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Prohistoria

versión On-line ISSN 1851-9504

Prohistoria vol.15  Rosario ene./jun. 2011

 

RESEÑAS

Kershaw, Ian Hitler, los Alemanes y la Solución Final, La Esfera de los Libros, Madrid, 2009, 608 pp. ISBN 978-84-9734-834-8.

 

Gracias a una extensa producción que conjuga un riguroso trabajo de investigación histórica con una preocupación por la discusión historiográfica, Ian Kershaw es considerado actualmente uno de los más destacados especialistas en la historia del Tercer Reich. Muchas de sus obras, entre las que se encuentra una de las más relevantes biografías de Hitler (en dos tomos, cuya versión original es de 1998 y 2000) y textos recientes sobre la Segunda Guerra Mundial, como Decisiones trascendentales (2007) y las relaciones entre Inglaterra y Alemania previas a la guerra, en Un amigo de Hitler (2005), por fortuna han sido traducidas rápidamente al castellano, demostrando el creciente interés que despiertan sus intervenciones en el público especializado. La misma suerte ha corrido su último libro, Hitler, Los Alemanes y La Solución Final, que compila una importante cantidad de artículos (algunos inéditos) sobre la historia del Tercer Reich. Estos catorce artículos, escritos en diferentes momentos, se agrupan en tres bloques temáticos: "Hitler y la Solución Final", "La opinión popular y los judíos en la Alemania nazi", y "La Solución Final en la historiografía". A esto precede una larga introducción, que otorga unidad y coherencia a la selección, explicando los objetivos del libro, además de una reflexión sobre el desarrollo intelectual y los cambios en los puntos de vista del propio autor. De hecho, la organización del texto permite tanto una lectura temática como cronológica.
Se trata por tanto de un trabajo que agrupa diversos textos que examinan el problema del Holocausto, haciendo especial hincapié en las características del régimen y del tipo de liderazgo político que lo sustentaron, así como en los rasgos de la legitimación popular y responsabilidad del "alemán de a pie". Se recuperan en esta línea capítulos e hipótesis centrales de algunos de sus más relevantes trabajos anteriores, como Popular Opinion and Political Dissent in the Third Reich (1983), La dictadura nazi (1985) y El mito de Hitler (1987) ―estos dos últimos traducidos al castellano― en los cuales el autor había tratado tales temas, incorporándole una profunda reflexión sobre los debates de la historiografía acerca de la Solución Final, y los cambios de perspectiva en las investigaciones.
Retomando la hipótesis central planteada en El mito de Hitler, el autor aplica la categoría de "autoridad carismática" de Max Weber para analizar el rol jugado por Hitler en el régimen nazi y en la Solución Final, interviniendo de esta forma en el debate historiográfico entre intencionalistas y funcionalistas, que marcan dos interpretaciones polares al respecto. Si para los primeros resulta fundamental la ideología racial nazi y una estructura de carácter vertical en la toma de decisiones (Hitler se convierte de esta forma en primer responsable del derrotero genocida del régimen, y esto predeterminado de alguna manera incluso con anterioridad a su ascenso al poder, ya que se trataba de un programa contenido ejemplarmente en Mi lucha), los estructuralistas o funcionalistas plantean, por el contrario, que existe una lógica sistémica de conflicto interno por los espacios de poder y de creciente radicalización, que llevaría a la Solución Final de una manera que desde ningún punto de vista fue planificada desde el principio. Frente a estas dos posturas (que conforman un amplio espectro con muchísimos matices intermedios) Kershaw se acerca mucho más a la estructuralista, pero enfatizando el rol indispensable de Hitler, sin el cual la creación de un programa de exterminio físico de los judíos hubiera sido impensable. El análisis del autor incorpora, de esta manera, en la lógica estructural el liderazgo carismático, dentro de un régimen en el cual se desencadenó una dialéctica de radicalización en la política antijudía que, junto a una multitud de determinantes, conformarían un camino no preestablecido al Holocausto. Es en esta compleja trama donde, según el autor, resulta fundamental establecer si existió una orden de parte de Hitler para implementar la Solución Final, (y si esta orden fue verbal o escrita, en que fecha exacta fue impartida, etc.). Sin embargo, Kershaw sostiene que, ante las lagunas de las fuentes disponibles, es preciso asumir la imposibilidad de responder a estas preguntas en forma certera, proponiéndose por tanto, una interpretación plausible, basada en un equilibro de probabilidades no demostrables documentalmente. 
El segundo eje del libro, la opinión popular y los judíos en la Alemania nazi, desarrolla uno de los temas que cruza toda la obra de Kershaw sobre el régimen: ¿cuál fue el nivel de conocimiento y la reacción de los no judíos frente a lo que les estaba sucediendo a los judíos?, ¿cómo se puede comprender y analizar históricamente la reacción (o la falta de la misma) del "alemán de a pie" frente al Holocausto, sin que de ello resulte un análisis de algún modo exculpatorio sobre sus responsabilidades? Si bien los cinco artículos que abordan este tema pueden resultar algo repetitivos, es de destacar uno de los aspectos teóricos centrales, sobre el que el autor no ahonda demasiado: la categoría del "día a día" y lo "excepcional" que toma de Max Weber -nuevamente-, para poder analizar la doble faz de la opinión popular, la de disenso y el consenso con el régimen, y el lugar que tenía la "cuestión judía" en las preocupaciones de los alemanes. El último artículo, "La opinión popular alemana y la cuestión judía, 1939-1943: algunas reflexiones más", resume su interpretación al respecto, según la cual la categoría de  "indiferencia" representa la actitud general, actitud que tuvo como consecuencia una ausencia de impedimentos a las acciones genocidas del régimen. Estas reflexiones, por otra parte, son producto de una polémica con el historiador checo Otto Dov Kulka y el historiador de Standford Aaron Rodrigue, quienes trabajando con las mismas fuentes que Kershaw, proponen la caracterización de "complicidad pasiva" sobre la de "indiferencia", ya que esta última les resulta insuficiente y poco concreta. En respuesta, y aún admitiendo su coincidencia con diversos aspectos de la propuesta de estos autores, Kershaw rechaza esta visión sobre una complicidad generalizada debido a que implicaría un juicio moral normativo. De gran relevancia resultan además sus propuestas respecto a una periodización de los vaivenes en la opinión popular sobre la política del régimen frente a los judíos, que interpreta en términos de un  paulatino proceso de despersonalización que llevó a la indiferencia, y donde en todo caso la cuestión judía ocupó un papel marginal en las consideraciones de la gente corriente. Finalmente, destaca la insuficiencia de las fuentes, y sobre todo las dificultades para evaluar cuantitativamente las actitudes de la población.
Esta discusión ejemplifica el carácter sumamente controversial de un sinnúmero de aspectos, cuestión que precisamente abordan los capítulos de la tercera parte del libro, "La Solución Final en la historiografía". En este conjunto de textos se destacan el amplio conocimiento y clara exposición de Kershaw a propósito de los cambios en los intereses y abordajes, así como los principales debates y discusiones entre los investigadores del Holocausto. En todos los casos, además de su capacidad para presentar con amenidad y precisión una diversidad de enfoques, el autor se posiciona críticamente analizando los puntos fuertes y débiles de cada argumento, teniendo siempre presente los límites del historiador frente a las fuentes, y explicitando su propio tratamiento de las mismas. No están ausentes en esta parte, ni la "disputa de los historiadores" (Historikerstreit), ni el debate Goldhagen, además de las reflexiones sobre la renovación generacional en Alemania y la unificación, que llevaron a importantes cambios de perspectiva en la investigación. Especialmente relevante resulta su intervención en torno al problema de la historización (o "historificación", según el traductor de esta traducción), polémica desatada a partir de la propuesta de Martin Broszat  de estudiar al nazismo con la misma metodología utilizada para otros momentos históricos, y de incorporarlo a la historia alemana general (en términos de la existencia de ciertas rupturas, pero también continuidades). Esto generó acaloradas críticas sobre el peligro que acarrearía una posible "normalización" del Tercer Reich y el Holocausto. Aquí el autor destaca los logros conseguidos por la historia social en general y la historia de la vida cotidiana en particular respecto al conocimiento sobre diversos aspectos poco trabajados anteriormente, revalorizando la amplitud y profundidad de temáticas que abordaron, y la problematización que plantearon.
Sin dudas, el propio trabajo de investigación de Kershaw puede inscribirse en este último grupo. Su precisión y lucidez en el tratamiento de la historiografía, así como su posicionamiento en relación con las diversas polémicas, son muestra de un notable interés por la reflexión sobre aspectos complejos que el historiador del nazismo y el Holocausto debe afrontar. En relación con esto, uno de los aspectos más destacables de esta compilación tiene que ver con la valentía del autor para plantear ciertos problemas poco discutidos en la historiografía, como la diferencia de perspectiva entre historiadores judíos y no judíos, la preeminencia de los historiadores alemanes en cuanto a marcar la agenda respecto a los temas controversiales, etc., y también para plantearse preguntas que, aún sin producir respuestas concretas, conmueven ciertos tabúes, como lo es la posibilidad de reconocer algún aspecto positivo al Tercer Reich. Se trata, en fin, de un libro que propone, con la erudición y agudeza que caracteriza a toda la obra de Kershaw, una reflexión tan ardua como necesaria. 

Por Griselda Isabel Sotelo (UBA)

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