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Temas medievales

versión impresa ISSN 0327-5094

Temas mediev. vol.18  Buenos Aires ene./dic. 2010

 

NOTAS CRÍTICAS

Jérôme Baschet, La civilización feudal. Europa del año mil a la colonización de América, Fondo de Cultura Económica, 2009 (635 pp.).

Jérôme Baschet escribió su tesis de doctorado acerca de las representaciones medievales del infierno bajo la dirección de Jacques Le Goff. Es maître de conférences en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales desde 1990 y, desde 1997, enseña también en la Universidad Autónoma de Chiapas.
Esta breve presentación del autor es necesaria para contextualizar el libro de Baschet. El objetivo más claro del libro es comprender la conquista de América dentro de la lógica de la sociedad feudal europea. La idea central es que hay una larga Edad Media (en este sentido, el autor es un claro deudor de Le Goff), cuyos límites van del siglo V hasta el XVIII. Sostener esta postura implica ubicar la conquista española y portuguesa del continente americano dentro de la lógica de la expansión feudal y no como producto de una primera modernidad capitalista. Ello explica el carácter en gran medida feudal de la construcción de las aristocracias americanas del periodo colonial.
El autor relativiza y limita los elementos burgueses y modernos que surgen en la Edad Media y considera que no son fundamentales hasta la aparición del capitalismo en la esfera de la producción. En otras palabras, no habría ni verdadera burguesía, ni capitalismo, ni Estado en Europa hasta el desarrollo del capitalismo industrial. Aquellos rasgos que pueden ser considerados síntomas emergentes de la modernidad capitalista durante la Edad Media (o sea, hasta el siglo XVIII), en verdad están integrados a la civilización feudal y no serán determinantes ni en el orden europeo ni en el mundial hasta fines de ese siglo. Esto significa, por ejemplo, que no hay Estados en Europa hasta la caída de las monarquías. Estas no representan la aparición de los primeros Estados sino el último
momento en el desarrollo del feudalismo.
El libro está dividido en dos partes. La primera de ellas está dedicada a la formación y auge de la cristiandad feudal. En primer lugar, el autor busca delimitar el espacio temporal de la Edad Media, cuyo inicio ubica entre 450 y 550 con la decadencia y desaparición de las estructuras romanas tardo-antiguas. Aunque afirma su creencia en una larga Edad Media, por razones de comodidad limita su exposición a los siglos V al XVI (con la conquista de América como principal interés). Señala la supervivencia de la Iglesia como única institución capaz de reivindicar la dirección del Occidente cristiano, pero considera que el periodo alto-medieval no debe ser visto como un momento de decadencia, destrucción y barbarie sino también de creación y aparición de nuevas fuerzas. Luego de su breve descripción de la transición de la Antigüedad a la Alta Edad Media, se sumerge en uno de los temas troncales de los estudios medievales: el surgimiento y crecimiento del orden feudal, los alcances de los lazos vasalláticos y la importancia del surgimiento de los tres órdenes del feudalismo. Otorga justificada centralidad a la función de la Iglesia como pilar fundamental del sistema feudal. Concibe a la cristiandad como un cuerpo social homogéneo, ordenado y guiado por la institución eclesial, que es fundamental en la reproducción de la sociedad y en las relaciones de producción. Esta situación explica, a su vez, la función central de la Iglesia en las sociedades coloniales americanas, que son, en verdad, sociedades feudales tardías y dependientes.
La segunda parte del libro está dedicada a las estructuras fundamentales de la sociedad medieval. Si se puede decir que la primera parte era, ante todo, socio-económica, la segunda tiene un eje mucho más sociocultural. La estructura espacial de la cristiandad se define en la tensión entre el encelulamiento parroquial y la pertenencia a una cristiandad mucho más amplia. Se fija al hombre en un lugar pero, a la vez, se le reconoce la pertenencia a una entidad mayor y se establece una geografía sagrada jerarquizada en la que puede circular y a la que puede pertenecer. La historia del arte medieval es la especialidad de Baschet, quien hace uso de las imágenes para analizar la relación entre los hombres y el mundo. Esto le permite afirmar que uno de los grandes logros de la Iglesia es crear una relación personal entre Dios y el sujeto, lo que lleva a iniciar el proceso de individuación del Occidente cristiano. Pero la imagen también acompaña el reforzamiento de la institución eclesial, lo que
convierte a la Edad Media en un primer momento de auge de la iconicidad de Europa aunque se diferencie de nuestra civilización de la imagen.
El texto está escrito desde una óptica weberiana y su mayor logro es la integración de la lógica económica con la cultural, señalando las interdependencias de los distintos aspectos de la civilización feudal. Si sumamos a esta postura la citada visión de la Edad Media desde la larga duración, podemos comprender que el autor otorgue mucho más peso a los elementos que señalan continuidad antes que cambio o fractura.
El libro de Baschet es una síntesis muy actualizada de la corriente historiográfica francesa asociada a la escuela de Annales y a la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, con la particularidad de presentar numeroso guiños a potenciales lectores latinoamericanos (a quienes probablemente el texto tenga como principales destinatarios), como por ejemplo las referencias a los escritos sobre la Edad Media de José Luis Romero o la comparación de la religiosidad cristiana europea con la indo-americana. Desde este punto de vista, el texto está muy bien logrado y constituye una lectura muy recomendable tanto para estudiantes universitarios que se inicien en las disciplinas medievales como para quienes se dediquen a otra especialidad pero busquen una visión global del período.

Alfonso Hernández Rodríguez

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