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Prohistoria

versión On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.16  Rosario jul./dic. 2011

 

POLÍTICAS DE LA HISTORIA

La heterogeneidad de lo político
Continuidades y discontinuidades entre el Fordismo y el Neoliberalismo

 

Frances Fox Piven,
Traducción: Cecilia M. Pascual

City University of New York, EEUU
fpiven@hotmail.com

 

Los académicos tenemos tendencia a inventar nuevos términos. Uno de los favoritos del momento, especialmente entre la izquierda, es el de neoliberalismo. El neoliberalismo sigue siendo capitalismo, pero de un nuevo tipo, impulsado por una nueva lógica. Si en virtud de un régimen fordista los mercados son regulados por el Estado, bajo el neoliberalismo, los agentes del mercado han colonizado al Estado y el proyecto de expandir los mercados y el aumento de las ganancias a expensas de los grupos subalternos ha devenido en autoridad dentro del Estado. En otras palabras, el neoliberalismo significa que la política y el Estado se han convertido en los instrumentos más importantes del sistema capitalista secular de dominación de clase. Las políticas que lo hacen posible implican el desmantelamiento del anterior modelo fordista de regulación de las empresas, incluidos los reglamentos de trabajo, así como la privatización y mercantilización de grandes sectores de la actividad estatal, modificaciones en la carga de impuestos en los negocios para el público en general, y el uso de la fuerza militar imperial para extraer los recursos naturales de países ubicados en el hemisferio sur, mientras se opera la apertura de sus mercados y la explotación de su fuerza de trabajo. En suma, el neoliberalismo es un nuevo proyecto político para aumentar el poder y la riqueza capitalista.
La mayoría de nosotros estamos de acuerdo con la definición de esta fase actual del desarrollo capitalista. También hay acuerdo general acerca de la evolución económica y política que condujo a esta nueva etapa. Suelen señalarse dos fuentes de tensión o de crisis en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar, se estaba intensificando la competencia entre capitales nacionales y, también, la expansión europea, japonesa y occidental estaba desafiando la lógica del mercado de las corporaciones estadounidenses. En segundo lugar, el crecimiento del poder obrero y otros grupos subalternos en la década de 1920, que se inició en Estados Unidos con los movimientos de protesta de la Gran Depresión hasta la década de 1960s., condujo a la ampliación del gasto social, el mejoramiento salarial y una mayor regulación de los negocios que a veces denominamos "paquete social post Segunda Guerra Mundial". Estas victorias generaron una presión adicional sobre los márgenes de ganancia a través del trabajo y el aumento de los costes de producción y el acrecentamiento de los impuestos. La evolución gemela de la creciente competencia y la presión sobre los beneficios impuestos sobre el Estado fordista llegó a un punto álgido en la década de 1970, al igual que los movimientos que habían alimentado la fuerza de trabajo disminuida. El momento era adecuado a la movilización política del capital para hacer retroceder los costos asociados con la regulación, el gasto social y las ganancias de la fuerza de trabajo.
Todo parece claro. Sin embargo ¿Cómo esta lógica general puede explicar la evolución política en particular? En Castigar a los pobres..., Wacquant también caracteriza al neoliberalismo como un proyecto político transnacional llevado adelante por una clase dominante global emergente.1 Sin embargo, Wacquant no se preocupa tanto de explicar el neoliberalismo en su conjunto, sino en sus nuevas formas de control asumidas por el Estado social sobre los pobres producidos por su lógica depredadora. Aunque no siempre es claro con respecto a este punto, Wacquant está hablando realmente de los Estados Unidos, donde ha desarrollado gran parte de su trabajo en las últimas dos décadas.2 Desde los desarrollos en Norte América, que señalan el cambio de la welfare o las políticas workfare y la vasta expansión del sistema penal, el autor piensa que están estrechamente vinculados y que representan "...una innovación institucional sin precedentes..." en respuesta a las nuevas exigencias generadas por el neoliberalismo.3
Específicamente, Wacquant sostiene que la lógica del neoliberalismo exige nuevas políticas para enfrentar los trastornos generados por la desregulación del mercado de trabajo en los tramos inferiores de la sociedad. En un lenguaje ligeramente diferente, las nuevas políticas son funcionales para el régimen neoliberal. En un plano más general no estoy en desacuerdo con Wacquant. El workfare y el sistema penal son desarrollos políticos importantes y están conectados a los cambios contemporáneos de las economías capitalistas que definimos como neoliberales y en particular a los cambios en los mercados de trabajo contemporáneos. No obstante este amplio acuerdo, creo que el análisis de Wacquant no es del todo satisfactorio por dos razones. Por un lado, creo que existen continuidades importantes entre el fordismo y el capitalismo neoliberal, que hay continuidades en las políticas que generó él primero, por tanto Wacquant subestimaría esas continuidades. En segundo lugar, y más importante, aunque creo que es un buen argumento señalar que el workfare es "funcional", ya que refuerza los salarios bajos y la precarización laboral, no considero que sea un argumento convincente señalar que el sistema penal congestionado de Estados Unidos, denominado por Wacquant "el sactum del Leviatán neoliberal" y "órgano central del Estado",4 sea absolutamente funcional. En general, la tendencia a considerar las innovaciones políticas como funcionales para un régimen determinado puede ser peligrosa, porque oblitera la posibilidad de pensar las oposiciones y resistencias que estas políticas pueden generar.
En primer lugar: ¿qué tan nuevo es el workfare americano? Wacquant se basa en la distinción de Bourdieu entre el brazo izquierdo y el brazo derecho, es decir las políticas derivadas de lo "materno" del cuidado del Estado de bienestar y las funciones de la política coercitiva y el control del Estado. Sin embargo, si los Estados Unidos son su modelo, cabe señalar que las políticas de bienestar y las de nutrición de los pobres han sido siempre poco desarrolladas. Es cierto que la política de bienestar en EEUU durante los años de 1990s. se reorganizó con énfasis en el reforzamiento del trabajo. Pero el objetivo principal del programa siempre ha apuntado hacia el trabajo, realizado a cambio de tan bajos como lastimosos beneficios (que varían según el lugar, pero siempre están por debajo de los ingresos de los trabajadores de bajos salarios), los criterios de elegibilidad restrictivos y el trato humillante a los que lograron superar los obstáculos para convertirse en beneficiarios. Para asegurarnos, señalo que bajo la presión de los movimientos de protesta de la década de 1960, se liberalizó el acceso y se introdujeron nuevos programas de beneficios. Sin embargo, el período de liberación fue de corta duración. Una vez que disminuyeron las protestas en la década de 1970, el valor real de las prestaciones sociales inició un descenso constante. Cuando el welfare fue "reformado", hacia 1996, en nombre del trabajo y la responsabilidad personal, los beneficios promedios fueron de menos de 400 dólares al mes por familia. Wacquant5 señala que la reforma sustituye el derecho de los niños indigentes a la ayuda social por la obligación de sus padres al trabajo luego de dos años y se somete a los beneficiarios a prácticas intrusivas de control estricto de la conducta. Sin embargo contrariamente a las afirmaciones de Wacquant, estas características del programa no eran nuevas. Los niños indigentes nunca tuvieron derecho a la ayuda estatal, sus padres siempre habían estado sujetos a requisitos laborales y al monitoreo de su conducta, características constantes del sistema de welfare. De hecho, el Congreso exigió, ya en 1917, a los Estados realizar capacitación o formación laboral para las madres que se beneficiaran con el welfare, así como la expansión de las listas de asistencia social en respuesta a la expansión del gueto.6
El elemento novedoso de la reforma de 1996 no fue su aplicación sino su revitalización administrativa, cambio que se justifica por el movimiento amplio de mujeres al interior de la fuerza de trabajo. Gran parte de la ley de 1996 estaba dirigida a la estructura de incentivos del programa y tuvo el efecto de aumentar las presiones sobre los gobiernos estatales y sobre las administraciones locales para recurrir a sanciones con el fin de hacer cumplir el trabajo asalariado o por lo menos las rutinas de trabajo. Esto significa que los papeles de protección cultural y política de género han permitido que las mujeres de clase baja que son madres fueran despojadas. Sin duda, las mujeres de clase baja y en especial las negras siempre habían sido trabajadoras. Sin embargo las ideas dominantes acerca de las obligaciones de las madres que habían justificado el poco apoyo otorgado por el sistema de bienestar eran ahora desacreditadas.7
La expansión del sistema penal que acompañó al workfare es más importante en el argumento de Wacquant respecto de la aparición de un nuevo arte de gobernar en respuesta a los imperativos neoliberales. "La pobreza del estado social", escribe "en el contexto de la desregulación provoca y exige la grandeur del Estado Penal".8 La expansión del Estado Penal iniciada en la década de 1970 ha sido realmente enorme y horrible, no sólo porque millones de hombres jóvenes han sido encarcelados sino también porque una vez etiquetados como criminales están permanentemente estigmatizados y consignados a la economía de la calle. Wacquant observa a la cárcel como una estructura análoga al Gueto, que también almacena y margina a las poblaciones. Y él piensa que esto es impulsado por la lógica política del neoliberalismo, a saber la construcción de un "post-keynesianismo", "paternalismo liberal", orientado a generar un Estado adecuado para iniciar el trabajo asalariado desocializado y propagar la responsabilidad individual.9
Mucho de lo que Wacquant dice sobre el sistema penal es cierto. Es indisimulable el tratamiento que prodiga a millones de personas, la mayoría de ellos pobres.10 Es muy costoso, y se absorben cada vez más grandes cantidades del presupuesto público. Además, la expansión del sistema ha sido rápida y precipitada. Sin embargo, me pregunto acerca de su lógica política. ¿Hay una lógica unitaria impulsando la expansión del sistema penal? ¿Esta lógica refleja los imperativos del neoliberalismo? En término sistémicos ¿Es absolutamente lógico el encarcelamiento masivo?
Creo que un buen ejemplo puede mostrar las lógicas diferentes que han impulsado la expansión de la prisión desde el último cuarto de siglo XX. Gran parte del combustible que alimenta la unidad de las leyes de drogas duras, la detención obligatoria y la construcción de prisiones ha sido generado por la política electoral y en particular por la "estrategia sureña", y especialmente del llamado republicano a los estadounidenses para satanizar a los afroamericanos con el fin de atraer votantes blancos fuera del Partido demócrata con que los negros eran asociados. Algunas de estas cuestiones se juegan en el nivel nacional y fue evidente en la legislación y las iniciativas de orden del gobierno de Nixon. También tuvo sus inflexiones en los demócratas, ya que fracasaron en las estrategias electorales para evitar el salto. Fue Bill Clinton, después de todo quien utilizo en 1994 al Estado de la Unión para anunciar su apoyo a "tres golpes y estas afuera" [three strikes and you're out], una legislación que condena a los delincuentes reincidentes, incluidos los no violentos, y que a continuación dio su apoyo a las políticas de Lucha contra Delitos Violentos y la Aplicación de la Ley.11 Por otra parte, el uso electoral de la delincuencia y el castigo no se limita a la política nacional. Las cárceles del Estado están creciendo mucho más rápido en tanto los candidatos a gobernador saltan a la palestra tratando de aprovecharse de la reacción política fomentada por las carreras nacionales, haciendo promesas de campaña acerca de las iniciativas de dureza contra la delincuencia y los proyectos para la construcción de cárceles. De hecho, sin el combustible de la competencia electoral organizada en torno a la reacción es difícil imaginar que el encarcelamiento se haya disparado tanto como ha ocurrido.
 No se trata solamente de la competencia electoral. Al igual que el complejo militar-industrial, una vez en marcha la expansión carcelaria, se crearon intereses cada vez más influyentes en la política estatal. Las comunidades locales tenían una participación en el complejo carcelario-industrial como fuente de empleo y de empresas locales. Cuando la Sociedad Correccional creció se convirtió en grupo de presión eficaz para el complejo industrial creciente de las prisiones. Y con la subcontratación de prisiones vinieron las empresas privadas.
También hay que preguntarse sobre el papel de las personas que fueron objeto de control penal. Eran sólo objetos estúpidos del control penal o también fueron actores en el drama. Wacquant parece confuso al abordar este tema. Por un lado, ve a la penalización como una reacción al movimiento de derechos civiles y los disturbios en el gueto de mediados de la década de 1960 ¿Significa esto que la minoría de pobres es realmente un sujeto políticamente activo? No estoy segura, porque también los atributos del movimiento y los disturbios del desplome del aparato institucional están "...anclados en la jerarquización etnoracial de Estados Unidos de la época fordista...",12 en otras palabras en el colapso de un sistema de control social. Por otra parte, ¿qué pasa con la posibilidad de que no solamente los movimientos y revueltas sino, también, la delincuencia callejera y el consumo de drogas fueron cometidos sujetos humanos pensantes? Wacquant tiene alguna dificultad para argumentar que no habría ninguna conexión entre la delincuencia y el aumento de la penalidad en EEUU, pero con respecto a Brasil lo piensa de otra manera. Aquí se ramifican la violencia criminal (alimentada por la desigualdad extrema y la pobreza de masas), la clase y la discriminación de color en el proceso judicial, la brutalidad policial sin control y las condiciones catastróficas y caóticas del sistema carcelario. Esto es de hecho parte del proceso para desarrollar el Estado con procedimientos penales.13
Menos convincente para mi es el argumento de que el encarcelamiento masivo es impulsado por la lógica del neoliberalismo, de hecho es parte de lo que constituye el neoliberalismo. El sistema penal en el argumento de Wacquant14 funciona como workfare para empujar a su clientela en los segmentos periféricos del mercado de trabajo poco calificado. (Re)generando continuamente un gran volumen de trabajadores marginales que pueden ser explotados a voluntad. Pero, ¿la evidencia que tenemos sobre las consecuencias reales de encarcelamiento resiste esta explicación? Al margen de los presupuestos sobre el mando que el sistema penal tendría respecto a los programas de capacitación, ¿son las personas y el trabajo perdido resultado de la encarcelación en masa funcional para los mercados laborales neoliberales? De hecho, un registro carcelario apenas equipara a los liberados para el trabajo asalariado desocializado o de otro tipo. Un tercio de los presos liberados son reencarcelados en un plazo de seis meses y casi la mitad en un año,15 y muchos más terminan en las calles viviendo una vida como la descrita por Douglas Glasgow:
"Estar en ruinas, jodido, robando, peleando, vagando, una pelea, una teta, algo de tiempo, sin trabajo, la pérdida de un trabajo, un trabajo mal pago, una mujer, un bebé, sin dinero, algo de vino, algo de hierba, una pastilla, sin viaje, perdido el orgullo, un hombre cayendo, deslizándose rápido, no ve hacia donde, yo he intentado a punto de morir, estar listo para casi cualquier cosa."16
No es sencillo revertir estas consecuencias. No sólo para las personas que las sufren directamente sino para las nuevas generaciones nacidas en familias desmembradas y en comunidades despedazadas que las cárceles contribuyen a crear. Por lo tanto es difícil para mí ver una lógica sistémica o funcional en el encarcelamiento masivo.17 Pero entonces nos estamos dando cuenta de que muchas otras disposiciones institucionales creadas bajo el neoliberalismo también fueron salvajemente irracionales. La gran pregunta importante es si seremos capaces de aprovechar las nuevas oportunidades políticas del caos resultante.

Notas

1. WACQUANT, Loïc "Theoretical Coda:", en Punishing the Poor, Durham, NC, Duke University Press, 2009, p. 291. [trad. cast. "Coda Teórica un esbozo del Estado Neoliberal", en  Castigar a los pobres, Gedisa, Barcelona, 2010, pp. 407-442.         [ Links ]

2. Aunque esto no está del todo claro. Sus referencias empíricas son sobre todo a los EEUU, pero también Wacquant observa a EEUU como un pionero, cuyo modelo está siendo adoptado en otros lugares. WACQUANT, Loïc "Ordering Insecurity: Social Polarization and the Punitive Upsurge", Radical Philosophy Review, núm. 11, vol. 1, 2008, pp. 9-27.         [ Links ]

3. WACQUANT, Loïc "Theoretical coda"..., cit., p. 306.

4. WACQUANT, Loïc "Theoretical coda"..., cit., p. 304.

5. WACQUANT, Loïc "The Place of the Prison in the New Government of Poverty", en FRAMPTON, Mary Louise; LOPEZ, Ian Haney y SIMON, Jonathan (eds.) After the War on Crime: Race, Democracy, and a New Reconstruction, New York University Press, New York, 2008, pp. 28.         [ Links ]

6. PIVEN, Frances y CLOWARD, Richard Regulating the Poor: The Functions of Public Welfare, Pantheon Books, New York, 1971, p. 344.         [ Links ]

7. Sobre este punto, y en particular sobre el papel que tuvo la segunda ola de feminismo para justificar este cambio, ver FRASER, Nancy "Feminism, Capitalism, and the Cunning of History", en New Left Review, núm. 6, marzo-abril, 2009, pp. 97-118.         [ Links ]

8. WACQUANT, Loïc "Ordering Insecurity...", cit., p. 27.

9. WACQUANT, Loïc "Ordering Insecurity...", cit., p. 27.

10. Mientras que la tasa de encarcelamiento aumentó en todos los grupos demográficos a finales del siglo XX, lo hizo en espiral entre las minorías. Timothy Black informa que en 2003, 81 mujeres de raza blanca de cada 100.000 fueron encarceladas, en comparación con las 359 mujeres negras, 717 blancos por cada 100.000 en comparación con 4919 hombres negros y 1717 hombres latinos. Cfr. BLACK, Timothy When a Heart Turns Rock Solid, Pantheon Books, New York, 2009, pp. 218-219.         [ Links ]

11. BLACK, Timothy When a Heart..., cit., p. 217.

12. WACQUANT, Loïc "The Place...", cit., p. 1.

13. WACQUANT, Loïc "The Militarization of Urban Marginality: Lessons from the razilianMetropolis", en International Political Sociology, núms. 1-2, invierno, 2008, pp. 56-74.         [ Links ]

14. WACQUANT, Loïc "Ordering Insecurity...", cit., pp. 25-26.

15. BLACK, Timothy When a Heart..., cit., p. 268.

16. GLASGOW, Douglas The Black Underclass: Poverty, Unemployment, and Entrapment of Ghetto Life, Jossey-Bass, San Francisco CA, 1980, p. 104.         [ Links ]

17. Para ser justos debo señalar que Wacquant descarta vigorosamente lo que llama el "hiperdeterminismo estructural" de las explicaciones funcionalistas, a favor de: "...una áspera funcionalidad posthoc surgida de la mezcla de un intento de política inicial, un ajuste burocrático secuencial, un ensayo y error político y una búsqueda de ganancias electorales en el punto de confluencia de tres corrientes relativamente autónomas de medidas públicas sobre el mercado del empleo no cualificado, la ayuda pública y la justicia penal." WACQUANT, Loïc Castigar a los pobres..., cit., p. 388.

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