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Temas medievales

versión impresa ISSN 0327-5094versión On-line ISSN 1850-2628

Temas mediev. v.17  Buenos Aires ene./dic. 2009

 

NOTAS CRÍTICAS

Mckitterick, Rosamond, Charlemagne. The Formation of a European Identity, Cambridge, Cambridge University Press, 2008, 460 pp.

Rosamond McKitterick, profesora de Historia Medieval en la Universidad de Cambridge, nos ofrece, una vez más, todo su conocimiento acerca de la sociedad, la cultura y la política en el reino de los francos durante los siglos VIII y IX. Sin lugar a dudas, Charlemagne. The Formation of a European Identity es un libro clave para todo aquel que tenga interés en el período carolingio, dado que McKitterick reexamina, a través de un estudio crítico y renovado de las principales fuentes del período y de las obras sobre el tema, algunas de las más importantes cuestiones abordadas por la historiografía dedicada a Carlomagno y a su Imperio.
Al contrario de lo que podríamos prever con la sola lectura del título, el libro de McKitterick no es una más de las ya tradicionales biografías sobre el rey de los francos. En esta obra, el protagonista deja de ser Carlomagno y pasa a ser el mundo carolingio en su totalidad y complejidad, entendido como el escenario fundamental en la formación de una identidad política europea. Los alcances de la obra son precisados por la misma autora en el prefacio, cuando afirma que el grado en el que Carlomagno y los francos utilizaron elementos del pasado para dar forma a sus asuntos contemporáneos, para incrementar su sentido de identidad o para desarrollar sus propios objetivos políticos, conforman la base conceptual de este libro.
La obra, dividida en cinco capítulos, contiene un prefacio, un listado de abreviaturas, mapas y cuadros, al igual que un exhaustivo anexo bibliográfico y de manuscritos que, junto al índice onomástico, se encuentran al final.
En el primer capítulo, McKitterick se dedica a analizar las variadas representaciones que, desde su muerte, convirtieron a Carlomagno en uno de los grandes gobernantes de la historia europea. Así, repasa algunos de los principales elementos constitutivos del estereotipo creado en torno a la figura del rey de los francos entre los que se destacan su carácter de invencible guerrero, protector de la Cristiandad y gran promotor de las artes y las letras. Asimismo, afirma que su coronación imperial en la Navidad del 800 ofreció tanto un posible fundamento ideológico para posteriores ambiciones imperiales – entre los gobernantes de la Europa occidental en el período medieval al igual que en el moderno– como un vínculo entre los mundos romano y germánico. A su vez, sostiene que, en las últimas décadas, Carlomagno consiguió prestigio como símbolo de la unidad y la integración de Europa y que, aún hoy, en Francia, Alemania y Bélgica, el arquetipo del emperador cristiano, poderoso conquistador y promotor del conocimiento sirve como dador de identidad en el período medieval al igual que en el moderno– como un vínculo entre los mundos romano y germánico. A su vez, sostiene que, en las últimas décadas, Carlomagno consiguió prestigio como símbolo de la unidad y la integración de Europa y que, aún hoy, en Francia, Alemania y Bélgica, el arquetipo del emperador cristiano, poderoso conquistador y promotor del conocimiento sirve como dador de identidad nacional. Su canonización y la creación de fiestas en su honor, junto con la gran cantidad de poemas épicos, estatuas y pinturas que lo tienen como protagonista, evidencian la conversión de Carlomagno en un modelo político que conserva su éxito aún en la actualidad.
La mayor parte de este capítulo está dedicada a analizar aquellas narrativas del siglo IX consagradas a la figura de Carlomagno las cuales, según la autora, representan un papel fundamental en la posterior configuración de una imagen estereotipada del rey de los francos. En consecuencia, examina la Vita Karoli de Eginardo, la Gesta Hludowici imperatoris del Astrónomo, los Annales de gestis Caroli: magni imperatoris escritos por un poeta anónimo de origen sajón, los Annales regni francorum y su versión revisada y la colección de cartas de la abadía de Saint Denis, e intenta dar cuenta de la forma en que cada uno de estos textos contribuyó en la formación de las representaciones de Carlomagno.
El capítulo segundo tiene como tema principal la dinastía carolingia, por lo que la autora analiza la caída de los reyes merovingios y el ascenso de los mayordomos de palacio junto con el cambio dinástico y la importancia de la legitimidad papal en el mismo. Asimismo, McKitterick describe la familia de Carlomagno, las diferentes mujeres y concubinas del rey y los hijos que tuvo con ellas, lo cual se vuelve central a la hora de explicar la sucesión y los problemas que implicó la dignidad imperial para ésta.
La ampliación del reino gracias a la conquista y anexión de pueblos y territorios es otra de las cuestiones estudiadas en este segundo capítulo, en el que McKitterick examina las particularidades de la expansión sobre Sajonia, la Italia lombarda y Baviera, al mismo tiempo que analiza el contacto y la influencia política lograda, durante el reinado de Carlomagno, sobre daneses, eslavos, bretones, ávaros, musulmanes, visigodos y vascos.
La corte real es el título y el tema central abordado en el capítulo III. Las características distintivas de lo que McKitterick denomina la "topografía del poder carolingio" son en este caso comparadas con la centralización administrativa propia del Imperio romano. La autora describe la corte real, examinando las imágenes que los contemporáneos, en particular los intelectuales y poetas colaboradores del rey, tenían de ella, junto con las referencias presentes en algunas capitulares y otros documentos administrativos. El papel desempeñado por la corte real y su importancia en el gobierno carolingio, así como la supuesta itinerancia del rey y su corte son discutidos en esta sección, junto con la cuestión de la preeminencia de Aquisgrán en la red de palacios y centros de poder propia del reino franco.
En este apartado, analiza con profundidad los itinerarios de viaje del rey y su corte, por medio de un minucioso estudio de la diplomacia carolingia y de los documentos que ésta formula. Este detallado examen le permite discutir la tradicional noción de una corte completamente itinerante y afirmar que, si bien las fuentes muestran que el rey viajaba con un pequeño grupo de personas, la itinerancia, con su énfasis en la presencia física del soberano para la resolución de problemas, no fue el método de gobierno fundamental del Imperio carolingio.
El capítulo IV está dedicado al análisis de las comunicaciones entre el rey y el reino y a la importancia de éstas en la administración y el gobierno del, cada vez más extenso, territorio que se encontraba bajo control franco. Las capitulares, los missi dominici y las asambleas fueron, según la autora, los principales medios de comunicación entre Carlomagno y su pueblo.
La necesidad de controlar y administrar un territorio cada vez mayor, junto con la importancia que, durante el reinado de Carlomagno, tuvieron las relaciones con otros pueblos independientes condujeron, para la autora, al surgimiento de una red de comunicación oral y escrita y a la creación de una diplomacia como parte del programa imperial del gobierno carolingio.
El último capítulo, titulado "Correctio, conocimiento y poder", centra su atención en la "topografía sagrada" del reino franco, en la importancia de la Iglesia católica y del papado en la legitimación, consolidación y gobierno del imperio carolingio y en la reforma eclesiástica llevada a cabo por Carlomagno y su corte. Las particularidades de la Iglesia franca, la característica integración entre lo secular y lo religioso en el mundo carolingio, la figura de Carlomagno como el defensor de la ortodoxia y su intervención en sínodos y decisiones doctrinales, junto con la cuestión de la evangelización de Sajonia y Frisia y las correcciones de la liturgia y del latín, son algunas de las más importantes cuestiones tratadas en esta parte de la obra. El llamado renacimiento carolingio y su política de difusión de la cultura y la enseñanza son considerados, por la autora, parte de este programa de reforma religiosa y de expansión de la cultura cristiana.
La importancia que el reinado de Carlomagno adquiere como etapa formativa de la identidad europea y la gran cantidad de fuentes primarias y secundarias que tenemos para reconstruirlo, lo convierten en un tema de difícil abordaje. La obra de Rosamond McKitterick logra reexaminar y discutir, gracias a un estudio crítico y exhaustivo de las fuentes, algunos de los argumentos más tradicionales y generalizados sobre el período. Sus conclusiones modifican nuestro entendimiento sobre el desarrollo del imperio y nos alertan acerca de la centralidad de los siglos VIII y IX en la conformación de nuevas identidades surgidas del derrumbe del Imperio romano, sin dejar por eso de ofrecernos una interesante y accesible narrativa. Sus contribuciones a la historia europea medieval, junto con su estructura organizativa caracterizada por la inclusión de mapas, tablas, árboles genealógicos y una división de los capítulos en secciones dedicadas a temas particulares, hacen de esta obra una herramienta de consulta fundamental para todo aquel interesado en la historia social, intelectual, política y cultural del período altomedieval.

Micaela Iturralde

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