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Ciclos en la historia, la economía y la sociedad

versión On-line ISSN 1851-3735

Ciclos hist. econ. soc. vol.19 no.38 Buenos Aires dic. 2011

 

NOTAS Y COMUNICACIONES

El caso Timerman, el establishment y la prensa israelí

 

Raanan Rein y Efraim Davidi*

* Universidad de Tel Aviv. Los autores agradecen al Centro Goldstein-Goren para el Estudio de las Diásporas y al Instituto Sverdlin de Historia y Cultura de América Latina, ambos de la Universidad de Tel Aviv, por su beca para la investigación que hizo posible la elaboración de este artículo, así como al Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad Hebrea de Jerusalén y al Fox Center for Humanistic Inquiry de la Universidad de Emory (Atlanta, EE.UU.), donde hemos podido concluir la redacción de este artículo.

 

El 25 de mayo de 1977, día en que la Argentina festejaba la formación de su primer gobierno patrio, la dictadura milita gobernante resolvió nombrar a un general como interventor de uno de los periódicos más influyentes del país, La Opinión. Este diario, conocido como "el Le Monde de América Latina", había sido fundado seis años antes por el periodista judeo-argentino Jacobo Timerman (1923-1999). Desde su lanzamiento, La Opinión revolucionó el panorama editorial argentino. Como el diario francés que supuestamente emulaba, daba un gran énfasis a cuestiones culturales, análisis políticos y noticias internacionales junto a las crónicas de los sucesos. Cuando la junta militar nombró al general José Teófilo Goyret para dirigir esta publicación, su fundador y director ya estaba preso. O mejor dicho: había sido secuestrado el 15 de abril de ese año sin que se diera a conocer su paradero. Uno de los periodistas más famosos del país compartía el destino de miles de jóvenes detenidos y desaparecidos, casi todos ellos torturados y muchísimos de ellos asesinados.

El golpe de estado que dieron los militares argentinos el 24 de marzo de 1976 fue el sexto en ese país desde 1930. No obstante, la última dictadura argentina sobresalió por su represión sin precedentes en la historia nacional. En nombre de la Doctrina de Seguridad Nacional y de la lucha contra la subversión fueron secuestradas, torturadas y asesinadas miles de personas.1 Lo que se denominó oficialmente como "Proceso de Reorganización Nacional" se conoció desde entonces en el mundo como "la guerra sucia".

Timerman permanecía ilegalmente detenido desde mediados de abril de 1977; su situación fue "blanqueada" más tarde a la espera de un juicio en una corte militar, en el que resultó absuelto en octubre de ese mismo año. Pese al fallo, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas consideraba imperioso mantenerlo en prisión por violación de varios artículos del estatuto del Proceso de Reorganización Nacional, como por ejemplo "principios morales en funciones públicas, políticas o sindicales". Por consiguiente, permaneció en arresto dos años más -en su mayoría recluído en su propio domicilio de la calle Ayacucho-, hasta el 25 de septiembre de 1979. El día en que fue liberado, y sin previo aviso, fue embarcado en un vuelo de línea con destino a Roma y de allí a Israel. Antes se le había revocado su ciudadanía argentina. En total, Timerman estuvo unos treinta meses privado de su liberad, entre prisiones y arresto domiciliario. Sus vivencias de este duro período las relató en su libro Preso sin nombre, celda sin número, escrito durante su exilio en Israel y convertido en best-seller internacional.2

Con el trasfondo de las vastas y ramificadas relaciones que mantuvo Timerman con el Estado de Israel y sus representantes en la Argentina en los años anteriores a su secuestro, este artículo intenta examinar los debates internos en la cúpula del Ministerio de Relaciones Exteriores jerosolimitano y en el gobierno israelí sobre el caso de Timerman y los dilemas que planteó su detención ante las autoridades del Estado de Israel, las instituciones comunitarias judías de la Argentina y de otros países. Pero la cuestión principal que intentamos dilucidar aquí se refiere al trato dispensado por la prensa israelí al preso más famoso, que era también el periodista más allegado a la embajada de Israel en Buenos Aires. Analizaremos el vuelco que se produjo en la imagen de quien fue considerado al ser expulsado a Israel como un héroe judío y que al abandonar el país unos cuatro años más tarde, era considerado casi como persona non-grata, entre otras razones por haber abundado en opiniones críticas en contra de la invasión israelí a el Líbano a comienzos de los ochenta del siglo pasado.

El debate sobre el trato dispensado por el establishment israelí y la prensa israelí a Timerman es de gran importancia, ya que toca varias de las cuestiones clave en las relaciones del estado judío con las comunidades de la diáspora en general y el triángulo Israel-Argentina-judíos argentinos en particular. Aunque el Estado de Israel se definió desde su declaración de independencia como "Estado judío", enfatizando su compromiso a defender los intereses de los judíos dondequiera que se encuentren, por su propia índole los intereses de la política exterior del Estado no siempre han coincidido con los de comunidades, grupos o judíos a título individual. Con frecuencia puede verse una relación instrumental por parte de los tomadores de decisiones y los periodistas en Israel hacia los judíos de la diáspora; cuando las actividades o las posturas de algunos no eran compatibles con el discurso hegemónico sionista, se les dio la espalda.3

En el caso de Timerman podemos distinguir, por un lado, que la ayuda israelí recibida fue resultado, precisamente, de su condición de "preso con nombre, en una celda con número", dado que las instancias oficiales del Estado no siempre extendieron su asistencia a cientos de otros judíos desaparecidos, "sin nombres y sin números en las celdas".4 Por otro lado, el apoyo a Timerman y la identificación con él duraron mientras fue posible conjugar sus posturas y sus luchas con las posturas y la autoimagen del Estado de Israel. Cuando estas se apartaron de los patrones aceptados, sea porque el componente argentino en la identidad de Timerman era no menos ponderable que su identidad sionista o bien porque como judío diaspórico se atrevió a manifestar críticas a la política del gobierno, se produjo un vuelco en su imagen pública en Israel.

Interrogatorios despiadados y estereotipos antisemitas

En su testimonio ante los miembros de la CONADEP, comisión nacional constituida tras el colapso de la dictadura y cuyas conclusiones serían publicadas más tarde,5 el propio Timerman contó los detalles de su captura en su domicilio porteño, en la madrugada del 15 de abril de 1977: 6

"Luego de detenerme en mi domicilio de la Capital Federal, me llevaron a la jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires donde me interrogaron Camps y Etchecolatz; de allí me trasladaron a Campo de Mayo, donde me hicieron firmar una declaración.7 Luego me depositaron en Puesto Vasco, donde fui torturado, para pasar nuevamente al Departamento Central de Policía, donde después de veinticinco días pude tener contacto con mi familia. De allí me llevan al COT-I Martínez para ser nuevamente torturado, luego otra vez al Departamento Central de la Policía Federal y por último me legalizan definitivamente en el Penal de Magdalena".8

Tras conocerse la noticia de su detención, Timerman se convirtió en el preso político más famoso en la Argentina y fuera de ella. El periodista declaró también que sus interrogadores eran fanáticos antisemitas y antimarxistas, que recalcaban que "tres son los enemigos principales de la Argentina. Karl Marx, porque trató de destruir la idea cristiana de la sociedad. Sigmund Freud porque trató de destruir la idea cristiana de la familia. Y Alberto Einstein porque trató de destruir la idea cristiana del espacio y el tiempo". Timerman enfatizó que la cuestión de su judaísmo surgió una y otra vez en todos los interrogatorios e incluía preguntas sobre las intenciones israelíes de enviar fuerzas militares a la Argentina para concretar el "Plan Andinia", según el cual supuestamente los sionistas ocuparían un amplio sector de la Patagonia en el Sur del país para establecer allí otro Estado judío.9 Otro detenido, Juan Ramón Nazar, confirmó que sus captores tenían sóli- das posturas antisemitas y que permanentemente exigían detalles sobre el Plan Andinia.10 Lo manifestado por Timerman se refuerza con el telegrama enviado en mayo de 1978 por el Embajador de Israel en la Argentina, Ram Nirgad a sus superiores en Jerusalén, en el que escribe: "La lucha contra los grupos subversivos clandestinos se combatió y se combate en forma drástica y los medios adoptados son brutales y cruentos... Parte de los judíos que fueron víctimas de las acciones contra las bandas clandestinas sufrieron extra por ser judíos (sic). También se manifiestan tendencias antisemitas en las investigaciones que fueron orientadas hacia organizaciones judías y sionistas".11

El entonces coronel, luego general y a la sazón jefe de la policía de la provincia de Buenos Aires, Ramón Camps, publicó en 1982 un libro en respuesta al del periodista que estuvo, literalmente, en sus manos:

"Jacobo Timerman trató desde La Opinión de orquestar una empresa de concientización revolucionaria... de reformular, o si se quiere, de vaciar las tradiciones nacionales en provecho del marxismo, del cual se proclamó defensor...mientras convencía a los gobiernos de turno, civiles o militares, de su oficialismo en las páginas dedicadas en La Opinión al análisis de la política nacional, destruía las bases societarias en los suplementos culturales y la sección destinada a reseñar la política internacional... Porque en última instancia, al ser el marxismo la herejía moderna, lo que estamos viendo es el ‘acto presente' de esa guerra constante entre el Bien y el Mal".12

En los interrogatorios se le formulaban reiteradamente preguntas sobre la naturaleza de sus relaciones con David Graiver, uno de los principales accionistas de La Opinión, fallecido unos meses antes en un accidente de aviación en México. Graiver, un joven empresario oriundo de La Plata, había formado un pequeño imperio económico internacional, del que se descubrió, tras su muerte, que era financiado con dinero de rescates cobrados por la proscripta organización gue rrillera Montoneros.13 Facciones ultranacionalistas dentro y fuera de las Fuerzas Armadas consideraron el lazo entre el malogrado banquero y el periodista una confirmación de su hipótesis de trabajo sobre una conspiración judeo-sionistamarxista contra el país.14

Timerman mantenía estrechas relaciones con altos jerarcas militares; a algunos de ellos incluso los consideraba amigos personales y no meros contactos de trabajo. Cabe preguntar si Timerman, que había apoyado el golpe de Estado que derrocó al gobierno peronista en marzo de 1976, fue víctima de las luchas intestinas entre diversos grupos de las Fuerzas Armadas que pretendían timonear el régimen e imponer su autoridad, o si fue detenido por el antisemitismo intrínseco del mando militar.15 Hay también quienes sostienen que los generales consideraron que el amigo de antaño se convirtió, un año más tarde, en su enemigo más peligroso y era imperativo neutralizar al único periódico que publicaba noticias sobre los entretelones de los círculos gobernantes.

Generales antisemitas y proisraelíes

En 1978, en vísperas de la inauguración del campeonato mundial de fútbol en la Argentina, las dimensiones monstruosas del terrorismo de estado ya habían despertado críticas internacionales contra los inquilinos de la Casa Rosada. Incluso la administración demócrata del presidente Jimmy Carter adoptó una política firme contra la violación masiva de los derechos humanos en la Argentina. Se trataba de un golpe de timón respecto del rumbo de la anterior administración republicana que, tal como se reveló al darse a conocer documentos oficiales adicionales en Estados Unidos, no solo había dado luz verde a la represión, sino que incluso llego a alentar a los líderes de la junta militar para que completaran la tarea lo antes posible, antes que la opinión pública estadounidense pusiera obstáculos en su camino.16

El Estado de Israel mantuvo vínculos estrechos con la dictadura militar en la Argentina. A pesar del carácter antisemita de la junta, las relaciones bilaterales florecieron en aquellos tiempos, durante el gobierno del laborista Yitzhak Rabin primero y del partido Likud encabezado por Menachem Begin tras su victoria electoral en mayo de 1977.17 En septiembre de 1976, pocos meses después del golpe, se reunieron los cancilleres de ambos países en Nueva York, en un encuentro que fue definido como "cordial". El canciller israelí Yigal Allon, según el resumen que se envió al ministerio en Jerusalén, "habló sobre el interés conjunto de nuestros países frente al imperialismo soviético e invitó a su colega a visitar Israel. Asimismo añadió que el ministro de Relaciones Exteriores argentino, el almirante César Augusto Guzzetti podrá verlo todo, desde los Santos Lugares hasta el armamento fabricado en Israel, incluyendo tipos de armamento mejores y más asequibles que [los] fabricados en otros países y también otros destinados a la guerra contra el terrorismo, como el ‘Galil'".18 Cabe destacar que las noticias sobre las relaciones entre Israel y la Argentina, particularmente en lo que se refiere al plano militar, pasaban por el ojo avizor de la censura. Este organismo, dependiente de las Fuerzas de Defensa de Israel, prohibía toda publicación en la que se mencionaran las transacciones armamentistas con prácticamente cualquier otro país. En tales circunstancias, no es de sorprender que la situación en la lejana república sudamericana no fuera parte del orden del día para la opinión pública israelí. En lo que se refiere al plano legislativo, la ex ministra Shulamit Aloni dio su testimonio en un artículo publicado en Haaretz, con el sugerente título ‘Me taparon la boca', sobre lo ocurrido cuando intentó tratar en el Knesset el tema de la venta de armas israelíes al régimen militar argentino:

"En su momento, no solo me taparon la boca sino que el miembro del Knesset Igal Hurwitz, bendita sea su memoria, me amenazó y dijo que no me anime a hablar. Fue cuando el gobierno de Israel suministró armamento a los brutales coroneles que gobernaban en Argentina y liquidaban civiles de a montones. A las oficinas del parlamento, en el quinto piso, vinieron padres de chicos que habían desaparecido pidiendo que hiciéramos algo; presenté una moción para el orden del día y exigí un debate. No me lo permitieron. La moción no fue aprobada. Me prometieron que habría al respecto un debate en la comisión de relaciones exteriores y seguridad. Hasta donde sé, no hubo tal debate porque no fui invitada al mismo".19

Según un informe publicado por el Centro de Investigaciones de la DAIA, (la organización que agrupa a todas las instituciones judías de la Argentina), se estima que unos 1.300 judíos fueron secuestrados y desaparecidos en la Argentina durante el gobierno militar, lo que daría un número superior a su parte proporcional en la población general del país.20 Familiares en Israel de los detenidos-desaparecidos se dirigieron a cuanta instancia local fuera posible para interceder por sus seres queridos: funcionarios, diplomáticos, empresarios, periodistas, políticos, oficiales del ejército. En el documento que publicó la Comisión Interministerial israelí designada al cabo de dos décadas de terminada la dictadura para investigar el destino de los desaparecidos judíos, se manifiesta que: "la sensación de las familias era que no se ocupaban de sus intereses con la efectividad necesaria, que los tiempos se agotaban y que no existió ayuda o información alguna; si la hubo, las familias no lo supieron. Con el fin de aunar esfuerzos y tratar de influir en forma más eficiente, algunas familias crearon el "Comité de familiares de desaparecidos en la Argentina" (que más adelante habría de convertirse en la "Asociación Memoria"), que exigió la injerencia activa del Estado de Israel. Entre otras cosas, el comité de familiares se dirigió a diferentes parlamentarios para solicitar su intervención. Algunos de ellos, pertenecientes a diferentes corrientes políticas, manifestaron su voluntad de colaborar, pero los esfuerzos para elevar el tema a consideración del plenario de la Kneset fueron vanos".21 El presidente del Kneset, Menajem Savidor, no permitió que el tema fuera tratado en sesión plenaria. Después de repetidos pedidos sin respuesta a la secretaría de la Kneset, el Comité de Familiares decidió presentar un recurso a la Corte Suprema de Casación. Esto motivó que el tema se trate en el plenario de la Kneset [a finales de junio de 1983] antes de que la Suprema Corte deliberara sobre el caso, y una comisión parlamentaria viajó por primera vez a la Argentina con el objeto de estudiar el tema.22 Sin embargo, después de dos días de estadía, la misma interrumpió su misión y regresó a Israel antes de la fecha prevista, para participar en la votación parlamentaria de una moción de desconfianza contra el gobierno. El viaje no arrojó ningún resultado. Este acontecimiento reforzó aún más la convicción de los familiares sobre la falta de una política clara, que tomara en cuenta el cúmulo de datos presentados a las diversas autoridades y todos los intereses en juego. Esta impresión se incrementó debido a que, conforme a lo sabido por las familias, el gobierno nunca deliberó sobre el problema de los desaparecidos en forma ordenada e institucionalizada, como tema importante de la agenda nacional.23

A pesar de la censura mencionada en los periódicos, era un secreto a voces que entre Israel y la junta militar se habían forjado relaciones estrechas en el terreno de la venta de armamentos. En el mencionado documento de la Comisión Interministerial se manifiesta claramente: "la embajada [de Israel en Buenos Aires] se ocupó de las relaciones comerciales a nivel de política general, en un intento por promover el intercambio comercial entre los dos estados y particularmente las adquisiciones en Israel. El embajador no estaba involucrado directamente en las diversas transacciones y entre ellas los equipos militares y los marcos de capacitación para utilizar dichos equipos, asuntos que eran manejados por los agregados militares y los representantes de las empresas israelíes. Sin embargo, el embajador tuvo una participación activa en la promoción general y en el fortalecimiento del lazo con las instancias que decidían las adquisiciones".24

Esta formulación ambigua permite confirmar que efectivamente hubo ventas de material bélico y que militares israelíes capacitaron a pares argentinos (algunos en Argentina, otros en cursos en Israel) y que en la embajada estaban al tanto de tales transacciones al punto que en algunas ocasiones el embajador mismo se encargaba de promover el negocio aprovechando su acceso a "las instancias que decidían las transacciones", que no eran otros que los altos oficiales responsables de la violación sistemática de los derechos humanos en el país sudamericano. Una carta clasificada como "secreta" enviada por el diplomático Dov Shmorack al director general del ministerio de Relaciones Exteriores en Jerusalén el 5 de julio de 1978, con el título de "Venta de armas a la Argentina y Chile", enumeraba artículos que fueron vendidos por Israel a las dos dictaduras vecinas y enfrentadas entre sí.25

Paralelamente al apoyo militar y político de los sucesivos gobiernos de Israel a la junta, la Agencia Judía realizó esfuerzos (junto con los ministerios israelíes de Relaciones Exteriores, Interior y Absorción) para sacar de la Argentina a perseguidos por razones políticas. Estos, casi todos de origen judío, no llegaron a Israel con status de refugiados o pidiendo asilo político, sino en virtud de la ley del Retorno. Resulta difícil estimar su número, porque como dijéramos, no se los puede distinguir del total de inmigrantes llegados en aquellos años desde la Argentina. Una estimación indica que desde finales de 1975 (antes del golpe de estado, pero cuando ya actuaban escuadrones de la muerte amparados por el gobierno) hasta mediados de 1978, cuando se disputó la Copa Mundial de fútbol, llegaron varios centenares de exiliados argentinos (aparentemente, no más de 400), que escapaban del horror de las persecuciones del gobierno de facto. Dado que, antes de su huida, muchos de ellos estaban distanciados del marco comunitario judío y carecían de vínculos con el sionismo, la mayoría abandonó Israel a fines de la década del setenta (en general yendo a Europa Occidental, sobre todo a España y Francia) y otros regresaron a la Argentina al finalizar la dictadura, en 1983. 26 Estos exiliados, a los que se sumaron jóvenes que habían inmigrado a comienzos de los setenta en el marco de los movimientos juveniles sionistas y un número reducido de israelíes de izquierda, fueron los principales protagonistas de las actividades organizadas en Israel contra el régimen militar argentino.27

Un preso famoso

Jacobo Timerman, sin embargo, no fue uno más entre miles de detenidos, presos y "desaparecidos". Las presiones, algunas públicas y otras no, para que fuera liberado no cesaron durante los treinta meses que duró su cautiverio. Aún si a posteriori el Estado de Israel intentó en ocasiones atribuirse el papel principal en la lucha por la liberación del periodista, en la práctica actuaron embajadas de diversos países, gobiernos (en primer lugar la administración Carter de EEUU y su subsecretaria de Estado, Patricia Derian), organizaciones internacionales (como Amnesty International) y judías. Aun en las difíciles condiciones impuestas por la represión estatal, también existieron organizaciones locales de derechos humanos, de las cuales la más conocida a nivel mundial fue la de las Madres de Plaza de Mayo, que actuaron por la aparición de sus hijos y la liberación de los presos políticos.28 En el caso de Timerman, solamente el diario en inglés, el Buenos Aires Herald, publicó la noticia de la detención en abril de 1977 y lo consideró "un golpe a la libertad de prensa". Timerman y los editores del Herald, Robert Cox y Andrew Graham-Yooll, fueron de los pocos periodistas que criticaban al gobierno por la violación sistemática de los derechos humanos.29 Cox también fue detenido tiempo más tarde y se exilió en diciembre de 1979, poco después que Timerman llegara a Israel.30 Aún así, cabe matizar y aclarar que Timerman no fue hasta su detención un opositor al régimen militar ni puso a su periódico a disposición de las organizaciones de derechos humanos. En la primera semana tras el golpe de estado, el presidente Videla se reunió con los directores de los principales periódicos y les aclaró que ahora habría nuevas reglas de juego. Les informó que todos los artículos pasarían por el gabinete de prensa del Ministerio del Interior para obtener su aprobación. Al cabo de algunos días dicho gabinete fue anulado, ya que sus encargados comprobaron que el nivel de autocensura de la prensa diaria era tan alto, y la obediencia a las instrucciones que de vez en cuando se daban era tan impresionante, que ya no era necesario revisar las notas antes de darles el visto bueno.31

Desde el día en que el director de La Opinión fue detenido, la embajada de Israel en Buenos Aires y el Ministerio de Relaciones Exteriores en Jerusalén tomaron cartas en el asunto, aunque oficialmente el Estado judío no se ocupaba del caso Timerman, y menos en público. Pero, lejos de los medios, el personal de la delegación -y en particular Ram Nirgad, quien mantenía vínculos estrechos con la cúpula del gobierno- seguía de cerca su desarrollo, y presionó y llevó adelante gestiones para su liberación. Por un lado se negociaban las grandes transacciones de venta de armamentos por parte de empresas israelíes, en su mayoría estatales, cuyos datos trascendieron a la prensa internacional; por el otro, el Estado y sus representantes en la Argentina debían enfrentarse a la necesidad de ocuparse del destino de los desaparecidos judíos en general y de Timerman en particular. Entre estos dos polos se hubiera podido crear un lazo más estrecho para dejar un margen de maniobra más amplio a los representantes de Israel para que pudieran dar la mano a más judíos perseguidos.32

Los vínculos de Timerman con el establishment israelí habían comenzado ya en los años cincuenta. El periodista, que había militado en las filas del movimiento juvenil Hashomer Hatzair y que siempre se definió como "sionista socialista", fue estrechando los lazos con los representantes oficiales de Israel en los sesenta, cuando dirigió semanarios de gran circulación como Primera Plana y Confirmado y sobre todo a partir de la fundación del diario La Opinión. Este periódico de gran influencia entre intelectuales y dueño de un gran prestigio en América Latina, dedicaba un amplio espacio a noticias del ámbito internacional. Entre esas noticias, durante sus primeros seis años de existencia, La Opinión dio mucha importancia a los acontecimientos en Medio Oriente. Sus fuentes no fueron solamente las agencias de noticias o sus corresponsales; en ocasiones las notas reflejaban sin disimulos material de "esclarecimiento" distribuido por la embajada israelí.33 Por lo tanto, no debe sorprender que en los frecuentes mensajes enviados desde la sede de la legación diplomática al ministerio en Jerusalén tras el arresto de Timerman, el "preso más famoso" fuera descripto con el apodo de "el viejo amigo". Joel Barromi, un diplomático de alta jerarquía, definió de la siguiente manera las relaciones entre Timerman e Israel:

"Timerman mantenía estrechos contactos con la Embajada. Gracias a su conocimiento de los entretelones del mundo político-militar argentino, era una fuente preciosa de informaciones y de análisis, y un asesor cuyos consejos eran confiables y acertados. Timerman además imprimió a su diario una línea de abierto apoyo a Israel y al sionismo. En 1975, cuando la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución que equiparaba el sionismo con el racismo, Timerman publicó bajo su firma un editorial titulado ‘Por qué yo soy sionista", que tuvo notable repercusión. Naturalmente, la noticia de su arresto provocó estupor y conmoción en la Embajada y fue acogida con indignación en Israel".34

Pese a ello, Timerman no estaba al tanto de todo el entramado de relaciones entre los representantes de Israel y los militares golpistas. En un telegrama enviado al ministerio en Jerusalén a comienzos de abril de 1976, en vísperas de una audiencia con el canciller de la junta, oficial de la Armada, y a menos de dos semanas del golpe, el embajador Nirgad enfatizaba que "como saben, tengo vínculos estrechos con la cúpula naval desde hace más de un año y no considero que haya necesidad de hacer partícipe a Timerman en este asunto".35

La detención de Timerman provocó también gran revuelo en el establishment judeo-argentino y en particular en la DAIA. Entre los dirigentes comunitarios Timerman tenía numerosos rivales y no pocos que se definían como amigos. Pero las instituciones como tales casi no se pronunciaron en público sobre el tema. Recién en abril de 1978, el presidente de la DAIA, Nehemías Reznitsky, pidió al comité directivo de la organización que emita un comunicado en el que manifestara el beneplácito por la decisión de transferir a Timerman a arresto domiciliario.36 José Timerman, hermano del periodista Jacobo, dijo años después que

"Las organizaciones judías tuvieron una actitud pasiva, lo cual me resultaba asombroso, tomando en cuenta la sistemática lucha de Jacobo contra el antisemitismo y lo vivido durante el Holocausto y tantas otras masacres sufridas por el pueblo judío a lo largo de su historia. Recuerdo que una vez tuve una reunión que duró dos horas con la comisión directiva de la DAIA para pedirle que tomara alguna iniciativa en defensa de mi hermano. Pero fue inútil".37

En la contradictoria maraña de criterios con que el Estado de Israel hizo frente al caso Timerman se combinaron preocupaciones por su persona, por la postura del establishment comunitario judeo-argentino, por la política de las organizaciones judías en el mundo que comenzaban a interesarse en el tema, por la continuación de la venta de material bélico y por los excelentes lazos establecidos con la cúpula militar gobernante.

El interés de Israel y de sus representantes diplomáticos por la suerte de Timerman quedó reflejado en cientos de documentos, mensajes y telegramas intercambiados por aquel entonces entre el ministerio en Jerusalén y la embajada en Buenos Aires acerca del estado de salud y legal del dueño de La Opinión y de los esfuerzos que se llevaban a cabo para obtener su excarcelación. La política oficial adoptada puede definirse como un intento por aclarar a la junta que cometió un grave error al detener al periodista, aunque sin agitar a la opinión pública internacional contra el régimen y, aún más importante, sin atribuir tendencias antisemitas a los jerarcas de la dictadura. El secreto y la discreción eran un componente esencial en la vía de acción adoptada por la cancillería israelí (en una notable diferencia con la campaña vocal alentada por Israel en pro de los judíos en la Unión Soviética). Por otro lado, la prensa israelí apenas sí se ocupó del tema. Casi no se publicó la detención y poco fue también lo que se dedicó a la situación de los judíos bajo el gobierno represor.

La campaña internacional para boicotear el Campeonato Mundial de fútbol que se disputó en la Argentina durante el mes de junio de 1978 y los ecos de dicha campaña en Israel a comienzos de aquel año, impulsada por el Comité Israelí de Solidaridad con el Pueblo Argentino, sumados a la atención generada por los partidos de la copa, impusieron un vuelco en el interés de los periodistas israelíes. Al conmemorarse el segundo aniversario del golpe militar, la noche del 23 de marzo de 1978, se llevó a cabo una manifestación frente al edificio de la embajada argentina en Tel Aviv, sobre la calle Hayarqón, en la que participaron varios cientos de personas. Si bien la cobertura que tuvo fue modesta, aún así logró alguna referencia en los periódicos locales. Ese mismo mes se publicaron varias noticias sobre lo que acontecía en el país sudamericano e incluso algunos artículos de publicistas que convocaban a boicotear la justa deportiva. A medida que la fecha del torneo se acercaba se intensificó la cobertura sobre el Mundial y sobre el debate político que generaba. En marzo de 1978, la mayor parte de los periódicos publicó alguna nota sobre la situación argentina: el caso fue cubierto por Iediot Ajaronot, Maariv, Davar, Jerusalem Post, el semanario Haolam Hazé y Haaretz (donde aparecieron cuatro notas, incluidos dos artículos de Marek Hal- ter que promovían el boicot). El primer artículo que trató sobre el destino de los judíos argentinos fue el del corresponsal de Haaretz en ese país, Marcel Zohar, titulado "Argentina: dónde han desaparecido más de 300 judíos".38 Sin embargo, el caso Timerman permaneció casi sin cobertura.39

¿Qué hacer con Timerman?

El intercambio de télex, telegramas y cartas entre Nirgad e Yishaiau Anug, a la sazón director general del Ministerio de Relaciones Exteriores jerosolimitano, sirve como testimonio de la gran confusión que había. No obstante, Timerman no era "un eje central en nuestra política diplomática" con la Argentina, como escribió Anug en marzo de 1978, en un mensaje clasificado como "secreto y personal" enviado a la embajada en Buenos Aires. Cabe destacar que Anug jugó un papel central en la formación de la política israelí hacia Argentina en aquellos meses, o como nos dijo, con poca modestia, "el Ministerio, y lo digo sin arrogancia alguna, el Ministerio fue Anug en aquel entonces".40 Anug especificaba además que:

"el hecho de seguir con los negocios como de costumbre y hasta ampliarlos contradice esta afirmación. Diría no que Timerman es central para nosotros sino que nosotros lo somos para su liberación. No se trata de un asunto emocional, sino de un criterio frío. La fórmula consiste en crear la sensación de que su liberación es vital para la imagen argentina y también para Israel y el desarrollo positivo de nuestras relaciones con ellos... todo cuanto debe hacer es continuar enviando memorandos a[l Presidente] Videla y a otros en la forma que mejor le parezca. La lista de personalidades de Israel que ha visitado [la Argentina] es impresionante (a propósito, me informan de los Bonds que pidió Ud. al ex jefe de estado mayor, Mordejai] Gur)41 y no queremos ni podemos inmiscuirnos o reducirla."42

El "criterio frío" al que se refería Anug estaba relacionado con la percepción acerca de los intereses nacionales de Israel, de acuerdo a los conceptos del establishment israelí, en el contexto del conflicto árabe-israelí, la guerra fría y las dificultades que tenía que enfrentar el Estado de Israel en la escena internacional. El ministro consejero que quedó interinamente a cargo de la embajada por algunos meses en reemplazo de Nirgad, Herzl Inbar, intentó encontrar una respuesta a la pregunta que surgía: ¿cómo explicar la perseverancia de la cúpula militar en no liberar a Timerman? Con tal fin, invitó a su residencia en Buenos Aires a Hugo Ezequiel Lezama, director del diario Convicción. Lezama había apoyado al golpe militar y, según Inbar:

"es considerado el escritor fantasma del ex comandante de la Armada [Emilio Eduardo] Massera y su diario es el boletín del ex jefe naval.43 Lezama dijo casi textualmente que el gobierno actual sin excepciones está compuesto por una banda de matones a los que la vida humana les importa un ápice. Sostuvo que los oficiales de mayor rango en las tres armas, así como en la policía y la gendarmería cumplen órdenes de asesinatos con una increíble facilidad [...] cada comandante es dueño y señor en su sector y utiliza su autoridad y los medios a su disposición para acumular posiciones de fuerza. Trajo como ejemplo el nombre de un coronel, que en su momento secuestró a un periodista que estaba desaparecido. El secretario de Estado estadounidense [Henry Kissinger], al visitar el país [durante el Mundial de Futbol de 1978], se interesó por la suerte de aquel periodista y Videla prometió su ayuda. El coronel, que sabía al respecto, condicionó la entrega del periodista con su ascenso a general y dicho grado le fue concedido. Ahora ese general es considerado uno de los asesinos. Videla y [el comandante en jefe del ejército Roberto] Viola forman un dúo incapaz de gobernar el país y siguen en sus puestos solamente porque no se atisba en el horizonte una fuerza única que pueda imponerse sobre todas las demás... [dijo] anoche que, como director de un diario, se ve obligado a mentir cien veces al día y está en un dilema personal acerca de hasta dónde puede rendirse sin ser considerado en el futuro como un `colaborador´ de un régimen nazi".44

A pesar de las audiencias entre Videla y el embajador Nirgad, en las que surgía entre otros el tema de Timerman, ya a finales de 1977 tenían claro en el ministerio en Jerusalén que no se lograría la liberación del ex director de La Opinión "por las buenas", o sea intentando ablandar a los jerarcas del régimen militar. Era necesario, entonces, adoptar otra línea de acción. Y la que se adoptó, que fue transmitida por Anug a los embajadores israelíes en Washington, Londres, París, Bonn, Roma, Berna, La Haya y Bruselas, fue planificada al detalle. Se trataba de un plan confidencial según el cual los embajadores intercederían ante "amigos de Israel", sobre todo editores y periodistas occidentales, todos ellos de extracción conservadora -es decir anticomunistas, cuyas críticas no podrían ser rechazadas por la dictadura argentina- para que presionaran a la junta gobernante en Buenos Aires.45 En una carta enviada por Anug el 10 de enero de 1978 a los embajadores se enfatizaban varios puntos: no se debe acusar a la junta de haber adoptado posturas antisemitas, no se debe involucrar en esta actividad a gente de izquierdas, no se debe adherir a la campaña internacional contra la dictadura argentina y debe actuarse con discreción, a lo sumo con la publicación de columnas personales en diarios de gran difusión. Sin embargo, el plan no tuvo los resultados esperados. Anug se dirigió una vez más a los embajadores israelíes en Europa occidental y Estados Unidos en noviembre de 1978 para elaborar una lista de personalidades, de tendencias conservadoras, que podrían firmar una solicitada pública para liberar a Timerman e incluso crear un comité internacional a tal efecto. En la práctica, la idea del comité no prosperó hasta que Timerman fue expulsado de la Argentina en 1979.

En el mes de agosto de 1979, cuando Nirgad comenzó con las despedidas protocolares antes de dejar el cargo, el embajador saliente fue entrevistado por la prensa argentina y sostuvo que el caso Timerman no estaba vinculado a las relaciones bilaterales y que el periodista podría radicarse en Israel, como cualquier otro judío. Sin embargo, también dijo que Timerman "debía ser puesto en libertad". Estas declaraciones fueron recibidas con gran desagrado por las autoridades militares, que protestaron formalmente por lo que consideraron una intromisión en asuntos internos argentinos.

El 19 de septiembre, la Suprema Corte de Justicia sentenció, tras la presentación del segundo hábeas corpus por parte de la defensa del periodista, que este debía ser liberado sin demoras. La noche siguiente tuvo lugar una reunión secreta de la cúpula mayor gobernante para debatir el futuro de Timerman. La mayor parte de los generales estaba en contra de su liberación, pero el ministro del Interior, el general Albano Harguindeguy, amenazó con presentar su renuncia si no se procedía en los términos de la sentencia judicial.46 La amenaza del ministro fue lo que definió el debate en favor de la liberación, y por la mañana convocó al ministro consejero a cargo de la embajada de Israel, Inbar, para aclarar si el gobierno de Jerusalén estaba efectivamente dispuesto a recibir al periodista y darle un salvoconducto y visado de entrada, ya que tenían pensado hacer efectiva la nulidad de su ciudadanía argentina. El 25 se obtuvo la respuesta afirmativa del ministerio en Jerusalén. Tres días más tarde, Timerman aterrizaba en el aeropuerto internacional de Tel Aviv.

Dos semanas después, Nissim Elnecavé, el director del semanario judío La Luz -identificado con los sectores de la derecha conservadora dentro de la colectividad- publicó un editorial en el que sostenía que la razón por la que Timerman fue detenido no fue ni su condición judía ni la de periodista. Por el contrario, fue precisamente su condición de judío la que contribuyó a acelerar su liberación, a pesar de que no era practicante de la fe mosaica. Según Elnecavé, bajo la batuta de Timerman, La Opinión había empleado a un grupo de subversivos y sellaba su artículo afirmando que Timerman se salvó precisamente por ser judío; si su detención fue una expresión de antisemitismo, tuvo el efecto contrario. Este editorial fue reproducido también por el conservador y tradicional diario La Prensa (que apoyaba en líneas generales al régimen militar), el 14 de octubre.47 El 16, el artículo fue distribuido por el embajador argentino en Washington a todos los miembros del Congreso de Estados Unidos.48

La expulsión de Timerman a Israel no finalizó el episodio, que siguió siendo tema de discordia entre el gobierno en Jerusalén y la junta militar incluso en los años siguientes. Por ejemplo, cuando Dov Schmorack presentó sus cartas credenciales como embajador el 14 de mayo de 1980, conversó con el presidente Videla, quien le dijo: "Hacemos todos los esfuerzos para dejar que las heridas cicatricen. Por ejemplo, liberamos a un periodista respecto al cual su antecesor [el embajador anterior] también estaba interesado en su liberación. Estaba detenido no como periodista, ni como judío, sino por sus vínculos con elementos subversivos, como fuente de inspiración para el terrorismo. Ahora orquesta por el mundo una campaña de difamación contra la Argentina". No obstante, sostuvo Schmorack, la crítica de Videla no interfirió en los lazos bilaterales. Tal como informó a Jerusalén, "[él] manifestó su satisfacción por el acercamiento que hubo entre ambos países y sugirió que revise qué más se puede hacer para seguir desarrollando las relaciones entre las dos economías y las respectivas fuerzas armadas. Se entusiasmó con mi definición, que desde Afganistán hasta las Bahamas hay un único frente... y dijo que nuestros dos países se encuentran en el mismo bote".49 A pesar de las importantes relaciones comerciales con la Unión Soviética, Videla mantenía posturas anticomunistas en el espíritu de la Guerra Fría y vio a Argentina e Israel como socios en la lucha contra un enemigo común.

El tema del periodista surgió también en la conversación que mantuvo el nuevo embajador con el ministro del Interior, el general Harguindeguy. En su informe desde Buenos Aires detalló: "[el ministro dijo:] una vez pedí que trajeran al detenido Timerman a mi despacho. Estuvo sentado donde está sentado usted y le pregunté por qué me mintió [acerca de sus relaciones con Graiver, el banquero de los Montoneros][...]Timerman admitió haber mentido. Le dije: fuimos amigos y usted me mintió, ¿no le da vergüenza? Timerman es una persona arrogante, que jamás se avergonzará. Ya les va a hacer problemas a ustedes". Seguía el embajador en su carta: "Dicho sea de paso, han hecho bien en no permitir la intervención a su favor de los principales dirigentes de la comunidad judía en la Argentina. Los dirigentes se sienten ofendidos porque Timerman los acusa de una actitud al estilo del Judenrat y la publicación del anuncio en el Knesset [sobre la entrega de un premio a Timerman] constituye un argumento para una acusación de este tipo y por eso no les agrada en absoluto".50 Para evitar más situaciones embarazosas en el plano oficial, la cancillería israelí impartió instrucciones a sus delegaciones en el Cono Sur, en junio de 1980, para que no distribuyan un resumen de la prensa hebrea traducido al español, porque en la página 7 se publicaba la noticia de que Timerman había sido galardonado en Israel con un premio debido a su lucha en pro de la libertad de prensa en la Argentina.51 Aproximadamente un año más tarde, el sucesor de Harguindeguy al frente de la cartera del Interior, el general Horacio Tomás Liendo, volvería a referirse al caso en su conversación con el diplomático israelí, que informó a sus superiores: "Un tercio de la audiencia, de una hora y media, fue dedicado por su iniciativa a Timerman. Rechacé terminantemente sus intentos de complicarme en cualquier compromiso de frenar a Timerman o de ejercer alguna influencia en él". 52

En un memorando elaborado a finales de agosto de 1981 por el ministerio antes de la despedida del embajador argentino que sirvió durante nueve años en Tel Aviv, el director del departamento para América Latina, Menachem Karmi, escribió:

"El embajador se queja sobre un complot de silencio por parte del gobierno de Israel. Según dice, sabe de numerosas personas a las que les duele que Timerman use el nombre del Holocausto en vano, al comparar a la Argentina actual con la Alemania nazi. Los portavoces oficiales del gobierno de Israel también reaccionan con voz tenue cuando los medios masivos de Estados Unidos denigran al gobierno argentino como si tuviera a los judíos de rehenes y así fuerza a Israel a venderle armamentos".53

Timerman en Israel: ¿la "ingratitud" del "nuevo inmigrante"?

Ya durante el cautiverio de Timerman en la Argentina hubo presiones ejercidas por representantes israelíes a familiares y amigos para que no realicen una campaña pública internacional, aduciendo que tal cosa solo reduciría las probabilidades de su liberación. Su hijo Héctor contó que cuando fue transferido a arresto domiciliario lo visitaron el embajador Nirgad y el rabino Marshall T. Meyer. Nirgad trató de convencerlo de firmar una carta asegurando que había sido bien tratado y que no tenía ningún reclamo que realizar al gobierno. "Mi padre se negó y ante la insistencia de Nirgad le dijo que prefería seguir preso antes de firmar. Siguió preso un año más". 54

Cuando el cónsul Avivi escoltó a Timerman hasta el avión en el que partió, le aconsejó no denunciar al gobierno militar. Sin embargo, en cuanto la aeronave hizo una escala en el aeropuerto de Madrid, Timerman hizo declaraciones a la prensa en el lugar. Pocos minutos antes llamó a su hijo y le dijo: "los israelíes están locos si creen que me voy a callar".55

Timerman se reunió con su familia en Tel Aviv y acordó publicar una serie de seis notas en Maariv, en las que incluiría una descripción pormenorizada del juicio al que fue sometido y el tiempo que estuvo en cautiverio, con detalles sobre el estado de los derechos humanos en la Argentina y un análisis de los sucesos en América Latina, en particular en los países del Cono Sur, todos ellos gobernados por regímenes militares. Maariv incluso llegó a pactar con varios periódicos grandes del mundo para la publicación de dichas notas en sindicación (es decir: su publicación simultánea en varios idiomas, en diversas regiones del planeta). Sin embargo, antes de la aparición de la primera nota, en octubre de 1979, Timerman fue convocado a Jerusalén para entrevistarse con Yosef Chechanover, director general de la cancillería. En ese encuentro, el alto funcionario le pidió no publicar las notas debido a un pedido de padres de desaparecidos, que residían en Israel y sostenían que sus hijos, en tanto rehenes de la junta militar, corrían peligro si el periodista no se retractaba. Asimismo, pondría en peligro las vidas del periodista Robert Cox, de los rabinos Marshall Meyer y Roberto Graetz y de su propio hermano, José.56 Un día antes, en una recepción, el embajador argentino Jorge Casal dijo al director del Jerusalem Post que había gran preocupación por las dramáticas consecuencias para su país que podrían desprenderse de la publicación programada. Timerman, a pesar de que no estaba a favor de la diplomacia silenciosa,57 resolvió no publicar esos artículos. Estaba furioso por la claudicación ante la extorsión ejercida por los gobernantes en Buenos Aires, pero consideraba en primer lugar el temor por la vida de los jóvenes, como explicará a posteriori, y por lo tanto tomó esta decisión.58 Esbozó entonces un compromiso, pero que no prosperó. Volvió a entrevistarse con Chechanower unos días después y fue acompañado por el director de Maariv, Shalom Rozenfeld.

Estas presiones se ejercían lejos de la vista de los medios de comunicación. En los meses que pasaron desde su salida de la Argentina, Timerman gozó de gran simpatía en la prensa israelí: "Luchador por los derechos humanos" y "sionista ferviente", eran las típicas referencias aplicadas al ex director de La Opinión. Pero su presencia provocaba cada vez mayor incomodidad al establishment gobernante local. Las relaciones entre Israel y la Argentina eran más estrechas que nunca59 y la sombra del periodista era considerada como una amenaza en ciernes. El 25 de mayo de 1980, Timerman debía recibir la Golden Pen of Freedom Award (Pluma de oro de la libertad) por parte .del presidente de la World Association of Newspapers (Federación Internacional de Editores de Diarios). La ceremonia debió haberse llevado a cabo en el Knesset, con la participación de representantes del gobierno e incluso un breve discurso del primer ministro, Menachem Begin. A último momento, presiones del gobierno (que temía represalias de la junta argentina), forzaron a la presidencia del parlamento a trasladar el festejo a uno de los salones de la Universidad Hebrea, donde la personalidad de mayor jerarquía fue el alcalde jerosolimitano, Teddy Kollek. En cambio, Yitzhak Shamir, nominado recientemente como ministro de Relaciones Exteriores, asistió a la recepción organizada por la embajada argentina con motivo de su fiesta nacional. La prensa hebrea publicó filtraciones extraoficiales de la cancillería, que indicaban que la presión por anular la ceremonia con Timerman fue iniciativa de padres de desaparecidos, que temían por las vidas de sus seres queridos.60 Esto fue un intento adicional por parte de la diplomacia israelí de justificar la ausencia de una crítica pública acerca de las violaciones de los derechos humanos en la Argentina.

Durante más de un año, Timerman estuvo en su nuevo domicilio, en el barrio de Ramat Aviv, redactando su libro, Preso sin nombre, celda sin número. Este apareció simultáneamente en una traducción al inglés publicada por la editorial neoyorquina Knopf y distribuida por Random House. La salida del libro, en mayo de 1981, fue una oportunidad para reavivar la polémica sobre el autor y sobre las relaciones bilaterales entre Israel y la Argentina.

Una noticia publicada por el corresponsal de Haaretz en Nueva York indicaba desde sus titulares: "Debido a la polémica desatada por el libro del periodista Timerman, sostienen fuentes en Washington: Israel se rinde ante las amenazas de la Argentina de perjudicar a los judíos si no le suministra armas".61 También la prensa israelí fue parte de la mencionada polémica. En una nota del suplemento de fin de semana de Maariv, Gabriel Strassman se cuestionaba, tras una larga entrevista con Timerman, sobre un tema que tampoco se mencionaba en Preso sin nombre...: "¿por qué, si todo está tan mal, parece estar tan bien? ¿Por qué en los recientemente inaugurados juegos macabeos marchó una delegación de deportistas judíos de ese país enarbolando su bandera celeste y blanca? ¿Y por qué el medio millón de judíos de la Argentina no empaca sus petates y se marcha de ese país nazi? Remataba a sus interrogantes afirmando: "Me parece que a esta pregunta tampoco Timerman tiene una respuesta".62

Las palabras de Strassman reflejaban la actitud sionista tradicional, negándose la legitimidad de la diáspora judía y no pudiendo entender porque los judíos de todo el mundo no abandonaban sus casas para trasladarse a Israel. El libro, publicado y distribuido en inglés por una importante y prestigiosa editorial estadounidense, apareció en su traducción al hebreo en una editorial pequeña, "Dómino", algunos meses más tarde que el original. La editorial "Maariv" iba a publicarlo en un principio, pero por razones no aclaradas se retractó.

Si bien hemos dicho que la polémica por el libro se reflejó en la prensa israelí, la publicación de la versión hebrea no tuvo gran repercusión y por lo tanto hubo quienes lo consideraron como un complot de silencio. "El libro apareció en el pasado abril en Estados Unidos y despertó un vivo debate público. Fue publica- do hace unos dos meses también aquí, en traducción hebrea, y hasta ahora casi no ha tenido eco alguno. Es un texto breve, en total 160 páginas; escandaloso y shokeante", escribió Amós Eilón en Haaretz.63 En una larga nota titulada "¿Quién tiene miedo a Timerman?", Eilón formuló más preguntas incisivas:

"¿Por qué "Maariv" se retractó de su plan de publicar el libro de Timerman? ¿Qué ocurrió? ¿Porque los editores consideraron que "no es interesante" y que "no se va a vender", que "no es mercadería", como dice el director de Maariv, Shmuel Shnitzer? ¿O, quizás porque uno de los principales accionistas de Maariv tiene estrechos vínculos comerciales con la Argentina, tal como supone Timerman? Nunca sabremos la verdad a ciencia cierta, pero sabemos que Timerman puso a muchos en un aprieto en este país y en Maariv al criticar la política interna y la exterior del gobierno de Begin. Los honorables e ilustres que le dieron la bienvenida en el aeropuerto se alejaron de él. Se puede suponer por qué".

Al respecto escribió Yoav Karni en septiembre de 1981:

"Hay un intento transparente de desplazar el debate sobre el libro de Timerman a un campo irrelevante: hablando de la personalidad del autor, en lugar de revisar el contenido de lo que escribe. El 17 de julio de este año entrevisté a Jacobo Timerman para un programa ómnibus en Kol Israel. Fue esta la primera vez, en el curso de la última tormenta, que un medio de comunicaciones israelí dio una oportunidad concreta a Timerman de decir algo".64

Pero el vuelco más significativo de la actitud hacia Timerman en la prensa local se produjo cuando fue publicado su segundo libro, dedicado a la primera guerra de Israel en el Líbano. El periodista terminó la redacción en su apartamento cercano a la Universidad de Tel Aviv en agosto de 1982, cuando las tropas israelíes estaban en el apogeo de la invasión.65 Tras la masacre de palestinos en los campos de refugiados Sabra y Shatila añadió un epílogo con graves acusaciones contra las Fuerzas de Defensa de Israel y la política exterior del gobierno. A pesar de que la ola de protestas contra la guerra en Israel iba en aumento, sobre todo después de las matanzas mencionadas en las afueras de Beirut, el libro de Timerman fue acogido con frialdad y hasta con abierta hostilidad. Yehuda Ben Meir, a la sazón vicecanciller, declaró en una entrevista al prestigioso programa de TV "60 Minutes" de la cadena televisiva CBS en Estados Unidos: "Lo sacamos de la Argentina. Ahora ataca y denigra a Israel. Cualquier persona con uso de la razón puede comprender que su libro es una colección de calumnias y mentiras originadas en el auto-odio que siente".66

Ante los ataques de los que fue objeto - por ejemplo la acusación de que estaba en Londres durante la guerra, como si eso fuera relevante- Timerman concedió una larga entrevista al semanario Haolam Hazé: "Durante la guerra estuve aquí. En esta mesa. Yoel Marcus, de Haaretz, dice que estuve en Londres, que no estaba en Israel por la guerra. Hace como un año que no estoy en Londres. Comencé a escribir en junio y terminé en agosto. Y después escribí un epílogo sobre Sabra y Shatila". Añadía a esto: "Yoel Marcus está enojado por cosas que dije en el libro; él no lo leyó siquiera. Dice que la mayor parte de la población de Israel está muy conforme con lo ocurrido en Sabra y Shatila. ¡Y yo también lo digo!".67 La constante referencia a Marcus se debía a un artículo que el veterano publicista publicó el 1 de diciembre de 1982 en Haaretz, con el título "No temas, mi siervo Jacobo", con un incisivo párrafo inicial:

"Si siento aversión por gente como el señor Yaacov Timerman, es porque su conducta y sus manifestaciones me convierten automáticamente en un simpatizante de Menachem Begin... Tras haber ajustado sus agudas cuentas con la Argentina, encontró su nueva meta en la guerra contra el régimen tiránico en Israel. Se ha convertido en una edición de bolsillo latino-polaca de Bruno Kreisky. Timerman no dejaba títere con cabeza al referirse al liderazgo israelí que condujo la guerra en territorio libanés en el verano de 1982; del primer ministro Begin escribió que era ‘un terrorista que causa daño a su pueblo'; al entonces ministro de Defensa Ariel Sharon lo definió como ‘el hombre que quiere convertir Israel en la Prusia de Medio Oriente'".68

Cabe señalar que el hijo mayor de Timerman, Daniel, que fue miembro de un kibutz y soldado en la reserva, fue sentenciado en reiteradas oportunidades a prisión militar por alegar objeción de conciencia para servir en el Líbano. Jacobo fue por primera vez en octubre de 1982 a visitarlo al Centro Penitenciario Militar número 6, próximo a la ciudad de Atlit, pero no pudo sobreponerse a las dificultades que su cuerpo manifestó a la hora de entrar. Dijo a quienes le acompañaban que no podía volver a meterse entre muros. Tras ese intento de visita, y hasta que Daniel cumplió con la sentencia, su madre Risha acudió sola a visitarlo, dos veces por semana. En la noticia publicada por Haaretz, Jacobo Timerman habría manifestado en la víspera su pesar de que a su hijo no le hayan permitido servir conforme a su conciencia.69

El periodista Amos Eilón describió de la siguiente manera el período israelí en la vida de Timerman:

"Tras su expulsión de la Argentina en 1979 se estableció en Israel. Sionista veterano, podía haberse radicado con gran bienestar en Nueva York, pero prefirió un modesto apartamento en Ramat Aviv. Israel lo desilusionó en gran medida, sobre todo en los días de la guerra en el Líbano. Los israelíes no recibieron con buena predisposición su crítica a esa guerra, aún cuando otros fueron más duros. ¿Será posible que su condición de nuevo inmigrante tuviera algo que ver con esto, quizás en forma inconsciente? ... Es un hecho que Yitzhak Shamir, como primer ministro, definió a Timerman ante un sorprendido entrevistador norteamericano como "un hombre ingrato". Timerman cambió sorpresivamente la imagen habitual de los "presos de Sión", y no fue en su beneficio. En Israel fue denigrado y aislado socialmente; un taxista anónimo una vez le escupió en la cara. Según dijo, se sentía en Israel "como un judío en la diáspora", y no como esperaba al llegar, ‘como un judío que regresa a casa'".70

El ciudadano israelí Timerman regresa a la Argentina

Un mes después de haber asumido la presidencia Ricardo Raúl Alfonsín, Timerman aterrizaba el 7 de enero de 1984 en el aeropuerto internacional de Ezeiza, con su esposa Risha. A su llegada se vio forzado a dar una improvisada conferencia de prensa, en la que entre otras cosas se le preguntó si había resuelto abandonar Israel.

En sus respuestas Timerman intentó eludir algunas cuestiones y evitó decir cosas contundentes. Se notaba que no estaba preparado para la serie de preguntas que le dirigieron y que habría preferido llegar a la Argentina sin estar en el foco de la prensa local, para poder reacomodarse a la nueva situación, reorganizarse y recién entonces dar a conocer sus pensamientos y sus planes. Tres años más tarde, en un encuentro con el periodista israelí Amos Eilón en Buenos Aires, le contó sobre la vivencia de su retorno:

"Timerman me contó sobre sus dificultades para volver a echar raíces en la Argentina; siente necesidad de participar en la lucha por la democracia y fue testigo en el juicio contra los generales y en las sesiones previas a juicios contra varios de los oficiales que lo torturaron. Se cuenta entre los seguidores fervientes del presidente Alfonsín, y desde su regreso obtuvo indemnizaciones por su diario La Opinión, que los generales confiscaron y después dejaron extinguir. Pero Timerman aún no encontró su lugar en la Argentina y en nuestra charla se preguntó si alguna vez logrará encontrarlo. "Mi vínculo con este país se dañó", dijo. "No logro rehabilitar mi personalidad aquí. Me dicen que la represión no volverá. En el plano intelectual es probable que sea cierto. En el plano emocional, no estoy para nada seguro. No puedo quedarme aquí más que algunos meses. Cada tanto tengo que irme de aquí, salir afuera, respirar". Muchos reconocen a Timerman por la calle, se dirigen a él y estrechan cordialmente su mano. Otros no se sienten cómodos en su compañía. Es un hombre controversial. En menos de diez años Timerman se enfrentó con cinco ortodoxias establecidas: con la izquierda argentina y con la derecha (a ambas calificó de fascistas); con la comunidad judía oficial (acusó a sus dirigentes de haber cooperado con los generales); con los neoconservadores en Estados Unidos y con los nacionalistas en Israel. Cuando se le preguntó a James Nielson, director del Buenos Aires Herald, por qué Timerman sigue incomodando a la gente, respondió: "su condición de judío no ayuda [...] siempre se sentirá herido. Es el eterno outsider […]".71

En un reportaje concedido poco antes a Haaretz, Timerman había aclarado: "Regresé [a la Argentina] para demandar mi patrimonio y juzgar a mis torturadores. Presté testimonio y exigí al gobierno que me restituya mi periódico. Dado que ya no existe, me indemnizarán. No pedí nuevamente mi ciudadanía argentina porque soy israelí y quedaré así para siempre. ¿Qué se puede hacer? A pesar de que los israelíes no me quieren, yo los quiero a ellos". Cuando el entrevistador le recordó que había dejado con ira el país, respondió: "Un enojo inmenso contra Shamir, Sharon, Raful; no contra Israel. Es cierto que la gente no fue agradable conmigo, pero hay una diferencia entre estar sometido a la histeria y la neurosis nacional y el llevar a un pueblo a una guerra que no es vital. No tengo sentimientos negativos para con el pueblo de Israel".72

Timerman ya no regresaría a Israel. Tras obtener un cuantioso resarcimiento material del gobierno argentino por la confiscación de La Opinión, intentó sin éxito volver al mundo del periodismo. Pero el "toque mágico" que lo había caracterizado no lo acompañó. Intentó con la autoría de algunos libros que tuvieron cierto éxito y murió en su hogar, en uno de los barrios más exclusivos de Buenos Aires, el 11 de noviembre de 1999. Tenía 76 años. Numerosos periódicos en Occidente publicaron obituarios al día siguiente. El New York Times, por ejemplo, decía que Timerman continuó defendiendo las instituciones democráticas y los derechos humanos toda su vida. En los diarios israelíes, en cambio, su deceso fue comunicado en forma lacónica. Por su parte, El País de Madrid y el parisino Le Monde se despidieron del periodista con notas cálidas. Sus funerales en un cementerio privado en el Conurbano bonaerense fueron íntimos, con la presencia de treinta personas en su mayor parte familiares y amigos. Varios de los presentes estaban sorprendidos de lo pequeño del cortejo que acompañaba en su último camino a quien fuera uno de los principales periodistas del siglo XX argentino.73

 

Conclusiones

Las relaciones bilaterales con la Argentina tuvieron siempre un sitio preferente en las relaciones del Estado de Israel con América Latina, entre otras razones por la presencia de una comunidad judía grande y vital y por la exitosa integración de decenas de miles de inmigrantes oriundos de aquel país en la sociedad israelí.74 No obstante, la historiografía que se ocupa de la relación triangular entre los dos países y la comunidad judía local es limitada. La dificultad para ubicar documentos de archivo relevantes supone un obstáculo para los investigadores interesados en revelar las diversas facetas de esta compleja relación desde la independencia del Estado judío en 1948 hasta nuestros días. Esta dificultad es aún mayor cuando se trata de la documentación de los días del llamado Proceso de Reorganización Nacional, desde mediados de los setenta. Estos vínculos aún no fueron investigados en forma sistemática y ordenada, entre otras razones porque el material diplomático relevante no fue desclasificado aún en su totalidad, particularmente en lo que se refiere a las exportaciones de material bélico. Y pese a ello, diversos aspectos de las relaciones en aquellos años aciagos merecieron la atención de algunos historiadores, como fue el caso de la investigación de la salida hacia Israel de varios centenares de judíos que temían por sus vidas por las persecuciones del régimen militar.75

En este artículo pretendimos examinar varios puntos que se refieren a un episodio central, con implicaciones directas en las relaciones entre los dos países y que puede utilizarse como ensayo con papel tornasolado para comprender la forma en que se modeló la política israelí vis-a-vis la dictadura militar argentina. En qué medida los derechos humanos y/o la preocupación por los intereses de los judíos locales, tanto en el nivel comunitario como en el individual, marcaron las pautas para los tomadores de decisiones y cómo se manejó la campaña para liberar al periodista judeo-argentino que había tenido vínculos tan estrechos con instituciones israelíes y con la embajada en Buenos Aires durante un período muy prolongado. En lo que se refiere a cómo la prensa israelí en Israel se refirió al preso más famoso de la Argentina, podemos establecer que el entusiasmo inicial con que había sido recibido tras su puesta en libertad se desvaneció con rapidez. Al negarse Timerman a encasillarse en el papel de judío diaspórico que encontró su redención en el hogar nacional judío, muchos le quitaron su apoyo. También es verdad que se adelantó a muchos en sus críticas a la invasión al Líbano, cuando tal actitud generaba menosprecio y hostilidad; mucho más cuando tales críticas provienen de un recién llegado, que pudo salvar su vida gracias en parte a la intervención del gobierno israelí. El artículo mencionado de Yoel Marcus en Haaretz representa en forma notoria esta actitud.

El trato alienado del establishment y la prensa israelí hacia Timerman, reflejó también la continua falta de comprensión sobre la identidad sionista como es percibida por muchos judíos en la diáspora. Incluso en la Argentina, donde los sio- nistas se sienten en primer lugar argentinos y su identidad judía y sionista no pasa por una voluntad de abandonar el país en el que viven para emigrar a Israel ni por dar prioridad a sus compromisos para con el Estado de Israel o el establishment sionista, sin renunciar por ello a los diferentes componentes identitarios como argentinos-judíos.76 Esta percepción se ha topado y continúa topándose con falta de empatía y desconfianza; en el caso de Timerman llegó a provocar que los dos países que eran el pilar de su identidad, la Argentina e Israel, le dieran la espalda.

 

Notas

1 Sobre el llamado Proceso de Reorganización Nacional, véase, entre otros, Paul H. Lewis, Guerrillas and Generals: The ‘Dirty War' in Argentina, Westport, CT 2002; Donald C. Hodges, Argentina's ‘Dirty War': An Intellectual Biography, Austin 1991; Martin Edwin Andersen, Dossier Secreto: Argentina's Desaparecidos and the Myth of the ‘Dirty War', Boulder, Colorado 1993. Sobre la cristalización de la Doctrina de Seguridad Nacional, véase Raanan Rein, "'Subversión', torturas y eliminaciones puntuales. Qué enseñaron los franceses a los militares argentinos", Zmanim (en hebreo), 87 (verano 2004): 40-51.

2 Jacobo Timerman, Prisoner without a Name, Cell without a Number, New York 1981. En su versión española, Preso sin nombre, celda sin número, se publicó en 1982.

3 Al respecto, véase Gabriel (Gabby) Scheffer y Hadas Rot-Toledano, ¿Quién es el líder? Sobre las relaciones entre Israel y la diáspora judía, Tel Aviv 2006 (en hebreo). Para el caso específico de la mayor comunidad latinoamericana, Raanan Rein, Argentina, Israel y los judíos, Lumière, Buenos Aires 2002. Raanan Rein, "Israel and Argentine Jews: Complementary of Conflicting Interests", en E. Ben-Rafael, Yosef Gorny and Yaacov Ro'i (eds.), Contemporary Jewries: Convergence and Divergence, Leiden & Boston 2003, pp. 306-334.

4 Una visión crítica de la actitud adoptada por las autoridades israelíes hacia los detenidos de origen judío, véase Marcel Zohar, Deja salir a mi pueblo al diablo, Tel Aviv 1991 (en hebreo). Estas críticas se hicieron eco en el documental de Nurit Keidar, Asesino, (Israel, 2002). En la misma tónica se expresó también Itzhak Pundak, que entre 1977 y 1979 fue director de la Agencia Judía en Buenos Aires (entrevista con los autores, Tel Aviv, 26.11.2003). Una apología de la actuación de las instancias diplomáticas israelíes, véase: Joel Barromi, "¿Los judíos de Argentina fueron abandonados a su suerte?", Gesher (en hebreo), No. 133 (1996), pp. 53-71; Efraim Zadoff, "El compromiso de Israel hacia los judíos en situaciones de peligro. El caso de Argentina, 1976-1983", Bitajon Leumi (en hebreo), No. 2-3, 2003, pp. 45-59.

5 CONADEP, Nunca Más. Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, Buenos Aires, 1993.

6 Para el testimonio de Timerman véase el sitio: http://www.desaparecidos.org/nuncamas/ web/testimon/timerman.htm. Durante el juicio contra el sacerdote Christian Von Wernich por delitos de lesa humanidad durante la dictadura, realizado en la ciudad de La Plata a mediados de 2007, se oyeron varios testimonios sobre las torturas a las que fue sometido Timerman y la índole netamente antisemita de los interrogatorios que le realizaron. Clarín, 17.7.2007; Página12, 11, 16-17.7.2007.

7 En Campo de Mayo, en el Conurbano bonaerense, se encuentra la base castrense más grande y la comandancia del I Cuerpo del Ejército.

8 Magdalena es una ciudad que se encuentra a unos 150 km de Buenos Aires, con numerosas instalaciones militares. Los otros dos lugares que se mencionaron en el testimonio son Puesto Vasco y COT-I Martínez, campos de detención y tortura que fueron operados por las fuerzas de seguridad en forma ilegal. Muchos de los internos que han pasado por estos campos fueron asesinados.

9 El Plan Andinia era parte de una campaña antisemita que comenzó en los años 1971-72, cuando un profesor de economía de la Universidad de Buenos Aires, Walter Beveraggi Allende, allegado a círculos militares, publicó la presunta existencia de un plan secreto en tal sentido. Puede verse la reacción de la comunidad judía en DAIA. Versión argentina de la mayor superchería del mundo. Radiografía del "Plan Andinia" y otros infundios, Buenos Aires 1972. A pesar del carácter antisemita y dudoso del Plan Andinia, cada tanto resurgen ecos de su supuesta existencia por parte de diversos organismos en la Argentina. Por ejemplo, el Jefe de Estado mayor del Ejército, el Teniente General Roberto Bendini, en el marco de una conferencia dictada a altos jefes en la Escuela de Defensa Nacional del Ejército lo mencionó como una de las hipótesis de trabajo de la fuerza. Cuando sus palabras fueron publicadas, alegó que lo dicho fue sacado de contexto. Véase:http://www.lanacion.com.ar/Archivo/nota.asp?nota_id=529017. Dos años más tarde, la Organización Islámica Argentina, con sede en la gran mezquita de Buenos Aires, mencionaba en su sitio de Internet que Israel tiene planes de erigir otro estado judío en el sur de la Argentina. Ver: http://www.pagina12.com.ar/diario/ elpais/1-54283-2005-07-28.html

10 http://www.desaparecidos.org/nuncamas/web/testimon/timerman.htm

11 Telegrama titulado "Antisemitismo", Nirgad al Ministerio, 19.5.1978, Archivo de los autores. Copias de los documentos relevantes citados en este artículo nos fueron entregados por un veterano diplomático israelí.

12 Ramón J. A. Camps, Caso Timerman, punto final, Buenos Aires 1982, pp. 17-21.

13 Juan Gasparini, David Graiver: el banquero de los Montoneros, Buenos Aires. 2007.

14 Jorge Saborido, ‘El antisemitismo en la historia argentina reciente: la revista Cabildo y la conspiración judía', Revista Complutense de Historia de América, Vol. 30 (2004), pp. 209-223.

15 Hay que recordar que Timerman, a través de la dirección del semanario Confirmado también había colaborado en el derrocamiento del gobierno radical de Arturo Illia, en 1966. Ese golpe de estado fue dirigido por el general Juan Carlos Onganía, y su gobierno, que cayó en 1969 después de la revuelta popular conocida como el "cordobazo", fue también de tipo autoritario, y aplicó políticas represivas pero no de igual virulencia que la dictadura militar de 1976-1983. Esto explica en parte la vieja relación existente entre Timerman y un sector del ejército, el denominado "azul". (Nota de la dirección de Ciclos).

16 Sobre las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y la Argentina durante la dictadura, ver David M. K. Sheinin, Argentina and the United States: An Alliance Contained, Athens and London 2006, cap. 6; Ariel C. Armony, Argentina, the United States, and the Anti-Communist Crusade in Central America, 1977-1984, Athens and London 1997; Joseph S. Tulchin, Argentina and the United States: A Conflicted Relationship, Boston 1990, cap. 8.

17 Acerca de las relaciones bilaterales Israel-Argentina en este período, aún no se ha publicado una investigación exhaustiva que trate diversos aspectos; véase Luis Roniger y Mario Sznajder, "Evacuación y exilio de quienes escapaban de la persecución del gobierno de los generales en la Argentina de los años setenta", Sotziologia Israelit (en hebreo), 6-2 (2005): 233-263; Zadoff, "El compromiso de Israel con los judíos"; Barromi, "¿Fueron abandonados a su suerte los judíos de la Argentina?"; Zohar, Deja salir a mi pueblo al diablo; Leonardo Senkman, "La evacuación de judíos en la Argentina durante el gobierno militar, 1976-1983", en Dafna Sharfman (comp.), ¿Una luz para las naciones? La política exterior de Israel y los DDHH (en hebreo), Tel Aviv 1999, pp. 91-118; Yitzhak Mualem, "Between a Jewish and an Israeli Foreign Policy: Israel- Argentina Relations and the Issue of Jewish Disappeared Persons and Detainees under the Military junta, 1976-1983", Jewish Political Studies Review, Vol. 16, No. 1-2 (2004).

18 Telegrama Shmorak al Ministerio, 5.9.1976, Archivo de los autores. Entre 1977 y 1981, Israel suministró el 14% del material bélico adquirido por la Argentina. La principal proveedora fue la República Federal Alemana (33%), seguida por Estados Unidos (17%), Francia (14%), Israel y otros países. El volumen de ventas de Israel aumentó desde 1982, cuando el boycott occidental contra la venta de armas a la Argentina se incrementó, como consecuencia de las alianzas de los demás proveedores con el Reino Unido. Véase Bishara Bahbah, ‘Israel's Military Relationships with Ecuador and Argentina', Journal of Palestine Studies, Vol. 15, No. 2 (1986), pp. 76-101.

19 Shulamit Aloni, "Naturalmente, algunas reflexiones sobre la moralidad en las cuestiones de seguridad", Haaretz, 26.5.2006. Acerca de la negativa del presidente del parlamento, Menajem Savidor, de dar curso a la petición de Aloni de que se incluya en el orden del día un debate urgente sobre la desaparición de miles de ciudadanos argentinos, entre ellos muchos judíos, véase Shlomo Ginossar, "Argentina, Argentina", Haaretz, 16.5.1983.

20 DAIA, Informe sobre la situación de los detenidos-desaparecidos judíos durante el genocidio perpetrado en Argentina, Buenos Aires 1999; Edy Kaufman, "Jewish Victims of Repression in Argentina under Military Rule (1976–1983)", Holocaust and Genocide Studies 1989 4(4):479-499.

21 Entre ellos se encontraban los miembros del Knesset por el partido Likud Gueula Cohen y Dror Zaiguerman y del Laborismo, Menajem Hacohen. Véase sus testimonios en la sección de Historia Oral, Instituto de Judaísmo Contemporáneo, Universidad Hebrea de Jerusalén, 216/23, 216/40 y 216/42.

22 La commisión, integrada por los mencionados Cohen, Zaiguerman, Hacohen y Yair Tzaban llegó a Buenos Aires a comienzos de 1984, después de ya haber asumido la Presidencia de la República Raúl Alfonsín.

23 Comisión Israelí por los desaparecidos judíos en la Argentina, Informe en: http://www. mfa.gov.il/desaparecidos/dincomitispen.html.

24 Ibíd.

25 En el mes de junio de 1981 se encontraban en Israel nada menos que 118 oficiales argentinos. En una carta enviada desde la embajada de Israel en Buenos Aires el 2.6.1981, tras un encuentro entre el embajador y la cúpula del Ministerio de Relaciones Exteriores argentino, dice que: "no hay otro país en el mundo en el que se encuentren simultáneamente tantos oficiales argentinos cumpliendo tareas de adquisiciones, capacitación, etc.". Archivo de los autores.

26 Sobre la política israelí hacia judíos militantes en la izquierda en Argentina, véase Senkman, "La evacuación de judíos en la Argentina durante el gobierno militar"; Roniger y Sznajder, "Evacuación y exilio de quienes escapaban de la persecución del gobierno de los generales"; Mario Sznajder y Luis Roniger, "De Argentina a Israel: escape y exilio", en Pablo Yankelevich (ed.), Represión y destierro. Itinerarios del exilio argentino, La Plata 2005, pp. 157-185.

27 Raanan Rein y Efraim Davidi, "Deporte, política y exilio: protestas en Israel durante la Copa Mundial de Fútbol (Argentina, 1978)", Estudios Sociales, 35 (Segundo semestre 2008): 169-198.

28 Por su labor en una de esas organizaciones, el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) obtuvo el Premio Nobel de la Paz el Arquitecto Pérez Esquivel.

29 Así afirmó el embajador estadounidense en Buenos Aires, Robert Hill, en una carta enviada al Departamento de Estado. Véase Graciela Mochkofsky, Timerman, el periodista que quiso ser parte del poder (1923-1999), Buenos Aires, 2003. p. 253. Timerman fue declarado, en diciembre de 1977, "prisonero de conciencia" por Amnesty International y movilizó sus capítulos en todo el mundo para la campaña a favor de su liberación. Véase Amnesty International, Background to the case of Jacobo Timerman, Londres, December 1977.

30 David Cox y Robert John Cox, En honor de la verdad: memorias desde el exilio de Robert Cox, Buenos Aires, Ediciones Colihue 2002. Véase también Andrew Graham- Yooll, Committed Observer: Memoirs of a Journalist, London 1995.

31 Mochkofsky, Timerman, p. 255.

32 Pinjas Avivi, primer secretario y luego cónsul en la embajada israelí en estos tiempos difíciles, afirma haber visitado a presos judíos en las cárceles a quienes intentó ayudarles. Véase la entrevista con Avivi: Guillermo Lipis, ‘Israel debe abrir los archivos para que se sepa la verdad', Página12, 29.7.2001.

33 Abrasha Rotenberg, Historia confidencial: La Opinión y otros olvidos, Buenos Aires 1999.

34 Joel Barromi, "Israel frente a la dictadura militar argentina: el episodio de Córdoba y el caso Timerman", en Leonardo Senkman y Mario Sznajder (eds.), El legado del autoritarismo. Derechos humanos y antisemitismo en la Argentina contemporánea, Buenos Aires, 1995, p. 331.

35 Nirgad al Ministerio, 5.4.1976. Archivo de los autores. Al cabo de un mes, el embajador Nirgad recibió en su residencia al general Viola (posteriormente jefe de estado mayor y presidente de la Argentina) y en telegrama secreto enviado al Ministerio el 11.5.1976 informaba que "su postura hacia Israel es favorable, nos considera un pilar importante en la guerra contra la expansión del comunismo, siendo el Medio Oriente un foco importante de tal guerra… Para él, todo movimiento que no es de derecha, es de izquierda; el centro no existe y la izquierda en su totalidad está impugnada". Archivo de los autores. El 3.7.1976 estuvo en la residencia de Nirgad el ministro de Defensa, José María Klix. El informe del embajador establecía que "sus ideas nos hicieron recordar muy bien el estilo que recordábamos de los años treinta en Europa. La guerra contra el comunismo abre una puerta para que entren fuerzas de la extrema derecha. Las palabras del ministro dejaron esto bien patente. Nuestra preocupación es que dentro de la derecha hay una gran concentración de fuerzas antisemitas". Archivo de los autores.

36 Sobre las posturas del establishment comunitario con respecto a la represión de los derechos humanos durante la dictadura, véase Ignacio Klich, "Políticas comunitarias durante las juntas militares argentinas: la DAIA durante el Proceso de Reorganización Nacional", en Leonardo Senkman (comp.), El antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, CEAL, 1989, pp. 274-309.

37 Gabriela Lotersztain, Los judíos bajo el terror. Argentina 1976-1983, Buenos Aires 2008, p. 264.

38 Haaretz, 29.3.1978.

39 Uno de los informes preliminares sobre este tema puede verse en Iosef Walter, "Sois peores que la guerrilla: el armamento es vuestra palabra", Maariv, 26.4.1977.

40 Entrevista con los autores, 20.1.2003, Jerusalén.

41 Nirgad al Ministerio, "Ultrasecreto", 9.6.1978. Archivo de los autores.

42 Mordejai "Mota" Gur había pasado recientemente a retiro con el grado de teniente general, tras haber sido el décimo jefe de estado mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel entre 1974 y 1978, periodo que coincidió con el estrechamiento de los lazos entre las fuerzas armadas de los dos países. En 1981 fue elegido al Knesset en representación del Laborismo y desde 1992 fue viceministro de Defensa, hasta su muerte en 1995. Al iniciar su vida como civil se ocupó de promover las exportaciones de las industrias militares israelíes en todo el mundo, incluyendo América Latina. En su visita a la Argentina en 1978 fue recibido por el general Viola, uno de los hombres fuertes del régimen destinado a suceder a Videla como comandante en jefe primero y como presidente después. Gur dictó unas conferencias en la Academia de Seguridad Nacional. Seis meses más tarde llegó el entonces viceministro de Defensa, el general de brigada (res.) Mordejai Tzipori. El octavo jefe de estado mayor, Itzjak Rabin, también dictó un ciclo de conferencias en la misma academia, en agosto de 1980, y fue recibido con gran calidez por los altos mandos militares. Los visitantes israelíes de jerarquía al país del Plata se multiplicaron de tal modo que el embajador Nirgad escribió en febrero de 1979 al ministerio, con carácter "secreto e inmediato" que "es habitual consultar con el embajador antes de tomar decisiones o de visitas de VIPs. ¿No es Ud. adepto a este hábito? Desde el día de la independencia de Israel [en mayo de 1978] han estado aquí Mordejai Gur, Haim Laskov [teniente general en la reserva y quinto jefe de estado mayor de las FDI entre 1958 y 1961], Mordejai Hod [general en la reserva, que fue el comandante de la Fuerza Aérea Israelí entre 1966 y 1973 y en el momento de su visita era Gerente General de El Al, línea aérea estatal de Israel], el viceministro Tzipori y lo más encumbrado de la jerarquía militar, además de ministros y viceministros". Archivo de los autores.

43 Marcelo Borrelli, El diario de Massera. Historia y política editorial de Convicción, Buenos Aires Koyatun, 2008.

44 Inbar al ministerio, "Secreto", 24.11.1978. Archivo de los autores. Debido al estado de salud del embajador Nirgad, el consejero Inbar quedó a cargo de la embajada por un largo período y se ocupó de las etapas prácticas y los últimos arreglos para la liberación de Timerman. Así definió el propio Inbar su función diplomática en una carta enviada al miembro del Knesset Dror Zaiguerman el 29.3.1984 desde Nueva York, donde Inbar se desempeñaba como cónsul general de Israel. Archivo de los autores.

45 Entrevista de los autores con Joel Barromi, Jerusalén, 12.12.2003. El intento de presión sobre el régimen argentino utilizando los medios masivos de comunicación no es nuevo. En Nirgad al Ministerio, "Secreto", 15.6.1976, antes de la visita del ministro de Economía Martínez de Hoz a Estados Unidos, escribe el embajador: "Sugerimos que en la medida en que convoque conferencias de prensa en Washington DC y en Ottawa, nuestros representantes se ocupen de "plantar" la siguiente pregunta acerca de la situación en la Argentina: "Se dictó una ley que prohíbe actividades partidarias y se han disuelto 48 organizaciones partidarias que, en su inmensa mayoría, están vinculadas a la extrema izquierda. La impresión que ha generado es que organizaciones de la extrema derecha, entre ellas también algunas conocidas como nazis y antisemitas que han cometido acciones de incitación y han publicado material de ese tipo, continúan actuando y no se les aplica la prohibición". El objetivo es que el ministro informe a su gobierno sobre la preocupación de la opinión pública en las capitales aunque, en esta etapa, sin despertar sospechas de que son acusados y se sospecha que son antisemitas. Archivo de los autores.

46 El general Harguindeguy fue acusado de delitos de lesa humanidad y fue indultado por el gobierno de Carlos S. Menem, aunque algunos años después el indulto fue revocado. Véase Clarín, 4.9.2006.

47 Nissim Elnecavé, ‘Timerman: el abuso del argumento del antisemitismo', La Prensa, 14.10.1979, p. 10.

48 Gabriela Lotersztain, Los judíos bajo el terror, p. 283.

49 Schmorack al Ministerio, "Confidencial", 14.5.1980. Archivo de los autores.

50 Shmorack al Ministerio, "Secreto, 2.6.1980. Archivo de los autores.

51 Mario Sagui, Departamento de América Latina 2, a Shmuel Hadas, Director de Esclarecimiento del Ministerio, 9.6.1980. Archivo de los autores.

52 Shmorack al Ministerio, 24.6.1981. Archivo de los autores.

53 Menajem Carmi, Director del Departamento de América Latina 2 al Jefe de Gabinete del Ministro, "Previo a un encuentro del Ministro con el embajador de la Argentina", 23.8.1981. Archivo de los autores.

54 Héctor Timerman, ‘Israel, la dictadura y los consejos de Avivi', Página12, 30.7.2001.

55 Ibíd.

56 Jacobo Timerman, ‘The Silence of the Jews', Harper's Magazine, Noviembre 1981, pp. 20-23.

57 En el curso de una visita a Estados Unidos, Timerman declaró que "una diplomacia muda es un simulacro y una diplomacia silenciosa es una rendición". Véase John M. Goshko, ‘Argentinean Visits Lefever Hearing, Criticizes "Quiet Diplomacy"', The Washington Post, 20.5.1981, A3.

58 Mochkofsky, Timerman, p. 394.

59 Así lo declaró ya a fines de 1977 el embajador Ram Nirgad. Ver Marcel Zohar, ‘Desde que asumió la junta militar al poder, mejoraron las relaciones Israel-Argentina', Iediot Ajaronot, 16.11.1977. Véase también ‘El embajador de Israel: La Argentina y su gobierno no son antisemitas', Maariv, 24.5.1978.

60 Davar, 26.5.1980.

61 Haaretz, 5.6.1981.

62 Maariv, 17.6.1981.

63 Haaretz, 15.1.1982.

64 Yoav Karni, "El caso Timerman: el complot del silencio" (en hebreo), Bashaar, No. 3 (155), septiembre 1981, p. 7.

65 Jacobo Timerman, The Longest War: Israel in Lebanon. New York, Knopf , 1982.

66 Mochkofsky, Timerman, p. 424.

67 Haolam Hazé, Núm. 2364, 22.12.1982.

68 "Israel: Timerman's Angry Dissent", Newsweek, 20.12.1982, p. 14.

69 "Dany Timerman sentenciado a 28 días de prisión por negarse a servir en Líbano" (en hebreo), Haaretz, 5.10.1982.

70 Amós Eilón, "Argentina" (en hebreo), Koteret Rashit, 8.10.1986, p. 29.

71 Ibidem, pp. 29, 31.

72 "Soy la conciencia de los países" (en hebreo), Haaretz, 15.2.1984.

73 Mochkofsky, Timerman, p. 472.

74 Luis Roniger and Deby Babis, "Latin American Israelis: The Collective Identity of an Invisible Community," en Identities in an Era of Globalization and Multiculturalism: Latin America in the Jewish World, ed. Judit Bokser Liwerant et al., 297-320.

75 Véase, por ejemplo, los artículos ya mencionados de L. Roniger y M. Sznajder y de R. Rein y E. Davidi.

76 Raanan Rein, Argentine Jews or Jewish Argentines? Essays on History, Ethnicity and Diaspora, Brill, Boston 2010.

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