada cuatro metalúrgicos entrevistados distinguen también al menos un grupo "por abajo” de la propia posición. El criterio más importante para tal diferenciación es la precariedad y la inestabilidad en el trabajo. En este punto reconocen, en sintonía con el análisis de clases desde una perspectiva de las formaciones periféricas (Portes, 2008; Maceira, 2016, 2018), la relevancia de estas dimensiones en la experiencia de clase en este territorio. En la distinción de estas posiciones al interior de los trabajadores, se consideran en segundo lugar, los distintos ingresos, la pobreza y "la necesidad de asistencia por parte del Estado”.9
El conjunto de señalamientos sobre percepción de clase realizado hasta aquí,  tiende a ser consistente con los resultados del segundo abordaje ya adelantado, más sintético, en el que se requirió a los entrevistados que delimiten los contornos de su propia inscripción de clase, en relación a  un conjunto de perfiles socio-ocupacionales concretos.10 De las observaciones se puede concluir que los trabajadores metalúrgicos entienden que la no posesión de medios, la condición de estabilidad de la inserción laboral y su calificación no profesional serían los rasgos sustantivos de su posición en la estructura social.  Se discriminan a sí mismos, ya sea de aquellos perfiles socio-ocupacionales que involucran mayores niveles de calificación, jefatura y/o procesos de capitalización como, por otro lado, de aquellos con mayores niveles de informalidad o inestabilidad laboral. Resulta de interés señalar que la realización de trabajo manual o no manual, a pesar de ser un eje demarcatorio ampliamente valorado tanto en distintas escuelas del análisis de clase como en la percepción de otros estratos sociales, no aparece de por sí como criterio relevante de clasificación en las representaciones de estos trabajadores.

*Intereses y solidaridad entre los trabajadores
¿Qué implican estas percepciones y clasificaciones en términos de identificación de intereses similares/divergentes y vínculos de solidaridad respecto de otras capas de trabajadores peor posicionados socialmente? Para avanzar en esta dirección, junto con la profundización en ocasión de la experiencia de presentado "juego de cartas”, incorporamos el tercer abordaje ya mencionado, requiriendo a los entrevistados que se posicionen en relacióncon procesos y políticas que involucran o se dirigen a aquellos sectores.
Aun cuando han dado cuenta de una representación estratificada de los sectores populares, siete de cada diez entrevistados reconocen intereses comunes y relaciones de proximidad con estos otros estratos: trabajadores precarios, informales, desocupados, etc. Se destacan en este punto las frecuentes referencias a la necesidad compartida de vender fuerza de trabajo, a una situación común en el marco de la cual se diferencian por la suerte o por determinadas estrategias. Las menciones en ese sentido, son múltiples, por ejemplo:

"Que uno hoy se quede sin trabajo no quiere decir que uno no sea trabajador (…) o sea el trabajo físico es un accidente. Hoy puedo estar trabajando en Volkswagen, mañana puedo estar trabajando en una verdulería, pero no dejo de ser un trabajador. Me representará otro gremio, pero no dejo de ser un trabajador”.

"Sí, porque yo estuve al borde de la indigencia también, (si) yo me quedo sin trabajo, no paso un mes que soy un indigente, porque no tengo una cuenta bancaria” .

En algunos trabajadores más combativos esta distinción es interpretada en términos de las estrategias del capital para fragmentar la unidad de acción de los trabajadores:

"No tenemos intereses distintos, el problema es que nos utilizan… Sí, o sea, yo opino que son sectores... eh... laburantes sin laburo, desplazados producto de las crisis, de esta situación de explotación, digamos, están más caídos del catre. Que a nosotros, como laburantes formal, te presiona porque te lo utilizan para presionar, pero yo no los veo como un enemigo, o sea, son socios míos digamos, ¡tendrían ser!”

Articulando las observaciones realizadas, podemos señalar que un grupo mayor a la mitad expresa una cultura solidaria con las capas más desaventajadas.  Esta solidaridad se funda en razones diversas, destacándose la mencionada consideración de una pertenencia social común.

"entonces siempre uno, que tiene un sueldo un poco mejor y que laburamos pero que estamos viviendo un poquito mejor, nos acordamos, generalmente nos acordamos de todo lo que pasamos anteriormente, y siempre vamos a ayudar, o por lo menos, yo siempre voy a darle una mano alguien que lo necesitara”

Los trabajadores que participan de este perfil entienden que la pobreza y el desempleo son productos de procesos sociales y de su carácter específico (esto es, de la dinámica desigualadora propia del capitalismo) pero, en mayor medida, específicamente de políticas económicas concretas de los gobiernos que ocupan el Estado.

"Pasaron los años y, no hace mucho, me di cuenta de que de verdad son las políticas del gobierno. Cuando se prioriza la importación por sobre el valor agregado que le podemos dar nosotros a un producto va en contra de  todo eso que hace que haya desarrollo, que haya más mano de obra, y eso incide directamente sobre la pobreza”.

Para enfrentar tales procesos, demandan políticas activas por parte del Estado que promuevan la defensa del mercado interno y los trabajadores. También apuntan a la acción del propio sindicato, proponiendo discusiones y medidas de fuerza. Consideran que es legítima la organización y las protestas de los propios desocupados o de quienes se encuentran en situación de mayor vulneración, insistiendo en algunos casos en la necesidad de participación de los sindicatos en la organización de los trabajadores desocupados.

"… en esa discusión de quien pierde, que pierda la empresa. O sea, la empresa o las terminales vinieron los últimos 10 ó 12 años, como dijo Cristina Kirchner, juntando guita con pala. Más o menos en los últimos 12 años hicieron 35 mil millones de dólares de ganancia, el complejo industrial automotriz. Entonces tiene espalda para sostenerse, y sostener uno o dos años de salarios de una cantidad x de trabajadores que hoy sobrarían”.

 "Yo creo que sí, que es una medida de resolverlo colectivamente. Lo que sí yo le exigiría a los sindicatos que también tenga una política para contener a los trabajadores. Eh, o sea… primero luchar para que no pase, pero si pasa, bueno, ¿cómo hago para contenerlos yo colectivamente dentro de…? No sé, con una serie de medidas solidarias como puede ser mantener la obra social, buscar que el sindicato sea el lugar donde se organicen…”

Este primer agrupamiento que sostiene una solidaridad activa es secundado por otros trabajadores menos numerosos- que en general comprenden la pobreza y la desocupación en el marco de determinantes estructurales o políticos pero sostienen posiciones más matizadas (típicamente, por ejemplo, señalando la importancia de la educación de los pobres y desocupados), más reticentes en términos de solidaridad ofrecida (por ejemplo, condicionando el apoyo a medidas de fuerza a que las mismas asuman una modalidad poco disruptiva) o simplemente, menos articuladas.

"Falta de interés por parte del Estado, mal manejo por parte del Estado, pero también hay una cuota de dejadez y de comodidad por parte de la gente… Pequeña, pero hay una cuota”

"Cuando uno dice hay que salir a la calle, que es para reclamar …. pero sin molestar a los demás, yo creo”

La lectura de los posicionamientos del conjunto de trabajadores respecto de las políticas de transferencia de ingresos requiere reponer el marco de interpretación general desde el cual se realizan. Comprobamos que, en el universo de los trabajadores metalúrgicos estudiados, la consideración de estos tópicos está atravesada por una cultura de alta valoración del trabajo como aporte de los individuos a la sociedad y como medio de acceso a la satisfacción de los medios de existencia. La experiencia de vida signada por el esfuerzo cotidiano involucrado en esta actividad se expresa así en valores que a su vez contribuyen a su soportabilidad. En esta cultura, entonces, los criterios de justicia respecto de los ingresos percibidos se fundan en razones que refieren al trabajo individual realizado y este es un núcleo de sentido que opera para relaciones propias y ajenas.  Aún más, la percepción de un ingreso sin contraprestación laboral puede ser considerada indigna. Ciertamente, entre quienes tienen una perspectiva abiertamente anticapitalista, se presentan posiciones críticas respecto del carácter social que asume la relación de trabajo, pero no localizamos, de manera extendida, una expresión contracultural que ponga en cuestionamiento la legitimidad de esta articulación básica del orden social contemporáneo. En correspondencia, quienes expresan una solidaridad tanto activa cuanto más matizada, acuerdan con la implementación de programas de empleo, pero como medida paliativa, priorizando mayormente la política de generación de puestos de trabajo tradicionalmente considerado "genuino”.

"Yo creo que el Estado tiene que llegar a toda la nación. Desocupados, gente de clase baja, el Estado tiene que estar de manera, de la manera que sea. Con asignaciones, con planes… Dar un apoyo y formarlos, educarlos, de manera que en algún momento salgan de esa situación”.

 "Estoy de acuerdo, pero... no naturalizarlo. Me parece que tiene que ser como una solución a corto plazo para que los sectores que están más excluidos puedan sobrevivir, porque tampoco no es que viven con eso… Sobrevivir, pero el objetivo es alcanzar pleno empleo. Yo creo que están dadas las condiciones para trabajar menos. Por ejemplo, en lugares de super-productividad como es el caso nuestro, por ejemplo”.

"Sí, porque hay una parte muy importante que muchas veces se deja de lado que es que el trabajo dignifica. Yo he estado sin trabajo y es lo más denigrante que pueda llegar a haber. Y para mí fue denigrante y yo no tenía familia, dependía de mí solo. Y para mí era denigrante”

Al mismo tiempo, encontramos trabajadores-que en conjunto no superan una cuarta parte- con un alineamiento si se quiere opuesto, que expresan una orientación individualista y un corte de solidaridad. Si bien localizan causas estructurales o políticas para la pobreza y el desempleo, estos entrevistados tienden a responsabilizar a pobres o desocupados por su propia situación y se posicionan frente al desempleo sugiriendo, en primer lugar, rebajas contributivas para las empresas, revisiones de los despidos caso por caso y/o acciones de relocalización individual de los despedidos.

"Causas de la pobreza? La diferencia social, y creo que también lo que crea pobreza es que también hay gente que no quiere trabajar. Lo digo por la fábrica, que vos le das un trabajo y no quiere trabajar; te dura dos días. Parte y parte. Generar trabajo, educación”.
"En cada caso habría que ver cuáles fueron los motivos”

"Si, tratando de ubicar a la gente, pero como recién dijiste, la industria está muy caída, ¿dónde lo ubicas?”

"Tendría que ayudar más a los empresarios, a bajarles impuestos como para poder no suspender esa gente, y quizás puedan sacar más autos, a nivel de la automotriz, por lo que decía este muchacho, no se están haciendo nada”.

Aunque pueden también adherir a acciones de los sindicatos orientadas a frenar despidos y suspensiones, tienden a estar en desacuerdo con la formación de organizaciones de desocupados y en contra de sus formas de protesta. Resisten la implementación de programas de empleo para desocupados y encuentra aquí un énfasis e inflexión especial la mencionada concepción respecto del "merecimiento” en razones ligadas al esfuerzo realizado.

"…- ¿y a vos te parece bien, consideras positivo, que los desocupados formen organizaciones? --¿Eh como la de Milagros Sala? —Claro, como la de Milagros Sala, como las organizaciones territoriales. -No, para eso está el gobierno creo yo. Tendría que ocuparse el gobierno”

La presencia de esta orientación, tiene, entonces, una significación reducida en este y con menor consistencia a lo largo de sus distintos posicionamientos.
Por otro lado, la Asignación Universal por Hijo –AUH-encuentra alta adhesión (tres de cada cuatro entrevistados).Esta amplia adhesión, se halla en algunos casos matizada por señalamientos acerca de su imperfecta universalidad, o cierto desdibujamiento de su carácter de derecho; que en parte de ellos lleva a asociarla, como una política de asistencia para quienes se encuentran en situación vulnerable.

 "Creo que desde la creación de la SUBE, la tarjeta electrónica para poder viajar en transporte público, y la Asignación Universal por Hijo, son las mejores ideas que se le ocurrió a un gobierno, o a un partido político”.

"Yo creo que buena. Tendría que ser más universal, tendría que haber sido más universal”.

Particularmente las justificaciones respecto del rechazo a la implementación de la AUH (una orientación presente en solo tres de los 19 entrevistados),muestran retazos de articulaciones de sentido extensamente difundidas en los medios de comunicación masiva y las redes sociales: la percepción de tal asignación (cuya especificidad tiende a desplazarse, englobando toda política de protección social en la referencia genérica de "planes”) se liga incluso a una supuesta instrumentalización de la fecundidad de estos sectores.

*Identidad sindical y de clase
La industria metalúrgica comprende subsectores en los que se despliegan la UOM-Unión Obrera Metalúrgica. ASIMRA – Asociación de Supervisores de la Industria Metalmecánica de la República Argentina y SMATA- Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor.  La densidad de la sindicalización y la negociación colectiva han sido aquí especialmente relevantes en términos históricos. Asimismo, la mencionada expansión del empleo durante la postconvertibilidad y la política laboral del kirchnerismo involucraron una dinamización de las negociaciones colectivas en general y por tanto, un principio de recomposición de los marcos de la acción colectiva en el país (Palomino, 2007). En este marco, nos preguntamos de qué manera la recomposición de capas formales de la clase trabajadora y ese fortalecimiento sindical se expresan al nivel de la subjetividad de los trabajadores del área. Nos interesa asimismo conocer la evaluación de los trabajadores respecto de la respuesta sindical en el mencionado cambio de contexto.
El análisis de la experiencia de nuestros entrevistados permite poner de relieve los alcances de la presencia y actividad sindical a nivel de la empresa, a través de los delegados y comisiones internas, lo que constituye un rasgo tan característico como relevante del modelo sindical  argentino.  Dieciséis entrevistados trabajan en empresas que eligen y tienen delegados mientras que en otro caso, la elección del delegado se realizaba al día siguiente de la entrevista. Todos los entrevistados participan en las reuniones que se realizan en los lugares de trabajo (tres evalúan que no se trata de asambleas sino de reuniones de carácter informativo) y en todas las plantas en las que hay delegado los entrevistados participan de la elección de este representante. Cuatro son delegados actualmente, y al menos uno más lo fue durante dos periodos en la empresa en la que actualmente se desempeña. En dos casos los entrevistados son refractarios a la presencia sindical a nivel de planta pero en aquellos lugares donde hay representación gremial, son muy pocos los trabajadores que se orientan exclusivamente a la acción individual, observándose, por el contrario, patrones de acción que varían según el tipo de conflicto y su intensidad pero que tiene como horizonte la apelación sindical.

"Mirá, lo que tiene que ver con cuestiones salariales no lo maneja ningún operario porque nosotros estamos sindicalizados, tenemos una sindicalización del 99,99%, y es una discusión que la hace  la conducción del gremio (…).Pero después hay cosas puntuales, sectoriales, que sí se pueden hacer. Eso cualquier operario que tiene algún reclamo sectorial puntual se dirige al delegado del sector y ahí el mecanismo depende de lo que sea el reclamo. Si es algo que se soluciona en el instante se habla directamente con la supervisión, se puede llegar a un acuerdo de palabra donde se resuelve x problema (…) si es algo que va a llevar tiempo (…)hay un mecanismo interno que es a través de notas de reclamo que hace el delegado, que se le elevan tanto al supervisor como a la oficina de recursos humanos laborales, solicitándole que se resuelva determinada situación (…)”.

"Siempre y bajo cualquier tipo de problema y todos los casos, se intenta siempre dialogar con la empresa. Estamos primero con los distintos escalones que hay hasta llegar al responsable y bueno, si la empresa hace oído sordo o es indiferente frente a los reclamos o a lo que nosotros le estamos proponiendo, acudimos al gremio y bueno, automáticamente al Ministerio de Trabajo”.

Sin desmedro de las orientaciones individuales, observamos que la intensidad de la recurrencia a la acción sindical a nivel de planta varía entre los distintos entrevistados en correspondencia con dos factores cuyo condicionamiento ya ha sido estudiado (Perelman, 2009): particularmente el tamaño del establecimiento y la rama específica de actividad en la que los trabajadores se insertan. En efecto, en las grandes empresas, la presencia de comisiones internas es más frecuente y la recurrencia al delegado sigue pautas relativamente objetivadas. Por su parte, en las plantas automotrices, la alta racionalización del proceso de trabajo involucra el acuerdo sindical en su misma organización, derivando también en una apelación al gremio ante cambios o conflictos potenciales referidos a las condiciones asociadas a cada una de las operaciones discriminadas. En esa dirección, los trabajadores automotrices aparecen como especialmente reivindicativos en términos de sus condiciones de trabajo, independientemente de la heterogeneidad de sus orientaciones respecto de otras dimensiones.

"-si, en realidad, siempre hay un tire y afloje entre la jefatura y nosotros, siempre estamos: ellos quieren que trabajemos más (…)  siempre nos quieren imponer al argentino que tiene que trabajar como el japonés: rápido y vivir para el trabajo …, esa es nuestra pelea siempre, nosotros no vivimos para trabajar, nosotros tenemos una vida. (…)  Hay como un permanente tire y afloje que lo lleva adelante la comisión,  los delegados. (…)ahora por ejemplo que se deben 5.000 vehículos por las paradas que hubo, por las tres semana de parada, no le queda otra al presidente  de la empresa que juntarse con el tesorero  general de Smata y pedirnos los dos que colaboremos (…)”

Volviendo al conjunto, mayormente los metalúrgicos entrevistados tienden a aceptar participar en medidas de fuerza que involucren la interrupción del vínculo laboral cuando el conflicto lo amerita. Siete de cada diez han participado de, al menos, un paro (adhiriendo sistemáticamente cuando lo decreta el gremio aunque en dos casos se observa un patrón de adhesión selectiva –no participaron de paros generales considerados y contrarios al gobierno kirchnerista-) y cuatro trabajadores señalan que no han tenido ocasión por falta de estas medidas en su trabajo pero no son contrarios a sumarse en situaciones concretas.
Nueve de cada diez entrevistados valoran la existencia de sindicatos en cuanto a su incidencia en las condiciones de vida de los trabajadores. Es desde esta alta valoración que debe ser interpretada la también fuerte perspectiva crítica de siete de cada diez entrevistados respecto de la acción de los sindicatos en nuestro país, tanto en el pasado reciente (ya sea una crítica a lo que se considera una conducción burocrática, una crítica a sus posicionamientos políticos –entre quienes condenan la ruptura de su alianza con los gobiernos kirchneristas-, o  una crítica de tipo estrictamente económico corporativa –entre quienes entienden que se hubo perdido terreno frente a la inflación-), como especialmente en el contexto de la entrevista, cuando siete de cada diez reclaman acciones más enérgicas frente al deterioro que el gobierno macrista significa para sus condiciones.

"Supuestamente apoyaba al gobierno anterior, pero ahora rápidamente...dice que es peronista… (pero) a partir del tema de las obras sociales, que es todo otro problema más, ha cambiado el discurso. Y directamente los discursos que, por ejemplo, ellos mismos dicen que hay 9000 despidos en toda la UOM y otros 10.000 o 15.000 suspendidos. Y sin embargo no han tomado ni una medida, ni siquiera un grito”.

Un menor nivel de distancia se observa respecto de lo actuado por las representaciones gremiales a nivel de planta: la sintonía respecto de delegados o comisión interna es expresada por la mitad de los trabajadores que cuentan con esta instancia de representación.
Las expectativas respecto de la acción del gremio se ubican aquí fundamentalmente al nivel de la defensa de los derechos corporativos de los trabajadores. Si bien en este universo, tales expectativas no se acotan a los beneficios de carácter mutual (como la obra social) desplazan sí otras que tuvieran presencia mayor en generaciones obreras anteriores (aún marcadas por la larga proscripción del Partido Justicialista), como la actuación del sindicato como actor directamente político (Maceira, 2011a). En este orden de cuestiones, los trabajadores metalúrgicos tienden a distinguir con claridad ambos niveles de relaciones, el corporativo y el político, y en algunos casos es incluso elocuente la visualización de los límites de la acción de carácter estrictamente gremial que se ponen en evidencia en el nuevo contexto.

 "No es que se arregla todo entre sindicato y empresa, así porque sí. O sea, porque si se maneja así la empresa, bueno: "¿Vos sos delegado? Ah, bueno, tomá: te indemnizo y andate. ¿Vos sos delegado, comisión interna? Andate”. Te arreglan y te vas. Te limpian toda la fábrica y trabajás sin comisión interna, sin delegados. En cambio, cuando interviene el poder del Estado es muy diferente, puede correr la balanza hacia uno de los dos lados. Hoy en día estamos viendo que por ahí la balanza está yendo más para el lado de las empresas”.

En comparación entonces con estudios realizados durante el período neoliberal o incluso hacia fines de la convertibilidad en este mismo universo (Svampa, 2000; Maceira, 2011), nuestro estudio devuelve una imagen de mayor enraizamiento sindical que se corresponde con el proceso de revitalización experimentado durante la postconvertibilidad también a nivel de planta en los sindicatos tradicionales del país (Spaltenberg, 2012). Ciertamente, este proceso se expresa a nivel individual con diferencias relevantes: considerando el conjunto de las observaciones realizadas podemos esquematizar que más de la mitad de nuestros entrevistados muestran una fuerte orientación gremial mientras que menos de un tercio tienen escasa participación y poca valoración de los sindicatos.  Asimismo, esta última posición se encuentra sobre-representada entre los más jóvenes de nuestros entrevistados, con corta experiencia al respecto. Advirtamos inmediatamente que una alta valoración del papel de los sindicatos o, incluso, la eventual combatividad en términos económico-corporativos, no implican necesariamente una representación antagonista en términos macro-sociales. Justamente, la bibliografía ha tendido a desanudar, o al menos a problematizar, el desarrollo de lo que en términos clásicos conocimos como la conciencia sindical o corporativa de la conciencia de clase (Lenin, op.cit; Stedman Jones, 1982; Giddens, op.cit.) En ese sentido, el mencionado debate sobre las capas mejor posicionadas de los trabajadores pondría en escena esta distinción, señalando la tensión presente en las orientaciones de estos trabajadores, entre una fuerte acción corporativa (confinada a la empresa, muy militante pero solo en términos económicos) y una acción propiamente de clase (esto es, de cuestionamiento a los mecanismos de la dominación social) (Touranine, 1969). En términos de sus configuraciones subjetivas, señalamos ya, que un dato a destacar en este universo es la representación generalizada de un grupo social, de empresarios, ricos o poderosos, como alteridad. Enfaticemos que sus prácticas de enclasamiento y justificaciones  están estructuradas a partir de un extendido principio de separación, de distinción (Gramsci, 1986) respecto de este grupo.

"Yo creo que los empleadores no tienen que ser, para mí, ni buenos ni malos. El empleador es como es, y el sindicalista es el que realmente tiene que ser fuerte, tiene que ser fuerte. Yo creo que ningún empleador viene de una y dice: "Santino, tomá”. No, no existe eso para mí. A través de la fuerza y de la lucha se pueden conseguir cosas, como se lograron durante toda la vida de los trabajadores, durante todas las épocas. O sea, el empleador para mí tiene el signo peso. No es que está haciendo una obra de caridad conmigo, no la está haciendo. Él me tiene ahí porque realmente me necesita, no es porque es una ONG”.

La mayoría de los entrevistados entiende que no hay interacción interindividual (familiar, amistosa, de cercanía barrial) entre la cúpula y el sector social en el que se inscriben.

"Con la cúspide de arriba casi no creo que haya muchos vínculos…. No, vivimos en distintos barrios, viajamos distinto…”

"no se dan las relaciones esas para mí. Se dan de igual nivel social económico, se dan, pero no con otras, o más altas o más bajas. No se dan las relaciones, para mí, no ".

Asimismo, este principio de separación general entre clases, que permea este universo, opera también, por ejemplo, cuando siete de cada diez entrevistados muestran su desacuerdo con que el gabinete del gobierno nacional esté formado, como sucede en el gobierno de Mauricio Macri, por miembros del grupo social que han considerado, en sus distintas denominaciones nativas, como alta burguesía.

"Porque tienen una visión hacia el trabajador no buena. Para mí no es buena la visión que tienen ellos. Por ejemplo la gerencia de recursos humanos donde trabajo nos dicen "colaborador” a nosotros, no nos llaman trabajadores, colaboradores somos…. Y calculo que gente de este gabinete tienen…(esa visión)”.

En esta dirección, las representaciones de los metalúrgicos no se ajustarían en principio a las hipótesis de mayor integración subjetiva que fueron discutidas en otros contextos. Ciertamente, como notaron los clásicos, este principio de separación que localizamos puede o no resolverse en visiones más radicales. Al respecto, esquematizando, se hacen presentes en este universo dos matrices distintas con sesgos y matices.
La primera es aquella que, en el marco del reconocimiento de la alteridad entre clases,  interpreta esta relación en términos de interdependencia (Ossowski, 1972). Esta interdependencia se reconoce, sin embargo, como marcadamente jerárquica. Estos trabajadores atribuyen el origen del poder económico a cuestiones diversas, que van desde la suerte, la herencia, hasta el esfuerzo propio pero que en todo caso no derivan de una relación contradictoria con los trabajadores y, en esa dirección, tienden a interpretar que puede existir una conciliación de intereses entre clases.

"Es toda una cadena: si yo hago bien el trabajo, bueno, se optimiza el trabajo y el trabajo tiene salida. Y al empleador, al dueño de la empresa, todo eso le favorece. A medida que yo voy haciendo bien mi trabajo, es algo que por decantación va a caer”.

"Yo lo puse arriba porque siendo gerente de Fiat genera trabajo y parte de la gente también depende de él, mínimamente pero… "

Integrando dimensiones analizadas en párrafos anteriores, señalemos que esta mirada conciliadora de los intereses de clase se expresa entre trabajadores con baja participación gremial y orientación más individualista pero no es privativa de ellos. Por el contrario, también se entrama entre trabajadores que tienen una activa participación y orientación gremial, pero con una combatividad acotada al ámbito económico-corporativo. La segunda matriz, que con distintas intensidades se hace presente en este universo de manera algo más extendida, es la visión de tipo antagonista, que desestima esta conciliación de intereses y que, en su expresión más articulada, localiza una contradicción en la relación capital-trabajo. Son expresiones elocuentes en esa orientación:

 "Creo que los sectores altos, más allá de que nos quieran convencer con ese eufemismo de que los empresarios cubren una necesidad que tenemos nosotros, en el sentido más bondadoso, creo que no. O sea, la idea de ellos, en el fondo, es obtener su ganancia. Obtener ganancias y después un docente, un médico, están tratando de curar, de resolver alguna problemática de la sociedad (…).Como esa frase: "Si el mundo está llorando, yo vengo a venderle pañuelos”, dice, ¿no? En el fondo está obtener ganancia, solamente”.

"... no soy de los creyentes de que "somos todos argentinos". Eso es una formalidad que para mí no existe. O sea, hay argentinos que hacen guita en función de mi esfuerzo y esos mismos argentinos son los que no me permiten a mi vivir mejor, entonces esos son los intereses contrapuestos que hay”.

Es entre estos trabajadores con una mirada antagonista de lo social que se enfatiza asimismo la participación gremial y la valoración positiva de la acción gremial.

6. Conclusiones

La exploración realizada permitió arribar a conclusiones para los distintos objetivos planteados.
Para la caracterización general de los trabajadores metalúrgicos desde la perspectiva de su inscripción en la estructura social,  incorporamos al análisis la diferenciación que la estructura segmentada del trabajo determina y la manera en que esta se corresponde con un reclutamiento diferencial de trabajadores, tanto en términos individuales como de origen social. A lo largo del análisis de estas dimensiones, establecimos que los trabajadores metalúrgicos comparten en términos generales atributos del conjunto de los trabajadores de la manufactura registrados, al tiempo que fue posible (aún en el marco del acotado número de casos que manejamos en este trabajo, tanto a través de las encuestas cuanto de las entrevistas) localizar la diferenciación que se abre como fina estratificación al interior de la clase trabajadora, entre aquellos y los asalariados automotrices.
Respecto de los procesos de crisis y reestructuración de la clase trabajadora, la exploración ejemplifica, en primer lugar, cómo la restricción en los niveles de empleo durante la convertibilidad afectó incluso a segmentos relativamente protegidos del mercado de trabajo como los aquí investigados. En segundo lugar, nos permitió observar las vías a través de las cuales se recompuso la capa formal en la postconvertibilidad, en primer lugar, de manera intra-generacional, con trabajadores cesanteados provenientes del mismo sector, pero también, en términos intergeneracionales, con la incorporación de jóvenes cuyas familias de origen habían experimentado la expulsión del segmento formal de la clase trabajadora.
Respecto de la coyuntura en que se inscribe el registro, logramos pesquisar que la orientación de la intervención del estado durante el gobierno kirchnerista lograba preservar el nivel de empleo aún en contextos de desaceleración relativa, cuestión respecto de la cual la asunción del macrismo involucra un cambio significativo. Asimismo, gran parte de los trabajadores evalúan que el cambio de gobierno derivó en un fortalecimiento de la patronal, que se expresa rápidamente en condiciones desfavorables de trabajo y se proyecta en sus condiciones de vida, afectando consumos básicos y estilos de vida. Este cambio en las relaciones de fuerza es experimentado a nivel de la planta como disciplinamiento, como "sentir la afrenta de la patronal”, y reconocido por los trabajadores en distintas dimensiones, incluso en una robustecida "prepotencia” e "irascibilidad” del empleador.
La recomposición de la clase trabajadora formal y el fortalecimiento sindical durante la postconvertibilidad se observa en un enraizamiento de la práctica sindical en los sectores estudiados y, a nivel de las configuraciones subjetivas metalúrgicas, en una alta valoración de los sindicatos y la acción colectiva  particularmente en el ámbito económico corporativo. Esta alta valoración no tiene ciertamente intensidad homogénea entre todos los trabajadores y se desdibuja e entre los más jóvenes, de experiencia laboral y sindical relativamente más escasa. En gran parte de los trabajadores esto se articula con una posición crítica respecto de las estrategias desplegadas por los sindicatos en períodos recientes y, fundamentalmente,  en el contexto de cambio en el que se realiza la entrevista. Aún cuando no avanzamos en este artículo en el análisis de las posiciones estrictamente políticas de los metalúrgicos (cuestión también incorporada al estudio) señalemos que la coyuntura moviliza la reflexión de los trabajadores respecto de la medida en que las posiciones gremiales alcanzadas en años recientes fueron sostenidas por el poder político que "en cierto modo, intervenía, intervenía en las empresas”.
En relación a nuestro tercer objetivo, localizamos entre los trabajadores metalúrgicos, rasgos de representaciones sobre la desigualdad, la estructura social y la propia inscripción en ella, relativamente compartidos.
Si bien responden a diversas matrices de interpretación respecto de los mecanismos de dominación social, no podemos señalar que este universo se caracterice por una mayor integración subjetiva al capital. En su defecto, quizás el rasgo dominante aquí sería que tales representaciones se encuentran estructuradas a partir de la presencia  de un principio de separación respecto de un pequeño grupo que detenta el poder económico y político.
Contrariando la hipótesis respecto de una eventual asimilación de los trabajadores estables a "las clases medias”, la autodesignación como clase media o como sectores medios se registra aquí de manera secundaria. La  mayoría de estos trabajadores distingue sectores medios pero mayormente consideran que están formados por técnicos y profesionales y quienes tienen un pequeño capital propio.
Su percepción de clase está fuertemente ligada al mundo del trabajo, estableciendo a su vez una diferenciación entre la propia posición y la de otros trabajadores precarios e informales. La construcción de esta identidad social involucra aquí, como señalamos, una alta valoración de la capacidad de trabajo y del esfuerzo movilizado para garantizar la reproducción de las condiciones de vida.  Valores que permean los posicionamientos de estos trabajadores, tanto en relación al apoyo a las intervenciones sindicales de las políticas en defensa del empleo como respecto del carácter temporal y paliativo que se le asigna a los programas o planes de empleo o ingreso de emergencia. Asimismo, los modos y sentidos en que estas cuestiones se conectan deben ser leídos en el marco de las luchas actuales por las configuraciones del sentido común, particularmente, respecto de las disputas sobre la orientación de la intervención social del estado. En un contexto en el que los sectores y gobiernos neoliberales han asumido de un modo muy activo la lucha político cultural al respecto, no es de extrañar cierta difusión de criterios de merecimiento entre las opiniones de sectores de trabajadores, asumiendo algunos incluso posiciones extremas. El interrogante aquí es con qué extensión y alcances.  Al respecto, establecimos que los trabajadores metalúrgicos del conurbano no forman parte del núcleo promotor de políticas de desigualdad social, por el contrario, localizamos aquí una fuerza de solidaridad activa o matizada respecto de quienes se encuentran en situación social más vulnerable. Esta solidaridad se funda mayormente en la consideración de intereses compartidos y una pertenencia común de clase. Según hemos visto en este mismo trabajo, esta percepción de una pertenencia común se corresponde ciertamente con lo que es la experiencia de clase de nuestros entrevistados, tanto a través de las trayectorias propias como familiares.

Notas

2 El diseño de la investigación y el trabajo de campo en el que se basa este artículo contaron con la participación de Sabina Dimarco (Conicet-UNGS).

3 Considerando que no es una fuente del Sistema Estadístico Nacional, es pertinente informar que la Encuesta Nacional de Estructura Social es un relevamiento puntual llevado adelante por el Programa de Investigaciones sobre la Argentina Contemporánea (Consejo de Decanos de las Facultades de Humanidades y Sociales) en el 2014. La ENES tiene un alcance urbano nacional y se aplicó a una muestra de aproximadamente 12.000 viviendas. Sus dominios de estimación son las Regiones, permitiendo además predicar sobre las principales aglomeraciones urbanas. Relevó tópicos centrales para la caracterización de la estructura y la movilidad social en nuestro país, además de diez dimensiones de las condiciones de vida de los hogares consideradas relevantes (familia y hogares, migraciones, vivienda, hábitat,  movilidad, transporte y comunicación, salud, educación, seguridad alimentaria, trabajo doméstico, extra-doméstico e infantil, protección social; ingresos y seguridad ciudadana). Respecto del abordaje teórico-metodológico de la ENES-PISAC  (Maceira, 2015).

4 Esquemáticamente, las referencias de los entrevistados según subsector y tamaño de establecimiento, son las siguientes:

5 En relación a los trabajadores automotrices, es pertinente la pregunta respecto de si este mayor nivel educativo se cristaliza no solo a partir de los rasgos que impone la demanda característica de empresas más  estructuradas, sino además sobre el requerimiento de mayores niveles de formación técnicos y profesionales asociados al desarrollo tecnológico. Si bien la investigación  no permite cerrar conclusiones, señalemos que en las trayectorias socio-educativas de los entrevistados incluidos en nuestro estudio de campo la correspondencia en términos de contenido entre experiencia curricular formal y calificación ocupacional específica es solamente parcial.. Los casos en que aquella correspondencia ocurre,  se encuentran exclusivamente en las cohortes más jóvenes. Por el contrario, el avance en niveles superiores del sistema educativo por parte de los entrevistados mayores se dio simultáneamente a su experiencia fabril y en disciplinas no vinculadas a las pericias que despliegan en su tarea metalúrgica.

6 En comparación con estos perfiles a nivel nacional, los trabajadores que hemos entrevistado residentes en el Conurbano Bonaerense muestran un promedio más alto de años de escolarización formal, con presencia mayor de quienes han avanzado en el nivel superior y  provienen en su conjunto de segmentos establecidos de la clase trabajadora. Considerando las ocupaciones de los jefes de hogar cuando tenían 15 años, sus orígenes sociales se delinean con una presencia mucho menor del proletariado informal que lo que encontramos a nivel nacional y sin sesgos que puedan predicarse para los automotrices a partir de estos pequeños números. Se reúnen aquí tres hijos de asalariados estatales de los servicios, de niveles de calificación medios aunque disímiles; tres de cuentapropistas de oficio; seis hijos de asalariados de la industria registrados, con presencia relativamente nutrida de aquellos insertos en el mismo sector; y  cinco hijos de trabajadores de la construcción (en posiciones que van desde el asalariado registrado hasta autónomo capitalizado y contratistas). Encontramos involucrados, por tanto, pasajes del asalariado no manual al manual y del cuentapropismo al asalariado que, considerando las respectivas condiciones asociadas a estos puestos, no parecen ser indicativas de procesos de movilidad social descendente de carácter inter-generacional. Las escasas presencias de hogares de origen con jefe asalariado jerárquico como de jefes no registrado (uno en cada caso), indican las trayectorias de movilidad intergeneracional descendente y ascendente de más largo alcance que se registran en este grupo.

7 La investigación empírica de estas dimensiones tiene obstáculos importantes que han sido reconocidos ampliamente en la bibliografía especializada. Para encararlos se diseñó un dispositivo de tipo entrevista de carácter específico que involucra registro de acciones no verbales y verbales de los trabajadores, buscando aproximarnos tanto al nivel de las prácticas y sus justificaciones cuanto de las representaciones y las orientaciones no directamente observables que organizan la acción.  El dispositivo resultante combinó situaciones semiexperimentales, preguntas abiertas, contrapreguntas y preguntas cerradas.  Particularmente para la exploración respecto de la identidad, alteridad  y solidaridad de clase se utilizaron un conjunto de abordajes sucesivos, en este orden: i-una situación semiexperimental que propone a los entrevistados operar enclasamientos y explicitar los criterios utilizados, usando un juego de cartas especialmente diseñado por nuestro equipo en base a fotografías de hombres y mujeres de distintos perfiles socio-ocupacionales, edades y niveles educativos. Se trata de una experiencia que reformula la clásica situación piagetiana de clasificación (Piaget, J. 1984), y retoma, aunque con objetivos y perspectivas distintos, la propuesta operativa presentada por Boltanski y Thévenot (1983) y utilizada en nuestra región para el estudio de las percepciones de clase de los sectores medios en Chile (Barozet y Mac-Clure, 2014);  ii- un segundo abordaje, más tradicional, que interpela a los trabajadores respecto de los contornos de la clase en la que se autoperciben, a partir de la inclusión/exclusión de un conjunto de perfiles socio-ocupacionales concretos (para antecedentes de esta metodología, ver por ej. Donaire, 2009); iii-un tercer tipo de abordaje, que asume conflictos sociales recientes y políticas públicas relevantes como situaciones cuasi experimentales, registrando el posicionamiento de los entrevistados al respecto y las justificaciones asociadas.

8 Solo dos entrevistados no discriminaron grupos, sino que construyeron espontáneamente un continuum sin divisiones.  Aun cuando sus justificaciones no fueron abundantes, este continuum presenta una jerarquía interna clara al momento del análisis, dominada por criterios también operantes en el resto de los entrevistados. Sin embargo, la perplejidad de estos entrevistados frente a la posibilidad de discriminar grupos (resistiendo aún la sugerencia del entrevistador) lejos de indicar un problema de "comprensión” de la consigna muestra la ajenidad de un principio de separación entre clases sociales para estos dos entrevistados.

9 Asimismo, un conjunto reducido distingue de este estrato informal un último y pequeño grupo, signado por lo que en sus representaciones surge como la pobreza extrema o la no realización de actividad laboral: los beneficiarios de programas de empleo, los estudiantes, las amas de casa y los cartoneros (atendiendo a que esta actividad no es significada como trabajo en los casos en cuestión).

10 Como resultado de esta segunda aproximación, observamos que fueron considerados como formando parte de la propia clase: los obreros calificados, los encargados de edificio, los empleados de comercio, los oficinistas, los empleados del estado (entre 100 %y 70% de las menciones), y en medida algo menor se incorporan, "por arriba” las maestras y "por abajo”, las empleadas domésticas.  Un número menor de trabajadores (entre el 50 y el 70%) amplían este contorno (por arriba: a supervisores, capataces y cuentapropistas con oficio; y por abajo: a vendedores ambulantes y trabajadores en negro). En contraste (y en sintonía con las observaciones que habíamos realizado ya en nuestra primera aproximación), tienden a desplazar del propio grupo de pertenencia a los profesionales, por arriba y a los cartoneros y los beneficiarios de planes de empleo, por abajo. En el otro extremo, y de manera consistente con el principio de separación localizado, los gerentes de empresa, diputados, terratenientes y, en medida algo menor los empresarios PYMES, son reconocidos ampliamente por los trabajadores como ajenos al propio sector social.

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